La teoría marxiana del desarrollo social se funda en el conocimiento crítico del carácter
ilusorio de ese «supuesto desarrollo histórico… que se basa en que la última forma
contemple las pasadas como estadios hacia ella misma… y siempre
unilateralmente».[1] Precisamente
en el lugar en el que
Marx parece aceptar esa ingenua metafísica pseudodarwinista
de la evolución en la que luego cayeron de bruces marxistas ortodoxos como Karl
Kautsky[2]
y por reacción a la cual marxistas heterodoxos como Georges Sorel[3]
rechazaron toda aplicación del
principio evolutivo en una sociología científica,
precisamente en ese lugar ha invertido literalmente su estructura intelectual y
ha eliminado así su carácter metafísico. Mientras que los teóricos burgueses de
la evolución, con Spencer a la cabeza, se imaginan poder explicar la compleja
organización de las especies animales (y de las formas sociales) superiores
mediante la organización, más simple, de las especies y formas sociales más sencillas, inferiores,
Marx destruye esa ilusión con la proposición paradójica: «La anatomía del hombre es una clave de la anatomía del mono».[4]
Con esa consciencia crítica se elimina todo el encanto de
la ingenua metafísica evolucionista y el «desarrollo» se convierte de axioma válido a priori en un principio de investigación que en cada
caso se tiene que verificar empíricamente.
El que la sociedad burguesa dé la «clave» de la sociedad antigua no
implica en modo alguno que categorías como las de mercancía, dinero, estado,
derecho hayan de tener para la sociedad antigua y su modo de producción la misma
importancia y significación que tienen para la moderna producción capitalista
de mercancías y para la sociedad burguesa basada en ella. Y al romperse el apriorismo del axioma
evolucionista se abre el campo a la investigación empírica. Marx declara explícitamente
que la validez de las categorías de la sociedad burguesa para las demás formas
sociales «se tiene que tomar cum grano salis» (En
sentido figurado ha tomado el significado más amplio: "con una pizca de
sentido común"). La sociedad burguesa puede contener las relaciones y
circunstancias de anteriores formas sociales. Pero puede contenerlas
desarrolladas ulteriormente o degeneradas, mutiladas, disfrazadas (como se
conservaba en el Mir ruso
la propiedad colectiva de los primeros tiempos).[5]
Pero también contiene ya en sí las tendencias a un ulterior desarrollo de la
presente forma social, lo que no significa su plena determinación previa.
Mientras que el erróneo y metafísico concepto de evolución de los teóricos
burgueses de la sociedad está cerrado por delante y por detrás y en todas las formas sociales
pasadas y futuras no reconoce en el fondo más que a sí mismo, el concepto de evolución o
desarrollo de Marx está abierto en los dos sentidos, por ser crítico y materialista. Marx
no trata como meros «estadios previos» las pasadas épocas históricas de la
formación social económica, la sociedad asiática, la antigua, la feudal, y aún
menos la sociedad originaría anterior a la historia escrita. Consideradas en su
totalidad, son formaciones sustantivas que se tienen que entender por sus
propias categorías.[6]
Análogamente define Marx la sociedad socialista y
comunista producida por la revolución proletaria no sólo como forma
ulteriormente desarrollada de la sociedad burguesa, sino también como nuevo
tipo social no conceptuable con las categorías burguesas. Lo que Marx combate del socialismo utópico no es,
como muchos se imaginan,
la idea de una situación completamente diferente de la presente sociedad
burguesa. El defecto
del socialismo doctrinario y utópico consiste en que, en el intento de pintar
con todos los colores un estadio socialista futuro recoge inconscientemente una imagen simplificada de la
presente y real sociedad, imagen que, de concretarse y realizarse, reproduce
inevitablemente la vieja forma social burguesa.[7]
Marx mismo ha tenido en cuenta en su teoría materialista de la presente
sociedad burguesa todo el ulterior
desarrollo, desde la fase de transición iniciada por la revolución proletaria
hasta la «sociedad comunista» plenamente desarrollada. Mientras que en su
«primera fase», cuando nace tras doloroso parto de la sociedad burguesa, la
sociedad comunista está aún muy determinada por los principios burgueses, en su
«segunda fase», cuando ya se ha desarrollado sobre su propio fundamento, se
encuentra a una distancia tan grande de la presente sociedad burguesa como ésta
de la sociedad sin clases ni estado del comunismo primitivo. La sociedad comunista
plenamente desarrollada ha rebasado totalmente el
horizonte burgués y realiza la divisa que en forma
abstracta proclamaron en el umbral del siglo XIX sus vanguardias «utopistas»: «De cada cual según sus capacidades.
A cada cual según sus necesidades».[8]
Marx ha criticado siempre la dialéctica filosófica de Hegel
-a la que por lo demás considera forma perfecta de exposición evolucionista de
la sociedad- por el hecho de que, en la «forma mistificada» con que aparece en
la obra de aquel filósofo y se convirtió en «moda alemana», «parecía glorificar lo existente». En
cambio, en la nueva «forma racional» con que aparece en la investigación histórica
marxiana, es «escándalo y horror para la burguesía y sus portavoces
doctrinales, porque en la comprensión positiva de lo existente incluye también
la comprensión de su negación, de su ruina inevitable, y ve toda forma cuajada
en el flujo
del movimiento, busca también su aspecto perecedero, no se deja asustar por nada
y es en su esencia crítica y revolucionaria».[9]
Efectivamente es posible reconocer antes de todo análisis
teórico preciso la enorme diferencia que hay a
este respecto entre Marx y Hegel. Hegel, glorificador de
las instituciones existentes y del progreso moderado en el estrecho marco del
estado prusiano de su época[10],
ha limitado explícitamente la validez de su principio dialéctico al desarrollo pasado de la sociedad y ha
dejado el proceso futuro, de un modo conscientemente irracional, «al topo que
sigue hurgando en el interior»[11].
Pese a toda su crítica de la llamada «hipótesis del encapsulamiento», según la
cual todas las formas futuras están ya contenidas en las anteriores, Hegel ha
subrayado «el elemento correcto de esa hipótesis», elemento que consiste en su
opinión en que el desarrollo social en su proceso «queda en sí mismo… y no se
pone nada nuevo en cuanto al contenido, sino que sólo se produce una alteración
de forma». Por eso el desarrollo «se tiene que considerar
como un juego, por así decirlo: lo diferente puesto por él no es en realidad
Otro»[12].
Se entiende sin más que desde ese punto de vista, que en su
tajante formulación hegeliana parece casi una crítica involuntaria del
principio evolucionista aplicado por los investigadores burgueses de la
sociedad, no queda espacio alguno para la consciente acción humano-social que
subvierte y trasforma radicalmente el orden social existente. Frente a algunos
de sus discípulos que más tarde intentarían efectivamente utilizar su método
dialéctico como instrumento de una subversión revolucionaria, Hegel ha visto como
tarea práctica de su filosofía el «restablecer» la convicción de que parte de «toda
consciencia sin prejuicios»: «Lo que es racional
es real, y lo que
es real es racional», produciendo así la «reconciliación» final
entre la «Razón como Espíritu autoconsciente» y la «Razón como realidad
presente»[13] Y Marx
y Engels, por el contrario, han elaborado y explicitado el principio crítico y
revolucionario que estaba ya formalmente contenido en la dialéctica de Hegel y
lo han aplicado a la investigación de todas las relaciones y circunstancias de
la sociedad burguesa y a la lucha teórica y práctica del proletariado en formas
determinadas.
La principal consecuencia de la destrucción de la metafísica
burguesa de la evolución por la ciencia crítica de Marx consiste en el pleno reconocimiento
de la realidad de la trasformación histórica, del cambio. Marx trata todas las relaciones y
circunstancias de la sociedad burguesa como entidades en alteración o, más
precisamente, como entidades alteradas por acciones humanas. Así concibe al
mismo tiempo todas las categorías de la ciencia social, incluso las más generales,
como categorías mudables y que han de ser
trasformadas. Marx critica todas las categorías de los teóricos sociales e
historiadores burgueses que sustraen a ese constante fluir de las cosas la
presente forma de la sociedad, ya porque traten las actuales relaciones y circunstancias burguesas como «lo natural», lo que siempre ha
existido, ya sea, por el contrario, que abran un abismo insalvable entre los
pasados estadios de la sociedad y el presente, ya sea que no reconozcan
verdadero cambio más que para la historia anterior y cierren la entera historia
de la sociedad humana con la situación burguesa presentemente alcanzada. La
sociedad burguesa no es ya en ningún sentido una esencia universal que pueda
justificarse por algún título que no sea meramente su historicidad. Es
simplemente el estadio
de un movimiento histórico que se ha alcanzado en la presente época, válido
transitoriamente para ella y destinado a ser sustituido por otro. Es sólo el
resultado presente de una fase anterior y el punto de partida de una nueva fase de la lucha de
clases que desemboca en una revolución social.
Fuente:
Fragmento del
libro: Karl Marx de Karl Korsch,
Traducción castellana de Manuel Sacristán
de la edición preparada por GOTZ LANGKAU
para el
Instituto Internacional de Historia Social. EDITORIAL ARIEL, Esplugues de
Llobregat, BARCELONA
[2] Cf. mi libro Die
materialistische Geschichtsauffassung. Eine Auseinandersetzung mit Karl
Kautsky, Leipzig,
1929 [citado desde ahora: Auseinandersetzung mit Kautsky], pp. 32 ss.
[3] G. Sorel, Introduction á l'économie moderne, París, 1911, Prefacio; Les illusions
du
progres,
3.•
ed., París, 1921, pp. 239-244
[6] Y no, naturalmente, por sus ideologías. Sobre esto ver
por de pronto Kapital,
I,
p.
48
(MEW, vol.
23,
p.
96),
nota
33.
En
la parte 3.•
de
este libro se tendrá una discusión más detallada de la cuestión.
[7] Neue Rheinische Zeitung. Politisch-Okonomische Revue, Hamburgo, n.• 3 , 1850, pp. 33 s . (Die
Klassenkiimpfe in Frankreich …, 1 MEW, vol. 7, p. 89)
[8] Marx, «Randglossen zum Programm der deutschen
Arbeiterpartei>>, 1875, en Neue Zeit, IX, n.• 1, 1891, p. 567 (MEW, vol. 23, página 28)
[10] Palabras de Hegel a sus oyentes al empezar sus lecciones
en Berlín el 22
de
octubre de 1818,
Werke, vol.
VI, Berlín, 1840,
páginas
XXXV
ss.
[11] Palabras finales del curso de Hegel sobre historia de la filosofía (1817-18.30),
Werke, vol.
XV,
Berlín, 18.36, pp.
684
ss
[12] Hegel, Encyclopiidie der philosophischen Wissenscha/ten . . . , parte 1, Die Logik [a partir de
ahora se citará, Encyclopiidie, 1 ] , Werke, vol. VI, Berlln, 1840, S 161
[13] Hegel, Discurso preliminar de la Rechtsphilosophie
[Filosofía
del derecho] de 1820 (loe. cit., p. 17)
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