viernes, 24 de febrero de 2017

EL ECLIPSE DE LOS GOBIERNOS DE INCLUSIÓN SOCIAL

 
Dr. Hugo SALINAS


Los gobiernos de inclusión social en América Latina están llegando a su fin. ¿A nunca más? No, volverán cubiertos de otro manto de santidad, mientras el Capitalismo siga reinando sobre la población mundial. Para entender la recurrencia de este fenómeno debemos comprender, primero, lo que es un gobierno de inclusión social y, luego, lo que realmente significa Capitalismo.

En estos últimos años, las mayorías desposeídas de América Latina confiaron su suerte en diferentes gobiernos de inclusión social. Los que más levantaron la esperanza de las gentes pisoteadas y exprimidas al extremo por el Capitalismo fueron los pueblos originarios del Abya Yala, que lograron constituir Estados Plurinacionales como los de Bolivia y Ecuador.

Una segunda forma de gobierno de inclusión social se denominó “socialismo del siglo XXI” en Venezuela, o “la gran transformación” en Perú. Una tercera forma de los gobiernos de inclusión social la tuvimos en el sindicalista de Brasil, populista de Argentina y socialista de Chile.

¿Cuál es el común denominador de todos estos gobiernos de inclusión social? Todos ellos se apoyan en el Presupuesto Público a fin de otorgar regalos, dádivas e ingresos monetarios que, por un lado, duran lo que dura el gobierno o la solvencia del Presupuesto Público y, por otro lado, desaparecen a medida que aumenta la insatisfacción de los pueblos sedientos de liberación, de reconocimiento de su identidad y del disfrute de la integralidad del resultado de su trabajo.

Y cosa curiosa, todos estos gobiernos de inclusión social tienen el respaldo tanto del FMI (Fondo Monetario Internacional)[i], del BM (Banco Mundial)[ii], como de la ONU[iii] (Organización de las Naciones Unidas), instituciones creadas por los países del Norte y sus grandes empresas multinacionales para extorsionar a los pueblos del Sur.

Y esta característica de los gobiernos de inclusión social confirma su naturaleza de “gobiernos defensores del Capitalismo”. Tienen membrete de “izquierda”, pero apoyan al gran Capital. Consciente o inconscientemente, estos gobiernos le permiten una vida tranquila a los expoliadores de millones de personas. ¿Por qué?

Porque ninguno de ellos atacó ni ataca al corazón del Capitalismo. ¿Y qué es Capitalismo, entonces?

Los ideólogos tanto del Capitalismo como del “izquierdismo” nos han mantenido, y nos mantienen aún, en una ignorancia total del conocimiento y manejo de los mecanismos de la actividad socio-económica. Los primeros, con un claro sentido de supremacía y supervivencia, mientras que los segundos lo hacen por una clara obediencia a las grandes corporaciones mundiales, a fin de obtener prebendas personales y de grupo.

Últimamente nos han hecho creer que los responsables de nuestros males son la globalización, la economía de mercado, las innovaciones tecnológicas, o los tratados internacionales. En realidad, estos son simplemente elementos de una forma precisa de trabajar para producir y comercializar bienes económicos. Esta forma de trabajar se instala en forma hegemónica, a nivel mundial, hace unos 4 siglos, y se le conoce muy generalmente como la economía industrial.

No hay nada de malo o perverso en esta forma de trabajar que tiene como elementos a la economía de mercado, a los intercambios en precios expresados en unidades monetarias, o en sus instituciones como los convenios internacionales. En el imperio del Capitalismo, ellos son utilizados como la correa de transmisión del verdadero mal. Su rol podría ser completamente diferente si la base socio-económica respondiera a un modelo alternativo al Capitalismo.

Esto nos está indicando que el agente nocivo, que crea el fenómeno del Capitalismo, se manifiesta  a través de los diferentes elementos de la economía industrial y de sus instituciones, sin que hasta la fecha hayamos podido identificarlo, visualizarlo. Y hay una razón para ello. Este agente nocivo es el resultado de una decisión de sociedad, invisible al ojo humano.

Y esta decisión perversa, y aceptada cotidianamente por todos los miembros de la comunidad, es la que, dentro del marco de una economía industrial, anima al Capitalismo. Es decir, el Capitalismo no es más que un cierto tipo de decisión de sociedad que se manifiesta a través de los elementos materiales de la economía industrial y de sus instituciones.

Y esta decisión de sociedad, raíz de los efectos perversos del Capitalismo tales como pobreza, desempleo, marginación y pérdida de identidad, se llama la Repartición Individualista del resultado de la actividad económica. Una forma de repartición que permite que, el 100%  del resultado de la actividad económica pertenezca, única y exclusivamente, a los que detienen el poder de la actividad económica a nivel local, nacional, regional y mundial.

Mientras persista este tipo de repartición del resultado del esfuerzo de todo un pueblo, no podremos resolver estos males de sociedad. No nos engañemos, la solución a nuestros males no se encuentra en la creación de un Estado Plurinacional, en la redacción de una nueva Constitución, o en la conformación de gobiernos de inclusión social.

No sigamos haciéndole el juego a los beneficiarios del Capitalismo que, en definitiva, como lo dijera Oxfam International[iv], no son más que ocho personas y que, en conjunto tienen una riqueza acumulada igual a la mitad de la población mundial. Es decir, 8 personas pesan, económicamente, como 3.6 mil millones de personas. Y son ellos los que manejan nuestras vidas a su regalado gusto. Otro mundo es posible.[v]

¡Basta de tanta ignorancia y oportunismo de nuestros dirigentes sociales, comunales, y políticos!


Lima, 22 de febrero del 2017



Hugo Salinas González
Facebook: hugosalinasgonzalez.581

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