Los partidos políticos de hoy tienen problemas complejos. Y la ausencia
de psicología política está en el núcleo mismo de esos problemas. Por allí
asoma el agujero negro que los amenaza. Por allí comienza mi artículo de esta
semana en Maquiavelo & Freud.
Muchos partidos políticos se preguntan en qué están
fallando. ¿Por qué perdieron? ¿Por qué las personas prefieren a otros? Tienen
buenas ideas y buena gente, y se esfuerzan mucho durante largo tiempo. Pero
algo falta, hay una pieza cuya ausencia impide que se mueva el engranaje.
Psicología política es eso que falta.
Lee La falta de psicología política es
el agujero negro que devora a los partidos políticos en maquiaveloyfreud.com/falta-psicologia-politica/
Saludos cordiales,
Daniel
06/12/2016
Los partidos políticos de hoy tienen problemas
complejos. Y la ausencia de psicología política está en el núcleo mismo de esos
problemas. Por allí asoma el agujero negro que los amenaza.
¿Agujero negro? Veamos…
Cuando una gran estrella agota su energía sucede algo impactante. La estrella colapsa bajo su propio peso, implosiona y se transforma en un agujero negro que atrae, absorbe y destruye todo lo que está a su alrededor.
El término ‘agujero negro’ fue popularizado por
Stephen Hawking, una de las mentes más brillantes de nuestro tiempo. Pero en el
otoño de 1967 ese fenómeno cósmico aún no tenía nombre.
John Archibald
Wheeler tenía 56 años y ya era uno de los más grandes físicos del siglo 20,
a la par de científicos como Albert Einstein y Niels Bohr.
Aquel día, mientras daba una conferencia, John
Wheeler seguía buscando un nombre para aquel fenómeno cósmico sobre el que se
estaban haciendo desconcertantes descubrimientos. Por entonces Wheeler rumiaba
el tema tendido en su cama, sumergido en la bañera, a bordo del coche y en cada
momento libre que tenía. Y no encontraba las palabras precisas. Por eso, en
medio de la conferencia, dijo que necesitaba una expresión breve que
describiera mejor lo que llamaba ‘objeto completamente colapsado
gravitatoriamente’.
-¿Qué tal ‘agujero negro’? -sugirió alguien del
público.
Y así fue.
También
los partidos políticos agotan su energía y colapsan
Los partidos políticos fueron grandes estrellas en
el firmamento de los asuntos públicos. Brillaban con luz propia. Pero su
reinado comenzó a menguar y su luz a debilitarse. Y comenzaron los problemas:
- Sectores importantes de la población pierden confianza en los partidos, los gobiernos, los políticos y hasta en la política misma
- Organizaciones de nuevo tipo, más horizontales y frescas, van ocupando espacios públicos relevantes
- Liderazgos extra-partidarios irrumpen en la vida política, y a veces con inusitado éxito
- Nuevas formas de comunicación desafían las fronteras partidarias
- Modalidades diferentes de participación política desbordan los límites organizativos de los partidos
- Aumenta la reticencia a participar en asambleas, mitines y reuniones políticas
- Los mecanismos tradicionales de comunicación que han sido tan amados por los partidos políticos se ven ahora amenazados: periódicos en papel, radio, televisión
- Amplios segmentos de la población se vuelcan hacia determinadas causas humanas con similar pasión a la que antes los involucraba en los partidos políticos
- La tecnología cambia por completo la vida cotidiana en todo el planeta
- Resultados electorales inesperados brotan como hongos por todas partes
- Cada vez es más complejo el trabajo de investigación de la opinión pública
- Y cada vez es más difícil comprender qué es lo que está sucediendo no solo en la política sino también en la sociedad en su conjunto
¿Acaso esta red de problemas constituye la fase
terminal en la declinación de los partidos políticos?
No.
De hecho en muchos lugares del mundo algunos partidos y algunos candidatos logran avances espectaculares que casi nadie logra entender.
Si ellos pueden superar este campo minado, ¿por qué no pueden hacerlo los demás?
Cuando
la política y la psicología están divorciadas
Un factor crucial en todo este panorama es la
psicología del ser humano.
Durante un largo tiempo los partidos políticos
comprendieron la psicología de los ciudadanos. Sabían cómo era su estilo de
vida, cómo se sentían, cómo pensaban, cómo actuaban, cómo preferían participar
en política y cómo preferían informarse. Sabían cómo votaban y cómo se
relacionaban entre sí y con los políticos.
Pero además los partidos sabían qué era lo qué
ignoraban acerca de los ciudadanos y de qué manera podían investigarlo. Y lo
hacían.
Esa comprensión de la psicología popular era una
pieza fundamental para convertirlos en las grandes estrellas que llegaban a
ser.
Pero la política y la psicología se fueron
divorciando.
La sociedad comenzó a cambiar de modo vertiginoso y
los partidos políticos no le pudieron seguir el ritmo.
La vida de las personas cambió.
No solo en lo exterior, en lo visible, en lo comportamental.
Cambió también en lo interior, en la manera peculiar de pensar y sentir. Cambió en la manera de relacionarse y cambió, por supuesto, en la toma de decisiones políticas.
Y los partidos políticos continúan, en gran medida,
trabajando con herramientas desarrolladas en la primera mitad del siglo pasado.
Ya sabes: no se puede cambiar lo que no se conoce.
Los resultados están a la vista de quien los quiera ver.
Psicología
política es el nombre que falta
Muchos partidos políticos se preguntan en qué están
fallando. ¿Por qué perdieron? ¿Por qué las personas prefieren a otros? Tienen
buenas ideas y buena gente, y se esfuerzan mucho durante largo tiempo. Pero
algo falta, hay una pieza cuya ausencia impide que se mueva el engranaje.
Psicología política es eso que falta.
Falta comprender cómo vive, piensa y siente la
gente de hoy. Falta comprender cuales son las mejores vías de comunicación.
Falta comprender cómo capturar la atención en un mundo fragmentado que nos
bombardea incesantemente con estímulos. Falta comprender cómo construir la
imagen de marca de un partido o de un candidato en tiempos tan fugaces. Falta
comprender cómo comunicarse con más profundidad en estos tiempos masivamente
solitarios. Falta comprender cómo liderar, cómo persuadir, cómo generar
confianza, cómo impulsar, cómo escuchar y cómo hacer política en tiempos
revueltos.
Falta psicología.
No para que Sigmund Freud se instale en las oficinas del partido.
No para que los votantes se recuesten sobre el diván.
Psicología para comprender.
Psicología para operar sobre la realidad.
Psicología política.
Si reaccionas, el agujero negro no se va a tragar a
tu partido. Si reaccionas, tu partido político tiene futuro.
Pero solo si reaccionas.
¿Tu partido está en problemas?
Estudia la psicología del público.
Y actúa en consecuencia.
¿Quieres comenzar?
No tienes que leer los escritos de Lacan, no temas. Comienza por mi Psicología Política 101. Y continúa por mi libro Introducción a la Psicología Política.
Evita que la falta de psicología se convierta en el
agujero negro que haga implosionar a tu partido.
El tiempo para la acción es ahora.
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