Financierismo, etapa terminal
DÓNDE ESTÁ HOY EL PODER EN EL MUNDO
27/10/2016
Hay un hecho que debe preocupar a todos los
ciudadanos del mundo: el desplazamiento del poder de los estados-nación hacia
el de unos pocos conglomerados financieros que operan a nivel global, cuyo
poder es mayor que el de cualquiera de los Estados tomados individualmente.
Estos realmente detentan el poder real en todas sus ramas: financiera,
política, tecnológica, comercial, medios de comunicación y militar.
Este hecho ha sido estudiado y seguido por uno de
nuestros mejores economistas, profesor del posgrado de la PUC-SP con amplia
experiencia internacional: Ladislau Dowbor. Dos estudios de su autoría resumen
la vasta literatura sobre el tema: “La red de poder corporativo mundial” del
04.01.2012 (http: /www.dowbor.org/wp) y el más reciente de septiembre de 2016: “Gobierno
corporativo: el poder caótico de los gigantes financieros”.
Es difícil condensar el cúmulo de informaciones que
parece aterrador. Dowbor sintetiza:
“El poder mundial realmente existente está en gran
parte en manos de gigantes que nadie eligió, y sobre los cuales cada vez hay
menos control. Son billones de dólares en manos de grupos privados cuyo campo
de acción es el planeta, mientras que las capacidades de regulación global van
a gatas. Investigaciones recientes muestran que 147 grupos controlan el 40% del
sistema corporativo mundial, siendo el 75% de ellos, bancos. Cada uno de los 29
gigantes financieros genera un promedio de 1,8 billones de dólares, más que el
PIB de Brasil, octava potencia económica mundial. El poder ahora se ha
desplazado radicalmente” (cf. Gobierno corporativo, op. cit).
Además de la literatura específica, Dowbor refiere
los datos de dos grandes instituciones que sistemáticamente a lo largo de los
años se ocupan de los mecanismos de los gigantes corporativos: el Instituto
Federal Suizo de Investigación Tecnológica (rivaliza con el famoso MIT de
EE.UU.) y el Credit Suisse, el banco que dirige las grandes fortunas del mundo
y, por lo tanto, sabe de estas cosas.
Los datos presentados por estas fuentes son
sorprendentes: el 1% más rico controla más de la mitad de la riqueza del mundo.
62 familias tienen un patrimonio igual al de la mitad más pobre de la población
de la Tierra. 16 grupos controlan casi todo el comercio de materias primas
(cereales, minerales, energía, tierra y agua). Debido a que toda la comida
obedece las leyes del mercado, sus precios suben y bajan a merced de la
especulación, quitando a vastas poblaciones pobres el derecho a tener acceso a
una alimentación suficiente y saludable.
Los 29 gigantes planetarios, de los cuales el 75%
son bancos, empezando por el Bank of America y terminando con el Deutsche Bank,
son considerados “sistémicamente importantes”, pues su eventual quiebra (no
olvidemos que el más grande, los Lehamn Brothers de América del Norte, se
declaró en quiebra) llevaría a todo el sistema al abismo o muy cerca, con
consecuencias nefastas para toda la humanidad. Lo más grave es que no hay
regulación para su funcionamiento, ni puede haberla, porque las regulaciones
son siempre nacionales y ellos actúan planetariamente. No hay todavía una
gobernanza mundial que cuide no sólo de las finanzas sino del destino social y
ecológico de la vida y del propio sistema-Tierra.
Nuestros conceptos se evaporan cuando, nos recuerda
Dowbor, se lee en la portada de The Economist que la
facturación de la empresa Black Rock es de 14
billones de dólares, mientras que el PIB de los EE.UU. es de 15 billones de
dólares y el del pobre Brasil escasamente llega a 1,6 billones de dólares.
Estos gigantes planetarios manejan alrededor de 50 billones de dólares, el
equivalente a la deuda pública total del planeta.
Lo importante es conocer su propósito y su lógica:
buscan simplemente ganancias ilimitadas Una compañía de alimentos compra una
mina sin ningún tipo de experiencia en el ramo, sólo porque da beneficios. No
hay ningún sentido humanitario, como por ejemplo, tomar una pequeña porción de
las ganancias para un fondo contra el hambre o para disminuir la mortalidad
infantil. Para ellos, eso es tarea del estado y no para los accionistas que
sólo quieren ganancias y más ganancias.
Por estas razones entendemos la iracundia sagrada
del Papa Francisco contra un sistema que sólo quiere acumular a costa de la
pobreza de las grandes mayorías y de la degradación de la naturaleza. Una
economía, dice, “que está centrada en el dios dinero y no en la persona: este
es el terrorismo fundamental contra toda la humanidad” (en el avión de regreso de
Polonia en septiembre). En su encíclica ecológica lo llama un sistema anti-vida
y con tendencia suicida (nº 55).
Ese sistema es homicida, biocida, ecocida y
geocida. ¿Cómo puede prosperar tal inhumanidad en la faz de la Tierra y todavía
decir que no hay alternativa (TINA = There Is No Alternative)?
La vida es sagrada. Y cuando es sistemáticamente agredida, llegará el día en
que puede tomar represalias destruyendo a quien la quiere destruir. Este
sistema está buscando su propio fin trágico. Ojalá la especie humana sobreviva.
2016-10-27
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31 de octubre 2016
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