RT
16-02-2016
Era evidente que, tras los recientes triunfos
electorales en Argentina y Venezuela, la derecha continental iba a concentrar
sus esfuerzos en la elección boliviana del próximo 21 de febrero. Ese
envalentonamiento tiene una explicación concreta: golpeando con certeza a Morales
se terminaría de debilitar el “bloque posneoliberal”, es decir, aquellos
gobiernos que, a lo largo de la última década, han impulsado una serie de
transformaciones sociales y económicas, impulsando economías favorables para
las mayorías. Ese es el cálculo que, a esta hora, debe explicar cualquier
análisis sobre lo que suceda en Bolivia, independientemente de la orientación
ideológica de quien lo firme.
La nueva “guerra sucia” contra Evo inició semanas
atrás con una campaña de prensa sobre un hipotético “tráfico de influencias” de
Morales en beneficio de una ex novia suya, Gabriela Zapata Montaño. La
operación se caía apenas explicado el escenario global, algo que hicieron pocos
medios: Morales se había distanciado de la jóven en 2007, ingresando Zapata Montaño
en 2013 -es decir, seis años después- a la empresa china CAMC Engineering Co,
que, vale la pena decir, no depende del Estado boliviano. "Estamos
convencidos de que todo esto viene de Estados Unidos" dijo Morales
explicando su visión del tema al canal Bolivisión, para luego decir que
anteriormente "era acusado de sedición, narcotráfico y terrorismo y
ahora, como no tienen nada que inventar, me señalan por tráfico de
influencias".
Pero la desinformación operada por los artífices de
la campaña del NO continuó, incluso con operaciones casi de principiantes. La
oposición circuló dos fotografías falsas que replicaron algunos periodistas.
Una, intentando hacer ver a Morales con Zapata Montaño, en un encuentro
reciente que jamás ocurrió: la foto mostraba al presidente con Mayra
Medinacceli, quien fuera personal de seguridad. Otra, una operación de baja
calaña de parte del empresario cementero y ex candidato presidencial Samuel
Doria Medina, circulando una factura falsa según la cual Evo Morales habría
gastado 1400 pesos bolivianos -unos 200 dólares- por un corte de cabello. Como
se ve: todo suma desde el punto de vista del NO a la operación de erosión
presidencial, intentando instalar ideas como nepotismo y corrupción cerca de
Morales, a fin de volcar el número de indecisos -un 15% apróximandamente- a la
negativa. La idea parece ser: “Yo instalo y difundo. ¿Quién se va a enterar
después de la desmentida si el gobierno no maneja a los medios de
comunicación?”. Como se ve, una lógica a todas luces perversa, equiparable
al “todo vale”.
Sin embargo, el despliegue de una ayuda externa
para confrontar con Morales resulta notablemente más relevante para los
intereses de Washington que las tropelías de Doria Medina y compañía: la
agencia norteamericana NED, auspiciosa contribuyente de diversas
desestabilizaciones en nuestra región contra gobiernos nacional-populares,
progresistas y de izquierda, desembolsó unos 8 millones de dólares entre 2003 y
2014 para financiar a dos decenas de ONG´s bolivianas -según cifras oficiales-.
Una de ellas, la Asociación Boliviana de Ciencia Política, presenta a su
titular participando activamente de la campaña del NO.
La NED juega fuerte porque cree que es el momento
para golpear a Morales, quien hasta esta elección cuenta con un impresionante
handicap electoral propio: 53.7% en 2005, 64% en 2009 y 61.3% en 2014. Sería,
por tanto, el “brazo ejecutor” de una política que EEUU ya no ha podido
implementar de forma presencial desde la expulsión del embajador Philip
Goldberg, en 2008, tras ser declarado “persona no grata” por el propio Morales.
Pero los fondos, como se ve, siguen arribando, independientemente de
embajadores, contando con ejecutores de veinte ONG`s, medios de comunicación
afines y un conjunto de políticos que está dispuesto a llevar una campaña por
un referéndum a los lugares más oscuros posibles.
Esto nos lleva a una conclusión final inocultable:
la elección del próximo 21 de febrero no sólo tendrá repercusiones dentro de
Bolivia, sino a nivel regional. Mientras las fuerzas progresistas anhelan un
triunfo de Morales, que frene la “primavera” de las derechas tras las
elecciones de Argentina y Venezuela, los sectores conservadores son conscientes
de que un triunfo del NO sería la reafirmación de un nuevo giro en la política
latinoamericana. Y Washington, como vemos, tiene posición tomada en la
contienda: apalancar la “guerra sucia”, incrementar las líneas irregulares de
financiamiento, e intentar promover una derrota del “bloque posneoliberal”. Evo
cuenta con una ventaja: aún con todas estas mediaciones, será sólo el pueblo
boliviano el que defina su lugar en la historia.
Juan
Manuel Karg Politólogo UBA / Analista internacional CABA - Ciudad Autónoma de
Buenos Aires, Argentina
Fuente: https://actualidad.rt.com/opinion/juan-manuel-karg/199676-guerra-sucia-financiamiento-evo-morales
Fuente: https://actualidad.rt.com/opinion/juan-manuel-karg/199676-guerra-sucia-financiamiento-evo-morales
No hay comentarios:
Publicar un comentario