06/03/2017
El 8 de marzo de 1917, cien años atrás, 130.000
trabajadoras rusas, reclamando por sus derechos en las calles de Petrogrado,
desencadenaron el derrumbe final de la monarquía rusa y el avance definitivo
del proceso revolucionario que el 12 tomó el poder bajo formas de la democracia
burguesa para desembocar el 7 de noviembre en el ascenso al poder por parte de
los bolcheviques liderados por Vladimir Ilich Ulianov (Lenin).
Días antes, el 2 de marzo, el zar Nikolái
Alexsándrovich Romanov (Nicolás II), mientras viajaba en tren, había sido
secuestrado por revolucionarios y obligado a abdicar en favor de su hermano
Miguel quién no asumió, planteándose una situación anárquica hasta que el 12,
en el marco de los reclamos, cuyo punto central fue la marcha de las mujeres,
asumió un gobierno provisional cuyo máximo exponente fue el socialdemócrata
Alexandr Fiódorovich Kérenski.
No casualmente Lenin, cuya esposa Nadezhda
Konstantinovna (Nadia) Krúpskaya, figura clave del Partido Comunista (PC) de
Rusia encabezara la marcha, dijese: “La experiencia de todo movimiento de
liberación ha demostrado que el éxito de una revolución depende del grado de
participación de la mujer”.
Tres años antes, el 8 de marzo de 1914, Krúpskaya,
había lanzado la revista “Rabotnitsa” (mujer que trabaja), clausurada a los
pocos números por el gobierno zarista, junto con otras revolucionarias como la
francesa Elisabeth Inés Stéphane de Herbenville (rusificada como Inessa
Fyodorovna Armand); la hermana de Lenin, Anna Ilyinichna Yelizarova Ulyanova;
Lyudmila Nikolaevna Sbl; la verdadera impulsora de la publicación, Konkordia
Nikolaevna Somoilova; y Praskovia Frantsevna Kudelli.
También jugó un rol decisivo Aléxandra Mijáilovna
Kollontai, la gran marxista y feminista rusa, única integrante de la conducción
del PC que impulsaba la toma del Palacio de Invierno y la destitución del
gobierno de la revolución burguesa hasta que tras el regreso de Lenin a Rusia
éste se sumó a la postura de Kollontai, con sus “Tesis de abril”, y entre ambos
consiguieron modificar la posición del Comité Central donde habían predominado
las posturas de Lev Borisovich Rosenfeld (Kámenev) y de Iósif Vissariónovich
Dzhugashvili (Stalin).
Kollontai fue la primera mujer en la historia
mundial de ocupar el cargo de embajadora, desempeñándose en Noruega, Suecia y
México, sucesivamente.
La llegada a la marcha por “Pan y arenques” del 8
de marzo de 1917, para el diario oficial “Pravda” del PC, dio lugar al “día de
la Revolución Rusa y el primero de la Tercera Internacional. Un gran día para
las trabajadoras del mundo. ¡Gloria a la mujer!. ¡Gloria a la Internacional!.
¡Gloria a la Gran Revolución Rusa!”.
Los reclamos de las mujeres rusas se basaban en una
larga historia de estratos como que hasta 1885 no pudieron trabajar sin la
autorización de sus maridos; en un 50 por ciento eran analfabetas,
desempeñándose como campesinas y obreras; registraban un 30% de mortalidad
infantil; sus jornadas laborales oscilaban entre las 14 y las 16 horas;
normalmente eran alojadas en salas dormitorios para mujeres solas; no existía
la licencia por parto, con el agravante de que hasta 1890 eran multadas por
ello por sus patrones hasta que en 1912 se les otorgaron seis semanas de
licencia post parto pero sin sueldo; y sus remuneraciones respecto de los
hombres eran considerablemente menores; 22% en la industria textil y 59% en la
metalúrgica.
En 1914 las mujeres representaban el 26,6% de los
obreros fabriles, cifra que trepó abruptamente con la Gran Guerra, luego
llamada Primera Guerra Mundial, ya que los hombres eran enrolados en las
fuerzas armadas, y así los planteles de las rabotnitsas llegaron a constituir
el 43,4% en 1917, llegando en algunos rubros a constituir dos tercios, siendo
los varones el tercio restante.
Organizadora del “Primer Congreso de la Mujer
Trabajadora de toda Rusia”, en 1918 y autora de su “Autobiografía de una mujer
sexualmente emancipada y otros textos sobre el amor”, “El origen feminista de
la Revolución de Octubre”, “La nueva mujer” y “El amor en la sociedad
comunista” y demás escritos, Kollontai fue la punta de lanza de la Revolución
Bolchevique del 7 de noviembre cuando, tras impulsar los reclamos contra el
gobierno zarista, también cargó contra su sucesor de la socialdemocracia de
Kerenski reclamando reivindicaciones como la “soldatki”, un subsidio social que
debían recibir las esposas de los soldados enviados a la guerra contra Alemania
y, así, desde la marcha del 8 de marzo, pasando por su insistencia solitaria
inicial en la conducción del PC, se llegó a la jornada de la “Revolución de
Octubre”, llamada así por el entonces vigente calendario juliano, cuando Lenin,
pacíficamente, logró que los guardas del Palacio de Invierno, sede del
gobierno, le cediesen el control del mismo y desde allí la generación de un
poder que llegó a controlar una tercera parte del planeta.
- Fernando Del Corro es periodista, historiador,
docente en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos
Aires.
http://www.alainet.org/es/articulo/183915
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