El ministro de Exteriores de Francia, Jean-Marc
Ayrault, se reúne en Moscú con su homólogo ruso, Serguei Lavrov.
por
Thierry Meyssan
Se aceleran los acontecimientos alrededor de la
crisis siria poniendo así de manifiesto la real envergadura del conflicto
entre el bando de los atlantistas y el bloque ruso-chino. Luego
de haber señalado el creciente peligro de generalización de la guerra convencional,
o incluso nuclear, Thierry Meyssan analiza las maniobras de
Estados Unidos y las respuestas de Rusia.
Red Voltaire | Beirut (Líbano) | 7 de octubre de
2016
Después de la destrucción, el 1º de octubre, del
buque insignia de la marina de guerra de los Emiratos Árabes Unidos, los
ejércitos de las petrodictaduras del Golfo vacilan en cuanto a proseguir
solos la guerra contra la República Árabe Siria. Resulta evidente
para todos que el misil tierra-mar que destruyó el navío de transporte
rápido qatarí es un arma extremadamente sofisticada nunca vista
anteriormente en ningún campo de batalla. No lo dispararon
los houtis, ni los partidarios del ex presidente yemenita
Saleh, quienes no disponen de ese tipo de arma, sino Rusia,
secretamente presente en Yemen desde este verano.
La idea de que Estados Unidos deje de participar en
la coordinación de las fuerzas yihadistas y que esta pueda quedar únicamente
en manos de los aliados locales de Washington resulta extremadamente
inimaginable, sobre todo teniendo en cuenta que la rivalidad
entre Arabia Saudita y Qatar ha socavado constantemente las etapas
anteriores de la guerra.
Washington se plantea por lo tanto seriamente la
única opción que le queda: el enfrentamiento militar directo.
Estados Unidos ha solicitado la cooperación de los
64 países y las 3 instituciones internacionales que participan en su
coalición, supuestamente contra el Emirato Islámico (Daesh), para iniciar
un ataque contra Damasco. En la práctica, sólo están presentes
Canadá, Francia, Holanda y el Reino Unido. El plan sería lanzar misiles
crucero contra Damasco y Latakia y bombardear al Ejército Árabe Sirio.
Este proyecto ya había sido anunciado a los miembros de la OTAN en
el Consejo Atlántico del 27 de septiembre. El senador John McCain
lo respaldó en el Wall Street Journal.
Esta operación implica una reorganización de la
actual preparación de la liberación de la ciudad iraquí de Mosul,
bajo control del Emirato Islámico. Ya en este momento todos han
podido comprobar que el objetivo de la coalición encabezada por
Estados Unidos no es el que había anunciado sino un simple cambio de
ocupante en Mosul. El verdadero objetivo no es la entrega
de Mosul a autoridades que representen el gobierno central de Irak, ni a
sus habitantes históricos sino únicamente a los sunnitas iraquíes para crear un
«Sunnistán». La coalición no bombardeó a los yihadistas del
Emirato Islámico, pero no vaciló en acabar «por error» con una
milicia de voluntarios chiitas que realmente trataban de liberar la ciudad
de Mosul del yugo oscurantista. El presidente turco Recep Tayyip
Erdogan destapó el caldero al declarar al diario Sabah que
cuando se libere Mosul esa ciudad pertenecería a sus habitantes
y que «sólo los árabes sunnitas, los turcomanos y los kurdos sunnitas podrán
permanecer alli». Dicho de otra manera, la coalición encabezada por
Estados Unidos se dispone a terminar el trabajo que Washington
había confiado al Emirato Islámico. Su verdadero objetivo es avalar la
limpieza étnica puesta en práctica por los yihadistas, fundamentalmente la
expulsión o masacre contra los cristianos y los kurdos yazidíes, para crear un
Estado confesionalmente homogéneo.
Como ya hemos anunciado varias veces, el Emirato
Islámico tendría que migrar de Mosul (en Irak) hacia las regiones
sirias de Raqqa y Deir ez-Zor, como ya sucedió cuando abandonó Yarablus,
sin presentar combate, ante el avance del ejército turco.
En reacción ante el proyecto de bombardeo contra la
República Árabe Siria, Rusia reveló la instalación en Siria de nuevas
baterías de misiles antiaéreos S-300 y S-400. Según los expertos
rusos, ese armamento de destruir en vuelo no sólo cualquier
avión –incluyendo los aviones furtivos– sino también los misiles crucero.
Por tratarse de una situación que no se ha presentado nunca en el
campo de batalla, esto es algo que nadie sabe a ciencia cierta.
Lo que sí se sabe es que, desde hace siglos, los rusos
no han mentido nunca en cuanto a las posibilidades de
su armamento.
El anuncio ruso ha provocado gran agitación
en Israel, donde los expertos están ahora convencidos de que fue
ese armamento ruso el que derribó uno de sus aviones y averió otro cuando
la aviación de Israel violó el cese de hostilidades durante la fiesta
musulmana del Aid, el pasado 13 de septiembre. El estado mayor
israelí ya dio por perdido el predominio aéreo de Israel, tanto
en Siria como en Líbano.
Estados Unidos respondió haciendo que los
yihadistas bombardearan la embajada de Rusia en Damasco. Y Rusia anunció
la llegada al Mediterráneo de tres nuevos buques de guerra, mientras
que su portaaviones –cuya llegada estaba planificada para julio– ya está
en camino.
Consciente del peligro de guerra nuclear, Francia ha
enviado a Moscú su ministro de Relaciones Exteriores. Este último
ha presentado un proyecto de resolución que pretende proponer en el
Consejo de Seguridad de la ONU sobre Alepo. Esta pudiera ser para
los occidentales una manera de salir de esta confrontación con la
frente alta. Todavía no he podido leer ese proyecto de resolución,
así que no puedo comentarlo.
Pero la prensa francesa está publicando una
avalancha de artículos sobre la crisis de Alepo basados en datos falsos.
La parte oeste de Alepo alberga actualmente entre 1,4 y
1,5 millones de habitantes partidarios de la República Árabe Siria.
Los barrios del este albergan entre 25 000 y 30 000 personas.
La correlación no es por tanto de igualdad, como se pretende
hacer ver, sino de entre 46 y 50 veces más habitantes bajo
la protección del gobierno sirio. Fueron los yihadistas quienes
no vacilaron en abatir a tiros a los habitantes del este
de Alepo que trataron de huir durante la tregua del Aid. Fueron
también los yihadistas quienes quemaron el convoy humanitario de la
Media Luna Roja siria destinado a los civiles que ellos mismos
retienen como rehenes en Alepo. Después de haber ofrecido, durante la
tregua del Aid, a todos los habitantes del este de Alepo –tanto a los
civiles como a los combatientes, a los sirios como a los extranjeros–
la posibilidad de salir de la ciudad, el Ejército Árabe Sirio y sus
aliados libaneses, rusos e iraníes iniciaron una operación contra los
yihadistas, lo cual pone en peligro a los civiles aún retenidos como
rehenes. El inicio de esa ofensiva está en perfecta concordancia con
la aplicación de lo enunciado en la resolución 2249 del Consejo de
Seguridad de la ONU –adoptada el 20 de noviembre de 2015– cuyo texto
solicita a los Estados miembros de las Naciones Unidas:
«poner fin a los actos de terrorismo
perpetrados en particular por el EIIL, también conocido bajo
el nombre de Daesh, así como por el Frente al-Nusra y todos
los demás individuos, grupos, empresas y entidades asociados a al-Qaeda».
Esa es exactamente la misma lógica que
plantean Canadá, Estados Unidos, Francia, Holanda y el Reino Unido cuando
anuncian que se preparan para bombardear a los 1,5 millones de habitantes
de Mosul.
El ministro ruso de Relaciones Exteriores, Serguei
Lav
rov, comunicó a su homólogo francés, Jean-Marc Ayrault, varias enmiendas que
quisiera ver incluidas en el proyecto de resolución. Propuso volver a los
términos del acuerdo de cese de hostilidades del Aid. Pero es poco probable que
Washington acepte ese regreso a la situación anterior, ya que eso sería
reconocer que en Siria no hay rebeldes moderados. Con enmiendas
o sin ellas, el proyecto será presentado el sábado al Consejo
de Seguridad de la ONU. El presidente Vladimir Putin viajará
a Francia el 19 de octubre.
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