The Wall
Street Journal
27-12-2016
LIMA.- El reconocimiento por parte Odebrecht S.A.
ante los fiscales de Estados Unidos de que pagó cientos de millones de dólares
en sobornos con el fin de obtener lucrativos contratos de infraestructura ha
repercutido en América Latina, donde del gigante brasileño de la construcción
ha participado en algunos de los mayores proyectos durante los últimos 15 años.
Según un acuerdo de conciliación anticorrupción
divulgado por el Departamento de Justicia estadounidense la semana pasada,
Odebrecht pagó casi US$800 millones en sobornos en 12 países, con lo que obtuvo
ganancias de US$3.340 millones.
Aparte de Brasil, la mitad del dinero ilícito se
usó para sobornar a funcionarios de nueve países latinoamericanos, un grupo que
abarca desde partidarios del libre mercado, como en México, a gobiernos
socialistas, como el de Venezuela.
“Será un terremoto político en muchos de estos
países”, dijo José Ugaz, un ex fiscal peruano que preside Transparencia
Internacional, un organismo no gubernamental con sede en Berlín.
Las reacciones no han demorado en llegar.
El gobierno colombiano anunció que podía anular los
contratos de infraestructura obtenidos de manera fraudulenta. Odebrecht dijo
haber pagado US$11 millones en coimas en el país. Álvaro Uribe Vélez, quien fue
presidente de Colombia entre 2002 y 2010, defendió su gestión al señalar que su
gobierno actuó con “absoluta pulcritud” en la adjudicación de contratos.
A su vez, el presidente panameño Juan Carlos Varela
hizo un llamado para que se investigaran todos los contratos adjudicados a
Odebrecht. En Venezuela, donde la firma constructora habría pagado US$100
millones en sobornos, la Asamblea Nacional, controlada por la oposición al
gobierno del presidente Nicolás Maduro, investiga los contratos de la empresa brasileña.
El presidente peruano, Pedro Pablo Kuczynski, manifestó que no le hizo ningún
favor a Odebrecht cuando era ministro hace más de 10 años.
Odebrecht, la mayor constructora de América Latina,
desarrolló un sistema para ocultar los sobornos a funcionarios, políticos y
partidos políticos. Estableció una oficina especial, llamada la División de
Operaciones Estructuradas, que dirigía dinero ilícito que nunca apareció en su
contabilidad, según el documento judicial.
Para hacer las transferencias, utilizó bancos
pequeños en países con estrictas normas de secreto bancario. En ocasiones,
llegó a pagar en efectivo.
Odebrecht se adjudicó varios proyectos de Petróleos
Mexicanos, según la agencia de transparencia del gobierno mexicano. La
constructora obtuvo cuatro contratos en 2014 por un total de US$1.150 millones.
Una portavoz de Pemex señaló la semana pasada que la empresa está en contacto
con la Secretaría de la Función Pública, el ente encargado de velar por el
correcto desempeño de los servidores públicos, “para analizar” el tema y tomar
las acciones correspondientes en caso de ser necesario.
Como un obsequio al final del segundo período de
Alan García en la presidencia de Perú, en 2011, Odebrecht donó unos US$800.000
para construir una estatua en Lima frente al Océano Pacífico que es una réplica
del Cristo Redentor de Rio de Janeiro. García la calificó como “el Cristo del
Pacífico”. Otros, sin embargo, prefieren otro nombre. “Se debiera llamar el
Señor de la Corrupción”, dice Ugaz, de Transparencia Internacional. “Hoy,
simboliza todo lo que está empresa le ha mostrado al mundo. No hubo
vacilaciones a la hora de sobornar en todos nuestros países”.
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