16/11/2016
CUZCO, Perú, nov 2016 (IPS) – Desde la ciudad
peruana de Cuzco, donde la cultura Inca fue subyugada por los españoles, viendo
como el mundo lleva inexorablemente a una medida diferente de la historia. Y
ante la imposibilidad de escribir un análisis completo, van algunas
observaciones dispersas.
Pero antes es necesario hacer una introducción. En
cualquier país del mundo, Hillary Clinton habría ganado la elección tras haber
obtenido el mayor número de votos. Sin embargo, Estados Unidos no tiene una
Constitución democrática.
Y es que mientras que los estadounidenses se
consideran a sí mismos la “única democracia en el mundo” (George W. Bush,
discurso al Congreso en su toma de posesión), cabe señalar que la Constitución
de Estados Unidos es un vestigio del pasado. Vea por qué…
Cuando los diferentes estados salieron victoriosos
de la Guerra de la Independencia contra Inglaterra y decidieron unirse en los
Estados Unidos, los estados más pequeños temieron ser sometidos a los más
grandes. Así hubo que inventar un compromiso de garantía para todos.
Y así, el Senado, como órgano principal del sistema
legal, se compone de dos senadores por cada estado. De este modo Wyoming, que tiene
800.000 electores, cuenta con dos senadores, igual que California que tiene 27
millones.
El presidente es elegido por “votos electorales”
que se dan a cada estado en base a consideraciones similares. De este modo, Al
Gore, que había ganado la mayoría de votos, perdió la elección ante George W.
Bush por votos electorales (ayudado por el Tribunal Supremo en manos del
Partido Republicano que dio Florida a Bush).
Esta vez ocurrió lo mismo: los estados menos
desarrollados votaron republicano (con la excepción de Texas y poco más), pese
a lo cual la mayoría del Senado se puede obtener sumando los 26 estados con
menos población y desarrollo, con lo que prevalecen sobre la población de 24
estados mayoritarios e industrializados.
Pero hay otras normas antidemocráticas en la
Constitución estadounidense, como el hecho de que a la muerte de un senador es
el gobernador quien nombra a su reemplazo. Así, un gobernador republicano puede
nombrar a un senador republicano, incluso si el muerto era del Partido Demócrata.
Volvamos ahora a las observaciones.
La primera es el hecho de que prácticamente todos
los observadores, las encuestas, los medios de comunicación (con excepciones
que se cuentan dedos de una mano) dieron a Clinton por ganadora, da una medida
de la separación existente entre el sistema y la realidad.
Ocurrió lo mismo con el Brexit, con las elecciones
austríacas, las filipinas… La explicación es sencilla: nosotros frecuentamos a
nuestros amigos, la sociedad está hecha de círculos concéntricos paralelos, y
así creemos que la observación de un profesor universitario tiene más valor que
la de un trabajador en paro. Por lo tanto, no tenemos una visión completa de la
sociedad en la que vivimos.
La segunda: Las víctimas del proceso económico y
social creado por la visión de un capitalismo autodestructivo que premia a muy
pocos mientras frustra las esperanzas de muchos, son mucho más numerosas de lo
creen aquellos que no las frecuentan. Y son víctimas que ven cada día ejemplos
de corrupción, de despilfarro y riqueza, que les llevan a tener pasiones, no
opiniones.
Tras haber gastado cuatro billones (millón de
millones) de dólares (según los cálculos más modestos) para salvar a los bancos
(que aún tienen 800.000 millones de activos tóxicos), la prioridad es seguir
respaldando al sector financiero en lugar de a los gastos sociales, que se
consideran publicamente improductivos, algo que se ve diferente por quienes
están dentro y los que quedan afuera.
Tampoco se les escapa el hecho de los bancos, en la
crisis de 2008 (de la que todavía no hemos salido) hayan pagado multas por
valor 280.000 millones de dólares (sin contar los 14,5 mil millones pendientes
de la Deutsche Bank), ya no es un hecho excepcional.
Y que el total de subsidios para el empleo juvenil
en los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos
(OCDE) sea de poco más de 20.000 millones de dólares, cuando el Banco Central
Europeo da 80.000 millones mensuales al sistema bancario europeo (que no pasan
al sistema productivo sino que invierte en el sector financiero), ciertamente
no ayuda a los jóvenes a sentirse parte de Europa.
¿Quién ha oído, en el debate político, los términos
solidaridad, justicia social, participación, equidad? ¿Existe en alguna parte
de la política un debate sobre cómo aumentar el empleo, que está amenazado por
el uso de los robots, que constituirán 40 por ciento de la producción
industrial dentro de 20 años? ¿O sobre cómo la corrupción es cada vez más
percibida por los ciudadanos, y necesita urgentemente ser abordada? ¿O sobre si
pueden sentirse representados aquellos que votaron por Brexit y por Trump?
Esto lleva a la tercera observación: La política
está ahora sujeta a las finanzas, carente de visiones e ideales que fueron
desechados con el fin de las ideologías, y se dedica a temas puntuales y
administrativos.
No debe pasarse por alto que el número de
ciudadanos que dicen que la izquierda y la derecha han desaparecido, ha
alcanzado porcentajes sin precedentes. La política, como reacción, se cierra
como una ostra y se vuelve cada vez más autorreferencial.
¿Quién es el ciudadano que ve en un partido un
espacio de participación y expresión, aparte de aquellos que están dentro, como
en los tiempos de la juventud de los partidos? Esta disminución de la
participación es un elemento grave de la crisis de la democracia.
Al mismo tiempo, está claro a los ojos de todos
quiénes son los Le Pen, los Farage, los Salvini, etc. Está claro para todos que
vuelve el nacionalismo, el populismo y la xenofobia. Estos son los indicadores
clásicos de la crisis. Los años 30 del siglo XX son un capítulo para recordar …
¿Tendrá la política la capacidad de encontrar su
camino, de ideales y de visiones, donde escuchar a los ciudadanos sea parte de
un diseño común? No es que quede mucho tiempo…
Y luego, la cuarta observación: Ahora tenemos el
presidente del líder mundial, Estados Unidos, que dice claramente que no les
interesa el mundo, excepto en la medida en que sirva a los intereses
estadounidenses.
El multilateralismo, desde la Unión Europea hasta
la Organización de las Naciones Unidas (ONU), está en una crisis creciente
desde que Ronald Reagan y Margaret Thatcher, en 1981, declararon que no creen
en la cooperación internacional y que cada país debía valerse por sí mismo.
Esta línea continuó con altibajos, pero con una
tendencia continua. No es ningún secreto que a la hora de elegir al nuevo
secretario general de la ONU, la pregunta del presidente de Estados Unidos era:
¿cuál es el más débil de todos?
El presidente Barack Obama ha tratado de detener
esta tendencia. Pero su pueblo (más bien, una parte de este que nadie había
visto hasta ahora) no lo ve de esta manera.
No hay que olvidar que igual batalla fue hecha por
el demócrata Bernie Sanders, que ha obtenido 10 millones de votos. Si hubiera
podido presentarse, habríamos visto cómo los estadounidenses juzgaban dos
caminos, uno de los cuales al declararse socialista representa una novedad tan
radical como la de haber elegido Trump. En un país donde el término socialista
es como declararse un alieno a Estados Unidos, y peligroso.
Ahora tenemos el país del líder totalmente
heterogéneo con respecto a las relaciones internacionales existentes. ¿Sabrá
Europa encontrar su propia voz? También porque si no lo hace ahora, no se ve
cuando lo podrá hacer… ¿Se volverá a dar espacio a la cooperación
internacional, al multilateralismo, a los planes de desarrollo?
La quinta observación es una banalidad. Los chinos
usan la palabra crisis también en el sentido de oportunidad. Vamos a tener, por
lo menos cuatro años (Putin, Grillo, Le Pen…) de un gobierno por el momento
impredecible. Trump es un político de vísceras no de cerebro. Es la clásica
encarnación de lo que se llama un político impredecible.
Pero, sobre todo, no escucha consejos. También es
prisionero de su electorado particular. Ciertamente, el sistema le pondrá las
bridas que pueda. Pero ocurre que todas las cartas que conocemos ahora están en
el aire.
Esto también significa que igualmente es posible
hacer políticas innovadoras, que el marco oxidado anterior no permitía. Así
mismo porque sería difícil ver cuál es la política común que pueda tener Trump
con la primera ministra británica Theresa May, con Farage o con la Alternativa
para Alemania…
Los partidos populistas nunca han sido capaces de
crear una política común, por ejemplo, en el Parlamento Europeo… solo tienen
enemigos comunes, pero no planes alternativos homogéneos… así que, ahora que
las cartas están en el aire, existe todo el espacio para inventar y construir…
Pero esto no se puede hacer si no se reconoce que
estamos en una crisis política y de democrática, de sociedad y de perspectivas,
que si no es asumida y metabolizada por la clase política en el poder, verá un
desmoronamiento sucesivo del sistema, y que la crisis actual (que no se
resolverá por el populismo y el nacionalismo) va a terminar haciendo imposible
cualquier gobernabilidad…
Y me siento obligado a añadir una última consideración.
Para aquellos que han trabajado toda su vida para crear conciencia y
participación, la sociedad civil fue la fuerza que reequilibraba la crisis de
valores y políticas (en inglés existe “la política”, referida al proceso, y “la
política” para las ideas políticas, esta diferencia no existe en las lenguas
latinas).
Si hay un tema que la sociedad civil ha defendido
desde su nacimiento, este es el de género. Una diferencia entre una persona
joven hoy y mi generación, es que el tema de las mujeres no existía entonces,
mientras que los jóvenes de ahora son plenamente conscientes de ello.
Es un tema que está presente en los medios de
comunicación, en la política, en la cultura, en las organizaciones, desde la
industria a los negocios, desde las políticas hasta administrativas y
culturales.
Bueno, después de todo lo que Trump ha dicho y
hecho en el tema de la mujer, reactivando un “machismo” de cuartel que ya se
creía inaceptable… después de las declaraciones y manifestaciones de todas las
organizaciones de mujeres del mundo artístico, cultural y económico…53 por
ciento de las mujeres estadounidenses votó por Trump.
Este porcentaje no está lejos del electorado
masculino. Sucedió lo mismo en Italia con Silvio Berlusconi, aquel organizador
de fiestas con menores que habló abiertamente de la mujer como un objeto de
uso, tanto que lo abandonó su esposa.
Esta votación es un duro golpe a toda la sociedad
civil, y para todos aquellos que se comprometen porque están convencidos de que
creando conciencia es posible un mundo mejor… Hemos perdido una batalla
importante, y la guerra se hace ahora mucho más difícil…
15/11/201
http://www.alainet.org/es/articulo/181715
No hay comentarios:
Publicar un comentario