martes, 3 de mayo de 2016

ELECCIONES 2016: DISYUNTIVA ELECTORAL Y LUCHA DE CLASES




César Risso
LA ACTUAL COYUNTURA electoral está promoviendo la decisión de escoger a uno de los dos candidatos que quedan en contienda. Las agrupaciones de izquierda que han participado en las elecciones del presente año se apuran a evaluar su participación en esta segunda vuelta. Dos son hasta ahora las conclusiones a las que llegan para afrontar la segunda vuelta: el voto anti Keiko, que implícitamente es un voto a favor de Pedro Pablo Kuczynki, y el voto viciado o nulo, que podría favorecer a Keiko Fujimori.
        Analicemos esta situación para aclarar el significado de esta segunda vuelta.
        Partamos de una extrapolación de escenarios. Trasladémonos hasta el año 1990. Imaginemos que el ganador no fue Alberto Fujimori, sino Pedro Pablo Kuczynski (quien no fue candidato presidencial en aquella oportunidad). Y preguntémonos cuáles hubieran sido las medidas de política económica que hubiese aplicado, y en seguida las medidas políticas.
        En el campo económico no hay ninguna duda de que hubiese hecho exactamente lo mismo que Alberto Fujimori. Recordemos que este aplicó no medidas originales, sino las medidas llamadas del Consenso de Washington, medidas que venían recomendadas en los  documentos oficiales del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional.
        Este Consenso recomendaba la reducción del aparato del Estado, es decir, despido masivo de trabajadores, y retiro del Estado de la actividad económica a través de la venta de las empresas públicas.
        En cuanto a los controles de precios de parte del Estado, la recomendación era que estos deberían flotar libremente, es decir, dejar al libre mercado la formación del precio del dinero (tasa de interés), del dólar (tipo de cambio), de la fuerza de trabajo (sueldos y salarios), de los servicios públicos (tarifas de agua, luz, etc.), y la eliminación de controles para que la inversión extranjera tenga las puertas abiertas para la libre explotación de nuestros recursos. Además de eliminar la estabilidad laboral, y prácticamente destruir a los sindicatos. Todo esto configura el sometimiento abierto al imperialismo.
        Respecto de la política económica y de las reformas del Estado, no hay ni la más mínima duda que Pedro Pablo Kuczynki hubiese hecho lo mismo e incluso algo más.
        Con respecto a la política implementada por Alberto Fujimori, dado que este se sometió a los dictados del imperialismo norteamericano, aplicó todas sus recomendaciones. El escenario era de la presencia y accionar de Sendero Luminosos y del MRTA. Para enfrentar a estas agrupaciones el imperialismo tiene experiencia. En Nicaragua, Colombia, El Salvador, etc., aplicó una política indiscriminada de represión de los campesinos indígenas; formó grupos paramilitares, desaparecieron dirigentes sindicales y campesinos, torturaron y asesinaron estudiantes, así como a los familiares de estos dirigentes y estudiantes. Aplicaron la política de rastrillaje; todo lo cual fue aprendido a lo largo de la historia represiva de la burguesía, con las diversas experiencias revolucionarias de los obreros y campesinos en el mundo, particularmente con la experiencia fascista de los italianos, y la de los Nazis en Alemania.
        Cuando se dan movimientos revolucionarios que ponen en tela de juicio el poder de la burguesía, y amenazan arrebatárselo, la burguesía actúa no solo como clase nacional sino como clase planetaria.
        Para que no se piense que esta es una propaganda anti Kuczynski, recuérdese la política represiva de Fernando Belaunde Terry, y la de Alan García Pérez.
        Pero hay que añadir algo más. La experiencia histórica también nos enseña que las tendencias reformistas asumen el papel de la burguesía cuando están en el poder. Lo sucedido en Alemania con la Liga Espartaco, liderada por Carlos Liebknecht y Rosa Luxemburgo, a raíz de la lucha revolucionaria de los obreros en Berlín es sintomático del accionar de la burguesía en su versión reformista. Fueron precisamente los líderes socialdemócratas Ebert, Scheidemann y Noske, quienes encabezaron la represión contra este movimiento promoviendo el asesinato de estos líderes revolucionarios, y masacrando a miles de trabajadores que luchaban por su liberación definitiva de las garras del capital.
        La burguesía en cualquiera de sus versiones defiende la explotación capitalista, ya sea neoliberal o no, reformista o no; su objetivo es defender el sistema capitalista, aunque en el caso de la versión reformista de la burguesía, que se hace pasar por ser de izquierda, con el pueril convencimiento de que se puede eliminar la corrupción, la delincuencia, y el abuso contra los trabajadores, para promover la igualdad de oportunidades. Por ello no hablan de socialismo, por ello no hablan de explotación del trabajador asalariado ni de plusvalía, ni de las diversas formas en que la burguesía explota a los trabajadores de las comunidades campesinas de la sierra y de las comunidades nativas de la selva.
        En consecuencia, se trata de que la burguesía puede llevar como su representante a una mujer como Keiko Fujimori, o a un hombre como Pedro Pablo Kuczynski. Para efectos de la defensa de los intereses de la burguesía nacional e imperialista lo mismo da.
        Pero surge la pregunta de cómo llegamos a esta situación. Cómo es posible que un pueblo que ha vivido la represión y dictadura fujimorista pueda elevar al primer puesto de las elecciones a la hija del dictador Fujimori; o a un representante del gran capital, habiendo vivido situaciones de crisis económica, de desempleo, de pobreza permanente, de abuso de las empresas transnacionales, etc.
        La respuesta viene dada por la actuación de las fuerzas políticas y por la estructura de clase de la sociedad peruana.
        La política llevada a cabo por la burguesía ha sido la de una propaganda permanente de la posibilidad de hacer de los pobres unos pequeños propietarios, poniéndoles al alcance de la mano esta posibilidad, a través de capacitación, que ha estado a cargo de las ONGs. Otro mecanismo ha sido el de la difusión ideológica a través de los centros de estudio superiores. El neoliberalismo, como sinónimo de libertad individual, el libre mercado, etc., se difunden como un dogma. Esto lamentablemente ha prendido en el pueblo. Además, se presenta la democracia, como si fuese neutra frente a las clases sociales, cuando la verdad es que esta es una democracia de clase, esto es, una democracia burguesa, que por tanto defiende los intereses de la burguesía en contra de los intereses del proletariado y del pueblo trabajador en general.
      De parte de la izquierda reformista, lo que hemos tenido es el reforzamiento de la posibilidad de llegar a ser ricos, de ser parte de la clase burguesa, con la capacitación y el apoyo del Estado a través del crédito barato, y de algunos beneficios tributarios para que puedan iniciar sus negocios. Es decir, se les vende la idea de que solo al interior de este sistema se puede lograr el bienestar material. Para ellos no hay desarrollo cualitativo de la sociedad, por lo tanto la superación es estrictamente cuantitativa.
        Esta izquierda, revisionista y oportunista, que además tiene como modelos las experiencias de Venezuela, Bolivia y Ecuador, donde nos venden una nueva versión del dominio del capital sobre el trabajo, a través del socialismo de mercado, termina redondeando para los intereses de la burguesía planetaria, la idea de que hemos llegado al tope del desarrollo social, y que por lo tanto el contenido de la sociedad capitalista no cambiará, aunque es posible que se pueda actuar desde el poder una política filantrópica, que es finalmente el ideal del reformismo.
        En otras palabras, las tendencias verdaderamente proletarias han tenido, no obstante su permanente esfuerzo, una escasa influencia en los movimientos populares. Su prédica de la lucha de clases, de la conquista del poder político, de la lucha por el socialismo, etc., son motejadas de terrorista. Incluso, hasta los más redomados reformistas son calificados de terroristas.
        Sobre los intereses que representa el neoliberalismo las cosas están claras, pues corresponden a los intereses de la burguesía imperialista y de la burguesía intermediaria, y de la gran burguesía en nuestro país. La política reformista y revisionista, representa los intereses de clase de la pequeña burguesía, a la que se ha sumado toda la corriente de los emprendedores, que como sabemos se han convertido en agentes del gran capital para hacer de sus familias trabajadores sin remuneraciones, esto es, para ponerlos gratuitamente al servicio del gran capital.
        Las comunidades campesinas de la sierra, tienen la propiedad colectiva de la tierra, pero el usufructo privado del resultado de su trabajo directo. De modo que se desenvuelven como parte de la producción mercantil simple, pues al ser los trabajadores directos, son a la vez propietarios de su producción. No son pues trabajadores asalariados. Su objetivo es incrementar sus ingresos. Sin embargo, dependiendo de la situación de las comunidades campesinas, como por ejemplo su ubicación geográfica, estas pueden dedicarse casi exclusivamente a la producción para su propio consumo.
Así pues, estos pequeños propietarios colectivos o exclusivamente privados, lo que requieren es el apoyo de parte del Estado para mejorar sus actividades, para obtener tecnología, acceso al crédito, etc. Esto es, forman parte de la pequeña producción mercantil, y en consecuencia estarían inmersas en la política burguesa, cuyos representantes son los reformistas y revisionistas, así como las ONGs.
        Esta es la estructura de clases que da como resultado la presencia de dos candidatos de ultra derecha en la segunda vuelta.
        Y en el marco de esta situación, en la actual coyuntura electoral, cuánta propaganda socialista hemos hecho; cuánto hemos aprovechado para esclarecer el carácter de la explotación capitalista; cuánto hemos hecho por desenmascarar las diversas tretas de las que se vale la burguesía para ampliar la explotación capitalista, etc.
        La izquierda proletaria está en déficit en su labor de desarrollar conciencia de clase. El resultado de la primera vuelta es una clara llamada de atención para las fuerzas proletarias.
        Como quiera que sea, cualquiera de las dos soluciones planteadas, tendrá como resultado la organización de las dos tendencias populares que se han ido gestando en estas elecciones; aunque existen muchos otros grupos y movimientos que vienen desarrollando luchas concretas.
      La clave de la lucha por el socialismo en esta coyuntura está en saber aprovechar estos dos movimientos para desarrollar la propaganda socialista, para reorientar estas luchas de la confrontación con los males superficiales del capitalismo, coadyuvando así en el fortalecimiento de la organización política de las amplias masas de trabajadores explotados por el capital, hacia la lucha por la superación definitiva del capitalismo y la implantación del socialismo.

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