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Semana Económica.
Servindi,
8 de agosto, 2016.- La evolución y el dinamismo de la economía peruana
alcanzados durante casi una década (2003-2012), estuvo acompañada del
crecimiento de varias actividades abiertamente ilegales como el narcotráfico,
la tala y la minería ilegal.
El
caso de la minería es bastante especial debido a su rol gravitante.
Actualmente representa más del 12 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) y
contribuye con alrededor del 60 por ciento de las exportaciones peruanas y
representa el 21 por ciento del stock de Inversión Extranjera Directa (IED).
Así
lo detalla José De Echave ex viceministro de Gestión Ambiental y fundador e
integrante de la asociación CooperAcción, en un reciente informe sobre la
minería ilegal en el Perú.
El
autor detalla que si bien el crecimiento de ese sector se ha desacelerado
en los últimos años como consecuencia de la caída de las cotizaciones
internacionales de los metales y la implementación de políticas de mayor
control e interdicción la minería ilegal se ha expandido y tiene presencia
en 21 de las 25 regiones del país.
¿Qué escenarios se proyectan para los próximos años?
Según
observa De Echave la influencia de los mineros ilegales no ha perdido fuerza
ocupa uno de los primeros lugares en el ranking de las principales actividades
delictivas junto al narcotráfico y la tala ilegal.
"En
el terreno social, las diversas organizaciones de mineros representan fuerzas
importantes en las regiones donde están implantados. Además, en el terreno
político, se constata que ya no hay proceso electoral en el Perú (subnacional e
incluso nacional), sin que se dé una participación directa o indirecta de
representantes de los mineros ilegales" apunta el autor.
El
menor dinamismo y rentabilidad de la mineria ilegal no significa que
el sector esté en riesgo de desaparecer debido a los años de bonanza,
acumulación y los niveles de organización alcanzados.
Según
De Echave los mineros ilegales están en capacidad de resistir una coyuntura de
menores precios, las políticas de interdicción y formalización y seguir aprovechando
la debilidad del Estado y su escasa presencia en los territorios.
A
continuación compartimos el artículo completo:
El caso de la minería ilegal en el Perú
Por José de Echave
Antecedentes
La
evolución y el dinamismo de la economía peruana alcanzados durante casi una
década (2003-2012), han estado acompañados del crecimiento de varias
actividades abiertamente ilegales: narcotráfico, tala y minería ilegal, son
algunas de las actividades abiertamente ilícitas que se han expandido en
diferentes zonas del país y su influencia ha sido y continúa siendo manifiesta
en los territorios donde se han implantado.
El
caso de la minería es bastante especial en la medida que en el Perú esta
actividad juega un rol gravitante: actualmente representa algo más del 12% del
PIB, al mismo tiempo que contribuye con alrededor del 60% de las exportaciones
peruanas y da cuenta del 21% del stock de Inversión Extranjera Directa.
Como
se puede apreciar en el siguiente cuadro, el Perú se ubica en lugares
expectantes en el ranking mundial de producción minera.
Además,
el Perú es un buen ejemplo de las tendencias globales de expansión minera
ocurrida en las dos últimas décadas. Son casi veinte años de crecimiento
continuo de la minería: en 1993, con la entrada en producción de la Minera
Yanacocha —que se convirtió rápidamente en la principal mina de oro de América
Latina—, se inició formalmente una etapa de expansión productiva y de
inversiones a lo largo y ancho del territorio peruano. Es importante subrayar
que hasta antes de la entrada en producción de la mina Yanacocha, la mayor
parte del oro era producido de manera informal en el Perú, precisamente en el
estrato que las estadísticas oficiales denominaban “aluvial y lavaderos”.
Por
otro lado, al lado de la dimensión productiva, los flujos de inversión que se
mueven en torno a la minería y el creciente comercio internacional, hay una
dimensión territorial que es importante tomar en cuenta para entender lo
ocurrido en las últimas décadas. La minería creció territorialmente(1) y cada
vez más, diversos ecosistemas aparecieron presionados por esta actividad.
Una
serie de factores externos e internos estuvieron a la base de este proceso de
expansión: necesidades de incremento de reservas de minerales a nivel global;
demanda creciente del Asia y otras zonas emergentes, lo que provocó el aumento
de las cotizaciones de los principales metales; mercados financieros dispuestos
a respaldar grandes inversiones; reformas estructurales en los países
productores que, como en el caso del Perú, buscaron generar condiciones
atractivas para los inversionistas; son entre otros algunos de los factores que
jugaron a favor del nuevo ciclo expansivo.
Lo
cierto es que la minería comenzó a crecer a tasas importantes y en este
contexto de expansión, el peso de esta actividad en la economía peruana comenzó
a ser cada vez más gravitante.
Ahora
bien, cuando se habla del boom de la minería en el Perú se suele referir sobre
todo a la expansión de la gran minería. Sin embargo, lo ocurrido en las dos
últimas décadas muestra que la expansión de esta actividad se dio en los
diferentes estratos en los que se clasifica la producción minera: gran minería,
mediana minería, pequeña minería y minería artesanal. Cabe señalar, que desde
el año 2002 se introdujo en la legislación peruana el estrato de la minería
artesanal.
Como
se puede apreciar en el siguiente cuadro, en el caso peruano los diferentes
estratos se definen de acuerdo a la extensión de la concesión y la capacidad
productiva diaria.
El
boom de la minería formal en el Perú, grande y mediana, ha sido largamente
documentado en diversas investigaciones y ensayos; sin embargo, lo ocurrido con
la pequeña minería informal y en gran medida ilegal, tiene un menor desarrollo
no habiendo recibido el mismo tratamiento. Por lo tanto, se sigue necesitando
un mayor abordaje para conocer su verdadera relevancia económica, social, su
evolución, los impactos que genera y las fronteras poco definidas que todavía
persisten entre legalidad, informalidad e ilegalidad.
El otro rostro de la expansión minera
Así
como la minería formal se expandió geográficamente en las dos últimas décadas,
el estrato de la minería artesanal, la informal y la abiertamente ilegal, fue
cobrando importancia; sobre todo la minería aurífera, que fue ocupando
territorios en varias regiones del Perú. A inicios del siglo XXI ya se
identificaban claramente cuatros zonas principales en el país con presencia de
minería informal: Madre de Dios, Puno, La Libertad y la zona del Sur Medio (que
abarcan las provincias de Palpa y Nazca en Ica, Caravelí y Chala en Arequipa y
Lucanas en Ayacucho).
Lo
cierto es que en medio del boom minero y el aumento sostenido del precio
internacional de los metales, las zonas con presencia de minería en pequeña
escala, informal e ilegal, también aumentaron notoriamente. A las cuatro zonas
ya mencionadas, en los últimos años se constata que hay actividad minera
informal e ilegal, en 21 de las 25 regiones en el país.
"en
los últimos años se constata que hay actividad minera informal e ilegal, en 21
de las 25 regiones en el país."
Por
características geológicas y por los propios pisos ecológicos que se presentan
en el Perú, se desarrolla este tipo de minería, tanto en yacimientos de llanura
aluvial, sobre todo en zonas de Amazonia baja (como Madre de Dios, una parte de
Puno, Loreto, etc.); así como en yacimientos filoneanos o de vetas diseminadas,
sobre todo en zonas de los Andes y de Costa.
Por
otro lado, hasta hace unos años, el estrato de la gran y mediana minería no
compartía territorios con la pequeña minería y la minería informal e ilegal.
Por lo general, la pequeña minería se implantaba en zonas que no eran
atractivas para las grandes empresas mineras y no competía directamente por los
mismos yacimientos. Sin embargo, esta situación fue cambiando, sobre todo a
partir del período de bonanza minera y del incremento de los precios de los
metales. En la actualidad ya se identifican zonas de convivencia con la gran
minería, como ocurre en regiones como Apurímac, Cusco, La Libertad, etc. En
muchas de estas zonas, la fiebre del oro ha provocado que comunidades enteras
se vuelquen a la extracción de este mineral en zonas próximas a operaciones y
en concesiones de empresas de la gran y mediana minería formal. En algunos de
estos casos la convivencia termina generando competencia y disputa abierta por
el acceso a las concesiones.
Se
reconoce que tres factores principales explican el crecimiento de
este tipo de minería(2):
• El
alza sostenida del precio internacional del oro que hizo cada vez más atractiva
y rentable esta actividad pese a las abiertas condiciones de riesgo que genera
operar en la ilegalidad.
• La
falta de empleo adecuado, tantos en zonas rurales como urbanas, lo que provoca
que sectores de pobladores opten por una actividad que les genera ingresos
importantes.
• Una
preocupante debilidad institucional del Estado peruano en sus diferentes
instancias, nacionales y subnacionales, que se traduce en una muy limitada
capacidad de control y fiscalización en los territorios.
A
estos tres factores, se pueden agregar otros, como la histórica e influyente
presencia de la minería en varias regiones en el país, que ha provocado una
suerte de especialización productiva de trabajadores que en varias zonas del
país por momentos desempeñan sus labores en la minería formal, como también en
la de pequeña escala, informal e ilegal. Esta suerte de “conocimiento minero” y
especialización productiva, se constata en varias zonas de implantación de
mineros informales e ilegales y también en sus propias organizaciones
representativas: muchos dirigentes de los mineros informales provienen de
experiencias sindicales de la minería formal.
Es
así que en este contexto de expansión, se hicieron cada vez más visibles
diferentes conflictos en zonas de presencia de minería informal e ilegal. Cabe
señalar que en el Perú, el boom minero ha estado acompañado de un aumento
importante de la conflictividad social: según los informes regulares que emite
la Defensoría del Pueblo, alrededor de la mitad de los conflictos sociales que
se producen en el Perú tienen su origen en problemas ambientales y dentro de
ellos, la gran mayoría (64%) son conflictos mineros.
En
el último informe del Observatorio de Conflictos Mineros en el Perú3 se
registraron varios casos de conflictos vinculados a la minería ilegal, tanto de
poblaciones que se oponen a esta actividad como de los que están a favor y
cuestionan las políticas que buscan erradicarla. Podemos citar algunos casos de
conflictos: la intervención de la Fiscalía y la Policía Nacional a varios
campamentos de mineros informales en la provincia de Cajabamba en la región
Cajamarca; enfrentamientos entre mineros y agricultores en las provincias
Ayabaca en Piura; el pueblo indígena Awajun y Wampis, que denuncia la
proliferación de mineros y taladores ilegales en sus territorios en la región
Amazonas; los ganaderos de Cojata en Puno que demandan la suspensión de las
actividades de la minería, etc. Del lado opuesto, también se pueden señalar las
movilizaciones de los propios mineros informales de varias zonas del país, como
Madre de Dios, Arequipa Ica y Puno, que se oponen a las políticas de formalización
y erradicación dictadas por el gobierno central.
En
un país en donde el centro de la conflictividad social ha estado en actividades
extractivas como la minería, la presencia creciente de la minería informal e
ilegal ha sido un ingrediente adicional de tensión social, debate y
polarización que no puede ser dejado de lado en los análisis.
Minería: entre lo informal y lo ilegal
Como
ha sido mencionado, hasta antes de 1993, la mayor parte de la producción
aurífera provenía de las actividades informales o lo que en las estadísticas
oficiales se denominaba producción “aluvial y de lavaderos”. Con la entrada en
producción de grandes yacimientos auríferos como Yanacocha (Cajamarca), Pierina
(Ancash), Ares (Arequipa), Santa Rosa (La Libertad), la participación
porcentual de la minería informal fue cayendo, lo que no quiere decir que la
producción de este estrato no haya seguido creciendo en varias zonas del país.
El
año 2002, con la aprobación de la Ley 27651 de Promoción de la Pequeña Minería
y Minería Artesanal, se reconoció en la clasificación oficial a este estrato,
se definió sus características y se establecieron los procedimientos de
formalización, aunque sin señalar metas específicas y menos aún sin destinar
los recursos que permitiesen llevar adelante el proceso.
Sin
embargo, es importante subrayar que el nuevo marco legal coincidió con el
inicio del boom minero y el súper ciclo de los precios de los metales, lo que
provocó a su vez el crecimiento exponencial de este tipo de minería. En
regiones amazónicas como Madre de Dios, la expansión de la minería informal
también se puede medir en hectáreas deforestadas: las cifras del propio
Ministerio del Ambiente muestran que de 6,254 hectáreas deforestadas por la
minería el año 2000, se pasó el año 2011 a 32,750 hectáreas y más de 50 mil en
la actualidad.
De
las zonas ya mencionadas con presencia de minería informal, la de Madre de Dios
es sin duda uno de los casos emblemáticos, por tratarse de una región amazónica
que además está considerada como una de las 25 zonas de mayor biodiversidad del
planeta: La Reserva Nacional de Tambopata, el Parque Nacional del Manu, junto
al Parque Nacional Bahuaja Sonene, forman parte del Corredor
de Conservación Vilcabamba Amboro.
Los
impactos de décadas de actividad minera aurífera en Madre de Dios han sido
devastadores. Es en este contexto que el gobierno peruano publicó el 18 de
febrero de 2010, el Decreto de Urgencia N°012-2010 que declaró de interés
nacional el ordenamiento minero en el departamento de Madre de Dios. En este
decreto se utilizó por primera vez el concepto de minería ilegal, aunque sin
distinguirlo claramente del de la minería informal: tanto en los considerandos
del decreto mencionado como en los artículos, se habló indistintamente de
minería aurífera informal o ilegal: por ejemplo en el artículo 2, numeral 5, se
menciona como una de las acciones la “Recuperación de las zonas degradadas por
la minería aurífera informal o ilegal”.
Como
señala Torres (2015): “Desde entonces, las sucesivas normas que han buscado
regular/erradicar esta actividad han ido afinando el concepto de “minería
aurífera ilegal”, vinculándolo cada vez más con los efectos nocivos en el
ecosistema y en la vida de las personas”(4).
Por
otro lado, también es importante señalar que el mismo Decreto de Urgencia
N°012-2010, se refirió a zonas de exclusión minera aurífera:
“Declárese como las zonas de exclusión minera en
el departamento de Madre de Dios, las áreas en las que no se otorgará
concesiones mineras ni se ejecutará actividades de exploración, explotación y/o
beneficio. El objetivo de las zonas de exclusión minera aurífera en el
departamento de Madre de Dios y de utilizar el término de ilegalidad, era
priorizar sobre todo la conservación de los bosques primarios, de las
concesiones forestales maderables y no maderables, de las concesiones para
ecoturismo, de las concesiones de reforestación, de las concesiones para
conservación, de las áreas naturales protegidas y sus zonas de
amortiguamiento”.
La
lucha contra la minería informal ilegal de las autoridades peruanas se
concentró principalmente en Madre de Dios. A partir del año 2011, el gobierno
del Presidente Humala buscó profundizar los planes de intervención y
erradicación para controlar “las actividades ilegales que afectan el patrimonio
natural de Madre de Dios y recuperar las áreas degradadas por la minería
informal”(5).
En
este proceso, las normas que respaldaban la estrategia de intervención fueron
precisando el concepto de minería ilegal. Por ejemplo, el 28 de febrero de
2012, se publica el Decreto Legislativo N°1102 que incorporó al Código Penal
los delitos de minería ilegal. En su Artículo 307°-A, se especifica que el
delito de minería ilegal
“Será reprimido con pena privativa de libertad
no menor de cuatro años ni mayor de ocho años, y con cien a seiscientos-días
multas, el que realice actividad de exploración, extracción, explotación u
otros actos similares, de recursos minerales, metálicos y no metálicos, sin
contar con la autorización de la entidad administrativa competente, que cause o
pueda causar perjuicio, alteración o daño al ambiente o sus componentes, la
calidad ambiental o la salud ambiental”.
Además,
en el mismo Decreto Legislativo, Artículo 307°-B, se precisa los supuestos en
los que se comete este delito:
- En
zonas no permitidas para el desarrollo de actividad minera.
-
En áreas naturales protegidas, o en tierras de comunidades campesinas, nativas
o indigenas.
- Utilizando
dragas, artefactos u otros instrumentos similares.
- Si
el agente emplea instrumentos u objetos capaces de poner en peligro la vida, la
salud o el patrimonio de las personas.
- Si
se afecta sistemas de irrigación o aguas destinadas al consumo humano.
- Si
el agente se aprovecha de su condición de funcionario o servidor público.
-
Si el agente emplea para la comisión de delito a menores de edad u otra persona
inimputable.
Posteriormente,
el 19 de abril de 2012, fue publicado el Decreto Legislativo N° 1105, que
“estableció disposiciones especiales para el proceso de formalización de las
actividades de pequeña minería y minería artesanal”, y en su Artículo 2, define
claramente que: “toda actividad ejercida en zonas en las que esté prohibido el
ejercicio de actividad minera, se considera ilegal”. En el mismo artículo se
diferencia a la minería informal de la ilegal; definiéndola como la actividad
que se realiza “en zonas no prohibidas”. Además, se considera mineros
informales a los que, pese a no contar con todas las autorizaciones
correspondientes, sí han iniciado el proceso de formalización.
Aproximaciones a las cifras de la minería ilegal
Por
la presencia de productores mineros dispersos en 21 regiones del país, por
tratarse precisamente de una actividad informal o abiertamente ilegal según sea
el caso, pero además porque en muchas zonas se presenta como trabajo
estacional, las estimaciones de la producción y de los productores mineros en
el Perú son todavía bastante gruesas.
Las
cifras de mineros informales e ilegales que se manejan van en un rango de 100
mil a 500 mil personas. Por otro lado, el único dato oficial que se maneja -y
que sin duda está por debajo de la realidad- es el de los 77,723 mineros que
expresaron formalmente la intención de acogerse al proceso de formalización que
el gobierno peruano inició el año 2012.
En
cuanto a los estimados de producción, Víctor Torres (2015) remarca algunos
aspectos claves que deben ser considerados para entender la real dimensión de
esta actividad. Por ejemplo, hasta el año 2002 el volumen de oro exportado
guardaba estrecha correspondencia con el volumen producido, sin embargo, desde
el año 2003, cuando precisamente se inicia el súper ciclo de precios y la
cotización del oro comenzó a aumentar de manera sostenida, las estadísticas
oficiales muestran que el volumen de oro producido se fue distanciando del
volumen exportado (ver gráfico).
Todo
indica que “conforme la producción de oro se hizo más rentable, la producción
ilegal e informal de este metal se volvió más intensiva. En este contexto, el
exceso de volumen exportado con respecto al volumen oficial de producción
registrado, constituye una buena variable proxy para estimar la amplitud de la
producción de la minería ilegal…”(6).
Según
los cálculos de Torres, de cada 100 toneladas de oro que se produjo en el Perú
en el período 2003-2014, poco más de 19 toneladas provino de la minería ilegal
o informal: “es más, durante 2010-2013, la producción ilegal o informal
representó -en promedio- poco más de la cuarta parte de la producción total de
oro de esos años” (ver gráfico) y que “el valor total de la producción ilegal o
informal de oro en el Perú, registrada y no registrada, ascendió a US$15,777
millones durante 2003-2014; monto que en promedio representó US$ 1,315 millones
al año”(7).
Estas
cifras alcanzadas por la actividad mineral ilegal o informal, coinciden con las
proyecciones hechas por algunos estudios que señalan que entre el 2010 y 2011,
las exportaciones ilegales de oro superaron a las del narcotráfico(8).
La influencia de la minería ilegal
En
este contexto de crecimiento de la minería ilegal, incremento de las
cotizaciones de metales a niveles pocas veces visto, la presencia e influencia
de mineros dedicados a esta actividad fue en aumento, tanto en los territorios
de implantación así como en algunos espacios de carácter nacional.
La
gran rentabilidad de la explotación del oro provocó procesos de acumulación
nunca antes vistos en el sector de la pequeña minería, minería artesanal y la
ilegal(9) y los procesos productivos comenzaron a incorporar maquinaria pesada
lo que provocó el incremento en el volumen de extracción de oro, al mismo
tiempo que los impactos ambientales y sociales se multiplicaban. Además, en
varias de las regiones —es el caso de Madre de Dios—, la minería informal e
ilegal se convirtió en la principal actividad económica local(10) y las
organizaciones y personajes vinculados a este sector comenzaron a jugar un rol
de mayor influencia social y política.
Se
pueden identificar varias estrategias seguidas por los productores mineros: la
organizativa, la de alianzas y la incidencia política, entre las principales.
Por
ejemplo, en materia organizativa los mineros fueron agrupándose en asociaciones
y federaciones, tanto a nivel de las regiones como a escala
nacional: el número de asociaciones fue creciendo, lo mismo que los afiliados.
Entre las federaciones más importantes se puede citar a la Confederación
Nacional de Mineros Artesanales y Pequeños Productores Mineros del Perú (Conami);
la Federación Nacional de Mineros Artesanales del Perú (Fenamarpe); la Sociedad
Nacional de Minería en Pequeña Escala (Sonamipe); el Consejo Nacional de
Mineros del Perú y entre las territoriales a la influyente y poderosa
Federación Minera de Madre de Dios (Fedemin).
El
abanico de organizaciones existentes expresa por un lado, las dificultades de
articular una agenda común y al mismo tiempo es una clara muestra de realidades
y estrategias distintas por regiones: por ejemplo, la Fenamarpe agrupa
principalmente a productores de la zona del sur medio (Arequipa, Ica,
Ayacucho), que explotan oro en vetas diseminadas en socavones y que se han
caracterizado por una marcada oposición a las políticas de formalización
implementadas por el gobierno peruano. Por otro lado, la Sonamipe representa a
agrupaciones de mineros de 12 regiones a nivel nacional, que según la propia
organización “están formalizados y en proceso de formalización, que pagan sus
impuestos y cumplen con las exigencias ambientales y generan ingentes puestos
de trabajo”, que han participado en la formulación y promulgación de la Ley
N°27651, Ley de Formalización y Promoción de la Pequeña Minería Artesanal(11).
Como se puede apreciar, la Sonamipe desarrolla una estrategia de menor
confrontación que organizaciones como la Fenamarpe y la Federación Minera de
Madre de Dios (Fedemin).
Otra
estrategia desarrollada ha sido la de alianzas. Los mineros no solamente han
buscado aliarse con los productores de zonas vecinas, sino también con empresas
de procesamiento y comercialización de minerales que, siendo en muchos casos
formales, han jugado un rol de “blanqueo” del oro producido de manera ilegal.
La presencia de empresas comercializadoras de oro en las zonas más
representativas de la producción de minería ilegal y los montos de exportación
de oro que como hemos visto no corresponde con las estadísticas oficiales de
producción, mostrarían la conexión entre la producción informal e ilegal y las
empresas de intermediación y procesamiento.
Por
otro lado, algunas federaciones también han establecido relaciones con
organismos no gubernamentales e incluso personalidades de cierto prestigio
nacional e internacional que se han mostrado críticos a las políticas de
formalización implementadas por el gobierno peruano. Es el caso del señor
Hernando de Soto, economista peruano que goza de reconocimiento a nivel
internacional y que trabaja precisamente temas de informalidad: por ejemplo,
los mineros de la Fenamarpe han establecido una relación de colaboración con el
señor de Soto lo que se ha traducido en la organización de varios encuentros de
mineros y todo un trabajo de incidencia en medios de comunicación con el
objetivo de cuestionar el proceso de formalización de la minería implementado
por las autoridades peruanas.
Finalmente,
es importante mencionar la estrategia de influencia política que vienen
implementando los mineros ilegales. En paralelo al financiamiento directo que
han brindado a diversas fuerzas políticas consideradas como aliadas, desde hace
un tiempo se constata una mayor participación de dirigentes de los mineros en
espacios de representación y de decisión política: es el caso del propio
Congreso de la República, gobiernos subnacionales (gobernadores y alcaldes),
entre otros. Los casos más notorios han sido el de algunos congresistas, como
Amado Romero, minero de Madre de Dios; y el actual gobernador de la misma
región, Luis Otzuka, que antes de que ocupe ese cargo era el presidente de la
Federación de Mineros de Madre de Dios (Fedemin), además de su principal vocero
en varios conflictos y enfrentamientos con las autoridades y representantes del
gobierno nacional.
La
presencia en cargos públicos se ha traducido en acciones concretas que han
buscado favorecer los intereses de su propia actividad -con iniciativas legislativas,
construcción de infraestructura, etc.- y por supuesto tratando de bloquear las
iniciativas de interdicción del gobierno nacional y mantener el estatus quo, lo
que hasta el momento han logrado.
Las perspectivas de este sector: algunas reflexiones finales
Como
se ha podido apreciar, la minería informal y la abiertamente ilegal forman
parte de la reciente historia de crecimiento minero en un país como el Perú. El
contexto favorable de los precios internacionales, la debilidad institucional
del Estado peruano, la necesidad de encontrar alternativas económicas y
laborales para importantes sectores de la población y por supuesto la
extraordinaria rentabilidad en los años de bonanza de las cotizaciones
internacionales, han sido los principales elementos que permitieron la
expansión reciente de esta actividad.
Este
tipo de minería presenta diferentes características que han ido evolucionando
en el tiempo, tanto en yacimientos primarios de la Cordillera de los Andes
como en aluviales en los ríos amazónicos. Inicialmente sobre todo se veía esta
minería en yacimientos de fácil aprovechamiento, a bajas profundidades, en
afloramientos superficiales y cuerpos de agua, minas abandonadas subterráneas,
etc. Sin embargo, la propia actividad ha desarrollado técnicas específicas de
exploración y explotación de mayor complejidad, aumentando reservas, extrayendo
mayores volúmenes, sobre todo en el período del boom del precio del oro.
A
pesar de las brechas de información oficial, las deficientes estadísticas y por
mucho tiempo una tendencia a no prestarle la debida importancia, lo cierto es
que la influencia económica, social y hasta política del sector de la minería
informal y la ilegal ha ido en aumento, consolidándose en territorios
específicos e incluso en espacios de toma de decisiones de políticas públicas
—como municipalidades, gobiernos regionales y el congreso—. Esto ha permitido a
este tipo de minería visibilizar su agenda y hacer una defensa cerrada de sus
intereses frente a, por ejemplo, las amenazas de interdicción y formalización.
Desde
el año 2003 hasta la fecha se pueden identificar hasta tres momentos:
- Uno
primero que abarca el período 2003-2010: de fuerte expansión territorial y
productiva, que coincide con el aumento sostenido de las cotizaciones de los
metales, principalmente el oro. En este período se consolidaron las
organizaciones de mineros y aumentó notoriamente la influencia económica,
política y social de la minería informal y la ilegal.
- Uno
segundo que va entre el 2010 y 2013: etapa en la que se visibilizan los graves
impactos ambientales y sociales de la minería ilegal en el país y en la que, de
manera tardía, las autoridades peruanas definen un marco de normas legales para
enfrentar las actividades ilícitas: se declara de interés nacional el
ordenamiento minero, se define zonas de exclusión, se implementa acciones de
interdicción y se inicia el proceso de formalización.
-
Finalmente, desde el 2014 a la fecha: período que se caracteriza
por los enfrentamientos abiertos entre el gobierno y los mineros ilegales;
movilizaciones y paros mineros; críticas abiertas al proceso de formalización
que en realidad apuntan a detenerlo. Además, representantes de los mineros
obtienen algunas victorias políticas, como la gobernación de la emblemática
región de Madre de Dios.
¿Cuáles
son los escenarios que se proyectan para los próximos años? Lo cierto es que el
crecimiento de este sector se ha desacelerado en los últimos años como
consecuencia de la caída de las cotizaciones internacionales de los metales y
la implementación de políticas de mayor control e interdicción.
Ello
no quiere decir que la influencia de los mineros haya perdido fuerza: por
ejemplo, en el ranking de las principales actividades delictivas que mueven
importantes cantidades de dinero en el Perú, la minería ilegal continúa
compartiendo los primeros lugares junto al narcotráfico y la tala ilegal. En el
terreno social, las diversas organizaciones de mineros representan fuerzas
importantes en las regiones donde están implantados. Además, en el terreno
político, se constata que ya no hay proceso electoral en el Perú (subnacional e
incluso nacional), sin que se dé una participación directa o indirecta de
representantes de los mineros ilegales.
Por
lo tanto, el menor dinamismo y la menor rentabilidad de las operaciones
mineras, no significan que este sector esté en riesgo de desaparecer: los
años de bonanza, acumulación y los niveles de organización alcanzados, permiten
afirmar que los mineros ilegales están en capacidad de resistir una coyuntura
de menores precios, las políticas de interdicción y formalización y seguir
aprovechando la debilidad del Estado y su escasa presencia en los territorios.
Todo
indica que las estrategias de los mineros continuarán teniendo como objetivo
central detener el proceso de interdicción y formalización, así como consolidar
su presencia e influencia en ciertos territorios. Ello significa que la cuota
de ilegalidad en este estrato de minería seguirá estando presente.
Notas:
(1)
De 2’300,000 hectáreas a inicios de la década del 90, llegó a ocupar 26
millones de hectáreas el año 2014.
(2)
Torres Cuzcano Víctor (2015): Minería Ilegal e Informal en el Perú: Impacto
Socioeconómico. Cuadernos de CooperAccion. Lima.
(3)
Reporte de Segundo Semestre 2015.
(4)
Víctor Torres: Minería Ilegal e Informal en el Perú: Impacto
Socioeconómico. Cuadernos de CooperAcción.
(5)
Plan de intervención del Ministerio del Ambiente. Septiembre 2011.
(6)
Víctor Torres (2015): Minería Ilegal e Informal en el Perú: Impacto
Socioeconómico. Cuadernos de CooperAcción.
(7)
Op cit.
(8)
“El volumen de exportación de oro de procedencia ilegal llega por lo menos a
1,800 millones de dólares, más que el narcotráfico que alcanza los 1,208
millones de dólares.: el oro ilegal le gana a la cocaína”. Elmer Cuba, director
de Macroconsult. Diario Gestión, 16 de mayo de 2012.
(9)
Una de las familias más importantes vinculadas a esta actividad en Madre de
Dios, los Baca-Casas, declararon en 2011 que habían extraído 40,756 gramos de
oro, sin embargo, desde el año 2008, según el Ministerio del Ambiente, el clan
al menos habría producido 470 kilos de oro por un valor de 46 millones de
soles.
(10)
Según estadísticas oficiales, más del 50% de la economía de Madre de Dios
depende de la minería.
(11)
Comunicado del Sonamipe publicado en el diario La República el 8 de abril de
2010
Bibliografía
Banco Central de Reserva del Perú (1996-2014): Memoria. Lima.
CooperAccion
(2009): Estudio diagnóstico de la actividad minera artesanal en Madre deDios.
Lima.
Ministerio
de Energía y Minas (2015). Anuario Minero. Lima.
Observatorio
de Conflictos Mineros del Perú (2015): Reporte de Segundo Semestre. Lima.
Torres
Cuzcano, Víctor (2007): Minería artesanal y minería a gran escala en el Perú:
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Torres
Cuzcano, Víctor (2015): Minería Ilegal e
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Lima. CooperAcción.
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Fuente:CooperAcción: http://cooperaccion.org.pe/main/opinion/587-el-caso-de-la-mineria-ilegal-en-el-peru
https://www.servindi.org/actualidad-noticias/07/08/2016/cooperaccion-opina-el-caso-de-la-mineria-ilegal-en-el-peru
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