04-12-2015
«Quién
controle Europa del
Este dominará el Pivote del Mundo, quien controle el Pivote del Mundo
dominará la Isla Mundo, quien domine la Isla Mundo dominará el mundo». Halford
MacKinder
Lo primero e importante para poder calibrar el
escenario de Caos en que nos hallamos es tener en cuenta que enfrentamos una
encrucijada en la que el capitalismo está cayendo en picada y ya no va a volver
a ser lo que fue en los países de su núcleo central (esos que se llamaron a sí
mismo “ricos”).
En una u otra circunstancia, las élites mundiales y
locales están tomando posiciones de cara a mantener el poder o al menos a no
ser del todo desplazadas en el nuevo orden que está por surgir.
Las claves de ese orden vienen fijadas por muchos
procesos, pero al menos tres son especialmente importantes para entender lo que
pasa:
1/ El primero lo venimos arrastrando desde los años
70 del siglo XX y no ha hecho sino crecer: la financiarización económica,
social, política y cultural del capitalismo, como resultado de una obturación
que cada vez se muestra más insuperable en la esfera de la producción o de la
“economía real”.
2/ El segundo es la automatización derivada del trepidante
desarrollo de la tecnología (nanotecnología, biotecnología, inteligencia
artificial, robótica, neurociencia...).
Estos dos procesos marcan el fin de la era del
empleo. El primero por retirar cada vez más fondos de la inversión productiva y
destinarlos a la especulación parasitaria. El segundo lo explica por sí mismo.
A ellos hay que sumarle uno más:
3/ El agotamiento de los recursos energéticos y de
los materiales básicos para el capitalismo. También de los sumideros que
absorben nuestros residuos.
Estos tres procesos interaccionan a veces
complementariamente pero a menudo contradictoriamente. Generan profundas
divisiones entre las élites locales y mundiales (a veces unas coinciden con las
otras), y decantan distintas facciones de la clase capitalista mundial en su
cruenta pugna por la ganancia global. Todas esas tendencias están de acuerdo,
en cambio, en lo que se refiere a la plusvalía: es decir, en machacar a la
población trabajadora de todo el planeta, brutalizando los mercados laborales.
Así, la financiarización da oxígeno al proceso productivo automatizado mediante
dinero inventado, ficticio. Una y otro atacan frontalmente el empleo,
destruyendo también las condiciones sociales: esto marca una Guerra de Clase
desde arriba.
Sin embargo, sus dinámicas de interés
cortoplacistas divergen en otros puntos.
La Red Financiera Global y el Bloque
Imperial-Nacional
El Poder de las finanzas se mueve en redes
mundiales que no precisan de los Estados salvo para la coerción de sus
poblaciones y para la fuerza militar. La llamaremos Red Financiera Global,
que promueve un Imperialismo Global Financiero. Aquí están Wall Street, la City
londinense y algunas de las más fuertes plazas financieras mundiales, más,
entre otros, la Banca Rotschild, Standard & Poors, con sus piezas clave en
la Casa Blanca (el estratega argentino Walter Formento lleva tiempo trabajando
sobre esto).
Esta Red se enfrenta a las viejas oligarquías
imperiales nacionales, que estaban más vinculadas al capital
bancario-productivo, el cual ha ido perdiendo terreno en favor del
parasitario-especulativo. Entra también aquí parte del mundo financiero que no
logra globalizarse y en conjunto las facciones de las clases dominantes que van
perdiendo la carrera capitalista. Al frente de esta facción que va quedando
superada están las capas de poder anglo-americanas con anclaje en el Estado
imperial clásico. Le daremos el nombre de Bloque Imperial-Nacional. En
él se incluyen Warren Buffet, Goldman Sachs, el grupo Rockefeller y el J.P.
Morgan (que controla la Esso y la corporación Halliburton), con ejércitos
privados como Academi (antiguo Blackwater): son los halcones de Washington.
También se vinculan a este Bloque de forma dependiente buena parte de los
poderes de la UE, y en especial la Banca franco-alemana-holandesa.
Ambas facciones del Poder Mundial, en las que
predominan las élites y los Estados de la Triada (especialmente el Eje
Anglosajón), más Canadá y Australia, se enfrentan a los Estados con producción
y con recursos energéticos y minerales importantes.
El capital productivo está en China. Los recursos
están básicamente en Rusia (Siberia) y en general en el este de Asia (China
especialmente). Allí es también donde quedan los últimos grandes reductos del
capital productivo (además del de Alemania en Europa). Lo llamaremos Bloque
Energético-Productivo.
Sigamos.
En Asia central y occidental (desde Irán hasta
Siria), los intereses son contradictorios entre las dos facciones del Poder
Mundial. Por eso las profundas disensiones en su seno en torno al Acuerdo con
Irán o a la colaboración con Rusia en su lucha contra el fascismo asiático
(Daesh, al Qaeda, al-Nusra…). Sin embargo, tanto la Red Financiera Global
como el Bloque Imperial-Nacional han estado de acuerdo hasta ahora en
crear, financiar, entrenar, organizar y dar cobertura operativa a ese fascismo
asiático. El objetivo es destruir cualquier forma de poder estatal capaz de
oponerse a su apropiación de recursos energéticos y vías estratégicas de
trasporte de los mismos. También posicionarse dominantemente en la zona y
debilitar en lo posible, estratégica, económica y energéticamente al Bloque
Energético-Productivo.
Esto se ha repetido también en África septentrional
(Libia, Somalia, Sudán, y ahora Mali y Nigeria), a través de las franquicias
africanas del fascismo asiático. De nuevo el mismo objetivo. De nuevo los
mismos resultados: dejar países barbarizados, en manos del fascismo
transnacional y de señores de la guerra que no ofrecen obstáculo alguno a una y
otra facción del Poder Mundial.
El capitalismo siempre ha echado mano del fascismo
o del terrorismo, bien cuando se atasca o bien cuando se ve acorralado. Desde
hace cuatro décadas está atascado. En la última década y media se siente además
amenazado por el Bloque Energético-Productivo. La utilización de una
combinación de ambos de aquellos recursos por unas u otras facciones de Poder
Mundial es una constante desde entonces.
La UE en la encrucijada
Donde se cruzan los caminos de la lucha entre ambas
facciones (la Red Financiera Global y el Bloque Imperial-Nacional) y entre
ellas y el Bloque Energético-Productivo es en la UE. Si Alemania (la
UE-alemana) se inclina hacia este último, tenemos una Eurasia prácticamente
imbatible. La que fue llamada por el primer estratega moderno internacional,
Mackinder, “la Isla Mundo”, añadiendo que quien la dominara, dominaría el orbe.
Pero hoy por hoy Alemania es
parte dependiente o subordinada del Bloque Imperial-Nacional (dominado por el
Eje Anglosajón). Pero a una u otra facción del Eje Anglosajón (que lidera el mundo
desde 1700), aquella posibilidad de un Bloque Energético-Productivo extendido a
Europa le produce terror, por lo que ambas están dispuestas a combatirla a todo
coste. He aquí el golpe de Estado en Ucrania utilizando esta vez al fascismo
europeo (desde entonces en el poder en ese país), para no sólo separar a Rusia
de Europa, sino para establecer un foso particular entre Alemania y Rusia.
Además, la Red Financiera Global obliga a la UE a emprender sanciones contra
Rusia, profundizando aún más en la recesión económica europea. Para aquélla es
una labor preventiva debilitar la UE como macro-Estado poderoso: de ahí sus
repetidos golpes contra las deudas soberanas y ahora su intento de imponer el
TTIP, contribuyendo al hundimiento de las condiciones sociales y laborales en
Europa (la Guerra de Clase). El Bloque Energético-Productivo, en cambio, entró
en apoyo de la UE, proporcionando tanto liquidez como energía a su economía.
Francia es la báscula de la UE. El gozne entre los
países deficitarios y los superavitarios. Su economía real comienza a hundirse
y pierde más y más ritmo frente a Alemania. Pero su economía
financiero-especulativa es de gran peso en Europa. Es el país por excelencia
que representa al “Estado nacional” centralizado y fuerte, el país europeo con
más proyección militar-imperialista. Esto hace que Eje Anglosajón le haya
escogido para derrocar regímenes laicos en Asia y África y sustituirlos por
fascismo disfrazado de Islam. Debilitar Francia es golpear la facción
Imperial-Nacional europea y dejar a Alemania más débil, tirando sola de la UE.
La clase capitalista alemana se debate entre seguir
con el proyecto UE subordinado al Eje Anglosajón o romper lastre e inclinarse
definitivamente hacia Eurasia.
¿Cuál va a ser el próximo paso?
La Red Financiera Global dejará a Israel a su
suerte. También a Arabia Saudí y a Turquía. Por eso todos estos países se dan
prisa por afianzarse en la zona a través de su instrumento: el fascismo
asiático. Al no tener nada que perder representan un enorme peligro, capaz de
cualquier locura para obligar al Bloque Imperial-Nacional estadounidense (“los
halcones”) a intervenir directamente contra Rusia. La Red Financiera Global no
está interesada en un enfrentamiento directo con Rusia y ahora, merced al golpe
de París, la parte europea del Bloque Imperial-Nacional puede que esté
cambiando también de posición. Francia se ha visto atrapada en la discrepancia
de intereses entre las dos facciones en Asia Occidental y África septentrional.
De hecho, está virando a toda prisa hacia una posible coincidencia con Rusia en
la zona, para atacar ahora realmente al fascismo asiático. Pero quiere
arrastrar a Alemania consigo, lo cual cambiaría el sino del Bloque
Imperial-Nacional europeo.
Con todo ello el tablero de guerra se complejiza
enormemente.
Ese que he llamado “fascismo asiático” tiene poco
que ver con el Islam. La religión se usa como coartada y para reclutar dementes
dispuestos a inmolarse. En realidad, aquél está integrado ante todo por restos
del antiguo ejército iraquí, más ejércitos privados que ya estuvieron en la
invasión de Iraq, más mercenarios de numerosos países. Se trata ahora de
extender este tejido cancerígeno (con mismos o diferentes nombres) a lugares de
Rusia donde haya importantes poblaciones musulmanas. También a las exrepúblicas
soviéticas, así como a Irán, India e incluso a la propia China.
Por eso India está empezando a ver la necesidad de
apoyar a Rusia (con China también detrás en la sombra) en su lucha contra el
fascismo asiático. Su postura será decisiva de cara al fortalecimiento o no del
Bloque Energético-Productivo.
Frente a la decadencia ya imparable del Eje
Anglosajón, sus recesiones y sus firmes pasos hacia la Guerra de Clase
(barbarie laboral y social), del Eje China-Rusia puede asentarse un capitalismo
de Estado a contrapelo del actual capitalismo salvaje. El Bloque
Energético-Productivo está, en cualquier caso, mucho mejor preparado para la
Gran Transición post-capitalista hacia sociedades algo más razonables y
sostenibles. Sus alianzas con otros Bloques Energéticos menores, como el del
ALBA, pueden ayudar a ello.
Pero eso no quiere decir que se vaya a dar tal
resultado porque sí. Las luchas de clase en el interior de este Bloque serán
decisivas.
Para las sociedades europeas, como para las de todo
el mundo, es vital ayudar a ello. Y para eso es imprescindible recuperar
la conciencia y las luchas de clase de cara a iniciar procesos
constituyentes que paren el Caos (la Guerra de Clase y la Guerra Militar).
Por eso es importante no dejarse “distraer”
demasiado por elecciones “nacionales” que cada vez deciden menos los destinos
de las gentes y del mundo. Aquéllas tienen su importancia relativa, pero sin procesos
constituyentes no podremos transformar el escenario de Caos en el que
estamos.
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