16/02/2017
Sumando al debate propuesto por el compañero García
Linera.
1. Introducción
Se ha abierto el debate acerca de si la
Globalización ha muerto, si está viva, moribunda, incluso si es o no es.
Consideramos importante e imprescindible participar de este debate iniciado por
el compañero García Linera porque nos permite y obliga a tratar uno de
los temas de mayor centralidad y actualidad, y de alto impacto político
estratégico su comprensión y resolución. En este sentido haremos nuestras
reflexiones y consideraciones siempre desde el lugar del más profundo respeto
reconociendo en él no sólo su capacidad científico-académica para tratar el
tema sino, fundamentalmente su legitimidad política para llevarlo a cabo.
Este debate se abre justamente en un momento en que
la crisis estructural del capitalismo (que se manifiesta en un avance lento,
freno e incluso retroceso de las diferentes áreas del mundo en términos de
crecimiento de PBI y por ende, cierres de fábricas, crisis bursátiles,
disminución de los flujos de comercio, corridas cambiarias, fuga al oro,
aumentos flagrante de la pobreza y la indigencia, coeficiente de Gini
creciendo, aumento de la dinámica de las migraciones, pérdidas de calidad en el
empleo y desempleo crecientes) se profundiza hasta llegar a hacer visibles
opciones alternativas al sistema capitalista.
Estamos, en otras palabras, en una fase de
transición hacia otras formas de poder, valor y estado, que incluye incluso el
escenario de un post-capitalismo, cuyo tiempo de duración es difícil de estimar
y cuya alternativa aún está abierta. Una batalla entre las fracciones más
poderosas del capital financiero transnacional justo en el centro de poder del
capitalismo, EUA (Estados Unido de América –EUA-), que luego de la
batalla de Alepo pierde posibilidad de poder hacerlo escalar y exportarlo a
escenarios más complejos (China, Rusia, India, etc.), lo cual deja entrever que
el escenario real del conflicto puede situarse en los EUA, manifestándose
primero como una gran profundización de la crisis, como crisis político
institucional e incluso de enfrentamientos entre facciones armadas.
Los hechos político institucionales que abren este
debate son la victoria de Trump y del Brexit. Hechos que suceden en EUA y en
Gran Bretaña justamente y que irradian la desesperanza globalista y con ello la
esperanza en la “desglobalización”. Hechos que nos muestran triunfos
electorales de nacionalismos que claman por una reindustrialización nacional
(y/o trabajo nacional) de potencias imperiales que parecen ya no ser.
Nacionalismos que son observados y propagados como fascismo-nazismo por los
comunicadores pro-globalistas.
2. Crisis Global, Guerra Financiera y “Fascismo”.
El intento del capital financiero globalizante y
sus medios de comunicación dominantes (CNN/BBC/Euronews/Al Jazzera/Bloomberg,
etc) es estigmatizar a la alternativa industrialista nacionalista de Trump como
nacionalismo-fascista, para reivindicar el lugar de antifascistas para sí,
cuando “jueguen” a la corrida o crisis financiera. Crisis que ellos mismos
crearan y que presentarán como el resultado de tal nacionalismo fascista y nos
propondrán la opción que sólo un Estado Global podrá evitarla o corregirla. Los
globalistas aún están en posición de provocar la crisis financiera, con un
fuerte aumento en las tasas de interés a través de la Reserva Federal, que
hasta febrero de 2018 estará bajo su control.
En la crisis de los años treinta, con la lucha
también entre facciones imperialistas que llevan el crac de la bolsa de
valores de Nueva York y a la quiebra de muchas empresas, el liberalismo tocó
fondo, pues ya no servía más a la burguesía “expansionista”. Al fracasar, el
liberalismo fue sustituido por un proteccionismo de corte nacionalista en los
países centrales que se retrasaban en sus condiciones para dar el salto a la
nueva situación, escala y composición orgánica. Los que avanzaban se llamarón
el bando de los “Aliados”, “Democráticos”, y los que se retrasaban fueron
llamados “el Eje”, “Fascistas”. Crisis, división y lucha de poder que recorría
y fragmentaba a todos y cada uno de los países. No hay un solo país central o
metrópolis en la cual no encontremos la fractura del capital financiero
imperialista en estos dos “bandos”. La diferencia de a qué “bando” pertenecía
cada país se definió por la fracción de capital financiero que fue hegemónico.
Quedan por fuera de estos “bandos” de capital
financiero y su caracterización, los países dependientes, periféricos, semicoloniales,
coloniales o subdesarrollados. Los cuales fueron solo parte auxiliar,
subordinada y oscilante en estos “bandos” según las circunstancias centrales
del capital financiero. Y según los momentos en los cuales su posición de estar
alineado o neutral (lo cual implicaba un alineamiento) beneficiaba a cada
nación dependiente en su desarrollo con proyecto estratégico propio, lo cual
siempre se manifestó como un nacionalismo industrialista de país dependiente,
un nacionalismo industrialista popular antimperialista. Lo cual siempre los
enfrentó a ambos bandos del capital financiero.
En el “bando financiero del eje/fascista” formo
parte: Alemania, Francia, Italia, Japón, España, Portugal, etc. En estas se
construyó un poder estatal corporativo, burocratizado, militarizado,
autoritario y antidemocrático, que rechazaba el parlamentarismo, basado en el
mismo individualismo atomizador que caracterizaba al liberalismo económico y
que también caracteriza al neoliberalismo de mercado. En el “bando financiero
aliado/democrático” formó parte EUA, Gran Bretaña, Francia, Italia, España,
etc. Donde al igual que en los países del bando fascista se militarizo la
sociedad civil, se clausuró todo parlamentarismo, medios de comunicación y
movilizaciones sociales. Porque el enfrentamiento entre fracciones de
burguesías financieras al pasar de la guerra económica-financiera a la guerra
militar, conllevó la militarización de todas las sociedades civiles, la
clausura de todo liberalismo político formal en función de la acumulación
capitalista y en todas el Estado se centralizó en administrar esa acumulación.
El gran negocio capitalista, para los bandos en
pugna, fue la guerra misma, como motor de acumulación acelerada y en la batalla
militar solo se definió la fracción financiera ganadora. Esto permitió y obligó
siempre al despliegue en todos los gobiernos financieros en los países
centrales, de una política populista y corporativa. La burguesía financiera
capitalizaba mediante el “populismo”, las demandas sociales de inclusión corporativa
de la base social en un proyecto de Estado Corporativo (un estado
burocratizado-militarizado). La no exclusión de los elegidos de la nación
dependía de la no exclusión de la burguesía en la competencia internacional.
Solo en las naciones periferias dependientes, etc. los gobiernos tuvieron
espacios, aunque limitados, para desarrollar políticas populares que incluían
como actores políticos centrales a los pueblos y como objetivo desarrollar
soberanía política, económica, cultural, social y estratégica.
En el mundo actual, donde la crisis y una gran
depresión se manifiestan cada día más, el enfrentamiento entre las dos mayores
fracciones del capital financiero transnacional tiene lugar en un mismo país:
los EUA. Este conflicto se da de modo principal dentro de EUA y no entre
naciones. Aparece como un enfrentamiento entre EUA y China, lo que
principalmente sucede en EUA. A partir del proceso de globalización, la
fracción del capital financiero globalista en su avance procura crear e imponer
el Estado global, su forma Estado, que subordina a todas las naciones incluso a
los EUA. Para ese capital financiero global el mundo no solo ya dejó de tener
fronteras nacionales, sino que tampoco cuenta con ciudadanos, como sí era aún
el caso en los años treinta. El Estado global sin fronteras ni ciudadanos
consiste en las llamadas redes financieras globales, con su red de empresas
transnacionales (ETN´s) y cities financieras. Las fuerzas en pugna buscan hoy
estar por encima de todos los pueblos y de todas las naciones y quien
constituye un peligro real para el retorno del nazismo es el mismo capital
financiero globalizante.
Para una economía de mercado a ultranza, como la
globalización, sólo existimos y tenemos razón de existir en tanto que
intercambiemos nuestro (fuerza de) trabajo por dinero. En la visión
(neo)liberal, los derechos sociales y nuestra ciudadanía no se desprenden de
una visión que parta de la totalidad, sino que parecen nacer a partir del
intercambio y dentro de los límites de éste. En la visión neoliberal a
ultranza, el desempleado crónico y los excluidos tienden a perder todos los
derechos. Los derechos de ciudadano no se derivan del hecho de ser miembro de
una sociedad que se define a priori como nación o pueblo. Somos miembros
de la sociedad en tanto y en la medida en que participemos en el mercado (en
tanto somos pro-veedores de bienes y servicios, piezas y partes para ser
ensambladas por las ETN´s Globales).
A partir de esta visión, los derechos como
ciudadanos se crean y perecen dentro de los límites del mercado, y no surgen o
se pierden con base en el hecho de que seamos miembros de una nación, sociedad
o comunidad humana. Sólo somos y tenemos realmente derecho de existir en tanto
que intercambiemos nuestro (fuerza de) trabajo en el mercado. Aquella población
excluida que no intercambia su (fuerza de) trabajo en el mercado y se ve
privada de forma paulatina de todo derecho económico y social, pierde
ciudadanía. En un mundo donde no haya lugar para ciudadanos, los excluidos
constituyen una amenaza creciente para la totalidad y tienden a perder incluso
el derecho a la vida, o sea, son tendencialmente eliminables-exterminables. De
este modo la lógica neoliberal culmina, en su extremo, en una concepción
nazi/fascista.
Un gran dilema para el capital financiero
globalizado es que en un conflicto geopolítico entre intereses de fracciones de
capital financiero a nivel mundial difícilmente podrá prescindir de la
mediación política de estados con fronteras y primero que nada de la mediación
con el Estado norteamericano. Esta batalla se está dando en este momento y
podría conllevar a la profundización de la crisis no solo del proceso de
globalización, sino del sistema capitalista como tal. Todo proceso de crisis
estructural es un proceso complejo de luchas, confrontaciones y debates, en
donde una heterogeneidad de actores capitalistas que avanzan y se retrasan, van
dando el tono a la puja de intereses y que, además, en un momento generan
espacios de insurgencia para actores no-capitalistas.
Lo alentador es que surge una discusión acerca de
la sociedad en que vivimos y el lugar de los seres humanos en ella. Esta
reflexión es fundamental para dar respuestas reivindicativas ante la progresiva
exclusión. La exclusión significa pérdida de lugar y de identidad, y la crítica
a la misma puede conducir a la reivindicación de una sociedad con lugar para
todos. Ello implica cuestionar el sistema excluyente. Sin embargo, una crisis
de identidad no significa, a priori, una crisis de legitimación del sistema.
Puede también desarrollarse una posición crítica sobre la legitimidad de la
exclusión, sin que implique poner en duda la legitimidad del sistema. Lo
segundo suele anteceder a lo primero.
El peligro de reivindicar la legitimidad de la
inclusión sin cuestionar al sistema es que conduce rápidamente a una
"legitimación" de la exclusión del otro. Con ello no se enfrenta el
problema de la exclusión en su raíz. Más bien ocurre lo contrario. Al sustituir
una modalidad de exclusión vía el mecanismo del mercado, por otra vía, la
pertenencia o no a determinada nacionalidad, condición social, religión, raza,
género, cultura, etc., se deshumanizan aún más todavía las relaciones,
sociales. Los seres humanos no se solidarizan para reivindicar una sociedad
donde haya lugar para todos sino, por el contrario, se enfrentan los unos a los
otros para acaparar los cada vez más escasos lugares. Ante el miedo de perder
su lugar, pueden reclamar con fuerza creciente su inclusión, aunque sea a costa
de ciudadanos de otros países (inmigrantes, refugiados) religiones
(musulmanes), etc.
Al encaminarse hacia un mercado unificado con un
Estado global se debilita la identificación de los ciudadanos con este nuevo
espacio económico. La realidad para los ciudadanos es que el proceso de regionalización
(Unión Europea, NAFTA) y mundialización ha dado lugar a una formidable
concentración de capital y riqueza en pocas manos a costa de una exclusión
progresiva. El resultado de ello no es el desarrollo de una mayor
identificación con el mercado crecientemente abstracto (ser ciudadano se reduce
a ser consumidor de productos, servicios, espectáculos electorales, noticias
prefabricadas a menudo falsas, opiniones doctrinarias, etc.).
El resultado es más bien la identificación con una
comunidad más concreta, y más antigua (la nación o incluso la localidad) donde
en el pasado hubo más derechos económicos y sociales, y vida aparentemente más
digna, aunque los espacios objetivos para que triunfe el capital sobre la base
de ese retorno sean casi nulos. La regionalización y mundialización de la
economía así como la integración de bloques económicos (UE y NAFTA) conducen
así, de forma contradictoria, a tendencias nacionalistas y hasta separatistas
basadas en razones extraeconómicas. He aquí el motivo del éxito de Brexit y de
la victoria de Trump y la crisis consecuente para el capital financiero
globalizante. He aquí la tarea difícil de la administración Trump.
3. La globalización es el proceso de desarrollo
de una nueva forma de capital financiero (forma global o transnacional) que
emerge y lucha por imponerse frente a la forma dominante anterior, el capital
financiero multinacional. En un mundo donde el crecimiento y la tasa media de
beneficio tendía a la baja, en los años ochenta se desarrolló una fuerte
evolución de las IDE (Inversión Extranjera Directa) dentro de la Tríada (EUA,
Japón y Europa), orientada a fortalecer las posiciones de competencia de las
Multinacionales en el mundo. La guerra económica entre las Multinacionales se
desarrollaba a partir de este esquema para mejorar posiciones en el mercado
mundial restante, mediante IDE en el exterior.
El capital financiero multinacional entra en crisis
entre
1980-1991-2001, cuando emerge el proceso de flexibilización y deslocalización
de empresas transnacionales que salen de los países centrales y se localizan en
las economías emergentes; cuando va en profundidad la destrucción de
estructuras de la administración pública de las naciones bajo la consigna del
estado mínimo; cuando el poder en el gobierno cada vez más se desplaza de los
presidentes de gobierno electos a los presidentes de los bancos centrales
impuestos por las grandes bancas financieras globales en cada city financiera.
La globalización es un proceso que emerge como alternativa
capitalista al capitalismo multinacional de país central y que en esa lucha
abre una crisis estructural en el periodo de tiempo 1999-2001-2008. En la cual
aún estamos inmersos. La globalización es también un proceso de luchas
capitalistas financieras inter-imperialistas. La globalización es parte de la
crisis, es parte de la lucha que se observa como crisis. Es la parte que avanza
o sale hacia adelante en la lucha y crisis del capitalismo financiero.
3.1. Breve recorrido histórico del capital
financiero
El mercantilismo recorre un largo camino desde el siglo XV, fines de
1400, hasta mediados del siglo XIX, 1850, cuando se transforma en dominante el
capitalismo industrial, a partir del capital industrial, de la fábrica, de la
gran industria mecanizada, y en estado-nacional en Inglaterra subordinando a la
monarquía feudal, al estado-reino, a la producción feudal y mercantil. Habiendo
transitado el momento de los talleres manufactureros.
El estado-nacional que nace es un Estado nacional
de metrópolis enfrentado a las monarquías feudales y que desarrolla naciones
coloniales o semicoloniales. Constituye el régimen específicamente capitalista
de producción.
El capitalismo llega a ser dominante como modo de
producción cuando
desarrolla e impone una forma de capital industrial de gran industria
mecanizada. De ahí en adelante es capital industrial pero en su recorrido
subordinado a los modos feudales fue primero corporaciones artesanales feudales
y talleres manufactureros antes de poder ser gran industria mecanizada. En este
momento subordina al campo y lo redefine con el paso de los años como
producción agraria industrial. El campo era el terreno del poder de la
monarquía feudal y la ciudad industrial el del poder del capitalismo industrial
y lo agrario su extensión, así como la city financiera es la del capital
financiero global.
El capitalismo industrial se transforma en capital
financiero entre
1880-1890, crisis económica y 1era guerra mundial mediante, cuando el capital
industrial en su desarrollo absorbe al capital bancario y se transforma en
capital financiero, y transforma también a la fábrica en grupo económico
financiero (ggee). La transforma porque la unidad económica básica ya no es la
fábrica de la gran industria sino un grupo económico de fábricas diversificadas
en sectores de la actividad (producción para el consumo
industrial-ciencia-tecnología y producción para el consumo personal) y
diversificada en áreas dentro de cada sector. Esta centralización de la
conducción estratégica del capital y descentralización del mando operativo
caracteriza y define al capital financiero.
Porque por primera vez el capital, como capital
financiero, desarrolla un aparato administrativo estratégico privado que
disputa, confronta, provee y acuerda con la administración política pública de
cuadros y como políticas de estado. Y lo desarrolla porque ahora su
objetivo-terreno es el mundo y su política internacional de nación-estado
metrópolis a naciones colonias o semicolonias. El instrumento central es el
crédito y la relación de acreedor-a-deudor, donde el acreedor impone las
condiciones y el producto a través del financiamiento para el desarrollo de
industrias que van a producir en las colonias/ semicolonias lo que el acreedor
necesita como materia prima o piezas/partes.
El capital financiero internacional entra en crisis a en el período 1929-1940, se
manifiesta a partir de la guerra/crisis financiera de 1929 y posterior guerra
militar (1936-44), porque emerge y se desarrolla la corporación financiera
multinacional que da sustento al capitalismo financiero multinacional (como
forma avanzada de la época), que se impone volviéndose hegemónico en el
resultado de la segunda guerra mundial (1936-44). La corporación multinacional
se expresa en el estado multinacional de país central, con su casa matriz
central que hace al país central y sus empresas filiales en los países/naciones
dependientes/ periféricos/subdesarrollados.
Las filiales de la casa matriz coinciden en la
mayoría de los casos con las empresas más importantes y dinámicas en cada rama
de producción, que se desarrollaron en las semicolonias a partir de la relación
deudor/acreedor cuando era dominante el capital financiero internacional.
Ahora, el capital financiero multinacional impone el capitalismo multinacional
que tiene presencia directa y cuantitativa en cada nación, en las cámaras
empresarias, en los partidos políticos, etc.
El capital financiero multinacional entra en crisis
como vimos entre
1980-1991-2001, cuando emerge el proceso de flexibilización y deslocalización
de empresas transnacionales. La banca financiera global de este modo inicia la
subordinación real de lo nacional y continental por lo Global, re-denominándolo
como Local. Donde el par Global-Local caracteriza al desarrollo del capital
financiero global. Esto altera geográficamente la producción y realización de
valor/riqueza capitalista y comienzan a mostrarse diferenciales de crecimientos
de PBI y participaciones mundiales dando paso al llamado mundo emergente.
El capital financiero deslocaliza sus estructuras
estratégicas de los países centrales hacia el mundo, globalmente lo llama, de
modo que pone en crisis la escala del poder de las casas matrices en cada país
central, porque eleva la escala umbral de poder de multinacional a global. Pero
no solo deslocaliza su estructura económica, política y estratégica globalmente
también deslocaliza su estructura de producción en lo nacional/local cuando
hiper-especializa funciones-tareas laborales y de gerencia, cuando terceriza en
proveedores de bienes y servicios los que antes eran trabajadores formales en
áreas y secciones de la misma empresa.
El fenómeno de la deslocalización no debe opacar
sin embargo el descomunal proceso de desarrollo de las fuerzas productiva de
toda esta época. Pues aun observando el creciente peso de las denominadas
economías emergentes en la generación de la riqueza global, también puede verse
el crecimiento aunque relativamente menor de la riqueza en los llamados países
desarrollados, principalmente EUA. La crisis ahí no parece tanta consecuencia
de un proceso de destrucción de riqueza sino más bien de un importante
deterioro en la participación de la misma.
Es que el proceso de lenta pero profunda inserción
en de nuevas tecnologías, robótica, inteligencia artificial, etc., es decir
automatización creciente y ya no sólo de lo manual sino de la función
intelectual, (máquinas inteligentes) produce saltos enormes de productividad
que no se trasladan a salarios ni ingresos de las clases medias. Es un proceso
de rutinización extensa y profunda que precariza la condición de trabajo al
punto que, mientras la productividad en los 80 daba cuenta de la necesidad de
25 obreros industriales para generar un millón de dólares en mercancías, en
2016 sólo se necesitan 5 para el mismo resultado. Sin dudas este resultado se
explica en parte por la automatización creciente de la producción y en parte
por la tercerización. Pero este proceso que tiende a mostrar una participación
creciente en el PBI de las ex economías centrales de los “servicios” a la
producción también sufre un proceso de automatización. Un ejemplo es la
automatización de los servicios de transporte y logística. Es decir, ahí donde
había peso del ingreso asalariado (servicios) también comienza a ser erosionado
por el desarrollo tecnológico. Este aspecto estructural del funcionamiento de
capitalismo (con independencia de sus fases) es el que explica en todo caso la
tendencia a la caída de la tasa media de beneficio, la necesidad de los saltos
de escala ahorrando costos y con ello la deslocalización como mecanismo
auxiliar.
La empresa global se compone en un 10% de los
trabajadores formales de la gerencia y ensamble de bienes y servicios. El otro
90% lo componen trabajadores proveedores de bienes y servicios, donde algunos
tienen la función de gerenciar las unidades proveedoras y parecen pequeños
empresarios. Este fenómeno fue caracterizado como la “postmodernidad”, donde
los servicios pasan a explicar supuestamente en mayor proporción los PBI, hecho
que antes se denominaba el sector industrial. En realidad solo deja de
contabilizarse dentro de la unidad fábrica precisamente por la misma
tercerización.
Esto asume la forma de redes flexibles de
proveedores de bienes y servicios, informales para las plataformas capitalistas
globales de ensamble de bienes y servicios para la plataforma global de
producción y, de bienes y servicios para la plataforma global financiera (la
cultura del outsourcing).
El capital financiero global lucha por imponerse y
esta lucha se hace observable como crisis por primera vez en septiembre de 2001 con la caída
(implosión) de las Torres Gemelas del Centro del Comercio Financiero Global
(World Trade Center) de la City de Nueva York. La “caída” la producen los
intereses financieros multinacionales continentales, expresados directamente en
Washington en el poder político, en el poder judicial, en el poder financiero
multinacional, en el complejo industrial militar y en la policía federal.
La caída de los edificios del centro financiero
global es la respuesta militar-policial (durante el gobierno de Bush) al poder
financiero global por imponer la derogación de la ley Glass Steagall en 1999
(durante el gobierno Clinton), ley que bloqueaba desde 1934 la integración de
la banca comercial (legal) y la banca de inversión (ilegal, según la Ley Glass
Steagal) cuya conjunción constituye el capital financiero global. La derogación
de la Glass Steagal es el hecho central instituyente del capital financiero
global y sus fondos financieros de inversión global, paraísos financieros
fiscales y su red de cities financieras globales.
La segunda acción en contra del capital financiero
global vendrá en septiembre de 2008, cuando la suba de tasas de interés de la
Fed en manos de los Bush, abra paso a la crisis financiera de la hipotecas
basura y a la “caída” de la banca de inversión Lehman Brothers, que supone un
gran golpe al Citigroup (la primera gran banca global), y el ingreso a la gran
crisis financiera global en la cual aún nos encontramos.
En este camino histórico hemos tratado de recorrer la
crisis final del feudalismo en el siglo 15 (1400) y como en ello se
desarrollaban y fortalecían las primeras formas del mercantilismo o del
capitalismo mercantil. Desde aquellos momentos donde los mercaderes daban a los
trabajadores, en relación de dependencia servil personal (con sus señores de la
tierra), las materias primas para que estos elaboraban en sus casas (en el
tiempo que no trabajaban para el señor) que luego serían pagadas para poder venderlas
en sus rutas de mercadeo. Pasando por los talleres manufactureros donde se
concentraron por primera vez grandes masas de trabajadores manuales en las
ciudades que hizo la gran mediación y crisis del feudalismo que solo pudo
subordinar, sepultar la fábrica de la gran industria y con esto ahora si
imponer al capital industrial de la gran industria como modo y relación social
de producción dominante.
No hay capitalismo dominante hasta el capitalismo
industrial basado en la gran industria mecanizada como relación social de
producción y en la fábrica como unidad económica básica, categoría económica y
espacio específico donde modo, relación social y unidad económica básica se
constituyen y constituyen a los seres humanos como sujetos/actores de este modo
de ser.
La emergencia-insurgencia de un modo de producción:
el capitalismo industrial nacional, el nacionalismo industrial, el capital
industrial y el movimiento obrero industrial organizado presupone la fábrica
como unidad básica, la gran industria mecanizada como relación social del
capital y el capitalismo industrial como modo y estado.
La crisis del estado nación, del nacionalismo
industrialista, del capital industrial siempre impone un proceso de luchas y
negociaciones hasta que se impone un nuevo modo, relación y unidad económica.
Esto es válido también para el globalismo, para el capital financiero global y
su red de cities financieras.
El camino histórico recorrido por el capital
financiero tiene tres grandes etapas con sus crisis desde 1880: de 1880/90 a 1929/39; de
1945/1950 a 1990/2001; de 2006/08 a >>>. El Estado nación metrópolis
de los grupos económicos financieros, el estado nacional de país central de la
corporación financiera multinacional; el estado global de la red financiera
global en proceso de crisis financiera, económica, militar e institucional. El
globalismo financiero ha constituido su unidad económica: la red financiera
global, su relación social de producción: el capital financiero global y su
modo de producción: capitalismo financiero global. Pero no lo ha instituido
política y estratégicamente. No lo ha vuelto hegemónico aun. La crisis global,
el proceso de la crisis y su profundidad estructural expresan eso.
¿La conducción del proceso de la crisis/lucha en el
proceso de la revolución política por parte del globalismo financiero se ha
debilitado a partir de que insurge el universalismo multipolar Brics/Humanismo
ecuménico-interreligioso en 2013-2014 y, de la reacción anti-globalista de los
elites nacionales del Brexit y de Trump? Sí es así, es claro. ¿El globalismo
pasa por una crisis de conducción del proceso general? Sí también es así. ¿Qué
aparece como alternativa? El Nacionalismo industrialista de EUA, el
Continentalismo financiero de país central y los Universalismos multipolares no
financieros.
3.2. ¿Hacia los universalismos multipolares no
financieros?
En lo que concierne a Pekín, Trump asesto un duro
golpe al globalista Acuerdo Transpacífico al ponerle fin a la participación
estadounidense, el cual había sido concebido en contra el contra del proyecto
de la China multipolar, pero incluía a las Transnacionales Globales
localizadas en la China Globalista. Además, Trump tuvo conversaciones con Xi
Jimping acerca de la posible adhesión de Washington al Banco Asiático de
Inversión en Infraestructura (Asian Infraestructure Investment Bank o
AIIB). Si Estados Unidos se suma a esa institución, estaría
aceptando no solo cooperar con la China multipolar –en vez de oponerse
a ella– y ambos países podrían participar en el establecimiento
de dos «rutas de la seda». Lo anterior es señal clara
hacia los universalismos no financieros lo cual haría contraproducentes las
guerras del Donbass y de Siria.
En el mismo camino resolver el conflicto ucraniano,
pieza clave y cuña del globalismo contra la Rusia multipolar, es un dato
central la movida de Trump para debilitar la posición del presidente Petro
Porochenko, cuando recibió en la Casa Blanca a la jefa de la oposición,
Yulia Tymochenko, antes de aceptar una llamada telefónica del presidente
Porochenko. Se suma a esto, el inició de acciones comunes con Rusia en
Siria e Irak.
En el plano financiero, en EUA Trump profundiza la
confrotación contra el globalismo financiero a iniciar ya
el desmantelamiento de la ley Dodd-Frank, que a partir la crisis
de 2008 evito la quiebra abrupta de los grandes bancos estadounidenses
–en aplicación de la línea política llamada «too big to fail»
y los fortaleció por todos los medios, a partir de la política de la reserva
federal de emisión sin respaldo, denominada “Flexibilización Cuantitativa” que
les presto blones de dólares, a una tasa del 0% y estatizo sus deudas, creando
la gran burbuja financiera que supera a la que estallo en 2008 en más del 500%.
A pesar de algunos aspectos positivos
–su texto consta de 2 300 páginas–, la ley Dodd-Frank
instituye un tutelaje del Departamento del Tesoro sobre los bancos,
lo cual evidentemente frena el desarrollo de proceso por el cual la
confrontación entre bancas financieras producen ganadores y perderos,
vencedores y vencidos. Profundizando esta línea Trump parece disponerse también
a reinstaurar la separación entre los bancos de depósitos, comerciales, y los
bancos de inversiones, instrumento esencial de la gran banca global en las
sombras, mediante el restablecimiento de la Glass-Steagall Act
(Ibid).
Hecho que significaría un serio golpe al globalismo
financiero y por expresa que se profundiza la lucha entre capitales financieros
en distintos planos. A esto se suma los cambios ya producidos en los
departamentos de defensa y seguridad, y particularmente los cambios en los
organismos internacionales relevando a piezas claves del globalismo financiero.
Esto da a entender que en Washington ha comenzado
una “guerra a muerte” con el capital financiero globalizado.
4. Nacionalismo, Continentalismo y
Globalismo/Universalismo
La llamada “crisis del globalismo” o
“desglobalización” se
observa y plantea por muchos intelectuales a partir de que los actores e
intereses globalistas pierden el control de Gran Bretaña y la City de Londres y
por lo tanto, de la capacidad de influencia sobre la Unión Europea (UE). Este
proceso se inicia con la pérdida del referéndum por la permanencia o no en la
UE de Gran Bretaña, donde gana el Brexit, la salida de la UE. Hecho que se
expresa en una diferencia de menos del 2% y que se explica por el voto de los
obreros blancos industriales del norte de Inglaterra y la decisión de la Corona
Británica de apoyar el Brexit.
El otro hecho es la perdida por parte del
Globalismo Financiero de la city financiera de Nueva York (Wall Street), del
control e influencia sobre el gobierno de los EUA con el triunfo de Donald
Trump, aunque momentáneamente mantiene el control de la política monetaria de
la Reserva Federal.
Estos dos hechos marcan y delimitan el inicio del
debate acerca de la globalización/desglobalización. Pero la llegada de Trump al
gobierno de EEUU, observado por sus decisiones de gobierno, muestran una
política que expresa una orientación hacia un nacionalismo industrialista
anti-oligarquía financiera global (contra China y salida de los TPP) y
anti-oligarquía financiera Continentalista (contra México y salida del TLCAN).
Un nacionalismo industrialista que plantea la relocalización de las inversiones
industriales en EUA y salida de los países emergentes. La reversión del proceso
iniciado en 1991-94.
Una política industrialista que rememora a aquella
que se desarrolló durante la segunda guerra mundial, en la cual EUA participó
como gran proveedor de bienes industriales haciendo saltar en escala su proceso
de industrialización hasta diciembre de 1942 y que solo ingreso a la guerra
directa cuando esta estaba definida por el agotamiento de ambos bandos, que
dejo a EUA como el gran vencedor de Occidente, que le permitió subordinar a
Gran Bretaña e imponer el dólar como moneda dominante en su órbita. EUA sale de
la segunda guerra mundial, que fue el modo de resolver la crisis/guerra
financiera de 1929, como la gran potencia capitalista imperialista y se planta
como un nacionalismo industrialista expansivo imperialista. Que era, como fue
planteado en su tiempo, un Continentalismo imperialista enfrentado al
Continentalismo soviético.
Los EE.UU de Trump tienen muy grandes obstáculos
para que pueda hacer realidad su plan de nacionalismo industrialista
antioligárquico financiero, lo cual plantea la realidad de la profundización de
la lucha y crisis económica como lucha y crisis institucional política.
Incluso cuando el presidente de China, Xi Jinping,
en Davos se yergue como la personificación del globalismo, es decir, de todos
los globalismos en general y del globalismo multipolar no financiero en
particular, porque en las economías emergentes conviven en 2017, en especial en
el Asia-pacifico, las transnacionales financieras globales y las grannacionales
universales. Todo lo cual marca que la escala del umbral de poder mundial es el
Universalismo/Globalismo. La escala nos muestra cual es la magnitud de poder en
la cual se produce/realiza poder/valor. Es el espacio más probable que triunfe
a partir del conflicto interno entre las dos fracciones de capital financiero
que se agudiza con el proyecto de un nacionalismo industrialista de Trump.
Hoy parece no haber margen para el poder de un
nacionalismo industrialista, en el límite sí podría haberlo para un
continentalismo militarista norteamericano, solo por el poder militar del
complejo industrial militar y su amenaza de guerra termonuclear. Depender de
este único instrumento de poder no le da status de muy probable. El nacionalismo
industrialista tampoco podría ser contenido/subsumido por el continentalismo
financiero militarista porque el primero necesita negar toda posibilidad de su
despliegue como tal, pues lo fragmentaria.
El nacionalismo industrialista antioligárquico solo
podría ser contenido/subsumido por el universalismo multipolar industrialista
de los BRICS y del Humanismo ecuménico-interreligioso. Porque su desarrollo es
necesario para este, lo que no podría desarrollar es ser su motor y país
central. En la misma situación se encuentra Alemania, Francia y la UE. Esta
posición tiene historia y base social en EUA en aquellos que siguen a Thomas
Jefferson, y su lucha contra el imperialismo británico, y a F.D.Roosevelt, y su
ley Glass Steagall contra la banca financiera angloamericana en la Reserva
Federal.
4. Estamos ante un momento crucial en la historia.
Nos encontramos en una situación donde las fisuras
del globalismo neoliberal se hacen cada vez más evidentes y la “inseguridad”
acerca de la estabilidad del sistema capitalista como tal crece. En un mundo
donde no solo caben cada vez menos ciudadanos, sino también importantes
fracciones de capital financiero dentro de los propios EUA como nación
hegemónica quedan excluidas, pueden desembocar en un proceso de desgaste del
propio proceso de globalización e incluso del capitalismo como sistema. Tarde o
temprano el rumbo de la economía tiende a reorientarse hacia una re-regulación
económica a nivel mundial.
En el marco de un mundo multipolar no hay
subordinación de unas naciones por otras ni la subsunción de todas a un Estado
global. Si Rusia y China reivindican a ultranza algo para un mundo multipolar,
es precisamente la soberanía nacional. El papa Francisco reivindica a nivel
espiritual el respeto de cada religión por la otra y la convivencia ecuménica
entre las mismas. Las dos concepciones se refuerzan. No vemos que el proceso de
acumulación de capital tenga larga vida a partir del mundo multipolar cuando
apuestan con la ´Nueva Ruta de Seda´, a una especie de proyecto desarrollista
productivo a escala mundial desde las periferias. Es una salida al menos
temporal donde hay lugar para todos los capitales, hasta el capital de los EUA
y con Trump podrían entrar.
La gran pregunta que nos hacemos es si una vez
concluidas las grandes obras de infraestructura en EUA y con la Ruta de Seda,
si estas inversiones encadenan o no un próximo ciclo de reproducción del
capital. Nosotros creemos que el escenario más probable es que no-encadenarán,
como hemos señalado en nuestro libro “Geopolítica de la Crisis Económica
Mundial”. De ser así la transición hacia el post-capitalismo estaría en
proceso.
Los cambios de fondo nunca se procesan en períodos
de calma sino en
medio de tempestades que ponen todo patas arriba. La elección de Donald
Trump es una de las insubordinaciones políticas más espectaculares que, en
conjunto con el Brexit y otros menos llamativos, expresan la profundización de
la crisis e impulsan al colapso de la hegemonía neoliberal. Aun cuando difieren
en ideología y objetivos, esos motines populares electorales comparten un
blanco común: rechazan la globalización de las grandes corporaciones globales,
el neoliberalismo y el establishment político que los respalda. Sus votos son
una respuesta a la crisis estructural de esta forma de capitalismo, crisis que
quedó expuesta por primera vez con el cuasi colapso del orden financiero global
en 2008. Sin embargo, uno de los más importantes problemas que enfrenta la
lucha emancipadora en las últimas décadas es la subordinación de los
movimientos anti-sistémicos al capital financiero globalista.
La victoria de Trump no es solamente una revuelta
contra las finanzas globales. Lo que sus votantes rechazaron no fue el
neoliberalismo sin más, sino también el neoliberalismo progresista (o
progresismo neoliberal). En palabras de la feminista Nancy Fraser “el
neoliberalismo progresista es una alianza de las corrientes dominantes de los
nuevos movimientos sociales (feminismo, antirracismo, multiculturalismo y
derechos LGBTQ) por un lado y, por el otro, el más alto nivel de sectores de
negocios “simbólicos” y de servicios globales (Wall Street, Silicon Valley y
Hollywood)”. En esta alianza, las fuerzas progresistas se han unido
efectivamente con las fuerzas del capital financiero globalizado. Ideales como
la diversidad y el “empoderamiento”, que en principio podrían servir a
diferentes propósitos, ahora dan lustre a políticas que han resultado
devastadoras para la industria manufacturera y para lo que antes era la clase
media (Nancy Fraser, Trump o el fin del neoliberalismo progresista,
Rebelión, 23 de enero de 2017).
El neoliberalismo progresista se desarrolló en los
EEUU durante
estas tres últimas décadas y fue ratificado por el triunfo electoral de Bill
Clinton en 1992. Clinton fue el principal organizador y abanderado de los
“Nuevos Demócratas”, el equivalente estadounidense del “Nuevo Laborismo” de
Tony Blair. Clinton y los Nuevos Demócratas tienen una pesada responsabilidad
en el debilitamiento de las organizaciones sindicales, en el declive de los
salarios reales, en el aumento de la precariedad laboral y en el auge de las
familias con dos ingresos, que vino a substituir al difunto salario familiar.
Cubrieron el asalto a la seguridad social con un barniz de carisma
emancipatorio, tomado prestado de los nuevos movimientos sociales.
Clinton fue el principal organizador y abanderado
de los “Nuevos Demócratas”, el equivalente estadounidense del “Nuevo Laborismo”
de Tony Blair. Clinton tiene una pesada responsabilidad en el debilitamiento de
las organizaciones sindicales y sus dirigentes, en el declive de los salarios
reales, en el aumento de la precariedad laboral y en el auge de las familias
con dos ingresos que vino a substituir al difunto salario familiar. Cubrieron
el asalto a la seguridad social con un barniz de carisma emancipatorio, tomado
prestado de los “nuevos movimientos sociales”.
Al identificar “progreso” con meritocracia
-en lugar de igualdad-, se equiparaba la “emancipación” con el ascenso
de una pequeña elite de mujeres, minorías y gays “con talento” en la jerarquía
empresarial basada en la noción de "quien-gana-se-queda-con-todo"
(validando la jerarquía en lugar de abolirla). Esa noción liberal e
individualista del ´ser progresivo´ (´homo oeconómicus´ del siglo XXI) fue reemplazando
gradualmente a la noción emancipadora, anticapitalista, abarcadora,
anti-jerárquica, igualitaria y sensible al concepto de clase social que había
florecido en los años 60 y 70. El resultado fue un “neoliberalismo
progresista”, amalgama de truncados ideales de emancipación y formas letales de
financiarización. Ante sus ojos, las feministas y Wall Street eran aves de un
mismo plumaje, perfectamente unidas en la persona de Hillary Clinton (Ibid).
Quienes necesitan la estabilidad son precisamente las elites de los
movimientos, incrustadas en el poder, desde donde pretenden evitar que la
opresión las afecte en un camino de salvación individualista.
La rabia de Wall Street y de las plataformas de
comunicación del sistema es que la victoria de Trump deja a la ´alianza entre
emancipación y financierización´ en estado de máxima debilidad, por eso su
empeño en movilizar a los jóvenes para evitar fracturas. Para los de abajo, la
llegada de Trump al gobierno de la mayor potencia del mundo, es síntoma de descomposición
del sistema que nos afecta como los latigazos de una tormenta. Es en medio del
caos sistémico que nos planteamos cómo nos empeñamos en construir lo nuevo, con
todos los riesgos que eso implica, pero con la voluntad intacta (Raúl Zibechi, La
oportunidad Trump, Rebelión, 10 de febrero de 2017).
Concluyendo, el globalismo financiero imperial está
en un momento de crisis, que es lucha y confrontación estructural. No ha muerto y la lucha
interimperialista que forjó y desarrolla contra el continentalismo financiero
con base en EUA y el TLCAN, sigue su curso bajo otras condiciones, formas y
modos. El relato ideológico del neoliberalismo y el neoprogresismo globalista
ha sufrido un duro golpe, al haberse mellado su halo determinista de neo-destino
manifiesto global. No ha muerto, pero ha perdido toda su potencia discursiva
virginal de “tercera vía”. Seguramente hará todo un gran intento por retornar
con aureolas remozadas. La historia no se repite, salvo como farsa, la crisis
actual debate su superación a veces bajo la forma de reacción.
http://www.alainet.org/es/articulo/183580
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