28-12-2015
Aunque en propiedad se considera que un
caleidoscopio está conformado por un tubo que contiene espejos
que reflejan un prisma triangular a cuyo extremo se sitúan dos
láminas entre las que hay varios objetos de colores
y formas diferentes; bien puede usarse el símil para graficar el proceso
electoral que se avecina y en el que competirá una veintena de fórmulas
presidenciales, de distintos colores y formas.
Un verdadero caleidoscopio que podrá ser más
sugerente cuando, en algunas semanas se conozca las listas parlamentarias, que
arrojarán tantas y tan inusitadas sorpresas como las ya registradas en las
planchas anunciadas. No es necesario entrar en detalle respecto a las cosas
porque muchas han sido dichas ya y recogidas por la prensa grande. Solo cabe
reseñar algunos de los elementos más llamativos del periodo, y que se han
registrado en variados campos del espectro electoral.
La alianza de Lourdes Flores y Alan García, ha
encontrado serias resistencias en las filas del PPC. Conocidos Congresistas en
actividad, han objetado la “alianza” y optado por retirarse de la contienda por
no sentirse satisfecho con lo ocurrido. Curiosamente, en las filas del APRA, no
se ha registrado un movimiento similar. Pareciera que la mafiosa cúpula
alanista se ha contagiado del viejo legado aprista acostumbrado a pactar con
sus enemigos, a espaldas de las necesidades del país y de la voluntad de sus
militantes.
En el área del Fujimorismo sí han aflorado
contradicciones, una reales y otras aparentes. Es claro que entre el dictador
del pasado y su hija predilecta, no hay diferencias básicas; y que las ahora
surgidas –las verdaderas y las fingidas- responden a un mismo propósito: dar la
imagen de una contradicción insuperable que, su momento se resolverá a favor de
la chinita de la yuca. El desenlace le permitirá reiterar lo que viene
difundiendo por doquier: Ella, no es “el chino”, sino una carta nueva en la que
Ud, amigo lector, podrá confiar. Si Ud, atraca -debo advertirlo- caerá en un
abismo sin fondo.
Hay señuelos que puede inducirlo a error: la
presencia de Vladimir Huaroc, por ejemplo. Tiene como “capital” su antigua
pertenencia a las filas de la izquierda; pero en su pasivo incluye su precaria
gestión en la presidencia del gobierno regional de Junín, que lo llevó en su
momento a la derrota, y un alejamiento paulatino, pero sostenido, de las
posiciones progresistas que alimentaran su imagen.
Cesar Acuña, otro de los cinco integrantes del “quinteto
de la muerte”, insertó en su fórmula presidencial a Anel Towsend, ex
parlamentaria que jugara un papel positivo en la lucha democrática del pasado.
Ella, nunca fue de izquierda pero hizo lo suficiente para asomar respetable en
un escenario confuso. En el cuadro de ese candidato, asomarán otras sorpresas
en la lista parlamentaria. La actual Vicepresidente de la Cámara -Nataly
Condori- no será la única. Un viejo luchador social y parlamentario antiguo, se
sumará a la cuenta. Habrá que añadir, además, a César Villanueva, ex ministro y
líder amazónico.
Pero la que se lleva la palma en cuanto a fórmula
presidencial se refiere, es la del Partido Nacionalista. No tanto por la
candidatura de Daniel Urresti, que en buena medida se veía venir, sino por la
incorporación en ella de Susana Villarán, cuestionada por algunos de sus
“amigos más cercanos”. La ex alcaldesa, explicó su decisión bajo el argumento
de cerrar filas contra la Mafia. Aunque. Loable propósito, pero insuficiente
acción que refleja una voluntad personal, y se orienta a respaldar una
candidatura objetada por su incompatibilidad con la defensa de los Derechos
Humanos. Hay algo en común, sin embargo, en los integrantes de esa “plancha”:
su distancia del proceso emancipador latinoamericano, que implica incluso un
retroceso con relación a la línea actual del gobierno de Ollanta Humala.
Estos cambios, sumados a la inclusión de Rosa
Mavila y Yorka Gamarra en la fórmula presidencial de Yehude Simon, genera un
conjunto de interrogantes que afectan a un vasto escenario electoral.
La fórmula de Tierra y Libertad -que asoma como
“Frente Amplio”- luce estrecha. Algunos la ven como “la única” de la izquierda.
Podría serlo, pero aúno no lo es. Sus integrantes, connotados miembros de
Organismos No Gubernamentales -ONGs ambientalistas- con vínculos con USAID y
otros, levantan banderas de renovación contra “la vieja izquierda”. Su Programa
y su discurso, no cuestionan los mecanismos de dominación, ni comprometen lucha
contra el “modelo”, ni sus tenazas: el Banco Mundial, el Fondo Monetario o los
Tratados de Libre Comercio que nos atan al capital financiero
Aunque “Patria Roja” se ha desligado del proyecto y
optado más bien por el abstencionismo electoral, otros se han sumado a en clara
búsqueda de alucinantes ubicaciones parlamentarias, demostrando que pueden
trocarse valores grandes por propósitos pequeños.
En otro carril, “Democracia Directa” -los
fonavistas- optaron por deponer su propia candidatura, para lanzarla en fórmula
integrada con Gregorio Santos, hoy en prisión. La propuesta de Vladimir Cerrón,
en representación de Perú Libre, cierra el círculo y confirma la división de un
movimiento popular desgajado.
Una mirada al escenario concreto podría llevar a
algunos a adjetivar deserciones y calificar como “tránsfugas”, “traidores” y
otras lindezas a unos u otros; pero no se necesita ser académico para percibir
que el fenómeno responde a otra verdad: la dispersión, desarticulación y
desintegración de las fuerzas del pueblo, es producto de la ausencia de una
vanguardia que oriente, aglutine y organice.
Cuando no hay liderazgo social –personal o
colectivo-, cuando el oportunismo y el electorerismo se imponen y campean, no
es lícito sólo reprochar a quienes no se orientan por objetivos esenciales o
pierden el camino por atajos tangenciales. Y cuando quienes tienen en sus manos
no solo el deber, sino también la responsabilidad de actuar como fuerza
dirigente, se extravían en estériles pugnas personales; carecen de autoridad
para señalar deformaciones.
Ninguna de las candidaturas enunciadas enfrenta los
temas centrales que afectan al Perú. La dominación imperialista, estará así
fuera de los debates políticos; la presencia política y militar de los Estados
Unidos y su ofensiva brutal contra el proceso emancipador latinoamericano, será
omitido por unos y otros candidatos. Ni siquiera el cambio de la Constitución
Fujmorista será enarbolado. Por el contrario, el común denominador de las
intervenciones, estará signado por la campaña contra la Venezuela y en pro de
Macri; por “perfeccionar” el modelo neo liberal y hacer “más grata” la vida
bajo el capitalismo.
No cabe, entonces, hacerse ilusiones. Se
equivocarán quienes crean que, introduciendo una boleta en un ánfora el 10 de
abril, mejorará la vida de los peruanos. Nada más ajeno a la realidad. En este
orden de cosas, la batalla electoral, está perdida. La ganó ya la clase
dominante. Pero nada de eso, es fatal. La principal -contra la oprobiosa
dominación capitalista- seguirá planteada para que la asuma el pueblo, liberado
de la demagogia, el oportunismo ramplón y el sectarismo estrecho de las
capillas derrotadas.
Independientemente del proceso electoral, el
movimiento popular tiene el deber de seguir adelante para cumplir sus cuatro
objetivos esenciales: unirse, organizarse, politizar a las masas y promover
y alentar las luchas. Tales propósitos son requerimientos de orden político
y pueden ser asumidos por quienes, más allá de banderías electorales, se juegan
por la democracia, la independencia y la soberanía, afectadas por peligros
verdaderos.
Lo que ocurre hoy en Venezuela o Argentina
constituye una advertencia. Los avances alcanzados en esos países, son reales.
Y a ellos no habrán de renunciar los pueblos. Los gobiernos reaccionarios, o
los parlamentos capituladores, no podrán doblegar por vía ordinaria la voluntad
ciudadana. Fracasarán en el intento, o habrán de recurrir a métodos de corte
fascista para imponer por la fuerza sus protervos designios.
Hoy, como en otros tiempos, el tema no pasa por
identificarse con personas. Menos aún, por revestirlas de bellezas inventadas o
cualidades supuestas. No es con mentiras ni con lisonjas que se construye una
propuesta justa. El oficio del periodismo no es presentar a sus candidatos
preferidos como a las odaliscas que finalmente llegaron a capturar la mirada
del sultán -decía José Martí-, sino alentar las bases reales de la
transformación de la sociedad. No es adulando y lisonjeando a las personas que
será posible cautivar las voluntades y alentar las luchas. Y es que no son las
personas, individualmente hablando, las que habrán de resolver el drama
nacional. Los problemas del país los resolvemos todos, o no se resolverán
nunca. En eso, hay que estar claros.
Gustavo
Espinoza M. Colectivo de Dirección de Nuestra
Bandera
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