08/07/2016 | Luis González Reyes
¿Qué es el capitalismo?
El capitalismo es un sistema económico que persigue
la reproducción del capital. Esta reproducción se realiza mediante la inversión
de dinero (D) en mercancías, maquinaria, materias primas, energía y fuerza de
trabajo que generan bienes y servicios (M), con el objeto de conseguir con su
venta más dinero (D’). Por lo tanto es obvio que, para que exista reproducción
del capital, tiene que haber materia, energía y trabajadoras/es por una lado y
consumidoras/es por el otro.
Otra posible circulación sería D-D’, en la que el
dinero se invertiría en operaciones financieras para conseguir un beneficio
mayor. En realidad, la circulación D-D’ se apoya sobre la D-M-D’. La economía
financiera lo que hace es detraer parte de la plusvalía de la economía
productiva y multiplicarla aparentemente (crea más dinero, pero no más
capital).
La cantidad que D’ excede a D es la plusvalía. La
primera forma de obtenerla es consiguiendo que los/as empleados/as trabajen
produciendo más ingresos que los gastos. El capitalismo consigue esto por
cuatro vías: alargar la jornada laboral, reducir los salarios, aumentar la
cantidad de personas que trabajan e incrementar la productividad. Como las tres
primeras tienen límites claros (los cuerpos humanos), el elemento central a
largo plazo es el aumento de la productividad.
El incremento de la productividad se consigue con
una mejor organización de los/as trabajadores/as (lo que podemos hacer en
colectivo es mucho más que lo que conseguimos de forma individual y, por lo
tanto, genera más plusvalor). También cuenta la intensidad/eficiencia del
proceso de trabajo. Finalmente, es fundamental el uso de máquinas, que
requieren consumos crecientes de materia y energía. Nuevamente, los cuerpos
humanos ponen límites a las dos primeras formas de incremento de la productividad,
por lo que históricamente ha sido imprescindible un incremento del uso de
máquinas.
Hay otras formas de conseguir plusvalía que no es
el trabajo asalariado. Se puede robar el trabajo ajeno mediante lo que se ha
denominado “acumulación por desposesión”. En este caso, el capitalismo
no crearía el valor de forma interna, sino que se lo arrancaría a quienes lo
han creado fuera del sistema. Por ejemplo, el patentado de conocimientos
colectivos y la apertura a los mercados capitalistas de economías que funcionaban
bajo otras lógicas serían formas de acumulación por desposesión. Esto implica
una extensión del capitalismo a más territorios y ámbitos de la vida.
El trabajo humano produce valor porque modifica la
materia usando energía y conocimiento. Esto también lo hace la naturaleza
produciendo por tanto valor. Así, la plusvalía también se consigue mediante la
apropiación del trabajo de la naturaleza. Por ejemplo, el trabajo de
fotosíntesis es enajenado por el propietario de la plantación de caña, o el de
concentración de minerales es usurpado a través de la minería.
Para que todo esto sea posible es necesario que los
seres humanos puedan trabajar en la reproducción del capital. Es decir, que las
sociedades sean capaces de sostener la vida. Esto supone una ingente cantidad
de trabajos de cuidados (higiene, alimentación, sostén emocional, crianza) que
en muchos casos no generan plusvalía, pero sin los cuales es imposible que esta
se produzca. El grueso de estas labores las realizan las mujeres en nuestro
sistema patriarcal. Además, este sostenimiento de la vida requiere de unos
ecosistemas que puedan realizar sus funciones (depuración del agua,
sostenimiento del equilibrio climático, fertilización del suelo). Estos
trabajos, además, son imposibles de retribuir por el capital.
De este modo, se pueden resaltar cinco
condicionantes para el funcionamiento del capitalismo: i) materia y energía por
un lado y consumidores/as por otro; ii) aumento de la productividad, lo que
requiere un incremento del uso de máquinas, que a su vez necesita un mayor
consumo de materia y energía; iii) extensión continuada del capitalismo; iv)
explotar el trabajo realizado por la biosfera; y v) tener garantizada la
reproducción de la vida.
¿Se está deteniendo la reproducción del capital?
Como se aprecia en la figura, se está produciendo
un descenso en la tasa de ganancias mundial, lo que señala dificultades
crecientes para sostener la reproducción del capital.
Evolución de la tasa de beneficios mundial.
Roberts, M. (2015): “Revisiting a world rate of profit”. https://thenextrecession.files.wordpress.com/2015/11/revisiting-a-world-rate-of-profit-june-2015.pdf
Hasta los años 80, la ralentización de los incrementos
de productividad había sido la causa principal del descenso en la tasa de
beneficios. Esto se produjo por un periodo de exitosas luchas sociales en todo
el mundo y, coyunturalmente, por el alza del precio del petróleo. Después,
durante la fase neoliberal, el capitalismo logra sostener la tasa de beneficio
aumentando la explotación en el trabajo asalariado (reducción de sueldos,
aumento de la jornada, impuestos regresivos, desmantelamiento de servicios
públicos, incorporación de más personas al mundo asalariado) y de la naturaleza
(lo que incluye su mayor mercantilización). También fue determinante la
fagocitación de más territorios en el sistema-mundo (entre los que destacaron
Rusia y China), la inclusión de más facetas de la vida en la lógica del mercado
capitalista, y la extensión de los ámbitos de actuación a nuevos espacios y más
funciones ecosistémicas.
Además, el sostenimiento de los beneficios requirió
de una expansión gigantesca del crédito (de la deuda) para conseguir que el
consumo siguiese aumentando. Esto permitió también crear la ilusión de que todo
iba cada vez mejor gracias al encadenamiento de burbujas especulativas. Pero,
en realidad, esta especulación financiera no creó capital.
A pesar de todo, la productividad continuó
descendiendo. En parte, porque la actividad empresarial se desvió a la compra
de activos financieros y el pago de dividendos, en lugar de en maquinaria, pues
esto era cada vez menos rentable. Pero también porque, desde 2005, se ha
alcanzado el pico del petróleo convencional y esto ha conllevado un dificultad
creciente de conseguir materia y energía abundante y barata.
¿Es posible una reactivación de la creación de
valor?
La crisis del 2007/2008, que abre la Gran Recesión
y que tiene como trasfondo central la creciente incapacidad de reproducir el
capital, se ha encarado con cuatro estrategias fundamentales que están chocando
con límites insoslayables.
El intento neoliberal de extender el capitalismo a
más ámbitos de la vida y a más territorios está llegando a su máximo, pues no
quedan espacios suficientemente significativos que meter dentro de la lógica
del capital. El “capitalismo de los pobres” o tratados como el TPP, el TTIP, el
CETA o el TISA se pueden leer como un desesperado intento de introducir dentro
de la rueda de reproducción del capital los últimos reductos que quedan fuera.
Aún si llegasen a tener éxito, no significarían un alivio real, pues el volumen
del problema excede con mucho a las posibilidades de negocio que estas vías
podrían abrir. Además, para que exista un mercado globalizado hace falta
petróleo abundante, barato y ligero, tres características que, está dejando de
tener el crudo. Un mercado global es central para permitir una mayor
reproducción del capital, pues permite tener una economía de escala, y aumentar
la especialización, la explotación laboral, el consumo y la capacidad de
financiación.
Una medida característica de la Gran Recesión está
siendo la creación ingente de dinero (deuda) mediante políticas como la quantitative
easing. Lo que se persigue es sostener los niveles de consumo de las clases
altas y de los grandes capitales. Pero esta medida está llegando a su límite.
Primero porque, después de la creación de una cantidad nunca vista de dinero
(deuda), no solo no se ha conseguido la reactivación, sino que las medidas
están terminándose, pues no está nada claro que tenga sentido bajar los tipos
de interés por debajo de 0%, que es básicamente donde están.
Segundo, porque la deuda ha adquirido un volumen
tan grande que es imposible que puedan generarse nichos de negocio suficientes
para restituir una parte significativa. De manera profunda, esto no es posible
porque estamos en un “mundo saturado”, donde la biosfera ha sido ya ampliamente
colonizada. Por lo tanto, lo que hay por delante es el sonoro estallido de
nuevas burbujas.
Una tercera estrategia está siendo el aumento de
los grados de explotación de las personas mediante una rebaja mayor en las
condiciones laborales. Esto está produciendo la laminación de la clase
consumista. Es decir, se aumentaría la productividad a costa de reducir el
consumo, lo que impide recuperar la tasa de beneficios.
El cuarto grupo de medidas consiste en recrudecer
la explotación de la naturaleza. Sin embargo, esto es cada vez más complicado
pues, por ejemplo, los petróleos que quedan son los que están en el ártico,
embebidos en rocas duras, en aguas ultraprofundas y/o de peor calidad. El
capitalismo ya se ha apropiado de gran parte del trabajo realizado por la
naturaleza.
Finalmente, una vía que no está explorando el
capitalismo global más que parcialmente en China e India es la creación de un
nuevo “Estado del Bienestar” que sostenga a otra clase consumista. Y no lo está
haciendo porque esto es imposible. La construcción del “Estado del Bienestar”
se produjo en un contexto de fuertes luchas sociales y, sobre todo, de un
incremento fuerte de la productividad gracias a la explotación masiva de
petróleo (pero no solo). Así, pudo haber altas tasas de benéfico y que parte de
él recayera en las clases medias de los Estados centrales. Esto ahora es
imposible.
Por si todo esto fuera poco, los mecanismos de
reproducción de la vida están seriamente comprometidos. Estamos viviendo una
crisis de los cuidados como consecuencia de la incorporación masiva de las
mujeres al mundo asalariado en sociedades patriarcales (entre otros factores).
También se está produciendo una pérdida de funciones ecosistémicas básicas.
¿Cuáles son los posibles escenarios futuros?
Por lo tanto, si el capitalismo se caracteriza por
la reproducción del capital y esta puede detenerse en un futuro cercano, los
sistemas socioeconómicos que tengamos por delante podrían ser otros. En ellos,
no habrá casi creación de riqueza y la base de la acumulación será el despojo.
En todo caso, también serían factibles (aunque difíciles) nuevos capitalismos
regionales.
En este escenario poscatpitalista, las estrategias
de sostenimiento social de tipo “goteo” no son posibles. Estas abogan por un
crecimiento y concentración de la riqueza y que, por efecto goteo, esto acabe
redundando en toda la sociedad. Tampoco lo son las que buscan aumentar el
tamaño de la tarta y remodelar algo el reparto de los trozos para conseguir una
mejora social.
Solo hay dos opciones factibles en un contexto de
fuerte reducción de la tarta. Una es que unas pocas personas consigan la fuerza
suficiente para arrebatar a grandes masas los bienes de supervivencia básicos.
Sería una opción que requiere un genocidio. La segunda es conseguir una
redistribución real y profunda de la riqueza desposeyendo de ella a las clases
altas.
Luis González Reyes, miembro de Ecologistas en
Acción
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