BRICS VIII
Cumbre
(1-2)
UNO
CHINA Y LA NUEVA DIPLOMACIA FINANCIERA
Por: Sergio
Martín Carrillo - Francisco Navarro - CELAG
Publicado 8 octubre 2016
El cambio de ciclo
implica cambios en el orden geofinanciero global que ponen en cuestionamiento
las hegemonías de los procesos de acumulación anteriores. Cuando Arrighi
publicó su obra consideró que el nuevo ciclo de acumulación estaría capitaneado
por Japón.
En el año 1994,
Giovanni Arrighi [1] relataba que el ciclo sistémico de acumulación capitalista
iniciado en las últimas décadas del siglo XIX y al que él denominó como “el
largo siglo XX”, comenzaba a dar muestras evidentes de estar llegando a su fin.
La revolución neoliberal que surge como respuesta del capital a la crisis en
los años 70 del modelo de acumulación predominante desde la Segunda Guerra
Mundial, condujo a una expansión global del capital y una nueva división
internacional del trabajo y la producción. Con esto, el capital concentrará
cada vez más recursos en el ámbito financiero en busca de una mayor y más
rápida rentabilidad, lo que contribuirá a una expansión financiera global que
dominará buena parte de la economía mundial capitalista. Este proceso de
financiarización se ha de entender como resultado de las contradicciones
intrínsecas del sistema capitalista sucedidas en el ámbito real durante este
periodo y nos ayuda a comprender la crisis actual como una crisis del modelo de
acumulación neoliberal y una puesta inicial en cuestionamiento de la hegemonía
estadounidense.
Arrighi,
consideraba que desde el origen del capitalismo se han sucedido 4 ciclos
sistémicos de acumulación dominados por una potencia, la misma que controlaba
los flujos financieros internacionales en ese momento histórico. La
muestra de que un ciclo está llegando a su fin es el predominio de la
economía financiera sobre la economía real como manifestación de las
contradicciones intrínsecas del sistema. Caracterizando de este modo a la
financiarización de la economía, no como la fase final del capitalismo, sino
como una fase recurrente que muestra la etapa final de un determinado ciclo
sistémico de acumulación.
El cambio de ciclo
implica cambios en el orden geofinanciero global que ponen en
cuestionamiento las hegemonías de los procesos de acumulación anteriores.
Cuando Arrighi publicó su obra consideró que el nuevo ciclo de
acumulación estaría capitaneado por Japón. Sin embargo, en el posfacio de la
segunda edición publicada en 2009, ya consideró a la República Popular de China
como el nuevo centro del poder geoeconómico mundial.
Este marco que nos
aporta la obra de Arrighi nos permitirá comprender el surgimiento de la
República Popular de China como contrapoder en lo que se refiere a la capacidad
financiera a nivel internacional. En este contexto, vamos a centrar nuestro
documento en una de las últimas iniciativas institucionales que surgen bajo el
impulso chino, el Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras (BAII) y el
papel que este nuevo organismo internacional puede tener para los países de
América Latina y el Caribe [2]
El Banco Asiático de Inversión en
Infraestructuras, BAII.
El BAII, con sede
en Pekín y un capital de 100.000 millones de dólares, cuenta con 57 países
miembros y nace fruto del esfuerzo chino por modificar la correlación de
fuerzas presente en las instituciones financieras internacionales que se
fundaron tras la segunda guerra mundial. Instituciones caracterizadas por el
dominio de Washington junto con algunos países aliados. China posiciona al BAII
como una institución de carácter multilateral que surge como alternativa a
estas instituciones hegemónicas. Su principal objetivo se centra en el fomento
y desarrollo del comercio y la cooperación económica en Asia y Oceanía, así
como entre éstas y Eurasia. Esto a través de la inversión en infraestructuras,
principalmente aquella relacionada con el transporte y las telecomunicaciones,
aunque también puede financiar proyecto de otros ámbitos como energía,
desarrollo de zonas rurales, vivienda, y otros sectores productivos.
Como hemos dicho,
su principal ámbito de actuación geográfica se centra en la región asiática y
en Oceanía, siendo considerados los países de estas regiones que integran el
BAII como países “Regionales”. A estos países se les reserva al menos el 75% de
los votos del organismo. El otro 25% lo constituyen los países “No Regionales”,
entre los que destacan la presencia de Alemania o Reino Unido y las ausencias
de Estados Unidos y Japón.
En términos
geoeconómicos, el objetivo del BAII es el de consolidar un contrapoder con sede
en Asia para reducir la presencia de los EEUU en la región. Del mismo modo, hay
que tener en cuenta dos consideraciones importantes en términos geopolíticos
que llevan a estrechar las relaciones de Asia con los dos continentes más
cercanos: 1) La consideración de miembros “Regionales” a los países de Oceanía.
Esto no es ni mucho menos casual y busca expandir las relaciones de influencia
hacia el vecino próximo, destacando la buena sintonía con Australia, un país
tradicionalmente en la esfera de influencia de los Estados Unidos. Esto nos
puede recordar a las viejas teorías de Karl Haushofer y la división del mundo
en Panregiones controladas por un país que actúa como hegemón de las mismas. Y
2) no sólo se pretende las buenas relaciones con Oceanía, sino que además uno
de los objetivos es mejorar la comunicación con los países europeos a través de
Eurasia, dando cuenta así de la intención de China de reconstituir una nueva
“ruta de la seda del siglo XXI” y que vincule tanto a los países europeos como
euroasiáticos a la esfera de influencia de China a través de la mejora en la
infraestructura de transporte terrestre.
Sin embargo, y a
pesar de que estos objetivos se enfrentan claramente a la visión de dominación de
los Estados Unidos, la República Popular de China se ha cuidado y ha actuado
con suma inteligencia y cautela para evitar la desestabilización del sistema
financiero internacional. De esta forma, las primeras operaciones de
financiación desarrolladas por el BAII se han realizado en dólares
estadounidenses, así como también son en dólares los depósitos de capital
realizados por los países miembros. Además, de los cuatro primeros préstamos
aprobados, tres se han realizado en colaboración con alguno de los organismos
financieros internacionales controlados por las economías occidentales. El
objetivo a medio plazo sí será operar de forma mayoritaria con Yuans, sin
embargo, no se busca cambiar la correlación de fuerzas de forma traumática, lo
que a su vez tendría efectos desestabilizadores para la economía china [3]
Implicaciones del
BAII para América Latina y el Caribe.
En primer lugar, es
necesario aclarar que aunque el objetivo principal del BAII es la financiación
de proyectos en Asia y en Oceanía, también tiene la capacidad de financiar
proyectos fuera de estas regiones. Para que esto sea posible se deben dar dos
condiciones: 1) que el país extra regional sea integrante del BAII, y 2) que la
infraestructura a financiar reporte interés para el desarrollo de Asia u
Oceanía.
Por el momento, en
la región, tan sólo Brasil ha sido aceptado para formar parte del BAII. Sin
embargo, hay otros países que igualmente se están planteando el acceso a dicho
organismo.
Entre las
principales ventajas, que para los países de la región puede tener su
participación en el BAII, se encuentra que la membresía supondrá nuevas
alternativas de financiación para los sectores estratégicos que aún se
encuentran en expansión en buena parte de los países de la región. La presencia
del BAII en la región puede suponer nuevas alternativas de financiación a los
mecanismos tradicionales.
Esto puede permitir
alejarse de las cláusulas de condicionalidades, tanto políticas como
económicas, ligadas a la obtención de financiación por parte organismos
multilaterales. Del mismo modo, la presencia del BAII en la región puede
permitir profundizar en la consolidación del orden multipolar y multicéntrico
perseguido por algunos de los gobiernos de la región.
Sin embargo, sí es
necesario resaltar que aunque la financiación de los proyectos a través del
BAII no está ligada a las condicionalidades clásicas que imponen otros
mecanismos de financiación multilaterales, una de las condiciones para otorgar
el financiamiento está sujeta a que sean proyectos que tengan un interés para
la región asiática u Oceanía [4]. Con esto, es importante advertir el riesgo
que hay de impulsar proyectos que no sean los más convenientes para el
desarrollo nacional y regional.
Otro de los temores
que surge ante la presencia del BAII en la región es que se desista por
completo del intento de crear un organismo financiero regional, que no esté
dirigido por ningún país foráneo y que busque sólo y exclusivamente el interés
de la propia región latinoamericana y caribeña. Hablamos de la puesta en marcha
efectiva del Banco del Sur y del Fondo del Sur.
A esto se puede
agregar que unos de los principales destinos de financiación del BAII son las
instituciones de carácter privado para llevar a cabo los proyectos. De aquí el
temor de que, como se espera, el BAII favorezca principalmente a las grandes
empresas de capital chino, lo cual podría generar una sobreexposición a grandes
empresas de capital extranjero en detrimento de empresas más pequeñas de
capital nacional y/o regional.
A pesar de estas
cuestiones que ponemos de manifiesto para no caer en la falsa creencia de que
esta institución vendrá a solventar las relaciones de dependencia del
financiamiento internacional que ha tenido la región, consideramos que el BAII
representa una oportunidad, sobre todo para aquellos países con una relación
tensa con Washington, y que puede dotar de recursos financieros manteniendo la
soberanía en cuanto a la conducción política y económica, sin cartas de
intenciones por medio. Eso sí, siempre teniendo en cuenta la limitación que
supone que se financiarían proyectos de interés para las economías asiáticas.
Por lo que esta mayor soberanía y la financiación de este desarrollo económico
soberano estarán condicionadas, en última instancia, por estos intereses, que
si bien pueden ser comunes a Latinoamérica, estarán muy acotados bajo el
paraguas de estos objetivos exteriores.
En conclusión, la
pertenencia al BAII puede suponer cierto alivio a las condiciones de ahogo
financiero que tienen algunos países de la región. Sin embargo, una mayor
presencia de instituciones financieras multilaterales en la región no debe
suponer un freno a la construcción de instituciones propias, que impulsen la
soberanía y no estén atadas a ningún otro interés que el desarrollo y la mejora
de las condiciones de vida de los pueblos latinoamericanos y caribeños.
[1] Arrighi, G. (1999). El largo
siglo XX. Madrid, España. Akal.
[2] Conviene resaltar que el BAII es
tan solo una de las instituciones financieras impulsadas por la República Popular
de China y que tienen una importante presencia internacional. Otras iniciativas
son el Export Import Bank of China (Eximbank), el China Development Bank (CDB),
el Bank of China Limited, el Banco de los BRICS o el Fondo CELAC-China, este
último enfocado en la región latinoamericana y caribeña.
[3] Esto es una muestra más de la
actuación China en política exterior que rehúye del conflicto y busca la
“coexistencia pacífica”. Principio éste que rige su política exterior, con la
excepción clara de las escaramuzas cada vez más beligerantes que se están
produciendo en el Mar de China Meridional.
[4] Debe tenerse en cuenta que
los “países regionales” tienen una amplia mayoría para decidir el destino de
los fondos del banco.
DOS
BRICS DEBATEN SOBRE
ECONOMÍA, TERRORISMO Y CAMBIO CLIMÁTICO
(i) y Vladimir Putin
(d) en Goa. | Foto: Reuters.
Publicado 15
octubre 2016
;
"La agenda en
el formato estrecho y ampliado incluirá: la situación en la política global y
el terrorismo, la situación en la economía mundial, el crecimiento global, la
tecnología y la economía digital", entre otros, acotó un asesor del
Kremlin.
Diversos temas
mundiales, con énfasis en los económicos, serán abordados desde este sábado la
VIII Cumbre de los países BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Suráfrica) a
desarrollarse en Panaji, capital del estado indio de Goa.
A Goa ya arribaron
los presidentes de Rusia, Vladimir Putin; de China, Xi Jinping; de Brasil,
Michel Temer; y de Suráfrica, Jacob Zuma. Todos estarán acompañados por el primer
ministro indio Narendra Modi hasta este domingo, cuando cierre el evento.
Parte de los
tópicos a desarrollar, fueron previamente detallados por parte de Yuri Ushakov,
asesor del presidente Putin, citado por la agencia rusa RIA Novosti.
"La agenda en
el formato estrecho y ampliado incluirá: la situación en la política global y el
terrorismo, la situación en la economía mundial, el crecimiento global, la
tecnología y la economía digital, el comercio, la inversión, la cooperación del
BRICS con otros países, con los mercados emergentes y el cambio
climático", precisó Ushakov.
El portavoz de la
Presidencia brasileña, Alexandre Parola, indicó en la víspera que "los
BRICS mantienen cooperación en diversos temas, especialmente en el área
financiera".
"En Goa,
firmaremos acuerdos de cooperación aduanera, investigación agrícola y
cooperación ambiental", declaró.
Previo a la Cumbre,
Putin se reunió con Modi de manera oficial para tratar temas en materia de
cooperación en defensa y seguridad. Además, dialogó con el presidente Xi sobre
diversos temáticas, entre ellas, la crisis en Siria.
Como parte de la
agenda se espera que el grupo BRICS y la Iniciativa de la Bahía de Bengala para
la Cooperación Técnica Multisectorial y Económica (Bimstec) lleven a cabo su
primera cumbre.
En contexto
Los BRICS, foro de
países emergentes, llega a su octava cumbre en momentos en que varios de sus
miembros sufren los embates de la crisis económica, un asunto que acaparará buena
parte de las discusiones.
Con alrededor de un
43 por ciento de la población mundial, el 30 por ciento del Producto Interior
Bruto (PIB) planetario y el 17 por cierto del comercio global, los BRICS
quieren explorar alternativas de recuperación económica para volver a ser una
vez más motores de desarrollo mundial.
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21 de
octubre 2016
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