Entrevista a Manuel Casal Lodeiro
10/03/2017 | Miguel Fuentes
La Izquierda ante el Colapso
Entrevista a Manuel Casal Lodeiro
[Pongo a disposición de los movimientos sociales
esta entrevista al investigador gallego Manuel Casal Lodeiro, autor del libro
La Izquierda ante el Colapso de la Civilización Industrial. Apuntes para un
debate urgente.
Discutiendo la posibilidad de un colapso cercano de
la civilización industrial, tema no sólo escasamente tratado por la izquierda
tradicional, sino que además virtualmente ignorado en el campo de las luchas de
los trabajadores, Manuel Casal nos introduce en una serie de debates de vital
importancia de cara a la situación en la cual se encontraría actualmente el
sistema capitalista.
Aunque rechazando la necesidad de la construcción
de partidos revolucionarios para la toma del poder y la conquista de un Estado
obrero, así como también diluyendo la necesidad de la expropiación de la
burguesía internacional, pasos esenciales para prepararnos ante un posible
escenario de colapso en el futuro próximo, las reflexiones de este escritor
constituyen una sugerente invitación a un necesario (y ciertamente apremiante)
debate al interior de las organizaciones de izquierda.
¿Qué es el cénit del petróleo y por qué se
relacionaría a un posible colapso civilizatorio? ¿Cuál es el papel del cambio
climático en este último? ¿En qué consiste el decrecimiento? ¿Cómo podemos
prepararnos ante un escenario de colapso? Estas son algunas de las preguntas
ante las cuales Casal Lodeiro nos entrega sus puntos de vista y nos advierte:
debemos actuar ahora… antes de que sea demasiado tarde.
M.F.]
¿Cuál es el nombre de tu reciente libro, que
temáticas trata?
El título completo es “La izquierda ante el colapso
de la civilización industrial. Apuntes para un debate urgente” y aborda la
cuestión, crítica en este momento histórico, de hasta qué punto las izquierdas
están reaccionando como deberían, o no, ante la situación de colapso
civilizatorio en la que nos estamos adentrando. Es un trabajo que intenta dar un
paso más allá de las obras de divulgación que explican por qué se está
produciendo dicho colapso, y que intenta promover el debate urgente para pasar
ya a la acción desde la política y desde los movimientos sociales.
¿Que significa para ti el término de colapso?
Esta es una cuestión terminológica importante que
dejo clara desde las primeras páginas del libro, para que no quepa duda y
sepamos de qué hablamos exactamente. Siguiendo al antropólogo Joseph Tainter,
una autoridad mundial en la cuestión de los colapsos civilizatorios en la
Historia, defino el colapso simplemente como una reducción brusca en el nivel
de complejidad de una sociedad. Es decir, si nuestra sociedad, que es la más
compleja de la historia humana, pierde su complejidad en un periodo breve —en
términos históricos— de tiempo, entonces estamos en un proceso que denominamos
“colapso”. Es decir, no tiene por qué ser un sinónimo de “apocalipsis”, sino
una mera simplificación rápida de la sociedad a todos los niveles. Ni siquiera
tiene que significar necesariamente una enorme tragedia a nivel social. De
hecho, algunos queremos ver en él una oportunidad única en la historia, para
realizar una revolución hacia una sociedad más justa y libre.
¿Por qué nuestra sociedad se dirige hacia el
colapso?
Existen toda una serie de factores causantes de
este colapso, que se realimentan entre sí y hacen difícil percibir el colapso,
sobre todo porque este no es, como nos ha pintado Hollywood, un momento
puntual, sino un proceso por etapas y que, para mayor dificultad de percepción,
no se da simultáneamente en todos los lugares ni en todas las capas sociales.
Entre todos esos factores considero que el declive energético causado por la
llegada del petróleo a su nivel de extracción máxima (lo que llamamos el cénit
del petróleo) y posterior declive, es uno de los que primero ha disparado el
comienzo del proceso del colapso. No en vano nuestra sociedad depende en un
grado increíble de esta fuente de energía tan especial (en sectores como el
trasporte la dependencia es próxima al 100%). De hecho, la llamada “crisis
económica” de 2007-2008 se considera que vino causada por el pico de precios
del barril que se dio en esa época a consecuencia del cénit del petróleo
convencional, lo que de acuerdo a la propia Agencia Internacional de la Energía
se produjo en 2006. Esto no quita que haya otros factores adicionales
gravísimos que están empujando hacia el colapso, a ritmos diferentes, como el
caos climático, que en realidad no es sino la otra cara de la moneda del mismo
problema histórico: la quema desaforada de los combustibles fósiles en busca
del crecimiento permanente de la economía industrial y capitalista.
Figura 1. Consumo Energético y Crecimiento
Poblacional /1
¿Es posible evitar el colapso, o bien es
inevitable? ¿En que te basas para afirmarlo?
El colapso no lo podremos evitar en la medida en
que no podremos paliar el descenso de energía disponible a partir del cénit de
los combustibles fósiles. Es decir: si tenemos cada vez menos energía, no
podremos mantener la complejidad social, pues su nivel es función directa de la
disponibilidad (del flujo) de energía. Pensar que las energías renovables van a
ser escaladas a tiempo y en la medida suficiente para cubrir la falta de petróleo
es un autoengaño muy peligroso. Este tipo de energías hoy día apenas
representan una fracción ínfima del consumo de energía global y presentan
limitaciones enormes no sólo técnicas, sino que además de materiales, de
inversión, etc., las cuales hacen muy dudoso que se puedan ampliar al ritmo
necesario como para suplir al petróleo y las otras energías fósiles. Y el
uranio también es un material finito, sometido a su propio cénit, aparte de lo
delirante que pueda ser la apuesta por la energía nuclear por otros motivos.
Hay científicos que han analizado muy bien todos estos límites, como Antonio
Turiel, los cuales nos dan un baño de realismo muy necesario en este ámbito
como para comprender que, si bien es obvio que las sociedades futuras van a ser
“100% renovables” (porque ya no habrá otras), sería inviable pensar que puedan
llegar a serlo con los niveles de consumo energético actuales. Tendremos que
reducir nuestro consumo en torno a un 80-90% en los países más consumidores
(los más industrializados) para poder sostenernos con la energía renovable, que
será la única que nos quede en unas pocas décadas. Y eso es un colapso en toda
regla, tal y como lo he definido anteriormente. Ahora bien, lo que está en
juego es si hacemos esa reducción de consumo y complejidad de forma ordenada,
de forma caótica, o bien dirigida por unas élites que sólo mirarán su propia
supervivencia a costa de lo que sea. Aquí es donde cabe hablar de políticas y
de qué piensa hacer la izquierda con el colapso, cómo lo piensa “gestionar”.
Figura 2. Curva de Hubbert (Cénit del Petróleo) /2
Figura 3. Colapso productivo cercano /3
¿Cómo se relaciona el problema del agotamiento de
los recursos fósiles y el cambio climático?
Como te decía antes, son problemas inseparables. Si
hemos lanzado a la atmósfera tal cantidad de carbono es porque lo estamos
quemando para alimentar la maquinaria mundial del crecimiento industrial,
dirigido por la lógica capitalista de la acumulación de plusvalías y por el
perverso mecanismo de creación de dinero en forma de deuda que nos obliga a
crecer para poder devolver los préstamos más los intereses. Llegados al punto
del agotamiento (o “declive”) de recursos como el petróleo, esto tiene un
componente aún más grave, que es que se tenderá a quemar —para sustituirlo en
algunos usos— más carbón (que emite aún más carbono a la atmósfera por unidad
de energía) y más petróleos no convencionales (o pseudo-petróleos), con el
resultado de acelerar el caos climático. A mí y a otros investigadores y
divulgadores no nos gusta llamarlo “cambio” porque da la impresión de que
simplemente pasaremos de un nivel estable a otro, también estable, sólo que más
cálido. Pero no es así: estamos desestabilizando el sistema climático de tal
manera que sólo podemos llamarlo “caos”, esto al punto de que aquel tardará
miles de años en alcanzar de nuevo un estado más o menos estable. Algo también
interesante es que abordar el problema climático permite abordar al mismo
tiempo la necesidad de aprender a vivir sin petróleo. Es decir, debido al
cambio climático tenemos que abandonar el petróleo y realizar profundas y
rápidas trasformaciones sociales, y esto debido a su propio agotamiento
también. En realidad, deberíamos parar las emisiones totalmente y ahora mismo,
y eso obligaría a reformular radicalmente nuestras sociedades para vivir de
manera menos compleja y menos consumidora, muchísimo menos consumidora. Así que
ambas caras de la moneda nos empujan al mismo tipo de políticas, aunque quizás
con ciertos matices y ritmos diferentes según dónde pongamos el énfasis, si en
las consecuencias del caos climático, o en las derivadas del agotamiento
energético.
Figura 4. Los actuales niveles de CO2 son los más
altos desde la aparición de la humanidad /4
¿Pueden superarse los problemas que mencionas en el
marco de una sociedad capitalista?
Claramente no, en mi opinión. Y este es uno de los
principales puntos de debate en los ámbitos de investigación y políticos ahora
mismo. Considero que el capitalismo sólo sabe crecer, lo lleva inscrito en su
ADN. Necesita crecer para generar las plusvalías y para acumular de este modo
más y más capital. Y así ha sido históricamente, incluso antes de su etapa
industrial. Por tanto, si el crecimiento económico es función del consumo de
energía (y esto está sobradamente demostrado ya que existe una enorme
correlación entre dichos ámbitos, siendo aquello de la “desmaterialización” de
la economía nada más que una trampa contable), entonces en un contexto de
contracción de disponibilidad energética sólo cabe decrecer y, por tanto, el
capitalismo descarrila. Pero ¡ojo!, porque no podemos concluir que la
desaparición del capitalismo (o su “mutación”, como la llamo en mi libro)
traiga consigo automáticamente un sistema socialista, porque no es así. De
hecho, lo que puede suceder al capitalismo puede ser aún peor. Y creo que
estamos comenzando a ver algunas pistas de cómo esa trasformación ya está
sucediendo, desembocando quizás en un sistema neo-feudal o de tipo nazi que
mantendrá un control férreo de los recursos para la “salvación” de una minoría,
de unos países a costa de la destrucción de otros, de unas clases sociales a
costa de la dominación (ya no “explotación”) de otras. Esto es algo que la
izquierda en general creo que no está comprendiendo, y me parece un fallo de
análisis gravísimo. Las llamadas “democracias” actuales no se pueden sostener
cuando falla la energía, el crecimiento y el pacto social que dicho crecimiento
ha permitido entre la clase capitalista y el resto de la sociedad, y sólo cabe
o derivar hacia auténticas democracias (socialistas o anarquistas, o ambas
cosas) o hacia auténticas dictaduras. Ya estamos viendo que la clase media está
desapareciendo, siendo esto un síntoma de un tipo de polarización social que
nos retrotrae a las primeras épocas del capitalismo. Temo que, aunque el pasado
es imposible que regrese de la misma forma, vamos a ver emerger muchas
brutalidades que creíamos que nunca volverían.
¿Es posible detener el colapso, por ejemplo
mediante el desarrollo de algún tipo de respuesta social autónoma?
Detenerlo no lo veo factible. Ahora sólo cabe, como
dice Luis González Reyes, aprender a “navegar en aguas bravas”, evitando chocar
contra las rocas, pero sin pretender determinar ni el rumbo de la balsa ni su
velocidad. Cabe, como decía Dennis Meadows al cumplirse los cuarenta años del
informe de “Los límites del crecimiento” publicado por el Club de Roma,
abandonar el imposible objetivo de la “sostenibilidad” y cambiarlo urgentemente
por la construcción de “resiliencia”, es decir, de la capacidad de resistir el
gran golpe que se nos viene encima. Aquí sí que cabe la posibilidad de crear
resiliencia y prepararnos a nivel social, de manera autónoma o bien coordinada
con las administraciones públicas que vayan tomando conciencia de la gravedad
del problema, esto para intentar minimizar el sufrimiento social. Porque si
algo nos traerá claramente el colapso de la industrialización será la vuelta a
un modo de vida más local, tanto en lo social como en lo económico, en la
cultura, etc. Es decir, la mundialización sólo ha sido posible gracias a un
petróleo abundante y barato y eso se está acabando. En la medida en que
tendremos, por necesidad, que volver más a buscar la satisfacción de nuestras
necesidades en nuestro entorno inmediato (en nuestro barrio, en nuestro pueblo,
etc.) tendremos la oportunidad de ser más determinantes con nuestra acción
local. Esto no quiere decir que haya que abandonar, claro está, la acción a
nivel nacional o internacional, porque sólo desde esos niveles se puede luchar
de manera efectiva contra ciertos aspectos muy graves de este colapso
(conflictos bélicos por los últimos recursos, caos climático, etc.), y es por
ello que hablo en el libro de las “estrategias duales”, es decir, de actuar al
mismo tiempo desde la base social, y desde las instituciones estatales.
¿Crees que la Revolución Social, tal como se
entendió en el siglo XX, puede ser una herramienta ya sea para frenar el
colapso, o bien para prepararnos para resistir el derrumbe?
No sé si tal como se entendió entonces, porque las
cosas han cambiado mucho, y ahora estamos en un contexto social y demográfico,
y de recursos muy diferente. Pero sí que se pueden y deben rescatar sus
elementos fundamentales, adaptados a los tiempos que nos ha tocado vivir, y
convertirlos en motor de esa resistencia, de esa “resiliencia” social de la que
hablaba. La izquierda debe perder el miedo a rescatar un discurso
revolucionario y anti-sistema, porque ya vemos que la extrema derecha no se
está moderando precisamente y está ganándole un terreno que históricamente le
correspondería cubrir a la izquierda. Y, desde el otro lado, también
movimientos sociales muy meritorios como las Transition Towns deberían perder
el miedo a posicionarse políticamente, y ahí creo que por ejemplo apuestas más
decididas que unen construcción local de resiliencia con revolución social,
como la llamada Revolución Integral promovida inicialmente desde algunos
colectivos catalanes, o la Vía de la Simplicidad del australiano Ted Trainer, o
incluso el conocido movimiento por el Decrecimiento, son mucho más acertadas.
No lo dudemos: en la medida en que seamos capaces de articular modos de vivir
sin capitalismo y sin Estado (como proponen estos movimientos), estaremos
siendo más “resilientes” y estaremos más preparados para resistir el colapso y
para ayudar a otros a resistir. Hay que construir botes salvavidas para huir de
este Titanic que se hunde ya sin remedio, por utilizar una recurrida metáfora.
Figura 5. Consumo energético, izquierda mundial y
colapso /5.
¿Es necesaria una política anti-capitalista que se
plantee la expropiación de la burguesía y la toma del poder de los
trabajadores, esto como un paso necesario para enfrentar un escenario de
colapso?
Hay muchos aspectos en tu pregunta, algunos de los
cuales creo que deben ser pensados de manera reposada y con perspectiva
crítica. Aunque claramente necesitamos reconocernos como anticapitalistas, ya
que el capitalismo es el que nos ha llevado hasta aquí e intentar salvarlo o
reformarlo sería la peor idea que podríamos tener en estos momentos. Quizás
otro concepto sería el de “pos-capitalistas”, pues este término da por
entendido que el capitalismo tiene fecha de caducidad y queremos ser proactivos
construyendo lo que vendrá después. No tengo claro, sin embargo, que eso
implique necesariamente la expropiación de la burguesía y la abolición de la
propiedad privada. Está claro que se deben priorizar las necesidades sociales
por encima del lucro, y que eso implica poner a la democracia por encima del
mercado. Y que todo el mundo deberá tener cubiertas sus necesidades, en mi
opinión por medio de una reforma agraria que permita el usufructo de un pedazo
de tierra suficiente para todos. Por tanto, los medios de producción sí que
deben estar en manos de las personas, así como la determinación de qué recursos
se destinan a qué fines (democracia económica, primacía de la política). Por
otro lado, la figura de la “Dictadura del proletariado” no me parece interesante.
En primer lugar, porque reniego de cualquier forma de “dictadura” y, por otro,
porque el proletariado (tal como se entiende desde la Revolución Industrial) no
me parece el actor clave en esta revolución de la que hablamos. Esto lo explico
en la primera parte del libro en donde intento desmontar algunos lugares
comunes de la izquierda, y el papel de la clase obrera es uno de ellos. Fíjate
que, si pensamos que la civilización industrial va a desaparecer, la clase
trabajadora, o más bien el propio trabajo tal y como lo entendemos
modernamente, siendo hijo de la industrialización, lo más lógico es que
desaparezca con ella. ¿Cuál es el sujeto revolucionario, entonces? Yo hablaría
del pueblo, en general, o de las clases desposeídas, o de los excluidos del
sistema, lo cual abarca desde los campesinos sin tierra hasta los urbanitas sin
empleo, pasando por millones de personas migrantes, etc. Somos “los que les
sobramos”, según aquello que ya anticipaba el “Informe Lugano”, de Susan
George.
Figura 6. Estrategias de Izquierda y Colapso (a).
¿Piensas que la Izquierda está discutiendo estos
problemas, o bien integrándolos en sus respectivos programas?
Esta es la cuestión clave en estos momentos. Aunque
en mi libro menciono algunos “pasos en la buena dirección”, creo que en
general, salvo contadas excepciones, el debate no se está produciendo. Con
todo, percibo que el momento histórico comienza a abrir por fin la posibilidad
de que se discutan estas cuestiones, y cosas tan simples como esta entrevista o
una presentación de un libro en el lugar adecuado, en un momento adecuado,
puede permitir que las personas con conciencia del colapso y corazón de
izquierda se activen en sus organizaciones y pongan la cuestión sobre la mesa.
Esto está ya sucediendo en España con los partidarios del Decrecimiento y el
Ecologismo Social. Mi modesta contribución puede servirles de herramienta para
abrir las grietas en el discurso y prácticas anquilosadas en sus partidos,
sindicatos, etc., esta para que se comience e perder el miedo a abordar la
cuestión en sus verdaderos términos. Ya vemos que la extrema derecha está
empezando a canalizar la frustración histórica producida por el amargo
despertar de la sociedad de su sueño del progreso perpetuo, y algunas voces
desde la izquierda están comenzando a gritar indignadas: “¡Deben ser nuestros
valores los que canalicen esa frustración con objetivos de emancipación!”.
Veremos si el debate logra cuajar a tiempo para evitar las peores consecuencias
de la deriva actual hacia un colapso caótico o dirigido por el poder
capitalista.
Figura 7. Estrategias de Izquierda y Colapso (b).
¿En el caso de las Izquierdas que se reivindican
como marxistas y anti-capitalistas radicales: por ejemplo las organizaciones de
cuño leninista, trotskysta o anarquista, piensas que este problema está siendo
discutido con la importancia que merece?
No, creo que no. Quizás en estas izquierdas es
donde más cueste, al menos en las marxistas. Y no porque no haya elementos en
el propio Marx y en pensadores posteriores que permitan articular esto que
llamamos “ecosocialismo”, y que sería el fundamento teórico desde el cual
pensar, desde el marxismo, la respuesta ante la presente emergencia histórica,
sino quizás porque existen además toda una serie de barreras no sólo
ideológicas, sino que también culturales o incluso mentales, tal como apunto en
“La izquierda ante el colapso...”, que son tremendamente difíciles de superar.
Quizás en este sentido le costaría menos a la izquierda libertaria asumir el
cambio necesario, aunque en su caso no logran superar la barrera de su
anti-estatalismo, que sería —en mi opinión— necesario dejar aparcado como
sucedió en España durante la Guerra Civil, esto para permitir poner en marcha,
con su importantísima participación, el tipo de “estrategias duales” que
mencioné anteriormente. Por eso reclamo en el libro la reconciliación de las
ramas marxista y bakunista, es decir, que la excepcionalidad del momento
histórico actual ponga fin al divorcio producido en la I Internacional. No
podemos permitirnos la división cuando nos enfrentamos a una tragedia potencial
de dimensiones planetarias.
En el caso de Chile ninguna organización de
izquierda está discutiendo estos problemas: esto ya sea en el ámbito del
llamado reformismo, o bien en el caso de las organizaciones anti-capitalistas:
por ejemplo los grupos anarquistas que toman como referente a la ex presidente
de la FECH Melissa Sepúlveda, o bien el PTR a nivel estudiantil. Una muestra de
esto es que una perspectiva de colapso ni siquiera ha sido integrada en sus
reflexiones ¿Que piensas de esto?
No conozco el caso chileno, pero creo que es un
problema a nivel internacional. En general la socialdemocracia, o sea, la
izquierda reformista, debe comprender que esa vía está agotada, debiendo además
abandonar las ideas keynesianas como inviables en un contexto de fin del
crecimiento económico. Por otro lado, las izquierdas más radicales o
revolucionarias, deberían repensar tanto los plazos como los objetivos de su
revolución, o incluso sus actores principales, esto a la luz de la situación de
colapso que —no lo perdamos de vista— ya ha comenzado. Espero que mi libro
pueda aportarles alguna perspectiva de interés y, sobre todo, que acudiendo a
las referencias de autores que aporto (pues no pretendo ser más que un
divulgador de las ideas de quienes saben más que yo y han pensado estos
problemas antes), se pueda nutrir también en Chile y en toda América el debate
necesario. Cada país tiene su ritmo dentro de este colapso, y también sus
organizaciones tienen sus ritmos y sus bagajes históricos desde los cuales
partir. Precisamente creo que desde Europa debemos mirar para el resto del
mundo en la búsqueda de referentes de otras maneras de concebir la izquierda, y
también a nuestro propio pasado, recuperando así mucho de la tradición
histórica de las izquierdas. Así que espero que pronto en Chile tengamos
referentes de un debate avanzado que nos realimenten nuestros propios debates
en Europa y en otros lugares. Creo que es importante que los divulgadores
sociales y científicos con una perspectiva más clara de la situación tengáis
reuniones con estas organizaciones para compartir materiales para la reflexión,
y un diálogo constructivo para promover su trasformación en esas “izquierdas
post-industriales” que reclamamos. Mi libro plantea incluso un abanico de
estrategias diferentes que podrían seguir, una serie de maneras diferentes de
adaptarse.
¿Como puede la izquierda revolucionaria comenzar a
discutir estos problemas, y prepararse para enfrentarlos?
Como te apuntaba en la respuesta anterior, los
primeros pasos pueden darse en reuniones internas con finalidad pedagógica y de
conocimiento mutuo. Por ejemplo en España están funcionando bastante bien
estrategias puestas en marcha por colectivos sociales conscientes del problema,
que están realizando ciclos formativos con activistas de base y, desde ahí,
teniendo ya un diagnóstico compartido de la situación, promueven posteriormente
candidaturas municipalistas para empezar a construir resiliencia en el nivel
local, donde es más fácil. Dentro de lo que llamamos “estrategias duales”, esto
se está combinando con otras organizaciones que tienen acceso a las cúpulas de
los partidos para promover que se den pasos más allá de la mera firma de
manifiestos anti-neokeynesianos como fue el Manifiesto “Última Llamada” en
2014, y que de una vez incorporen medidas por un decrecimiento controlado y a
la altura de la emergencia histórica, aquello tanto en sus programas como en
sus discursos. Y no es tan difícil, en realidad: una reciente investigación
realizada en la Universidad Autónoma de Barcelona apuntaba a que más de un
tercio de la población española está dispuesta a renunciar al crecimiento
económico si eso es necesario para lograr ser sostenibles. Creo que esto
desmiente muchos de los temores que nos expresan los partidos de izquierda con
representación parlamentaria que cuando les explicamos la situación, la
comienzan a comprender, pero se bloquean diciéndonos: “¡No podemos decirle esto
a la gente!” Bien, pues la extrema derecha está diciendo cosas aún más
chocantes, que además son falseadas, y está triunfando. ¿A qué espera la
izquierda? Tienen ahí la verdad mostrada por la ciencia, tienen a una población
más dispuesta de lo que creen a un discurso radical (y sobre todo, que sea
sincero)... ¿Qué más quieren?
¿Donde es posible conseguir tu libro?
El libro está ya disponible en numerosas librerías
del Estado español, en algunas de diversos países americanos, y también se
puede adquirir por Internet desde cualquier lugar del mundo. Algunos fragmentos
de la versión original (en gallego) también se pueden leer libremente en
Internet. Toda la información sobre el libro la hemos reunido en el web http://esquerda.colapso.info.
Espero que sea útil para todo el mundo que se acerque a la obra y que sirva
como herramienta para poner en marcha este debate tan urgente y necesario.
30/3/2015
Miguel Fuentes, Lic. en
Arqueología e Historiador / Investigador de Doctorado en Arqueología (UCL –
Inglaterra).
Coordinador de la Pagina Grupo de Seguimiento de la
Crisis Climática Mundial
Notas:
1/ Véspera de Nada, 2013 (Facilitado por Manuel
Casal).
2/ Ídem.
3/ Is Global Collapse Imminent? An Updated Comparison
of The Limits to Growth with Historical Data? (2014).
4/ NASA
5/ La izquierda ante el colapso de la civilización
industrial. Apuntes para un debate urgente (Facilitado por Manual Casal).
6/ Ídem.
7/ Ídem.
- See more at:
http://www.vientosur.info/spip.php?article12334#sthash.ygpU35sG.dpuf
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