Los animales
innovamos cuando tenemos que responder a problemas nuevos a los que nunca nos
hemos enfrentado antes. Por lo tanto, es poco probable que esta habilidad pueda
haber evolucionado por ella misma por selección natural. Si la capacidad de
innovación no se ha seleccionado directamente, ¿cómo ha podido evolucionar? Un
artículo publicado recientemente en la revista Philosophical Transactions of
the Royal Society sugiere que la capacidad de innovar no ha sido seleccionada
directamente sino que emerge cuando se combinan varias adaptaciones que han
evolucionado para otros propósitos, como poseer un cerebro grande, tener
curiosidad para explorar el entorno y disponer de apéndices que permitan
manipular objetos. Cuando se combinan estos rasgos, el animal adquiere la
capacidad de resolver problemas innovando.
Esta nueva teoría
explicaría algunas observaciones sorprendentes. Se sabe, por ejemplo, que
especies que nunca utilizan herramientas en estado salvaje, como las grajas, en
el laboratorio exhiben una habilidad sorprendente para utilizarlas y ser
capaces de extraer alimento de un tubo. Esto refuerza la idea de que la
capacidad de innovar, al depender de un conjunto de adaptaciones que han
surgido para otros fines, ya está presente en algunos animales incluso cuando
estos no la utilizan en la naturaleza.
Aunque en el
pasado se creía que la creatividad era una propiedad exclusiva de los humanos,
hoy sabemos que se encuentra en muchos otros animales, principalmente primates,
cetáceos, loros y cuervos. ¿Porque estas adaptaciones han evolucionado
conjuntamente en algunos animales? El estudio, liderado por científicos del
CREAF y el CSIC, en España, propone que las adaptaciones necesarias para
innovar son parte de la estrategia vital de algunas especies que frecuentemente
se enfrentan a cambios ambientales.
Analizando
información de 1018 especies de aves, los investigadores han descubierto que
las especies de aves que presentan una mayor capacidad de innovación tienden a
tener dos características principales, una capacidad de vivir muchos años y una
ecología generalista. Los animales de vida larga no solo disponen de más tiempo
para innovar, sino que suelen enfrentarse a nuevos retos a lo largo de sus
vidas. Además, las innovaciones tendrán más valor porque cada nuevo
comportamiento podrá ser utilizado durante más tiempo en el futuro. A todo ello
se le une el hecho de que una vida larga permite retardar el desarrollo, lo que
ofrece el tiempo necesario para desarrollar cerebros grandes, un requisito para
sobresalir en creatividad. Ser generalista, por otro lado, expone
frecuentemente al individuo a nuevos desafíos, como el tener que encontrar
nuevos alimentos, y esto requiere capacidades como explorar, discriminar,
manipular y recordar. Los animales con requerimientos más especializados, que
solo comen un alimento en concreto por ejemplo, no necesitan estas adaptaciones
y su capacidad para innovar está limitada por este motivo. (Fuente: CREAF)
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