Miguel Ángel Barrios
ALAI AMLATINA, 13/09/2016.- Evidentemente, los
actos terroristas del 11/9 marcaron en forma siniestra y simbólica, el fin de
la Posguerra Fría; un intervalo de apenas una década (1989-2001) entre la
dilatada Guerra Fría (1947-1990) y una nueva estructura internacional que se va
desplegando de manera compleja y contradictoria. Se cumplieron exactamente
quince años del 11/9 y los desplazamientos geopolíticos son notables.
Trataremos de analizar las causas estructurales de la decadencia Geopolítica de
los EEUU.
Nada será como ha sido, ni en EE UU ni en el
sistema internacional. En consecuencia, la conjunción de capacidad, voluntad y
oportunidad enmarcada en los planos interno e internacional, coadyuvó a que
EEUU se decidiese a instrumentar un reordenamiento integral del sistema
mundial, reordenamiento que ha tenido y tiene en Asia Central y Medio Oriente
sus primeros y principales espacios de manifestación.
En ambos espacios la geopolítica -la intersección y
gravitación de los factores materiales y espaciales en el diseño y práctica de
la política exterior- ha retornado y adquirido relevancia en el despliegue
estratégico de los EE UU.
El dato geopolítico más novedoso de la
globalización es que EE UU se ha vuelto una potencia asiática, luego de los
atentados. Las guerras contra Afganistán en Irak en Medio Oriente le han
permitido una proyección geopolítica inédita en una porción del mundo donde fue
influyente (durante la Guerra Fría) pero nunca territorialmente estable. La
instalación de bases militares desde el corazón de Asia Central hasta el Cuerno
de África y la búsqueda de control de las principales fuentes energéticas le otorgan
el papel de potencia asiática. A principios del siglo XX, devino en una
potencia hemisférica; después de la Segunda Guerra Mundial se transformó en
potencia atlántica; con la Guerra Fría se forjó como potencia del Pacífico; con
la Posguerra Fría su incidencia en África creció y ahora, con su expansión en
Asia, Washington no cesa en la meta del "sueño imperial".
Sin embargo, esa fotografía exitosa de la Posguerra
Fría, que hacía presumir para muchos analistas un imperio militar global, hoy
queda traducido a un "orden" multipolar donde EEUU quedó empantanado
en Irak y Afganistán, y le ha fracasado el rol indirecto que le ha hecho jugar
a la organización terrorista Daesh para la dividir Medio Oriente.
Estos hechos impactantes geopolíticos, fortalecieron
al bloque euro asiático donde Rusia, China, India, Irán, entre otros, más la
nueva situación de Turquía cambiaron radicalmente la correlación de fuerzas.
Es sumamente importante analizar los siguientes
interrogantes:
¿Cuáles son los fundamentos geopolíticos de
la expansión norteamericana? ¿Dónde se encuentra su origen? ¿Es un pensamiento
dinámico en lo geoestratégico? ¿Cómo incide esto en la seguridad internacional?
¿Dónde están sus espacios gravitantes?
El pensamiento geopolítico norteamericano adquiere
su plataforma de nacimiento con la expansión de su frontera interna a través de
la conquista de México, creando a mediados del siglo XIX un Estado bioceánico
continental. Expansión interna en una dinámica capitalista sin pasado feudal
que dio origen al primer estado continental industrial de la historia.
Su primera proyección externa fue la guerra contra
España en 1898 y la ocupación de las Filipinas seguida rápidamente por la toma
de Panamá (1903), hechos que fueron abiertamente justificados por la ideología
geopolítica dominante del Almirante Alfred Mahan, profesor de Historia Naval en
West Point, quien sostenía que el poder se basaba en el dominio de los mares, y
del presidente Theodor Roosevelt.
Luego, detrás de la Guerra Fría y en el contexto de
la confrontación de dos modelos en pugna, los conflictos abiertos que
ocurrieron fueron deliberadamente geopolíticos. EE UU tenía que controlar el
Medio Oriente y su petróleo. Esa fue la base de la Doctrina Truman, de la
Doctrina Eisenhower y de la Doctrina Carter.
Es por eso que EE UU respaldó al régimen del
apartheid en Sudáfrica, y la razón para las guerras de Corea y Vietnam, a lo
que haya que añadir las razones ideológicas en términos del interés de EE UU
por controlar la cuenca del Pacífico.
En la presidencia de George W. Bush -justamente
hace quince años cuando se produjeron los atentados- la estrategia de los
neoconservadores se sustenta en una consistencia ideológica proporcionada por
una concepción geopolítica de pensar e interpretar el mundo desde un
unilateralismo militar.
Esta es la esencia del Proyecto para el Nuevo Siglo
Americano o Doctrina Wolfowitz y plasmada en la estrategia de guerra
preventiva. Este documento, en su raíz, llama a una intervención militar
proactiva de los EEUU en cualquier espacio del planeta ante el enemigo rotulado
como "terrorismo" sin precisarlo o identificarlo nítidamente.
Por otra parte, el dominio de Eurasia encuentra su
antecedente en las ideas del geopolítico inglés de principios del siglo XX Sir
Halford Mackinder, para quien el Estado que controlara la isla mundial -
Eurasia- reinaría en el mundo por aglutinar la mayor cantidad de población,
recursos y poder industrial.
Así fue que EE UU determinó de manera de facto, ya
terminada la Segunda Guerra Mundial en 1945 con Franklin D. Roosevelt a la
cabeza, contener desde los bordes a Eurasia. Sólo así se explica la
formación de la OTAN, del Plan Marshall y las alianzas militares con Japón y
Taiwán. En el transcurso de la mayor parte del tiempo desde la Segunda Guerra
Mundial, el foco estuvo en los extremos este y oeste de Eurasia: Japón y el
Lejano Oriente.
Lo que está ocurriendo ahora parece direccionar en
un cambio de percepción geopolítica en relación a la etapa bipolar y
consecuente desaparición de la URSS. Los espacios de Asia del este y Europa
están aparentemente bien aseguradas o son menos importantes. El nuevo centro de
competencia geopolítica estaría en la zona Sur-Centro de Asia comprendiendo el
área del Golfo Pérsico (petróleo), la Cuenca del Mar Caspio (gas y petróleo) y
los países del Asia Central.
Las bases militares de los EE UU en Europa se están
reduciendo y se establecen nuevas en el área del Golfo Pérsico y en Asia
Central.
La guerra contra Irak fue lanzada -en esto la coincidencia
es unánime y pública- para proveer a los EEUU con una posición dominante en la
región del Golfo Pérsico y servir como punta de lanza para futuras conquistas y
afirmación de poder en la región. Fue apuntada contra China y Rusia como contra
Siria e Irán. Obviamente, es demasiado temprano para extraer alguna conclusión
definitiva. Primero, Irak es el comienzo de un pantano sin salida para los EE
UU que le cuesta diez mil millones de dólares por mes y más muertes todos los
días.
Aquí ya entramos en la doctrina Obama que quiere
posicionarse en el Asia Pacifico y pretende resguardar sus fronteras globales:
Medio Oriente-fracaso y de ahí las negociaciones con Irán, que era el objetivo
a eliminar-, la derrota en Ucrania ante la secesión de Crimea y la anticipación
estratégica de Putin y la reactualización de la doctrina Monroe mediante la
ampliación de bases militares, golpes de estados, y ataque a los procesos de
integración.
Es muy importante subrayar que los periodos de
Obama en el gobierno fueron mucho más agresivos en el plano militar que las de
Bush (h), basta solo citar los miles de vuelos de drones violando el espacio
aéreo en Asia y la participación activa en la fundación del Daesh.
Ahora bien, sin dudas el Asia Pacifico, se volvió
zona central del espacio geoestratégico y geoeconómico del sistema mundo.
En esta nueva zona decisiva se pueden generar las
alianzas contra hegemónicas contra los EE UU, es decir un bloque conformado por
China y Rusia para bloquear una invasión del Pentágono, el más grave error
sería una invasión a Irán en estos momentos. Y es justamente lo que ocurrió con
el bloque euro asiático donde Putin juega un papel central. Sería incompleto si
no afirmamos la importancia como actor clave de la política mundial, el papel
del papa Francisco.
¿Cómo repercute en América del Sur la nueva
geopolítica de la guerra preventiva? ¿Es real que la cuestión de Medio Oriente
hace descuidar a América del Sur? Es urgente, que América del Sur defina
una doctrina de Defensa y Seguridad común que nos fortalezca y nos reposicione
en aquellos espacios estratégicos donde EE UU pregona una situación de
"inseguridad", bajo la denominación de "Estados Fallidos",
pudiendo convertirse en caldos de cultivo del "terrorismo", como la
Amazonia, la Triple Frontera, la Patagonia o la zona Andina y Venezuela, y
donde, paradójicamente, coinciden nuestras riquezas en biodiversidad y riquezas
naturales, como Brasil.
Estados Unidos ha aprendido de la derrota del
ALCA. Avanza a través de una doctrina de la inseguridad. El golpe de estado en
Brasil, la debilidad de Argentina y la crisis social en Venezuela, hacen que
tengamos una fortaleza relativa.
Nuestros movimientos nacionales pos Consenso de
Washington, han cometido a nuestro parecer algunos errores que se tornan más
que importantes debatirlos.
-La integración va mucho más allá de la discusión
comercial. Sin una conciencia histórica común todo es a corto plazo. El proceso
de integración educativa está en el mismo punto de partida, no hay homologación
ni siquiera de títulos.
-Las cumbres de presidentes se agotan con los
discursos. Hay que seleccionar diez metas estratégicas y trabajar sobre ellas.
Esto implica un horizonte.
- La política en el fondo es la batalla por el
monopolio del sentido común o sea cultural. Toda victoria política es efímera
sin una política de la cultura. Únicamente el Comandante Chávez tuvo la osadía
de crear un canal de televisión suramericano como Telesur. Somos un todo que no
sabe totalizarse.
-Debemos buscar la reindustrialización de nuestras
materias primas a partir de actuar en bloques y generar cadenas productivas y
un Banco, que se creó y nunca funcionó, no podemos estar supeditados a las olas
cíclicas o contra cíclicas de la economía mundial. Ni estar generando tratados
de libre comercio aislado con Europa o China, que serán mucho más nefastos que
el ALCA.
-El hombre argentino y latinoamericano y mundial,
está débil espiritualmente. Esto ya lo advirtió Perón en su regreso en 1973 y
lo ratifica en el Modelo Argentino para el Proyecto Nacional el 1 de mayo de
1974, por lo que debemos trabajar entre todos para fortalecer un poder político
basado en la ética. De lo contrario es inviable fortalecer un proyecto
CONTINENTALISTA desde una "Republica “de los casinos, la obra pública y el
narcotráfico, que genera las condiciones para una alianza entre el crimen
organizado trasnacional y un crimen desorganizado de cuello blanco , de
estudios de abogados, contadores, aficionados, funcionarios y sectores de la
política, la justicia y el empresariado.
América del Sur ha dejado de ser el patio
trasero de la Guerra Fría, asegurada bajo la Doctrina de la Seguridad Nacional
y está llamada a jugar -en el siglo de los espacios continentales y del
desarrollo sustentable- un rol importantísimo, porque tenemos una Renta
Estratégica potencial y virtual en términos de riqueza gasífera, acuífera,
petrolífera y alimentaria, casi sin igual en la aldea global.
Volviendo al sistema mundo, el sociólogo
norteamericano Immanuel Wallerstein en su último libro:"¿Tiene futuro
el capitalismo"?, afirma que se ha llegado a un punto en el cual el
sistema mundial se ha movido muy lejos del equilibrio, se ha vuelto caótico y
ya no puede sobrevivir. La pregunta que subyace, si esto es así, es que va a
reemplazar al sistema.
El hecho fundamental es la declinación definitiva
de la hegemonía de los EEUU, que son avalados por datos cuantitativos.
El medidor clave para analizar el futuro de una
economía es el crecimiento de la productividad, y en EEUU, la caída de la
productividad es la más grave de los últimos treinta años: en 2015 solo creció
un 0,3% y este año un 0,2%. Desde la posguerra fría hasta los años 70, la
productividad creció a un ritmo del 3% anual, entre los 70 y los 90, cayó a la mitad
y ahora se licuó.
El otro aspecto es la reducción cada vez mayor de
la clase trabajadora industrial .Esta caída es producto no solo de las
innovaciones tecnológicas, la deslocalización industrial y la destrucción de
puestos de trabajo, sino del aumento de la mortalidad, debido al suicidio, las
drogas y el alcohol.
La fuerza industrial cayó de 17 millones a 11
millones de trabajadores en los últimos quince años, lo que explicaría el éxito
de Donald Trump en los sectores más maltratados de la clase trabajadora blanca,
pues propone una economía más proteccionista, contra los inmigrantes y los
tratados de libre comercio.
Un fenómeno similar al triunfo del Brexit, gracias
al voto de los trabajadores ingleses más afectados.
El desplazamiento de las fuerzas del trabajo por la
técnica y los robots no solo afecta la clase obrera industrial, ahora el avance
de la computación y la tecnología dela información va por la clase media y los
sectores de los servicios.
La otra cara del mismo fenómeno es el enorme salto
de la desigualdad social. En EEUU, los ingresos del 1% más alto aumentaron el
3,4% anual desde 1973, mientras que, para el resto crecieron 10 veces menos.
Según datos de la Universidad de Harvard, la concentración de la riqueza ha
reducido un 20%el crecimiento de los EEUU en las últimas cuatro décadas.
(Sputnik. Pronostican el fin del capitalismo, 01.09.2016)
Lo analizado, sin embargo, vuelve a los EEUU un
león herido y en la medida que trabajemos urgente nuestros errores y retomemos
capacidad estratégica podemos ser actores, o de lo contrario el viejo
panamericanismo nos arrollará. Depende de nosotros y no estar atados a una
teoría conspirativa de la historia.
- Miguel Ángel Barrios -Argentina-
es doctor en educación y en ciencia política. Autor de reconocidas obras sobre
América Latina.
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