lunes, 19 de diciembre de 2016

EL NUEVO MODELO DE FINANCIACIÓN DE LAS UNIVERSIDADES: LA MERCANTILIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO





Públicas de Andalucía 2017-2021

LA MERCANTILIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO

16/12/2016 | Lucía Cayuela 

“En las universidades, la privatización, manifiesta, se ha dirigido a aspectos no educativos como la restauración y la seguridad. En general, en el caso de la educación superior, la mayor amenaza se presenta no tanto a modo de privatización sino de mercantilización. Esto supone cambiar las relaciones y los valores de las personas para estimular a los mercados, mientras se dirige la institución como si fuera un negocio.”
(L. Levidow, Neoliberal Agendas for Higher Education)

El modelo de financiación de las universidades públicas andaluzas en vigencia está a día de hoy dando sus últimos estertores. Aprobado en 2007 y prorrogado hasta la actualidad /1 aunque su vigencia estaba limitada hasta 2011 /2, la Junta de Andalucía pretende aprobar antes de 2017 un nuevo proyecto /3. Según afirma el anterior rector de la Universidad de Sevilla (US) y actual consejero de Economía e Innovación, premiará la “excelencia” /4. Antonio Ramírez de Arellano, que anteriormente había ocupado otros puestos en el equipo rectoral de la US, aseguraba en noviembre mantener un diálogo constante con las universidades públicas andaluzas /5, aunque éste parece inexistente con el alumnado, que conoció el nuevo Modelo de Financiación por medio exclusivamente de los consejos de estudiantes, no teniendo éstos posibilidad de convocar asambleas donde se discutiera el documento.

Así, los consejos de estudiantes andaluces, con un escasísimo margen de maniobra, decidimos rechazar de frente este modelo /6, al haberse recibido el documento preliminar el 22 de noviembre y teniendo Consejo Asesor de Estudiantes Universitarios de Andalucía (CAE) el 24 de noviembre para presentarlo. Durante la celebración de este CAE se lanzó en Twitter el hashtag #ModeloPrivatización y se hizo público tanto el modelo como un comunicado en contra de éste. Este rechazo se ha repetido en otros espacios de la Universidad, el pasado 12 de diciembre celebramos en Sevilla un Pleno del CADUS (Consejo de Alumnos Delegados de la Universidad de Sevilla) en el que todas las delegaciones presentes declararon rechazar este modelo y señalaron la necesidad de difundir su contenido, nuestra repulsa, favorecer la realización de asambleas en febrero tras el periodo de exámenes y organizar acciones en contra de este ataque a la Universidad pública andaluza. No fueron pocas las voces de representantes del alumnado que hablaron incluso de la posibilidad de convocar un Paro Académico, como el de 2012, si se considerara necesario por el alumnado /7. Sin olvidar que los rectores andaluces han criticado el modelo, por su infrafinanciación, de las Universidades públicas. Es importante hacer hincapié en que es necesario abrir un espacio de debate dentro de la comunidad educativa y la sociedad, puesto que no sólo rechazamos su contenido, que en algunos aspectos se asemeja más a un plan estratégico que a un modelo de financiación, sino que también criticamos muy duramente las formas antidemocráticas en las que ha nacido.

Antes de pasar a analizar el contenido de este nuevo modelo de financiación, me gustaría dar unas pinceladas para contextualizar. En cuanto a la realidad socioeconómica, la tasa de paro en Andalucía es del 28,5, frente al 18,9 del Estado español. Respecto al PIB por habitante, Andalucía se sitúa a la cola con 17 263 euros, muy por debajo de la media estatal de 23 290 euros. La deuda de la Junta de Andalucía con las diez universidades públicas andaluzas asciende a 226 millones de euros /8. Respecto al fondo estratégico, este modelo manifiesta abiertamente estar en relación con la iniciativa EU2020, que analiza la universidad como una herramienta clave del desarrollo económico.

Dentro de este marco, nos encontramos un documento con un alto contenido y lenguaje mercantilista que supone un gran retroceso para la universidad pública andaluza, uno de los mayores ataques de los últimos años junto al “tasazo” que logramos frenar en 2012 con el movimiento #SevillaPara. Es un texto que perfila un entorno competitivo muy ligado al mundo empresarial, trata al estudiantado como clientes y la docencia no es más que una actividad complementaria a la investigación (pero sólo la que publica en revistas prestigiosas, produce patentes y en términos económicos es rentable, esa “excelencia” citada al comienzo de este artículo). Un documento que señala más hacia una Universidad pública integrada en el sistema productivo y bajo la influencia de la competitividad y no hacia una herramienta para construir igualdad y generar y transmitir conocimiento científico y técnico, pero también humanista y social.

En la definición de las características de este Modelo de Financiación (MF), nos encontramos con que “las Universidades públicas andaluzas se obligarán a lograr recursos privados adicionales”, en el mismo documento se explica que en 2015 la financiación procedente de la Junta era del 73’8 % y que el resto procedía de recursos propios (precios públicos, proyectos competitivos, servicios y otros). Ahora los “resultados de gestión” incluyen la “captación de recursos ajenos para alcanzar la tasa del 30% de financiación no autonómica”. Y lo repiten de nuevo cuando se habla de la financiación global, “es necesario también estimular e incentivar la financiación privada”. ¿Se imaginan una asignatura de Farmacología pagada por Bayer? ¿Esta aportación sería desinteresada y neutral? Desde el movimiento estudiantil lo ponemos en duda. Se trata de un ataque frontal contra la Autonomía Universitaria. La mercantilización del conocimiento supedita éste a los intereses de las empresas y no a los de la sociedad.

Dentro de estas características del MF, se pide que “la evolución y forma en que se provea la financiación pública se realice en función de los servicios docentes y de I+D+i que proporcione a sus diferentes usuarios y de la calidad de los mismos”, “mediante resultados, calidad, evolución de la demanda”, con un “sistema de incentivos en la financiación vinculada a resultados”. Implementando la Contabilidad Analítica, para un “análisis más preciso y comparable de la actividad económica-financiera, con un mejor conocimiento de los costes reales de las diferentes enseñanzas y actividades de las universidades y su relación con la financiación pública y privada”. Esto favorecerá claramente a los centros adscritos y a las grandes universidades, habrá universidades de primera y de segunda. Aquellas que sean competitivas dentro del mercado serán las que obtendrán mayor financiación, viéndose perjudicadas aquellas universidades de menor tamaño o con menor volumen de investigación volcada al mercado. En un “horizonte cada vez más competitivo entre las propias organizaciones públicas”, las universidades pequeñas (situadas en la periferia de la Comunidad Autónoma) quedan desplazadas.

Dentro de los objetivos estratégicos, en el campo de la formación, las enseñanzas serán “orientadas a la mejora de la empleabilidad del alumnado egresado” e incidirán “en la especialización de la oferta universitaria y su adecuación a las características del entorno social y productivo o internacionalizando si se ha decidido mantener una oferta de servicios con baja demanda”. La Universidad en el ámbito docente ya no se considera un centro de conocimiento, sino una fábrica de trabajadores especializados “empleables” en detrimento de los estudios que no se dirigen tanto al mercado laboral empresarial. ¿Qué pasará con Filosofía, Historia o Antropología? ¿Desaparecerán por “no ser competitivas”? Además, se plantea “incrementar y difundir las enseñanzas superiores no presenciales”, reduciendo costes y optimizando la “producción” de especialistas, sin fomentar el debate, la asociación, la interacción social y la confrontación de ideas. Se habla también de “fomentar la mentalidad emprendedora” como si de una empresa se tratara.

El anterior apartado se cierra afirmando que “la ciudadanía debe ser consciente que la totalidad del alumnado está becado, unos con beca del 85 % y otros con beca del 100 % del coste real de sus estudios universitarios”. El coste real de mis estudios universitarios incluye 6 años sin poder trabajar a tiempo completo para llegar al último curso de Medicina, acudiendo a prácticas, seminarios y clases obligatorias y estudiando un elevado número de horas, la comida, vivienda, luz, agua y demás necesidades de la Vida, los materiales de estudio y prácticas, además del transporte desde mi vivienda en el área metropolitana hasta la Facultad (que, por ahora, no disfruta de ningún tipo de bono estudiantil). Estos son gastos que jamás me han sido becados. Como podemos leer en los ensayos del movimiento estudiantil italiano: “la necesidad social de una cierta cantidad y calidad de fuerza de trabajo cualificada se descarga sobre los costes privados de los individuos/9. Ya se ha comentado la realidad socioeconómica andaluza, una región desfavorecida en la que las familias afrontan que las becas del Estado lleguen a partir de diciembre, sean limitadas y cada vez presenten requisitos más difíciles de alcanzar. Una vez más, son las familias (aquellas que pueden) las que afrontan un presupuesto que debería ser social, ¿cuándo comenzaremos a hablar de becas reales que permitan independizarnos por realizar una tarea esencial como es formarnos y que con el Plan Bolonia cada vez se asemeja más a una jornada laboral -cuando no son prácticas empresariales no cobradas? Quizás sea el momento de pedir que se nos beque realmente entre el 85 % y el 100 % del coste real de nuestros estudios universitarios y darle razón en algo a este modelo, sería una gran victoria social para dar a conocer a la ciudadanía en general.

Respecto a la investigación, se habla de “fomento de la ciencia orientada a la competitividad e innovación”, ¿son las enfermedades raras competitivas? ¿No es, sin embargo, su estudio esencial para el avance del conocimiento humano y para las personas que las padecen? Además, se habla de “orientar los programas y proyectos hacia líneas estratégicas emergentes de investigación científica, centrándose en (…) la transferencia de tecnología y conocimiento al tejido empresarial” como si las universidades públicas se trataran de empresas que deben vender su producto. En ningún momento se menciona a las humanidades, ni a la producción cultural (aunque sí a la divulgación de la cultura).

Retomando la “excelencia”, se incentivará la “atracción del profesorado con alta cualificación investigadora”, que no garantiza la calidad de la docencia recibida por el estudiantado. Además, para “favorecer la inserción laboral de los estudiantes egresados” se dará apoyo a prácticas en empresas (que no cobramos o que tienen un salario ínfimo) y se fomentará la “cultura emprendedora”, un significante que a menudo incluye el individualismo y la competitividad frente a las redes colectivas. Dentro de los objetivos del Contrato Programa, se incluyen los ingresos de investigación científica, innovación y transferencia tecnológica y creación de empresas, centrándose de nuevo más en el mercado que en los conocimientos, el análisis y la crítica, tan necesarios para el avance humano.

Respecto al análisis de género, en el MF sólo se hace mención a la paridad en los órganos de gobierno y a la necesidad de fomentar el número de mujeres investigadoras y catedráticas, como si no se precisara de un trabajo exhaustivo para eliminar “techos de cristal” que dificultan el acceso de las mujeres a ciertos espacios en la Universidad. Tampoco se hace alusión a ningún otro grupo en riesgo de exclusión, exceptuando las ayudas al estudio y la atención a la discapacidad. Inmersos en la “competitividad”, no se habla de las necesidades específicas de los grupos vulnerables.

Con este modelo, se busca que el “sistema público universitario andaluz se sitúe en el 1’5 % del PIB regional a precios de mercado”, estando hoy día “por debajo de tales niveles”, es decir que para crecer podrán aumentarse las tasas universitarias (por debajo del precio “de mercado” estatal gracias a las movilizaciones masivas de 2012) y/o aumentar los ingresos privados, mercantilizando el conocimiento. Frente a ambas posibilidades, encontrarán un movimiento estudiantil organizado en contra. Y no será el único sector, como se comenta previamente, el pasado 8 noviembre los rectores andaluces denunciaron la infrafinanciación con el MF /10. La formación universitaria no es un gasto, es una inversión para la sociedad. Formar profesores, historiadores, médicos o economistas es una necesidad social, no un privilegio.

Se ha hablado de la presentación de un texto modificado para este modelo, pero una modificación en las formas o en el lenguaje empleado no será suficiente, perdurarán las intenciones y líneas estratégicas. Es necesaria la apertura de un proceso de análisis participativo y abierto a la sociedad para la confección de un modelo de financiación que garantice una Universidad Pública, de calidad, popular y autónoma.

Es por esto que es esencial la difusión de este MF, su análisis, debate y la convocatoria de asambleas tras el periodo de exámenes en las que se conforme una visión del estudiantado y un plan de acción. Quieren modelarnos como personas dóciles y precarias, nos tendrán rebeldes y organizadas, ¡ni sumisas ni pasivas!

Lucía Cayuela es Delegada en el Consejo de Alumnos de la Universidad de Sevilla (CADUS) y activista del Movimiento de Acción Estudiantil (MAE)

Notas:
0/ Documento de bases del Modelo de financiación de las Universidades públicas de Andalucía 2017-2021: http://www.cadus.es/wp-content/uploads/2016/11/Bases-MF-2017-21-V7nov16-0-2.pdf
9/ Movimentostudentesco (ed.), Documentidellarivolta universitaria, Bari, Laterza, 1968/2008, p.37
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