14/12/2016
En los países donde ganan las corporaciones,
siempre pierden los pueblos. El sistema económico de Chile es un buen ejemplo
de esta realidad expresada en muchas de sus políticas sociales y comerciales.
Políticas que han transformado derechos fundamentales en lucrativos negocios.
Este es el caso de la protección social a los jubilados. Los chilenos exigen
pensiones dignas, sin embargo el sistema previsional del país se ha convertido
en una perversión insignia del modelo económico instaurado durante la dictadura
militar de Augusto Pinochet.
Aunque el régimen dictatorial terminó hace más de
un cuarto de siglo, el período de transición a la democracia no ha sido capaz
de desmontar una de las políticas neoliberales más representativas de Pinochet.
Se trata de las Administradoras de Fondos de Pensiones, mejor conocidas por sus
siglas: AFP. El sistema de ahorro forzoso fue creado en 1980 por José Piñera,
para entonces Ministro del Trabajo del ex dictador, y se impuso sin consulta
popular y de forma obligatoria a la mayoría de los trabajadores, salvo los
militares, quienes prefirieron mantener un sistema de jubilación aparte. Este
hecho marco un hito en el Chile de Pinochet, que bajo la influencia de los
Chicago Boys, convirtió al país latinoamericano en uno de los precursores de la
privatización de la seguridad social a nivel mundial.
Funcionamiento del sistema previsional
El modelo de pensiones chileno parece rentable: a
lo largo de su vida activa laboral, los ciudadanos depositan el 10% de su
sueldo en forma de ahorros de jubilación a cuentas que, bajo una lógica de
capitalización individual, son gestionadas por estas entidades privadas del
sector financiero agrupadas en las AFP. Una de las principales características
de este sistema privado de pensiones es que los fondos no pueden ser retirados
hasta el día de la jubilación. Gracias a esto, el empresariado puede utilizar a
su antojo los recursos provenientes del ahorro forzoso de años de trabajo como
capital a favor de otras empresas sin que ello genere algún tipo de beneficio a
modo de interés al pensionado.
Otra particularidad de las AFP es que el monto de
la pensión de cada beneficiario es indefinido, es decir, dependerá de los años
cotizados y de la rentabilidad de los fondos y no de una cuota fija. En este
sentido, se estima que el 60% de las personas que cotiza por un período de al
menos 30 años en las AFP, recibirá una pensión inferior al actual salario
mínimo chileno.
De acuerdo con un informe de la Superintendencia de
Pensiones de Chile, al 31 de mayo de 2016 el valor de los ahorros de esas
cuentas alcanzó los USD 171.089 millones, registrando así un aumento del 6,2%
con respecto el mismo período del año anterior. Sin embargo, de los 10 millones
de trabajadores afiliados al sistema, más de un millón están jubilándose y no
están contentos con el monto de pensión que reciben: USD 300 en promedio.
Además, según datos de la Fundación Sol, de 336 mil pensiones de retiro
programado para este año, el 91,5% percibirá un monto menor o igual a los
231 dólares, lo que equivale al 62% del salario mínimo nacional, situación que
deja en completo abandono a quienes han trabajado durante toda su vida, y deben
seguir haciéndolo para poder sobrevivir.
Se trata de un escenario alarmante, más aún si se
piensa que en los próximos años el 72% de los afiliados que tienen entre 60 y
65 años, edad legal de jubilación, acumula menos de USD 45.000 en su cuenta
individual. Esto significa que sus pensiones ascenderían apenas a unos USD 220
mensuales, que hoy día en Chile no alcanza ni siquiera para alquilar una
habitación. A esto habría que agregarle las pretensiones de subir la edad de
jubilación y de incrementar las tasas de ahorro individual, medidas que
expertos advierten podrían devenir en una catástrofe social de no mediar un
cambio radical del sistema previsional.
Las cuentas no cuadran
Pese a que hoy están totalmente ilegitimadas por la
mayoría ciudadana, las AFP se convirtieron en un negocio redondo para la clase
empresarial chilena. A pesar de los bajos salarios y la relativamente baja tasa
de cotización, el año 2014 las administradoras registraron ingresos por más de
USD 10.300 millones por concepto de cotizaciones de trabajadores. Sin embargo,
en el mismo año, se registró un gasto de apenas USD 4.200 millones para pagar
pensiones. En este sentido, es necesario remarcar algunos datos contextuales:
1- Mientras un trabajador promedio percibirá
una pensión inferior a un sueldo mínimo mensual, las AFP generan
beneficios diarios por el orden de USD 1.500 por jubilado.
2- De los fondos acumulados del ahorro forzoso,
sólo un tercio es utilizado para pagar a los pensionados.
3- El resto del dinero cotizado es:
Gastado en las comisiones de las AFP por prestación
de servicios.
Invertido en grandes empresas chilenas y
extranjeras para duplicar sus millonarias ganancias.
¿Quiénes se llenan los bolsillos?
Una vez desvelado cómo se teje el negocio de las
AFP, resta por preguntar cuáles son esos negocios capitalizados con el dinero
de todos los trabajadores chilenos.
Las Administradoras de Fondos de Pensiones
invierten más de USD 6.500 millones en al menos siete compañías del grupo
Luksic, un consorcio empresarial chileno que controla un importante número de
firmas líderes en diferentes sectores que van desde la minería, industria y
alimentos hasta las telecomunicaciones. Otros USD 4.500 millones son invertidos
en nueve empresas del grupo Matte, que es el tercer holding más grande de Chile
según la revista Forbes de 2014. Por otro lado, a la multinacional
Cencosud, la tercera cadena de retail más grande de América Latina, propiedad
del segundo hombre más rico de Chile, Horst Paulmann, le tocan USD 1.850
millones. Mientras que a Antarchile y otras filiales del grupo Angelini, con
inversiones en energía, combustible y servicios agrícolas, le corresponden USD
1.670 millones de las AFP.
Sobra decir que bajo las AFP, el Sistema de
Seguridad Social de Chile no está cumpliendo con el objetivo esencial que
cualquier sistema de jubilaciones en el mundo: proteger el esfuerzo de toda una
vida de trabajo y garantizar el pago de una pensión justa que permita vivir una
vejez digna. Al contrario, las AFP han consolidado una matriz productiva
rentista con altos niveles de concentración en pocas manos y, adicionalmente,
han dejado por fuera del debate sobre el trabajo la precarización del mercado
laboral expresado en el deterioro de los salarios y las condiciones de trabajo
formal que, pese al auge de la economía chilena en la última década, mantienen
dilatada la brecha de desigualdad entre sus ciudadanos.
Crismar Lujano
Investigador CELAG
http://www.alainet.org/es/articulo/182359
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