Por: Carlos Prigollini
Publicado 27 agosto
2016
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El programa político neoliberal, se basa en frenar y contrarrestar el
colectivismo...
El neoliberalismo regresó a Nuestra
América a través de golpes parlamentarios (Honduras, Brasil por ejemplo) o con
la ayuda desproporcionada de los medios hegemónicos y la complicidad de un
sector judicial, tal es el caso de Argentina.
El programa político neoliberal, se
basa en frenar y contrarrestar el colectivismo, y confiarse en todo tipo de
terreno, incluyendo la salud o la educación a la sabiduría superior del
mercado, y que la oferta y la demanda se encuentren.
Por lo tanto el ciudadano común lejos
de ser un sujeto de derecho, pasa a ser un consumidor, y eso es lo único que
importa.
Consecuencia de ello y las leyes
precarias para los trabajadores, deviene la liberalización de los mercados y la
desocupación de millones de trabajadores, que al igual que el Estado y la
inversión pública son un estorbo para los mercados.
El presidente electo de Argentina,
por una mínima diferencia de dos puntos, Mauricio Macri, se empeña en ser uno
de los mejores alumnos de este programa, y de esta manera no sólo desmantela las
conquistas sociales obtenidas en doce años de administración pasada sino que
empeora la situación económica y social llegando al extremo de aumentar
considerablemente en sólo ocho meses de gobierno la pobreza extrema, el
desempleo, la indigencia, a costa de despedir más de 500.000 empleados y
abatir el mercado interno de producción con el cierre de más del 60% de las
pymes (pequeñas y medianas empresas). Durante este corto lapso, según
estadísticas de la UCA (Universidad Católica Argentina) se incrementa
considerablemente la deuda externa nacional por medio del oneroso pago a los
fondos buitres y la salida del país de más de 40.000 millones de dólares. A
ello le sumamos los 600 millones de dólares que estos "paladines de la
libertad" y el libre mercado hacen perder al mercado interno, con
importaciones que se pueden producir en el mismo país, como alimentos, frutas,
hortalizas,textiles, yerba mate, etc. Tengamos en cuenta que Argentina es
el tercer país del mundo en evasión fiscal, considerando que 420.000 millones
de dólares han emigrado hacia el exterior, entre ellos incluye las empresas
off-shore del presidente Macri, tal como lo comprobaran los abogados de
diferentes países que dieron a conocer el reciente escándalo de Panamá
Papers.
La alianza Cambiemos llego al
gobierno anunciando pobreza cero, mayor seguridad y la unión de los
argentinos.
En poco tiempo la población entendió
que no sólo había sido engañada sino que como nunca en los últimos 40 años el
país vive los márgenes de pobreza y desnutrición que afectan a más de dos
millones de niños, una inseguridad que jamás se ha visto en las principales
ciudades del país y una grieta producida de manera vil, cínica y estigmatizante
por los medios hegemónicos. Hablando del mayor oligopolio de medios, su propio
editor, el señor Julio Blanck reconocería ante un semanario de izquierda
que "nosotros nos hemos dedicado a realizar
periodismo de guerra, mucha guerra y poco periodismo".
Unidos al partido político más
antiguo de Argentina, la UCR (Unión Cívica Radical), cuyos principales
dirigentes traicionaron el histórico mandato de sus grandes líderes como
Hipólito Yrigoyen, Leandro N. Alemán y el ex presidente Raúl Alfonsín, los
nuevos gobernantes autodenominados republicanos, conformados por Ceos de
empresas e hijos de ricos, basan en las mentiras y las difamaciones su
manera de ¿hacer política?
Su herramienta fundamental es el
periodismo que apoyó a través de los principales diarios, radios y canales de
TV más sus 270 repetidoras en el interior del país, la elección de Macri, el
mismo periodismo que actualmente omite todas sus torpezas y los varios
actos de represión como el que sufrieran los jubilados la semana pasada en el
puente Pueyrredón, o el arbitrario encarcelamiento de la dirigente social Milagro
Sala.
Los mismos periodistas que a toda
hora, todos los días de la semana mienten descaradamente con acusaciones
falsas, manifestando una artillería de insultos y exabruptos para todos
aquellos que disienten de su manera de pensar, dónde instalan la sospecha y
distraen la atención pública a través de sucesos banales o la enajenación
típica de sus mentideros oficiales. Son estos los que se llevan las palmas de
sus patrones reiterando consignas al mejor estilo "Goebbeliano", e
intoxicando los cerebros de sus oyentes. Papagayos mediáticos que incurren
constantemente en falsas acusaciones, con la complicidad de un poder
judicial que hace la vista gorda ante las denuncias de ciudadanos comunes u
organismos de derechos humanos, y en cambio a través de un grupo de fiscales
inescrupulosos estigmatizan a los ex funcionarios del pasado gobierno, y
desatan una feroz e incontrolable cacería judicial sobre la ex presidenta
Cristina Fernández de Kirchner. Los mismos que pasan imágenes hasta el hartazgo
de corruptos funcionarios del gobierno pasado, pero que omiten con singular
hipocresía las millonarias evasiones del actual gabinete al exterior, las
incoherentes respuestas de la vicepresidenta de la Nación ante una importante
cantidad de dinero sustraído que no fuera declarado, o los contratos
de obras públicas a favor de los amigos del presidente.
Ante el desborde generalizado de la
población, y la pronta reacción de esta ante tarifazos impagables, cierres
de negocios e industrias y la geométrica producción de miseria y
desocupación, las grandes movilizaciones se hicieron presentes en las grandes
ciudades, más allá de la represión brutal en algunos casos y el aislamiento
mediático del sujeto disfuncional, que en este caso es el kirchnerismo, acusado
por los medios oficiales (el conservador periódico La
Prensa )con términos de "subversión" o "agitadores
sociales". Rara paradoja, los mismos que decían que los K
habían sido reducidos a una secta, hoy los acusan de generar y movilizar
a cientos de miles de personas por todo el país.
Pero la historia es otra, el gobierno
sabe que sus propias torpezas y contradicciones lo encerraron en un callejón
sin salida y más allá de regodearse con insignificancias foráneas como
las importaciones de puerta a puerta, la vuelta de Argentina al mundo y otras
bajezas, sabe que las grandes mayorías no soportan el ajuste, el tarifazo,
la pérdida del empleo y la paulatina extinción de sus derechos, razón por la
cual acude a la violencia regresiva, único caldo de sustentación de esta
administración junto al silencio de los mentirosos medios y la complicidad de
un sector del partido judicial. Así las cosas, es cierto que a la mayoría
de los argentinos les cuesta entender estas resultantes no porque no pueden
entenderlas, sino porque los medios que deberían ser un derecho humano,
contrariamente están en manos de mercenarios a sueldos que tergiversan y
deforman la realidad en beneficio de intereses espureos.
Para concluir: Argentina es mucho más
que un grupo de mercaderes miopes que solo apuestan al negocio, o al
reduccionismo verbal e inescrupuloso que nos dan los medios hegemónicos.
Prueba de ello es además de las grandes movilizaciones populares que
interpelan al poder.
El reciente fallo judicial de TOF
(Tribunal Oral Federal) número 1 de Córdoba que determina la cadena
perpetua a los genocidas y represores del campo de concentración de La
Perla ratificando que la Patria de San Martín, Belgrano, Mariano Moreno y una
gran mayoría de anónimos luchadores, sigue siendo ejemplo mundial en materia
de Derechos Humanos, a pesar de todos aquellos que ningunean tan
importante cuestión como los miembros del actual gabinete, incluido el propio
presidente Macri que dijera a una periodista mexicana que no tiene
idea del tema de los desaparecidos.
Tal como dijera en su
pasado editorial el periodista argentino Eduardo Aliverti: "las
bestias no tendrán paz, porque los imprescindibles no descansan".
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