El cambio desde arriba y adentro, y el cambio desde
abajo y afuera
20/07/2016
Opinión
Las trampas
de las políticas de género, interculturalidad, sustentabilidad…
Cuotas de
poder, participación en el Estado, inclusión en el sistema oficial, son las
nuevas tácticas del establishment en la práctica social para el control
hegemónico. Si antes se sometía mediante la dictadura o la segregación o la
educación forzada, ahora es mediante la integración y cooptación al poder y la
racionalidad dominante. Es la manera sutil del manejo sistémico para anular,
inmovilizar, negar, y asimilar, a todos al pensamiento oficial.
En la
retórica social se hace un reconocimiento a las mujeres, su aporte a la vida,
sus capacidades y talentos, etc. Ante ello, se exige igualdad de derechos,
igualdad de participación, igualdad económica, en fin, igualdad de género. La
lucha se transforma en la búsqueda de la equidad en la intervención de hombres
y mujeres en la vida social, política y económica. El poder accede y entrega a
ciertas mujeres el mando de ciertas instituciones, las mismas que tienen la
impronta y configuración en cientos de años por parte de la mente patriarcal.
Pero no le entrega a cualquier mujer, sino a aquellas que han asimilado y
enraizado el patriarcado, es decir, a aquellas que han devenido “mujeres
patriarcales”.
Así la lucha
distal e integral contra el sistema patriarcal, causa y origen del machismo, el
sexismo y de toda la segregación y ablación de la mujer, queda postergada para
simplemente centralizarse en una acción por un mayor nivel cuantitativo de
participación de las mujeres dentro del sistema-mundo patriarcal. De esta
manera estratégica, la acción queda reducida a tener las mismas ventajas que
tienen los hombres en el sistema creado y estructurado por la patriarquía. Se
les entrega cuotas en el poder patriarcal, pero ellas no se convierten en
luchadoras contra el sistema que les domeña sino, máximo en lograr más derechos
dentro del mismo Estado y sistema de poder misógino.
De esta
manera, la mayoría de mujeres creen estar representadas o de que ya tienen los
mismos derechos que los varones o de que al fin ya tienen participación en el
poder. Sin que se den cuenta que con ello están legitimando y naturalizando el
mismo sistema de biopoder piramidal, en el que ahora hay mujeres enfrentándose
contra otras mujeres. Mujeres que atacan inconscientemente a las formas y
paradigmas femeninos de lo matricial o espiralado, y defienden el sistema
piramidalista y sus múltiples tentáculos: colonialismo, capitalismo, productivismo,
racismo, separatismo, materialismo, racionalismo, etc.
Las mujeres
que han llegado a sitios de poder o que están dentro del sistema dominante, no
han hecho acciones para desestructurar el poder sexista, por el contrario,
estas mujeres han sido fieles defensoras del sistema vertical, divisorio,
lineal, clasista, homogeneizador, etc. Lo que significa su fortificación y
apuntalamiento para que el sistema patriarcal se renueve de otra forma y con
otros medios, pero ahora impulsado desde arriba no solo por muchos varones sino
por algunas mujeres. En definitiva, la neo-misoginia consiste en introducir
personas con rasgos físicos femeninos en el sistema patriarcal para que ellas
mismas se encarguen de cuidarlo y de prolongarlo, pero sin integrar los principios
y paradigmas de lo femenino, matricial, integral.
Por su
parte, de los indígenas se dice que son los guardianes de la tierra, que viven
en el continuum de la naturaleza, que sus conocimientos son necesarios para
construir una nueva humanidad. Por lo que se pregona su inclusión en las
políticas de desarrollo, se les integra a los beneficios del progreso y la
modernidad, se les permite tener puestos en los gobiernos e instancias
internacionales, etc. Se convierten en diputados, alcaldes, y hasta presidente
de la república (Bolivia), pero no se produce ninguna transformación
estructural, ni se cambia el estado colonial y republicano, ni se integran las
ontologías y epistemologías indígenas, y al final todo sigue igual. La
inclusión indígena se convierte en la integración de personajes con fenotipo o
pigmento “del color de la tierra” al mismo poder y sistema racista, pero no de
la filosofía, metodologías, axiologías, hermenéuticas indígenas. Estos indios
en el poder no están para recrear otro sistema sino para continuar con el
blanqueamiento que ahora lo ejecutan los mismos indígenas. La mentalidad
colonial instrumentalizada por los indios, que articulan ideas liberales,
marxistas, positivistas, capitalistas, desarrollistas, progresistas, religiocentristas,
etc.
La
interculturalidad y la plurinacionalidad tan solo queda en la intervención de
indígenas dentro del mismo Estado y gobierno colonial-liberal. Se introducen
algunas simbologías y parafernalias ancestrales al mismo sistema de dominación,
en un típico pachamamismo para maquillar al mismo sistema-mundo xenófobo y
homofóbico, y no, para cuestionarlo y resquebrajarlo. Se convierten en nuevos
felipillos que se encargan de tender los lazos con los neo-conquistadores, para
que el indio siga sirviendo a la biopolítica de los grupos hegemónicos.
Lo que
significa que el racismo sigue latente al mantenerse los mismos conceptos y
valores coloniales y de la modernidad occidental. De esta manera, los indios
quedan máximo como adorno para recibir a personalidades, como turismo
comunitario, como danzas y músicas para el mercado posmoderno, como
espiritualidades para buscadores new age. Con ello el sistema continúa
incólume, con indios incorporados al mismo poder racializado, para reclamar
solo ciertos derechos para los indígenas dentro del mismo sistema xenófobo. De
esta manera, se posterga el asunto de fondo que es el cambio del sistema
eurocentrista o de blanqueamiento ontológico y epistémico. En definitiva, el
neo-racismo consiste en incorporar gente con características físicas indígenas
al poder estatuido, pero que su mentalidad está formada en lo colonial y
estructurada en la modernidad capitalista, los que de esta manera se
responsabilicen de naturalizar y de legalizar el sistema de dominación eurocéntrica.
En el mismo
sentido podemos hablar de los ecologistas y ambientalistas. Se dice que ellos
han cambiado las dimensiones de la naturaleza, que sus conceptos de
sustentabilidad y de todo lo verde han replanteado la relación
cultura-medioambiente, que sin el ecologismo la explotación y depredación de la
naturaleza habría alcanzado niveles dramáticos. Ante ello, promueven su
intervención en los altos organismos mundiales y nacionales, son tomados en
cuenta sus planteamientos de los derechos de la naturaleza, sus miembros pasan
a puestos importantes en los gobiernos nacionales y mundiales, etc. Pero no
pasa nada de fondo, ni siquiera se ha logrado detener el cambio climático peor
la crisis global, todo se queda en medidas de adaptación, de mitigación, de
resiliencia, y el capitalismo devorador sigue campante. Por el contrario,
eufemísticamente se acomodan las formas depredadoras y aparece el capitalismo
verde o el desarrollo sostenible como referentes para todo el mundo. Es decir,
el estado extractivista se mantiene y el sistema utilitarista y cosificador de
la naturaleza se reinventa desde un nuevo discurso de prácticas “amigables con
el medio ambiente”.
El saber
ambiental que debiera cuestionar y transformar a las epistemes positivistas del
sistema de objetivación de la naturaleza, queda relegado y visualizado como no
científico o serio, para presentarlo como una concepción apocalíptica o
catastrofista. Con ello se desdibuja y se desarma la posibilidad de terminar
con el ecocidio, para continuar por otros enfoques con el mismo esquema, como
por ejemplo, el discurso demagógico de que los recursos naturales serán
utilizados para terminar con la pobreza. De esta manera, la epistemología
ambiental que podría abrir el camino a la construcción de un nuevo mundo, es
atrapado en el poder oficial y con ello adormecido en su capacidad de ruptura
profunda con la racionalidad económica y la racionalidad tecnológica. El
ambiente deja de ser una fuente de pensamientos, sensaciones y sentidos para
tan solo seguir siendo un objeto de conocimiento y de manipulación por la
ciencia tecnocrática. Cumpliéndose así con el objetivo primordial, que es
mantener el mismo sistema depredador y explotador de la naturaleza y del ser
humano, con la intervención de ecologistas y ambientalistas que adornan su
discurso de verde y de sustentabilidad.
Con ello, lo
único que se consigue es florecer de otras maneras el mismo sistema, pero
dejándose intactas al mismo tronco y raíces del sistema contra-natura,
consecuentemente manteniéndose en peligro la sobrevivencia misma de la especie
humana. En definitiva, el neo-ecocidio es la introducción de personajes con
maquillaje y ropaje verde, pero que no viven ni manejan políticas desde las
epistemologías ambientales, los cuales tienen la función de adornar de
sustentabilidad y de sostenibilidad al mismo proyecto catastrofista del
capitalismo voraz.
Irónicamente,
quienes cuestionan a estas formas cosméticas o parches, que son las políticas
de género o de interculturalidad o de sostenibilidad, son calificados de
extremistas, de aventureros, de demagogos y hasta de contrarevolucionarios. Los
opacan con el argumento de que todo es proceso y de que se está avanzado
paulatinamente, cuando de lo que se trata es de sembrar las semillas de algo
nuevo y diferente para que eso germine, y no de repintar o de reacomodar las
mismas estructuras de disciplinamiento y sumisión. Obviamente que eso no se
consigue en poco tiempo, como pretenden cuestionar los desarrollistas y
progresistas de que la revolución no se hace en 5 minutos, pero de lo que se
trata es de empezar, pues jamás puede haber cambio desde el propio sistema sino
desde la alteridad.
Y, de otra
parte, tiene que ver con hacerlo principalmente “desde fuera” de la
racionalidad dominante y “desde abajo” al interior del sistema de poder. Eso
implica la recreación de nuevas formas de vida desde fuera de lo convencional u
oficial, y no solo la idea de asaltar o tomar el poder. El de reconstruir el
poder desde “abajo” con la sociedad civil organizada, y no particularmente
“desde arriba” o desde el Estado como aparato y medio creado por la
racionalidad hegemónica. La izquierda solo quiere hacerlo desde adentro y desde
arriba, desde el Estado y desde la democracia formal, de ahí el perenne fracaso
pero no terminan de aprender.
Fatalmente,
la izquierda no termina de abrirse a la otredad o la alteridad, las que se
inscriben dentro de otras racionalidades y complejidades que funcionan en la
multidimensionalidad y la intersectorialidad. Continúan en su visión dialéctica
basada en la totalidad, la contradicción, y la negación, cuando las ciencias
cuánticas y los saberes de la complejidad han demostrado que la vida funciona
desde otras variables como la complementariedad (Lupasco), la reciprocidad
(Temple), la paridad, la espiralidad, la armonicidad, etc. Con ello, señalando
que la diversidad, la diferencia, la otredad, son elementos con los que guiarse
para repensar la naturaleza y un nuevo mundo, donde quepan todas las formas de
vida y no solamente las humanas, y dentro de las humanas, todas las
diversidades sociales y no solo la eurocentrista.
La izquierda
se dice ser la más avanzada, la más revolucionaria, la más vanguardista, pero
en la práctica son de las más conservadores entre las tendencias alterativas.
Son de los que recién han abrazado algo del ecologismo, del ambientalismo, del
feminismo, del multiculturalismo, del neo-colonialismo, del igualitarismo, etc.
Pero todo queda como un añadido o un brazo exterior y no como algo transversal
o diagonal a toda la co-racionalidad ontológica y epistémica. Su lucha es
eminentemente economicista y productivista (capitalista), y en el fondo no le
interesa lo patriarcal, ni lo colonial, ni la naturaleza, en otras palabras, no
le importa los verdaderos cambios sino tan solo pretenden disfrutar de la
modernidad, de la ciencia positiva y de tener mayores ventajas económicas.
Por ello, no
abrazan el decrecimiento, la autogestión, la autosuficiencia, la autonomía
comunitaria, el autogobierno, los sistemas de transición, el bien común, el
buen vivir, el sumak kawsay, y todo aquello que implica la resistencia y/o
reconstrucción desde abajo y desde afuera, a partir de vivir y de recrear
nuevas formas y estilos de vida. Se quedan en el sistema biopolítico y en el
biopoder hegemónico, pretendiendo autodestruir su hegemonismo en una segunda
etapa de un comunismo utópico, algo que solo pueden creerlo idealistas
materialistas históricos y dialécticos que siguen teniendo solo a Marx y Lenin
como sus libros de cabecera.
Por su
parte, la mayoría del feminismo, del multiculturalismo, del ecologismo y demás
corrientes alternativas no se transforman en alterativas. Tienen miedo del
poder, cuando el poder en sí mismo no es negativo sino en cómo se utiliza el
poder. Todo en la vida es un poder, el poder del agua, del sol, del
pensamiento, de los sentidos, de las emociones; y en el caso de la naturaleza,
lo que hace es buscar la simbiosis, la homeostasis, la sinergia. Algo que lo
sabe también el cuerpo humano pero la mente patriarcal, racionalista, sexista,
se encuentra divorciada y enajenada de su organismo, como de la naturaleza
extra-humana. Si bien hay que ser críticos con la izquierda, no significa
entrar en contradicción sino en una oposición complementaria. Indudablemente
que hay que avanzar más allá del socialismo, pero no se trata de quedarse en
formas que rozan con el capitalismo antes que con algo realmente transgresor.
Esto
significa abrazar a todas las alteridades y alternativas en conjunto, no puede
haber una izquierda machista, un feminismo racista, un ecologismo materialista,
un indigenismo anti-blanco, un ambientalista contra el matrimonio gay, un
izquierdista antiinmigración, un ecologista carnívoro, etc. Si no se hace un
gran paraguas de tipo integral, diverso y complementario, cada cual en su secta
seguirá reproduciendo desde otros ángulos e instrumentos al mismos
sistema-mundo que los separa y divide. Los maquillajes están de moda y lo que
se hace necesario son actitudes y posiciones medulares.
En síntesis,
la izquierda tiene que aprender a construir la nueva vida, caminar con los de
abajo y los de afuera, y no solo pretender tomarse el poder y construir desde
arriba. A su vez los alternativos, deben plantearse llegar al poder, formar
organizaciones globales, y caminar complementariamente con la izquierda. Esto
es, la izquierda tiene que actuar también en la micro-política y los
alternativos asimismo en la macro-política. Todas las formas de lucha, de
acción y de resistencia utilizadas, pero principalizando la construcción desde
las bases para llegar a arriba en forma espiral, tejiendo las jerarquías para
que se sostengan las unas con las otras, y conjugándose en sintonía con los
modelos complejos de la naturaleza.
Atawallpa
Oviedo Freire
Red Sur
Global
http://www.alainet.org/es/articulo/178936
No hay comentarios:
Publicar un comentario