lunes, 2 de enero de 2017

DEBATE: LA GRAN REVOLUCIÓN RUSA, CIEN AÑOS





LA GRAN REVOLUCIÓN RUSA, CIEN AÑOS
(01 de enero de 2017)
Por Miguel Aragón

El historiador Antonio Zapata publicó en la edición del diario La República, del día 28 de diciembre, su artículo La Revolución rusa, cien años. Casi de inmediato, el día 29, Manuel Velásquez divulgó a través de varios grupos de correos, un comentario al artículo mencionado. A continuación, Gustavo Pérez Hinojosa por intermedio del grupo de correos foro centenario divulgó otro comentario. (Los tres textos se trascriben más abajo).

Si bien las tres opiniones se divulgaron en los últimos días del año 2016, tenemos que reconocer que su contenido será uno de los temas teóricos centrales del presente año 2017, año  que recién estamos comenzando. Estas opiniones auguran ya, para el movimiento socialista en el Perú, un buen comienzo y un año muy fructífero.

 Resaltando que este año 2017 “es el centenario de la Revolución rusa”, Zapata sugiere, oportuna y acertadamente,  que “Por ello, habrá ocasión para realizar un balance de la Unión Soviética y también para discutir las diversas interpretaciones de este proceso”.  

            Esta sugerencia e invitación de Zapata, utilizando las páginas de uno de los diarios de mayor difusión en el país, me parece que ha sido un gran acierto de parte suya, y desde ya aprovecho esta oportunidad para trasmitirle mis felicitaciones. Zapata reconoce que entre nosotros “hay diversas interpretaciones de este proceso”, y por eso propone discutirlas, a manera de un “balance de la Unión Soviética”. Propuesta muy acertada.

            Antonio Zapata, Manuel Velásquez y Gustavo Pérez H, son tres conocidos activistas del amplio y variado movimiento socialista en el Perú, y por eso mismo, forman parte de la columna vertebral del amplio y combativo  frente unido del pueblo peruano. Estas  primeras opiniones contribuyen al necesario e imprescindible  debate teórico en las filas del pueblo peruano.

            En pocas y apretadas líneas, Zapata plantea varios aspectos de ese gran acontecimiento histórico que es  la Gran Revolución Rusa, acontecimiento que marcó el inicio de una nueva época histórica en el desarrollo de la humanidad, la actual época contemporánea.      

            En la premura por aprovechar  los estrechos límites del   espacio periodístico disponible, Zapata ha escrito una frase, que yo considero poco afortunada, al anotar “Lenin es una figura olvidada, porque no sintoniza con las inquietudes contemporáneas en Occidente. Su anonimato corresponde al hundimiento sin pena ni gloria de la URSS”.

            Toda persona seria, más o menos informada de los aspectos fundamentales de la historia del siglo XX, reconocerá que la Gran Revolución Rusa fue el acontecimiento político más trascendente  de comienzos del siglo XX, y que las siete décadas de los inicios de la construcción del socialismo en la URSS son la epopeya social más grande de toda la historia de la humanidad, de esa lucha milenaria por transitar del larguísimo reino de la necesidad al futuro reino de la libertad. Entonces, resulta un absurdo afirmar, muy a la ligera, sobre un supuesto “hundimiento sin pena ni gloria de la URSS”.    

            Con el triunfo de la Gran Revolución Rusa comenzó una nueva época histórica en la evolución de la humanidad, comenzó la época del proletariado (diferente y superior a la época de la burguesía), comenzó la época de la dictadura del proletariado, comenzó la época del socialismo, en síntesis comenzó la actual época contemporánea. 

            Los pocos avances y los muchos retrocesos,  que se han sucedido en los primeros cien años de construcción de la nueva sociedad, no significan el “hundimiento del socialismo”, ni tampoco “una construcción fracasada”, sino que, vistos en perspectiva,  y apelando a un necesario criterio de relativismo histórico, podemos concluir que los estancamientos y retrocesos presentados en el desarrollo de la gran revolución rusa son  simples reveses temporales.

            Así como el descubrimiento de América en 1492 señaló el inicio de la época moderna, de la época de la burguesía; de manera similar, podemos afirmar que la Gran Revolución Rusa de 1917 señaló el inicio de la época contemporánea, de la época del proletariado. Y no hay necesidad de ser un erudito en historia, para entender  que los grandes avances de la burguesía en los primeros cien años de la época moderna (1492-1592), habiendo sido muy grandes, en términos relativos son insignificantes en comparación con los grandes logros del proletariado en los primeros cien años de la época contemporánea (1917-2017).

            La URSS implosionó hace veinticinco años. La implosión de la URSS en 1991, es una consecuencia directa de la bancarrota del estado burocrático militar en que degeneró el proyecto de estado socialista; y a su vez, la bancarrota de ese tipo de estado en la URSS, es una consecuencia directa de la obsolescencia del partido comunista en la URSS y en  el mundo entero.

En los partidos comunistas que se desarrollaron en el siglo XX, partidos formados en la escuela de la Internacional Comunista, la organización, la autoridad, y la disciplina proletarias, fueron suplantadas por la jerarquía, el autoritarismo y el caudillaje feudales. Las causas de los  reveses temporales en los inicios de la construcción del socialismo son muchas,  pero la principal causa fue detectada prontamente por José Carlos Mariátegui. En octubre de 1923, ante la nutrida concurrencia presente en las conferencias expuestas en la Universidad Popular Manuel Gonzáles Prada, Mariátegui afirmó “La dictadura del proletariado, no es una dictadura de partido sino una dictadura de clase, una dictadura de la clase trabajadora”. Pero la realidad de la URSS, desde los tiempos en que Lenin y Stalin ejercieron su dirección, fue que la dictadura del proletariado fue suplantada por la dictadura de un partido.

Los términos centrales de este  gran debate teórico ya están planteados. Saludo las recientes opiniones de Zapata, Velásquez y Pérez H. Espero que otras voces contribuyan a esta esclarecedora investigación. (A continuación trascribo las opiniones citadas más arriba).        
        
  

DOCUMENTO N°01: 

Artículo de Antonio Zapata, publicado en el diario La República, 28 de diciembre de 2016

La revolución rusa, cien años

Escribe: Antonio Zapata
 
El próximo año es el centenario de la Revolución rusa y de la fundación del primer Estado comunista. Por ello, habrá ocasión para realizar un balance de la Unión Soviética y también para discutir las diversas interpretaciones de este proceso. Pero considero preferible comenzar por una apreciación de la obra de su fundador, Vladimir Ilich Lenin.

Durante décadas gozó de inmenso prestigio y su tumba en la Plaza Roja era un ícono para medio mundo. Sin embargo, tras la caída del Muro de Berlín esa fama se evaporó. Desde entonces, Lenin es una figura olvidada, porque no sintoniza con las inquietudes contemporáneas en Occidente. Su anonimato corresponde al hundimiento sin pena ni gloria de la URSS.

A su favor se cuenta un gran talento, haber vencido desafiando las más extremas condiciones objetivas. Lo suyo fue el triunfo máximo de la voluntad. Cuando comenzó, sus partidarios eran un puñado y actuaban en el país más extenso del planeta, pero quince años después, había derrocado al zar y alcanzado el poder. A continuación, transformó la sociedad de un modo radical, desapareciendo a las antiguas elites para igualar la base social, fue un nivelador a marchas forzadas.

La base de su propuesta fue un partido disciplinado, compuesto por cuadros revolucionarios. El partido era centralizado por un periódico que marcaba la línea. A la vez, entendía la toma del poder como asalto al cielo. El castillo tenía las puertas cerradas, pero un grupo bien orientado podía escalar sus muros y acceder al trono.

Se impuso una tarea formidable y tuvo éxito. La Primera Guerra Mundial trastocó el orden tradicional y se derrumbaron los viejos imperios: alemán, austriaco y ruso. Era la coyuntura esperada por Lenin.

En ese momento, supo dar un giro puesto que los bolcheviques habían creído que la autocracia zarista sería sucedida por el capitalismo liberal y el socialismo solo llegaría cuando éste se hubiera agotado. Pero Lenin vio la ocasión para vencer simultáneamente a dos rivales: zarismo y liberalismo burgués. Efectivamente, el gobierno provisional ruso de orientación demo-liberal fue obligado por Inglaterra y Francia a seguir peleando contra Alemania. Por ello, se vino abajo y dio paso a la insurrección bolchevique.

A continuación, Lenin mostró a sus partidarios cómo comportarse desde el gobierno, una experiencia inédita para los marxistas de entonces. No se aferró a una línea, sino fue muy flexible, priorizando el firme manejo del Estado. En ocasiones viró a la derecha, concediendo derechos a la propiedad privada, como por ejemplo cuando estableció la política económica, llamada NEP.

En otras ocasiones fue duro, habiendo reprimido las protestas de los marineros del Kronsdat, que habían luchado por la revolución, pero luego quisieron derribar a los bolcheviques para ir más a la izquierda. Concesivo e inflexible a la vez, su meta era conservar el poder.

Lenin quiso fundar un nuevo tipo de Estado y adaptó la táctica a ese objetivo. Aunque su sueño pareció concluido tras la disolución de la URSS en 1991. Era el triunfo del neoliberalismo. Pero EEUU se enfrascó en constantes guerras que lo han desgastado sin obtener ninguna victoria concluyente: Irak, Afganistán, Siria, las drogas, etc. Ese desgaste viene siendo aprovechado por China, que se proyecta a la hegemonía internacional.

Aunque Trump llega para mantener ese puesto para EEUU, sucede que en China gobierna el PCCH, que se reclama heredero del marxismo leninismo. Hasta la muerte de Mao, el PCCH promovió el radicalismo a nivel mundial; a continuación, desde el retorno de Deng, viró a la derecha aceptando el dominio del mercado. Un pragmatismo a todo vapor para un partido comunista que lleva en el poder más de sesenta años: una lección de leninismo.

DOCUMENTO N°02:

Comentario de Manuel Velásquez, divulgado por el Grupo de correos foro centenario y otros, 29 de diciembre de 2016


El 29 de diciembre de 2016, 20:04, Manuel Alexis Velàsquez Rangel <librosunicornioazul@gmail.com> escribió:

Hoy, en el diario La República, en la pág. 5, en su columna Sucedió, el historiador peruano Antonio Zapata publica un artículo titulado "La Revolución Rusa, cien años " que quisiera comentar.

En el primer párrafo, el historiador dice: " El próximo año es el centenario de la Revolución rusa y de la fundación del primer Estado comunista".  A cualquier escritor se le podría tolerar el uso de la palabra comunista para designar al Estado soviético, pero a un historiador se le tiene que exigir rigor a la hora de elegir sus expresiones.

El concepto Estado comunista es una contradicción, puesto que en el comunismo  (fase superior del socialismo)  no existe ya Estado alguno, pues no existen clases sociales, ni política tal como la conocemos. Por ende, no existen ejércitos ni policías, ni jueces a quienes corromper o coimear.

Incluso en el socialismo (fase inferior del comunismo)  el Estado ya no es propiamente un Estado tal y como lo conocemos; pues no debe tener ejército permanente ni aparato burocrático. Sólo el pueblo en armas y la administración cada vez más tecnificada que hace obsoleta la burocracia.

Entonces, creo que la expresión correcta para designar al Estado surgido de la Revolución rusa es Estado socialista, o Estado soviético, y, también en última instancia, en forma vulgar, cuando no interesada, como Estado comunista.

La segunda observación que quisiera hacer al artículo mencionado es cuando afirma que: "Lenin es una figura olvidada, porque no sintoniza con las inquietudes contemporáneas en Occidente. Su anonimato corresponde al hundimiento sin pena ni gloria de la URSS".

La primera afirmación es opinable, pues habría que hacer una investigación a profundidad para saber el grado de popularidad de Lenin, incluso en los tiempos reaccionarios que corren. Pero la segunda afirmación si es verdaderamente cuestionable, pues decir que la URSS ha pasado desapercibida por el mundo es una tremenda injusticia histórica.

Prácticamente todo el siglo XX ha estado marcado por la impronta de la URSS y su liderazgo y lucha con los EEUU y sus aliados. Los aportes de la Unión Soviética en los deportes, en las ciencias, las letras, las artes en general, el nivel de vida de más de trescientos millones de habitantes, además de la ayuda a diferentes pueblos y naciones de la tierra, así como el sacrificio inaudito de más de veinte millones de personas para derrotar al más formidable enemigo de la humanidad que haya surgido de las entrañas del capitalismo como lo fue el fascismo alemán, italiano, español, etc., etc. es inaceptable que un historiador serio como es el peruano Antonio Zapata caiga en este grueso error. Estoy seguro que no es por falta de conocimientos o de formación, sino por esa incapacidad que tienen algunos intelectuales de entender y comprender, y sobre todo, de amar el Socialismo.

Lima, 28 de diciembre del 2016.
Manuel Velásquez Rangel.

DOCUMENTO N°03: 

Comentario de Gustavo Pérez Hinojosa, divulgado por el grupo de correos foro centenario, 30 de diciembre de 2016


El Viernes, 30 de diciembre, 2016 12:06:37, "g perezhinojosa gperezhinojosa@gmail.com [foro_centenario]" escribió:

Lamentablemente, creo que lo que señala Manuel en el compañero historiador Antonio Zapata, más que falta de rigor revela una tendencia dentro de lo que denominamos el movimiento socialista peruano: la cuestión del Estado, la experiencia y teoría leninistas y la experiencia misma de la Construcción Socialista de la URSS vienen siendo intencionadamente olvidadas o abiertamente denegadas.

Las nuevas generaciones de revolucionarios y de socialistas deberán recuperar las tesis originales desde Marx y Lenin en adelante. Ello implica un ajuste de cuentas con el abandono de la tesis del Estado-Comuna que Lenin señala que ya no es un Estado en el verdadero sentido de la palabra y que dio origen al Estado Soviético o Consejista y a la experiencia de los Comités de Defensa de la Revolución en Cuba, aún en la experiencia posterior de los "poderosos" Estados "Socialistas" dela URSS, China y Corea, por ejemplo.

La recuperación necesaria de la violencia revolucionaria leninista, que no es la tesis de omnipotencia de la violencia, en la Revolución Socialista, practica mente demostrada en los casos de la Revolución Rusa, la Revolución China, La Revolución China, la Revolución Cubana, etc y las experiencias negativas de Indonesia y Chile; que esconde la tesis socialdemócrata de la convivencia "participativa" socialista en los Estados burgueses "per eternitatem".

La Experiencia de la Construcción Socialista fracasada de la URSS aún con todos sus errores resulta de los más valiosos ejemplos de superación social colectiva de la humanidad.

Tal como señala Manuel, la derrota de la amenaza mundial del fascismo por esta naciente y joven Unión de Repúblicas siempre será una deuda abierta de toda la humanidad para con la URSS.

Por un nuevo año de lucha por la justicia económica y social y el socialismo!

Gustavo


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