Nota:
En el presente artículo nuestro
compañero Eduardo Ibarra, analiza la situación concreta de la lucha electoral
como expresión de la lucha de clases. Evaluando la táctica de lucha del
proletariado en esta coyuntura, en la que se disputa el gobierno del poder por
parte de dos candidatos de la burguesía imperialista, propone que el voto por
el mal menor no es sino un voto perdido, un voto en balde, puesto que ninguno
de los dos candidatos de la burguesía garantiza la defensa y respeto de los
derechos de los trabajadores.
Así las cosas, propone Eduardo Ibarra,
el voto en blanco como expresión de la elevación de la conciencia de clase del
proletariado, así como de la necesaria afirmación de la identidad de la
izquierda proletaria.
26.05.2016
COMITÉ DE RECONSTITUCIÓN JOSÉ CARLOS
MARIÁTEGUI (CRJCM)
¡Defender el Pensamiento de Mariátegui
de toda tergiversación y desarrollarlo en función de la realidad actual!
Voto en Blanco
Eduardo Ibarra
EN LA SEGUNDA VUELTA ELECTORAL DEL 5
del presente el Frente Amplio no tiene candidato propio, y, por esto, se
encuentra en la necesidad de reflexionar su voto.
En la misma situación
se encuentran las tendencias de izquierda que no son parte de dicho frente.
¿Hay que votar por
Pedro Pablo Kuczynski? ¿Por Keiko Fujimori? ¿Votar en blanco? ¿Viciado?
Hay quienes proponen
votar por PPK a efecto de impedir el ascenso al gobierno de Keiko Fujimori, y
hay, también, aunque en número muchísimo menor, quienes proponen lo contrario.
Es decir, hay quienes
creen que el mal menor es PPK, y hay quienes creen que lo es KF.
Como cualquier
elección, la segunda vuelta no es, en esencia, una contienda entre personas
sino entre clases y fracciones de clase; así, detrás de PPK y KF, están dos
facciones de la gran burguesía intermediaria del imperialismo.
Por eso, en el fondo
de las posiciones señaladas arriba, late la idea de que un sector de esa
burguesía es el mal mayor, y el otro sector es el mal menor.
Pues bien, en el libro
El “izquierdismo”, enfermedad infantil del izquierdismo, Lenin señaló:
“… del hecho de que la mayoría de los obreros de Inglaterra siga todavía a los
Kerenski o a los Scheidemann ingleses, de que no haya conocido aún la
experiencia de un gobierno formado por esos hombres –experiencia que ha sido
necesaria tanto en Rusia como en Alemania para que los obreros pasaran en masa
al comunismo–, se deduce de modo indudable que los comunistas ingleses deben
participar en el parlamentarismo; deben ayudar a las masas obreras, desde
dentro del parlamento, a ver en la práctica los resultados del gobierno de los
Henderson y los Snowden; deben ayudar a los Henderson y los Snowden a vencer la
coalición de Lloyd George y Churchill. Proceder de otro modo significa dificultar
la obra de la revolución, pues si no se produce un cambio en el modo de pensar
de la mayoría de la clase obrera, la revolución será imposible. Y ese cambio se
produce con la experiencia política de las masas, nunca con la propaganda sola.
La consigna de ‘¡Adelante, sin compromisos, sin desviarse del camino’! es
errónea a todas luces, si quien habla así es una minoría de obreros, impotente
a ciencia cierta, que sabe (o, por lo menos, debe saber) que dentro de poco
tiempo, si Henderson y Snowden triunfan sobre Lloyd George y Churchill, la
mayoría perderá la fe en sus jefes y apoyará al comunismo (o, en todo caso,
adoptará una actitud de neutralidad y, en su mayor parte, de neutralidad
benévola respecto a los comunistas” (OE en doce tomos, t.XI, p.65).
Como se ve, en
condiciones en que en la lucha electoral la fuerza proletaria, de clase, tiene
una influencia entre las masas trabajadoras menor a la de la democracia pequeño
burguesa (el Partido Laborista en la cita), Lenin plantea que puede y debe
votarse por los Henderson y los Snowden (conspicuos dirigentes de dicho
partido) a fin de, por una parte, evitar la victoria de los dos partidos de la
burguesía inglesa (liberales y conservadores, Lloyd George y Winston Churchill
respectivamente), y, por otra, para desarrollar la conciencia de las masas
trabajadoras.
He ahí la esencia de
la táctica leninista: facilitar que la propia experiencia de las clases
trabajadoras determine un cambio en su modo de pensar; facilitar que su propia
experiencia las lleve a abandonar la democracia pequeño burguesa y a sumarse a
la democracia proletaria.
Lenin señaló también:
“El Partido Comunista propone a los Henderson y a los Snowden un ‘compromiso’,
un acuerdo electoral: marchamos juntos contra la coalición de Lloyd George y
los conservadores, repartámonos los escaños en el Parlamento según el número de
votos dados por los obreros al Partido Laborista o a los comunistas (no en las
elecciones, sino en una votación especial), conservemos la libertad más
completa de agitación, de propaganda y de acción política. Si esta última
condición es imposible, naturalmente, aceptar el bloque, pues eso sería una
traición. Los comunistas ingleses deben defender y salvaguardar su más completa
libertad de desenmascarar a los Henderson y los Snowden, de la misma manera que
la defendieron y salvaguardaron (durante quince años, de 1903 a 1917) los
bolcheviques rusos con respecto a los Henderson y los Snowden de Rusia, esto
es, los mencheviques” (idídem, p.67).
Como se puede ver,
las dos citas de Lenin constituyen una exposición sucinta de su táctica
revolucionaria.
Pues bien, en un
artículo escrito por Ramón García el 13 de abril del
2016, pero firmado por Manuel Velásquez (hecho que demuestra, una vez más, la
falta de valor del mencionado autor para asumir con su firma la responsabilidad
de sus ideas), se apela a Maquiavelo para proponer votar por PPK, pues, según
se dice ahí, entre este candidato y KF, “Hay matices,
diferencias, contradicción. Tenemos que saber usar eso”, agregándose que esta
candidata “amenaza con arrasar con los derechos y libertades ciudadanas”, candidata a la cual
juzga por la actuación de Alberto Fujimori: “la
heredera de la tiranía, la cómplice de los crímenes de lesa humanidad de su
padre”.
Como conclusión de su
artículo, García declara que “Con PPK podemos
conversar, nos podemos entender”.
Que
KF sea una amenaza para los derechos y libertades ciudadanas, no se deriva del
hecho de ser heredera de las atrocidades de su padre (la situación del país no
es la misma que aquella marcada por la guerra interna), sino de su condición de
representante de los intereses de la gran burguesía intermediaria del
imperialismo.
Ahora
bien, como García dice que KF es una amenaza en el sentido indicado, sugiere
que PPK no lo es, es decir, presenta a este candidato como el “bueno” de la
película.
Pero,
como KF, PPK también es un representante de los intereses de la gran burguesía,
y, por lo tanto, igualmente es una amenaza para derechos y libertades.
La
segunda vuelta únicamente va a decidir la presidencia de la nación. Por lo
tanto, la creencia de García de que “nos podemos
entender” con PPK, solo puede comprenderse como que cree que con este candidato
es posible un acuerdo sobre derechos y libertades que tenga un resultado
práctico.
La
afirmación de García encierra, pues, dos cosas: primero, su confianza a
ultranza en PPK (es decir en una facción de la gran burguesía); segundo, su no
asimilación de la experiencia electoral de las últimas décadas.
La
moral de la burguesía es la doblez. Por eso, Alberto Fujimori y Ollanta Humala
engañaron al pueblo peruano como lo engañaron.
Y,
como es de conocimiento general, los partidos de la izquierda electoral (de
algún modo hay que llamarlos), cayeron fácilmente en la trampa, sencillamente
porque no fueron capaces de ver que detrás de las personas hay clases sociales.
¿Qué
podría garantizar que PPK honre un acuerdo con la izquierda sobre los derechos
y libertades ciudadanas?
Nada,
nada en absoluto, pues los políticos burgueses utilizan también a Maquiavelo,
y, así, por ejemplo AF y OH, al prometer como candidatos e incumplir como
presidentes, actuaron maquiavélicamente.
Es
decir, los políticos burgueses aplican muy especialmente el principio
maquiavélico de que el fin justifica los medios.
Generalizando:
la burguesía utiliza a Maquiavelo en toda circunstancia y en cualquier marco, pero
los marxistas sólo pueden utilizarlo en determinadas circunstancias y en
determinados marcos.
Esa
es la diferencia entre la moral política de la burguesía y la moral política
del proletariado.
Por
lo tanto, pretender utilizar a Maquiavelo en cualquier circunstancia y en
cualquier marco, es borrar la diferencia entre la moral burguesa y la moral
proletaria.
Para
decirlo francamente, es caer en la moral burguesa.
Para
saber cuándo y dónde es posible utilizar a Maquiavelo, los marxistas tienen un
método: el análisis concreto de la situación concreta.
Ese
es, justamente, el método que sustenta las presentes notas.
La
experiencia enseña que cualquier acuerdo con PPK sería papel mojado, y, por lo
tanto, votar por su candidatura significaría votar a cambio de nada: el pueblo
no tendría garantizado ningún respeto a los derechos y libertades ciudadanas,
y, lo más importante, de dicho voto no resultaría ningún desarrollo de la
conciencia de las clases trabajadoras.
En
conclusión, la teoría del mal menor únicamente es viable cuando el compromiso o
el acuerdo es realizable realmente, prácticamente, lo que no es el caso si se
votara por PPK o por KF. En ambos casos el voto sería un desperdicio.
Pero
hay más. García disloca la segunda vuelta electoral del contexto general de la
lucha de clases. Extrapolando de dicho contexto la segunda vuelta, cree que
tiene sentido aquello de que “la neutralidad es la peor de las alternativas
cuando dos enemigos se enfrentan”.
Si
eso tuviera validez general, entonces, en USA por ejemplo, donde “matices,
diferencias, contradicción” diferencian al Partido Demócrata y al Partido
Republicano, las fuerzas proletarias, de clase, tendrían que votar cada vez por
uno u otro de tales partidos.
En
conclusión: es profundamente erróneo jugar con algunas afirmaciones de
Maquiavelo al margen de la situación concreta y haciendo a un lado la esencia
de la táctica leninista.
Esa
es la lección que arroja la experiencia de la lucha electoral de las últimas
décadas.
Para
aprovechar la oportunidad electoral a efecto de desarrollar la conciencia de los
trabajadores, hay que decirles directamente que, no obstante los matices, los
dos candidatos en carrera representan los intereses de la gran burguesía
intermediaria del imperialismo.
La
segunda vuelta es una de esas circunstancias en que cobra vigencia el sentido
esencial de este juicio de Mariátegui: “El ‘problema del indio’, la ‘cuestión
agraria’ interesan mucho más a los peruanos de nuestro tiempo que el ‘principio
de la autoridad’, la ‘soberanía popular’, el ‘sufragio universal’, la
‘soberanía de la inteligencia y demás temas del diálogo entre liberales y
conservadores” (7 Ensayos, pp.198-199).
Exactamente
como el maestro, que entendía que Maquiavelo no era aplicable en todas las
circunstancias y en todos los marcos, y que, por esto, no llamó nunca a votar
por Leguía para oponerse al civilismo (¡y esto en su tiempo de socialista a lo
Araquistain!), aquí y ahora sostenemos que, ante la inutilidad de cualquier
acuerdo con PPK (o con KF), lo que más le interesa a los trabajadores
conscientes es el problema de la tierra, la lucha contra el imperialismo,
etcétera, marco de cuestiones en el cual aparecen en primer plano dos altas
tareas: la Reconstitución del Partido de Mariátegui (concreción de la
conciencia proletaria) y la Construcción del Frente Unido del Pueblo Peruano
(desarrollo de la conciencia de las clases trabajadoras).
Como
se sabe, la táctica está al servicio de la estrategia, y, como está claro, hoy
por hoy la táctica de votar por uno u otro candidato de la burguesía, no abona
el desarrollo de la conciencia política de las clases trabajadoras, ni, por lo
tanto, el desarrollo de la lucha por el poder.
El
camino de la revolución no es, por cierto, un camino recto ni mucho menos: su
desbroce implica compromisos, acuerdos, zigzags, maniobras, repliegues,
etcétera.
Pero
una cosa son esas tácticas útiles en la lucha del proletariado por el poder, y
otra cosa es la táctica inútil de votar por un candidato de la gran burguesía
que no garantiza en absoluto el respeto por derechos y libertades.
Puesto
que la situación le exige a la izquierda no caer en la trampa burguesa y
concentrar su atención y sus esfuerzos en coadyuvar en el desarrollo de la
conciencia política de las clases trabajadoras y en la concreción práctica de
los dos instrumentos materiales mencionados arriba, cae por su propio peso que
lo que se impone en la segunda vuelta es el VOTO EN BLANCO.
En
la presente situación, el VOTO EN BLANCO es la forma de afirmar conscientemente
la personalidad de la izquierda y sus deberes con respecto a las luchas del
pueblo peruano por la defensa de sus derechos, de sus reivindicaciones
inmediatas y de sus objetivos históricos.
25.06.2016.
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Enviado
por: Cesar Risso
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