18/05/17
El fujimorismo y sus aliados están planteando los
términos del escenario político pos huaico y de la administración de la crisis
Lava Jato. Una concurrencia de distintos intereses que terminaría en una
especie de cohabitación entre Fuerza Popular y PPK.
Por un lado, las élites del poder económico piden
un acuerdo entre fujimorismo y oficialismo en defensa del sistema económico
nacido del golpe del 92 y consagrado en la Constitución del 93 (Estado
subsidiario, contratos ley y recursos naturales propiedad de los
concesionarios). Este es el interés que genera más consenso en el campo de las
derechas, porque además implica política exterior pro Washington y anti
Venezuela.
De otro lado se encuentran Alberto y Kenji
Fujimori, cuyo objetivo es la libertad del primero. El reo quiere salir de la
Diroes para dirigir al fujimorismo lo que genera varias contradicciones. La más
importante y notoria es la que tiene con Keiko. Un indulto del padre
debilitaría la viabilidad de una tercera candidatura de la hija. Primero,
porque un cuasi cogobierno fujimorismo-PPK o la sola imagen de un acuerdo,
despinta la oposición de censuras ministeriales que plantea Keiko de cara al
2021. De hecho, para ella lo mejor hubiera sido vacar a PPK y adelantar las
elecciones. Ese escenario fue posible antes de los huaicos, pero la lógica de
la reconstrucción lo diluyó. Segundo, porque una vez el padre afuera, nada
asegura que la hija mantenga el consenso para postular en la interna
fujimorista.
El pleito en la familia es real y se expresa
orgánicamente a través de albertistas y keikistas. Aunque en este momento ambas
facciones acuerden censurar uno o dos ministros más, el canje planteado por el
albertismo, implicará que tras el indulto no haya más censuras, ni mucho menos
vacancia.
Si bien, en las filas del gobierno el principal
opositor a un pacto con indulto es el propio premier Zavala; hay varios
operadores del ppkausismo que consideran que es la única manera de tener
gobernabilidad, así y PPK tenga que agachar la cabeza.
El otro interesado en este negocio es Alan García,
alias AG, que agrega la dosis de impunidad para completar la fórmula. No por
gusto afirma que PPK también tendría responsabilidad en Lava Jato por haber
sido ministro de Alejandro Toledo. Sin embargo, se trata de la operación más
compleja de lograr en toda la componenda.
Finalmente, el posible pacto de cogobierno-defensa
del sistema-impunidad que se cocina, supone aplastar cualquier expresión
política de izquierda. Pero en ese campo parecen no tomar nota. Además de todos
los pleitos inútiles, los pocos debates giran en torno al registro electoral y
al 2018. Como si la coyuntura no existiera. Como si su propia sobrevivencia no
dependiera de lo que se juega hoy. Organizar la defensiva ante la aplanadora
que se viene (los audios de Lynch y Adrianzén son el botón de muestra) para
proyectar luego una ofensiva, supone claridad y convergencia, pero creo que eso
son solo buenos deseos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario