21-01-2016
Empezó la
campaña electoral y comienza, por todos lados, a invadirnos la propaganda y
promesas de una multitud de candidatos que los hay para todos los gustos y como
en botica. Como reza la vieja frase “no hay pan pero sí circo”, detrás de la
presente campaña, o aprovechándose de ella, el gobierno y la patronal, con la
cantaleta del “enfriamiento” de la economía, continúan aplicando su plan de
ataques a los trabajadores y más pobres en beneficio de los que más tienen.
Humala ha puesto en venta Sedapal, con la que se
encarecerá la tarifa de agua; ha firmado el TPP (Tratado Transpacífico, por sus
siglas en inglés), con el que los precios de las medicinas monopolizadas por
las multinacionales farmacéuticas, se irán por las nubes; mientras con el
irrefrenable alza del dólar se encarecen los productos de la olla popular y los
sueldos y salarios congelados pierden cada día su poder adquisitivo, ahondando
la pobreza.
Al mismo tiempo, la patronal no cesa su ola de
despidos y abusos. Decenas de miles de trabajadores sin protección laboral de pequeñas
empresas, vienen siendo arrojados a la calle. En las grandes empresas con
cualquier argucia se echa masivamente trabajadores: en Trébol (62), Comiccsa
(15), en el Hospital Solidaridad; en la empresa de limpieza de Lima, Solvi
Ambiental, 1600 obreros/ras están con un pie en la calle pese a sus más de 15
años de servicios; todo esto con la complacencia del gobierno. Los despidos
afectan principalmente a los dirigentes y se producen en un marco de abusos y
prepotencia, e incluso de juicios truculentos (Alicorp), que buscan
desmoralizar y debilitar las organizaciones sindicales para dejarlas
vulnerables ante el ajuste patronal y para no atender los pliegos, muchos de
los cuales siguen sin solución.
Ante esto aún hay dirigentes que creen que hay que
bajar los brazos y dejar los problemas en mano de los abogados, con lo que
favorecen el crecimiento de la embestida patronal. Complementan así lo que
desde la cúpula de la CGTP hacen los viejos dirigentes colaboracionistas,
desconociendo que solo con la lucha logramos defender los derechos y ganar
importantes conquistas, y que esa sigue siendo la tarea de los verdaderos
dirigentes.
LAS ELECCIONES
Como telón de fondo discurre el actual proceso
electoral que, no por casualidad, no despierta interés ni ilusiones en los
trabajadores, pues los partidos patronales con “plata como cancha” hacen su
festín y no identifican en él a nadie que de verdad los represente y defienda.
Ni siquiera existe una candidatura representativa de la llamada “izquierda”,
desacreditada hasta los huesos por haber apoyado y sostenido primero a Susana
Villarán y después a Ollanta Humala, y que en estas elecciones ni siquiera ha
sido capaz de unificarse en torno a una candidatura. Protagonizando bochornosos
escándalos con acusaciones de fraudes, peleas y pactos fallidos con partidos
patronales etiquetados de “progresistas”, han terminado dispersos y con muchos
de ellos aupados a último minuto en el partido que hasta ayer denunciaban, por
un lugar en sus listas al Congreso (Susana Villarán con el oficialista Urresti
acusado del asesinato del periodistas Bustíos, entre muchos otros); desnudando
así que lo único que los mueve es el más ruin oportunismo electoral.
En este contexto, el Frente Amplio (FA) de Verónika
Mendoza y del cura Arana fue el único que quedó en carrera. Pero el FA tampoco
ha sido capaz de elevarse por encima de esas mezquindades y peleas y
constituirse en una alternativa unificada y de amplia convocatoria de la
izquierda y los trabajadores, y ha impuesto su interés de grupo. Como si esto
no fuera suficiente, su discurso y propuestas son más tibios de los que
caracterizaron a Susana Villarán y más todavía a Ollanta Humala cuando fueron
candidatos; y esto, pese a que muchos de sus componentes vienen del humalismo.
El FA cuestiona al modelo “neoliberal” pero al
mismo tiempo ofrece 6% de crecimiento, como Alan García, aunque éste es más
coherente porque ofrece acelerar el modelo minero exportador con nuevos
“baguazos”, Congas y Tía María. El FA propone “revisar” los Tratados de Libre Comercio
y el propio Tratado Transpacífico que nos atan de pies y manos a los intereses
de las grandes corporaciones imperialistas, pero sabe muy bien que dichos
tratados son irrevisables y que ante ellos el único camino es la ruptura.
Propone una “Nueva Constitución” consensuada con los patrones, pero todos
sabemos que con los patrones no existen “consensos” y que todo lo que
arrancamos con la lucha.
En lo laboral el FA propone una “nueva Ley General
del Trabajo”, propuesta de la dirigencia de la CGTP y de la CONFIEP, y hasta de
la misma Keiko Fujimori, contra la que un gran sector del sindicalismo se puso
de pie exigiendo se derogue primero toda la legislación laboral fujimorista y
la misma Constitución que consagran la vulneración de los derechos laborales.
Todo esto se puede resumir de la siguiente manera:
el FA se presenta como la “izquierda” domesticada y digerible que necesita la
patronal para pintar de plural y democrático este proceso, como lo describe y
reconoce desde su propio interior el viejo luchador Hugo Blanco. Es la verdad,
aunque duela.
Por ello no hay ninguna razón para que los
trabajadores apoyen la candidatura de Verónika Mendoza. No se trata de
simpatías personales ni una cuestión de género, que son respetables, sino de la
posición que defiende y representa. Hasta el mismo Mario Huamán, que no puede
ser acusado de “radical” (nos declaró “enemigo” a los del PST por criticar su
política conciliadora), pensando lo mismo, se propone llevarle la “agenda
laboral” a cada uno de los candidatos incluido a la candidata del FA.
LOS TRABAJADORES NO TENEMOS CANDIDATOS
Lo mejor era contar con una alternativa electoral
independiente de los trabajadores, con su programa y candidatos, pero aún no
tenemos la fuerza para hacerlo por la enorme valla que impone la
antidemocrática legislación electoral. Pero esto no es justificativo para que
apoyemos a candidatos falsamente de izquierda, o a los llamados “progresistas”,
y menos que busquemos un sitiecito en sus listas. Con esta política oportunista
la mayoría de la “izquierda” apoyó la elección de Fujimori contra Vargas Llosa
en las elecciones de 1990; y apoyaron la elección de Susana Villarán y de
Ollanta Humala con los resultados que todos conocemos.
Algunos pueden decir que no hay otra opción que con
el razonamiento de que hay que elegir por el “más progresista” o el “mal
menor”.
No es fácil remar contra la corriente. Pero antes
de reforzar falsas ilusiones para seguir la moda o para tentar algún cargo en
el Congreso preferimos decirles la verdad a los trabajadores: no tenemos
candidatos y no debemos apoyar a ninguno. Cuando el engaño es alentado por
reconocidos luchadores como el mismo Hugo Blanco, que ni siquiera es candidato,
es peor; y lo es más cuando, como cualquier candidato burgués, algunos, con el
fin de obtener votos, ofrecen dictar desde el Congreso leyes favorable a los
trabajadores, lo que jamás ha ocurrido, no ocurre ahora y menos va a ocurrir
luego de estas elecciones que llenarán dicho recinto de tránsfugas,
oportunistas y agentes del empresariado.
HAY QUE CONFIAR EN NUESTRAS PROPIAS FUERZAS
Por ello enfatizamos una sola idea que es la
experiencia vivida por los trabajadores durante todos estos años: la única
garantía para defender nuestros derechos y aspiraciones y parar los ataques de
la patronal y los planes de este y del nuevo gobierno que vendrá, no está en el
voto por algún candidato ni en la ilusión de que alguno de ellos resolverá
nuestros problemas: está en las calles y en la confianza que debemos
depositar únicamente en nuestras propias fuerzas y organizaciones y en las
direcciones que debemos forjar al frente de ellas.
Respetamos cualquier postura y decisión política de
los dirigentes y activistas, el mismo respeto que reclamamos para defender
nuestras posiciones, en el marco de una confrontación fraternal de ideas. Pero
lo que combatimos y combatiremos sin concesiones es el uso que se hacen de los
organismos y espacios sindicales, que son de unidad y frente único, para
usarlas como portátiles de campañas electorales, como combatimos el uso que
hizo Mario Huamán de la CGTP para endosar apoyo a Ollanta Humala maniatando a
los trabajadores.
En base a este principio urge unirnos en torno a un
solo punto: retomar la coordinación y unificación de las luchas contra el abuso
patronal, por la solución de los pliegos, contra los despidos, la
criminalización de la lucha sindical y popular, los fallos amañados del poder
judicial a favor de la patronal, la derogatoria del DS 013, etc.; con el único
método que hemos conquistado en todo este tiempo: unidad para la lucha de todos
y todas en torno a los organismos autónomos, independientes y democráticos de
los trabajadores, la juventud y el pueblo pobre.
Ante la maniobra del gobierno y la patronal que
pretende involucrarnos en el circo electoral para adormecer nuestras luchas con
la idea de que nuestros problemas se resolverán después de las elecciones, o
dedicándonos a hacer campaña por uno u otro candidato, decimos con firmeza que
los problemas de hoy hay que enfrentarnos ahora y no esperar ni subordinarlos a
las elecciones y sus resultados. Como la lucha que hoy han iniciado los jóvenes
contra el TPP y en la que, no por casualidad, brillan por su ausencia todos los
candidatos, incluida la del FA.
Freddy Salazar es periodista
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