Emir Sader
ALAI AMLATINA, 05/04/2016.-
Cada vez que se revelan datos sobre los llamados paraísos fiscales,
cunde el pánico en amplios medios económicos que se valen de ese expediente.
Canalizan sus riquezas para esos territorios que arriendan sus soberanías para
esconder negocios oscuros.
Los llamados paraísos
fiscales son verdaderos prostíbulos del capitalismo. En esos territorios se
practica todo tipo de actividades económicas que serían ilegales en otros
países, captando y limpiando sumas millonarias de recursos, como los
provenientes del comercio de armas, del narcotráfico y de otras
actividades ilegales de otros países. Sirven asimismo para hacer circular capitales
sin pagar los impuestos que deberían pagar en sus países de origen.
Los paraísos fiscales, que
sumarían entre 60 y 90 en el mundo, son micro-territorios o Estados con
legislaciones fiscales flojas o incluso inexistentes. Una de sus
características comunes es la práctica de recibir capitales de manera
ilimitada y anónima. Son países que comercializan sus soberanías ofreciendo un
régimen legislativo y fiscal favorable, cualquiera que sea su origen. Su
funcionamiento es simple: varios bancos reciben dinero del mundo entero y de
cualquier persona teniendo costos bancarios bajos, comparados con el promedio
de otros bancos en otros lugares.
Los paraísos fiscales
tienen un rol central en el universo de las finanzas sucias, esto es de los
capitales originados en actividades ilícitas y criminales. Mafias y políticos
corruptos son clientes asiduos de esos territorios. Según el FMI, el
blanqueamiento de dinero representa entre el 2 y 5% del PIB mundial
y la mitad de los flujos de capitales internacionales; circulan o residen
en esos Estados, entre 600 mil millones y 1 trillón y 500 mil millones de
dólares sucios.
El número de paraísos
fiscales se incrementó con la desreglamentación financiera promovida por
el neoliberalismo. Las innovaciones tecnológicas y la constante invención de
nuevos productos financieros que escapan a cualquier reglamentación han
acelerado esos fenómenos.
Tráfico de armamentos,
empresas de mercenarios, tráfico de drogas, prostitución internacional,
corrupción, asaltos, secuestros, contrabando, evasión de impuestos, etc., son
las fuentes que alimentan a esos Estados y a los mecanismos de blanqueamiento
de dinero.
Un ministro de economía de
Suiza – uno de los más grandes y conocidos paraísos fiscales – ha declarado, en
una visita a Paris, defendiendo al secreto bancario, clave para que esos
fenómenos puedan existir: “Para nosotros, esto refleja una concepción
filosófica de la relación entre el Estado y el individuo”. Y agregó que
las cuentas secretas representan el 11% del valor agregado bruto generado en
Suiza.
En un país como
Liechtenstein, la tasa máxima de impuesto a la renta es del 18% y sobre la
fortuna inferior al 0,1%. Ese país se especializa en abrigar sociedades
holdings y las trasferencias financieras o depósitos bancarios.
Una sociedad sin secreto
bancario, donde todos supieran lo que cada uno gana, podría ser considerada
como un paraíso. Pero sucede lo contrario, porque se trata de paraísos para
capitales ilegales, originados en actividades ilícitas.
Esos paraísos existen, son
conocidos, casi nadie tiene el coraje de defenderlos, pero ellos sobreviven y
se expanden, porque son como los prostíbulos: ilegales, camuflados, pero
indispensables para la supervivencia de instituciones fallidas, que tienen en
esos espacios los complementos indispensables para su existencia.
- Emir Sader,
sociólogo y científico político brasileño, es coordinador del Laboratorio de Políticas Públicas de la Universidad
Estadual de Rio de Janeiro (UERJ).
URL de este artículo: http://www.alainet.org/es/articulo/176546
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