30/06/2016
Uno de los
aspectos que ha señalado el señor Obama en relación con Cuba, para poder
mejorar las relaciones entre ambos países, es precisamente que en nuestra
patria se efectúen elecciones libres.
Evidentemente,
el Premio Nobel de la Paz y sus seguidores, consideran que el sistema electoral
vigente en Cuba no tiene la características para poder determinar que el mismo
ofrece iguales posibilidades a todos los ciudadanos para ser nominados a los
distintos cargos que serán electos y sobre todo, para que ejerzan el derecho al
voto los ciudadanos que ha cumplido laedad correspondiente.
¿Qué
sucedería si Estados Unidos tuvieran la oportunidad de organizar unas
elecciones en Cuba?
Para poder
evaluar esa posibilidad, iremos a la historia. Esa que el señor Obama quiere
que sea olvidada.
Las primeras
elecciones que se efectuaron en Cuba después de terminado el dominio de España
sobre la Isla, fueron organizadas por Estados Unidos. Veamos cómo se organizó
todo para que estas elecciones tuvieran los requisitos de unas “elecciones
libres” y que el gobernante fuera una persona, que sin duda alguna,
representara el sentir del pueblo cubano.
Este
artículo de la MSc Latvia Gaspe Álvarez, historiadora y especialista en la
historia de los municipios de Cuba, autora del libro “La Colonia en los
cimientos de la República 1899-1908”, nos muestra las raíces de las “elecciones
libres” al estilo estadounidense.
Una
lección de democracia electoral que dio Estados Unidos a Cuba.[i]
Latvia
Gaspe Álvarez
Estados
Unidos desde su primera intervención a Cuba, en 1899, hizo evidente el
carácter utilitario y arbitrario que concede a lo que ellos denominan
“elecciones libres”, base fundamental del sistema que también caprichosamente
denominan como “democracia representativa”, que predica como ejemplar para el
mundo.
A
principios del siglo XX, una vez que decidieron ensayar en nuestro territorio
una nueva forma de dominio colonial, realizaron varios procesos electorales
municipales que demostraron la voluntad imperial de que sólo una exigua
parte de la población del país, fuera la que participara en la selección de los
integrantes del estado neocolonial[ii]y
que los puestos más importantes de este, quedaran en manos de los
sectores más conservadores de la burguesía cubana, que habían apoyado su
injerencia.
En un
momento en que el país, ocupado militarmente por el ejército foráneo, no
contaba con instituciones civiles para enfrentar el proceso de montaje del
estado republicano, las elecciones municipales se convirtieron en el
eslabón primordial para articular la cadena político-electoral. En ellas
se definieron los primeros funcionarios cubanos, llamados a presidir, organizar
y velar por el buen desarrollo de los restantes procesos electivos previstos en
el período, como fueron: la selección de los delegados que debían elaborar la
Constitución de 1901, definir las relaciones que debían existir entre
Cuba y Estados Unidos y la elección directa o indirecta, una
vez aprobada la Carta Magna, de las autoridades de los otros
aparatos del gobierno, que incluían al propio presidente de la
República.
Es por
ello, que en los dos procesos electorales municipales que se realizaron en este
período, fue donde el interventor estadounidense puso en práctica los
mecanismos jurídicos para restringir la participación popular y garantizar la
inclusión en la vida política del país de los elementos conservadores que
tenían pocas posibilidades de triunfo y que oficialmente distinguió con
el calificativo de “minoría”.
Las
primeras elecciones de funcionarios municipales se efectuaron en junio de 1900
y fueron reguladas por la Orden Militar No.164 de 18 de abril de 1900[iii].
Un prestigioso investigador de este período contaba, que a pesar de que el
propio gobernador militar, Leonardo Wood, nombró una comisión para
establecer los requisitos de esta justa electoral[iv],
en las decisiones finales ignoró abiertamente la opinión de la mayoría de los
comisionados que abogaba por que se pusiera en práctica en Cuba el
Sufragio Universal[v].
Los
requisitos establecidos por la intervención estadounidense para poder
votar en las primeras elecciones municipales cubanas fueron:
Ser varón,
natural de Cuba o hijo de un natural de Cuba nacido durante residencia temporal
de sus padres en el extranjero, o español, que no hubiese declarado su deseo de
seguir siéndolo.
Tener 21
años de edad, como mínimo.
Residir en
el municipio en que fuera a votar, por lo menos 30 días consecutivos.
Cumplir
cualquiera de las siguientes condiciones: saber leer y escribir, o poseer
bienes muebles e inmuebles por valor de 250 pesos moneda de Estados Unidos, o
haber servido en el Ejército Cubano con anterioridad al 18 de julio de 1898 y
haberse licenciado “sin nota desfavorable”.
Estas
condiciones negaban el derecho a votar a una buena parte de la población
cubana, las mujeres en su totalidad y los varones de la raza negra,
que no hubieran servido en el Ejercito Cubano, la mayoría de los cuales, ni
tenían un capital como el requerido, ni sabían leer y escribir.
Si
damos por ciertos los datos estadísticos de los que en nuestro país
ejercieron el voto en esas elecciones , un total de 110 816 varones[vi] y
que había 777 416 personas que contaban con 21 años y más,[vii],
llegamos a la conclusión que las restricciones electorales determinaron que
sólo ejerciera el derecho al voto el 14% de los habitantes del país. Ello
significó que el máximo representante de la democracia estadounidense Leonardo
Wood marginó del voto al 86% de la población asentada en el territorio
con la edad requerida, dentro de la que se encontraban todas las féminas y el
61% de los hombres, especialmente los de la raza negra.
Pero, ¿por
qué el gobierno militar estadounidense decidió apenas un año después – 1901-
realizar otro proceso electoral municipal?
Las
restricciones para el voto no lograron ocultar una realidad. Aún con el 14% de
la población, el resultado de estos primeros comicios demostró al
interventor el sentimiento mayoritariamente independentista, afirmado en un
pueblo que había salido de un proceso enaltecedor de luchas por su
soberanía. La mayoría de los alcaldes del país fueron seleccionados de
las huestes independentistas; se hacía necesario entonces, ensayar nuevas
medidas que permitieran torcer los resultados.
Aunque a
primera vista, la Orden Militar No. 91 de 8 de abril de 1901[viii]que
reguló el segundo proceso electoral municipal, parece calcada de la anterior,
la nueva disposición mostró una diferencia que garantizó la entrada de los
elementos sociales más conservadores de la sociedad a los puestos del estado.
Esta orden adicionó a la anterior un acápite para que “la minoría”
tuviera garantizado, al menos, el 40% del espacio político en Cuba.
Las
autoridades foráneas estatuyeron entonces el sistema de voto limitado, según el
cual, teniendo en cuenta el número de concejales que debían elegirse en un
municipio, los electores sólo tenían el derecho de votar por una parte de ellos,
dejando el resto a las fuerzas excluidas, las famosas “minorías.
Este
acápite se mantuvo vivo y se fue perfeccionando en las leyes electorales que se
sucedieron en los primeros decenios de la república - en las que Estados Unidos
siempre se involucró a través del conocido funcionario Enoch H. Crowder- y
constituyó además, un valioso instrumento al que se aferró “la minoría”
conservadora en nuestro país, para adueñarse de casi la mitad del ámbito
político de una sociedad, que le fue siempre abiertamente adversa.
Un
análisis de las listas de alcaldes electos en los comicios electorales de 1900
y 1901[ix]
delata que este requisito provocó, que en las segundas elecciones municipales
fueran removidos de sus puestos una buena cantidad de ellos, acorde al
por ciento requerido por la ley estadounidense.
Las
manipulaciones que las autoridades estadounidenses hicieron a los procesos
electorales cubanos de la etapa, no quedaron en el ámbito jurídico.
Hurgar en los documentos atesorados por el Archivo Nacional de Cuba[x],
especialmente en los relativos a las denuncias que se hicieron de las
elecciones de la etapa, nos confirma que en estos fueron comunes las quejas por
: el rechazo de personas que a pesar de cumplir con los requisitos exigidos por
la ley, no se les permitió inscribirse en el registro electoral; el
ocultamiento de los listados de votantes; la no autorización de representantes
de importantes agrupamientos políticos de las localidades para integrar las
mesas electorales; la coacción a los electores en la votación; la negación a
los veteranos de las guerras independentistas de participar a pesar de
presentar certificados firmados por importantes figuras y el cambio de
nombres de los electores en las listas de inscripción, entre otros.
Como puede comprobarse,
Estados Unidos a principios del siglo XX sólo permitió aproximadamente al
5% de la población cubana refrendar la Constitución de 1901 y seleccionar
directa o indirectamente a las principales autoridades de la República,
que puso finalmente, en manos de su candidato presidencial favorito: Don Tomás
Estrada Palma.
¿Será esta la democracia que quieren volver a
imponer en Cuba?
Considero
que este artículo de Latvia Gaspe nos permite conocer todos los fraudes
electorales de los que se valió Estados Unidos para que ocupara la presidencia
de Cuba Don Tomas Estrada Palma, el candidato que ya ellos habían seleccionado,
antes de que se efectuaran las elecciones.
La
participación en aquellas elecciones, amañadas por Estados Unidos y sus
seguidores, nos trae a la mente la forma en que se desarrollan las elecciones
actualmente en Estados Unidos. No hay mucho cambio, quizás un poco de
actualización en los métodos, pero se mantienen los mismos propósitos, que el
pueblo tenga limitaciones para expresar su verdadero criterio, de ahí que ni
aquellas, ni estas que ahora se están efectuando en tierras estadounidenses,
pueden calificarse de “elecciones libres”, ni que son la base de una
“democracia representativa” que no existe. Lo que existe es una
Plutocracia.
[i]Teniendo
en cuenta los estudios realizados por la historiadora Latvia Gaspe Álvarez en
su libro La colonia en los cimientos de la
República 1899-1908. Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 2009.
[ii]Las características más
significativas que tuvo el estado republicano de 1902 en Cuba, pueden ser
consultadas en el texto Instituto de Historia de Cuba. La Neocolonia. Organización y Crisis desde
1899 hasta 1940. Editora Política, La Habana, 1998.
[iii]“OM No.164 de abril 18 de
1900” en Senado: Memorias de los trabajos
realizados durante las cuatro legislaturas y sesión extraordinaria del Primer
Período Congresional. Papelería Rambla y Bouza Co., La Habana,
1918.
[v]Herminio Portell Vilá. Historia de Cuba en sus relaciones con
Estados Unidos y España. Jesús Montero Editor, La Habana,1938, Tomo
4, p.139.
- Dr. Néstor García Iturbe
es editor del boletín electrónico El Heraldo (Cuba) sarahnes@cubarte.cult.cu
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