Atilio Boron
ALAI AMLATINA, 05/09/2016.- El asesinato en
Panduro, Bolivia, del Vice Ministro Rodolfo Illanes refleja claramente los
extremos a los cuales es capaz de llegar la coalición destituyente formada por
el imperialismo norteamericano, como indudable “director de orquesta”
acompañada por la oligarquía tradicional y las diversas fracciones de la
burguesía como “segundos violines”, para seguir con la metáfora sinfónica, y el
desafinado y heterogéneo coro integrado por ciertos segmentos de las capas
medias, la pequeña burguesía y algunos sectores de las clases y capas populares
de la ciudad y el campo.
La metodología ha sido ensayada y puesta en
práctica en numerosas ocasiones. Básicamente consiste en promover mediante una
sostenida campaña de desinformación y manipulación la irritación de grupos o
categorías sociales de raigambre popular especialmente sensibles bien sea a los
resultados de ciertas políticas puntuales que desarrolle un gobierno –caso de
los camioneros en el Chile de Allende- o, como ocurre en la actualidad en el
caso de la República Bolivariana de Venezuela, a los efectos de políticas
globales que impacten negativamente sobre el conjunto de la población, muy
especialmente los más pobres.
En no pocos casos se combinan ambas tácticas: en
Chile el desabastecimiento planificado de ciertos productos se combinó con la
virulenta reacción de los camioneros y, desgraciadamente, con los mineros en la
mina de cobre El Teniente, nacionalizada por Allende y que se declararon en
huelga indefinida por mayores salarios (duró 74 días, siendo el cobre “el
sueldo de Chile”, como decía el presidente chileno). Poco después un violento y
confuso enfrentamiento con los mineros en Santiago deja un saldo de un minero
muerto y más de medio centenar de heridos. Como resultó evidente poco
después, la siniestra mano de la CIA estaba metida en todas estas operaciones
que terminaron con el derrocamiento de Allende y el baño de sangre que enlutara
a ese país.
Por eso el infame asesinato del Vice Ministro
Illanes debe ser puesto bajo esta perspectiva. La conversión de
cooperativistas en pequeños empresarios mineros que están promoviendo la
privatización de facto de los recursos minerales de Bolivia es un dato
insoslayable. Si bien las políticas del gobierno de Evo Morales favorecieron a
este sector cooperativo minero, la sanción en Agosto de este año de Ley General
de Cooperativas Mineras los predispuso en su contra. Lo que aparentemente fue
el foco del conflicto era la norma que autoriza la sindicalización de los
trabajadores empleados por los cooperativistas.
El modelo “Walmart” de prohibición de la
sindicalización en dicha empresa parece haber calado hondo en los
cooperativistas. En su radical intransigencia estos además extendieron el
diferendo con el gobierno y constituyeron una coalición que agrupa a
cooperativas de otros sectores fuera de la minería. El resultado: de las 10
demandas iniciales se pasó a un pliego de peticiones de 24 puntos,
acompañado por una huelga por tiempo indefinido. Entre aquellos sobresale
el rechazo a la Ley de Minería y Metalurgia que impide que las empresas privadas
inviertan en las concesiones de los cooperativistas. Como lo señala Katu
Arkonada en un análisis reciente, “los cooperativistas tienen firmados al menos
31 contratos con empresas privadas, algunas de ellas trasnacionales, siendo una
de ellas la Comsur de Sánchez de Losada.”[1] Las quejas contra
las estrictas regulaciones ambientales impuestas por el gobierno boliviano
también son parte del reclamo de los cooperativistas lo mismo que la exigencia
de que se los beneficie con precios preferenciales para su consumo de energía.
Ante la magnitud de estas demandas el gobierno de
Evo Morales mantuvo abiertos todos los canales del diálogo y la negociación,
dentro de un límite infranqueable: preservar el imperio de la Constitución, que
no podía ser puesto en cuestión por el accionar de un conjunto de actores de
sospechosa intransigencia.
Hay numerosas razones para pensar que hubo alguien
que tensó el conflicto cuando las negociaciones entre gobierno y
cooperativistas estaban encaminadas. Una falsa orden de aprehensión de
dirigentes cooperativistas provocó el paso a la clandestinidad de su dirigencia
y la intensificación de los bloqueos. Un par de días después, el 24 de agosto,
se produjo el asesinato de dos mineros cooperativistas durante los bloqueos sin
poder precisarse, hasta ahora, los eventuales autores de los disparos.[2] Lo que
sigue es historia conocida, con otro minero muerto y el linchamiento de
Illanes.
La larga experiencia latinoamericana en este tipo
de situaciones no exige demasiado esfuerzo de imaginación para comprender lo
sucedido. Tal como lo relata John Perkins en su conocido libro y lo ratifican
los manuales de Eugene Sharp incidentes como los que estamos analizando forman
parte de los SOP, “Standard Operating Procedures” de los agentes del imperio. [3]
Los medios de comunicación, por supuesto,
cumplieron una función importantísima al fogonear el conflicto, tal como El
Mercurio y el Canal 13 de la Universidad Católica lo hicieron en el caso de
Chile. En Bolivia se hicieron cómplices de una falsedad informativa que fue
divulgada irresponsablemente para escalar el conflicto, intensificar los
bloqueos y enfurecer a los cooperativistas. Luego de los trágicos sucesos
de Panduro la prensa hegemónica acentuó su labor destituyente afirmando que fue
la intransigencia del gobierno el causante de la muerte de los cooperativistas
y del Vice Ministro Illanes.
No sería descabellado pensar que los traumáticos
acontecimientos de agosto producirán una redefinición en el arco de alianzas
del gobierno y la oposición. Los beneficios otorgados a los
cooperativistas ya habían provocado el malestar de múltiples movimientos
sociales que no están de acuerdo con que se les mantengan sus
privilegios. En dependencia del avance de las investigaciones no sería
improbable que buena parte de la dirigencia cooperativa involucrada en estos
luctuosos sucesos fuese desplazada. Es evidente que el problema está
mucho más en la dirigencia del cooperativismo minero que en su base, sometida a
presiones y chantajes por aquella y obligada a actuar como masa de maniobra en
bloqueos y otras iniciativas violentas de franco carácter destituyente.
De lo anterior se desprende que el gobierno de Evo
Morales se enfrenta a un nuevo desafío. Para salir airoso del mismo deberá
actuar con serenidad y firmeza; la primera, para no caer en provocaciones cuya
frecuencia y gravedad seguramente irán en aumento a medida que Bolivia se
aproxime al crucial año 2019, donde se pondrá en juego la continuidad del
proceso de cambios iniciado bajo el liderazgo del Presidente Evo Morales.
Provocaciones y trampas facilitadas por un entorno geopolítico que no podría
ser más desfavorable: gobiernos de derecha radical en Argentina, Brasil,
Paraguay, Chile y Perú; iniciativa norteamericana de reforzar “el control del
narcotráfico” en la frontera Norte de la Argentina, con una eventual base
militar de Estados Unisoa en la lindera provincia de Jujuy destinada a
monitorear tan cerca como fuese posible el irresistible imán, para Washington,
del litio boliviano; militarización de la frontera chileno-boliviana y
ejercicios conjuntos entre las fuerzas armadas de ambos países y la belicosidad
de la cancillería chilena auguran tiempos difíciles para el gobierno de los
movimientos sociales.
Serenidad, entonces, para responder con la frialdad
cerebral de un ajedrecista pero también decíamos firmeza. Si algo se puede
aprender de la actual tragedia brasileña es que la política de apaciguamiento y
concesiones de los enemigos del proceso lejos de atenuar su beligerancia sólo
alimentan su resentimiento y su afán de venganza. Convalidar con la pasividad
oficial el crimen perpetrado por los cooperativistas sería una actitud suicida.
Con la ley en la mano el gobierno debe castigar ejemplarmente a sus responsables
materiales e intelectuales.
Para concluir: Bolivia ha hecho inmensos progresos
bajo el gobierno de Evo Morales y una adecuada combinación de serenidad y
firmeza le permitirá superar los desafíos actuales y también romper el cerco
regional constituido por gobiernos de muy frágil legitimidad y cuya duración,
especialmente en el caso de Brasil y, en cierta menor medida, Argentina, está
en duda. En el pasado el gobierno de los movimientos sociales sorteó con éxito
numerosos retos. No hay razón ahora para pensar que ahora la historia podría
ser diferente.
- Dr. Atilio A. Boron,
director del Centro Cultural de la Cooperación
Floreal Gorini (PLED), Buenos Aires, Argentina. Premio Libertador al
Pensamiento Crítico 2013. www.atilioboron.com.ar Twitter: http://twitter.com/atilioboron Facebook: http://www.facebook.com/profile.php?id=596730002
[1] “10 preguntas y 10 respuestas sobre el conflicto con los
“cooperativistas” mineros en Bolivia”, en http://www.telesurtv.net/bloggers/10-preguntas-y-10-respuestas-sobre-el-conflicto-con-los-cooperativistas-mineros-en-Bolivia-20160827-0002.html 27 Agosto 2016. Remitimos a este trabajo para una exhaustiva
indagación sobre diversas faceta del tema que nos preocupa y que no podemos
tratar en nuestro trabajo.
[2] Cabe recordar que el Presidente Evo Morales prohibió no sólo disparar
sino que la policía se haga presente en el lugar de los bloqueos portando armas
de fuego.
[3] John Perkins, Confesiones de un gangster económico
(Barcelona: Ediciones Urano, 2005) o los diversos manuales para la
desestabilización de regímenes dictatoriales de Eugene Sharp.
URL de este artículo: http://www.alainet.org/es/articulo/180013
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