El
Espectador
26-06-2017
Para el
intelectual estadounidense, los ciudadanos de a pie tienen un lugar clave en la
construcción del futuro. Le asusta que no se le preste la debida atención a la
posición de Trump frente al cambio climático.
El mundo arde. Atentados terroristas siembran el
temor a diestra y siniestra. No sólo los países europeos sienten el rigor de la
violencia irracional, sino que, en los territorios alejados de las cámaras,
como en África, el fuego consume las esperanzas de democracia y fraternidad que
se tenían con el cambio de siglo. Por supuesto, el terror en algunos casos
es capitalizado políticamente por los sectores más recalcitrantes de la
sociedad para llegar al poder. Dispuestos a defender sus privilegios, el
miedo se ha convertido en una herramienta eficaz. El resurgimiento de la
xenofobia, la fuerza de los movimientos antisemitas y neonazis amenazan a
quienes aman, creen y piensan diferente. Frente a estos retos, el pensador
Noam Chomsky habla de la necesidad de dejar los lugares de confort para
construir un futuro decente, pero sobre todo pensar en el medio ambiente como
un tema político apremiante. “Los efectos del calentamiento global pronto
podrían ser más meridianamente evidentes de lo que ya son. Sólo en Bangladesh,
se espera que diez millones de campesinos de las llanuras bajas tengan que
marcharse en los años venideros por el aumento del nivel del mar y un clima más
severo, lo cual generaría una crisis migratoria que haría que la actual parezca
insignificante”, resalta Chomsky en su libro ¿Quién domina el mundo?
Noam Chomsky nació en Filadelfia el 7 de diciembre
de 1928. Desde sus primeros años como profesor tomó nombre por renovar la
lingüística y ser una figura visible de intelectuales que se oponían a la
Guerra de Vietnam. La mayor parte de su trabajo lo ha realizado en el
Instituto Tecnológico de Massachusetts, uno de los centros de pensamiento
más importantes del Norte Global. Con versatilidad ha tratado temas como la
religión, la política internacional, la ciencia y el deporte. También ha sido
un crítico acérrimo de los medios de comunicación, como evidencia su libro Los
guardianes de la libertad, junto a Edward S. Herman, en el que
confronta las líneas editoriales y la forma en que los principales diarios de
Estados Unidos cubrieron conflictos bélicos dependiendo de los intereses
económicos. A pesar de su avanzada edad, continúa colaborando activamente con
los movimientos sociales de campesinos, estudiantes y trabajadores. El
Espectador lo consultó para conocer su opinión frente a la coyuntura
política y social que atraviesa el mundo.
¿Qué tan peligroso es el resurgimiento del
nacionalismo alrededor del mundo?
Muy desafortunado por la forma que está tomando:
una alineación de nosotros contra ellos. Si el nacionalismo es una forma de
reforzar un sentido de comunidad e identidad cultural, puede ser inofensivo o
incluso benigno. Pero no es así cuando es expresión de hostilidad, miedo y
amenaza. La historia de esa forma de nacionalismo tiene un registro de horror
que no necesita ser revisada.
Frente a este escenario de caos, muchos se
preguntan qué sucederá con el Estado, teniendo en cuenta la globalización que
tiene lugar al mismo tiempo que la xenofobia...
Actualmente, en las principales sociedades, el
poder privado y el poder estatal están estrechamente vinculados. En Estados
Unidos, el Estado más poderoso de la historia, las concentraciones de poder privado
han tenido durante mucho tiempo una influencia abrumadora en las elecciones y
la formulación de políticas, mientras que al mismo tiempo dependen del Estado
para sostener su poder y alcance global. Para mencionar sólo uno de
innumerables ejemplos, un estudio del FMI encontró que las ganancias de los
principales bancos estadounidenses derivan casi por completo de las ventajas
que les proporciona la política implícita de subsidio gubernamental llamada
“demasiado grande como para caer”.
¿Por qué el miedo desempeña un papel tan importante
en la política de hoy?
Hay muchas razones, pero una significativa es el
impacto de 30 años de políticas neoliberales. Esto ha llevado al
empobrecimiento de la gran mayoría de la población, mientras que la riqueza se
ha concentrado impresionantemente en un pequeño grupo y la democracia ha
decaído.
Denos un ejemplo práctico...
Estados Unidos, 2007, en la cúspide del milagro
neoliberal antes de la crisis, los salarios ajustados según la inflación para
trabajadores sin empleados a cargo fueron inferiores a los de 1979, cuando el
experimento estaba empezando. Esto fue un cambio dramático desde el período de
crecimiento históricamente sin precedentes de los años 50 y 60, que también fue
relativamente igualitario. El impacto en América Latina fue mucho más severo
antes de que las políticas fueran finalmente eliminadas, en parte, en años
recientes.
¿Qué pueden hacer los ciudadanos comunes, que
tienen su trabajo, deudas, una vida y una familia para cuidar en este nuevo
orden mundial?
Su tarea es cambiar este nuevo orden mundial, y de
manera significativa, si quieren un futuro decente. Los ciudadanos tienen
muchas oportunidades, seguramente en las sociedades más libres pueden educarse
–ellos mismos y junto a otros–, organizarse para alcanzar fines comunes, unirse
al activismo comprometido para abordar los problemas que les conciernen, etc.
Entre otras sorpresas que ha dado el campo político
mundial se encuentra sin duda la elección de Donald Trump como presidente de
los Estados Unidos. ¿Cómo pudo tener tanta acogida en tan poco tiempo?
Se le ha dado una gran publicidad a la elección de
Trump, pero mucho más notable es el éxito de la campaña de Bernie Sanders, que
significó una ruptura muy aguda de la historia política de los EE.UU.
¿A qué se refiere?
Durante más de un siglo, las elecciones se han
comprado: el éxito electoral y las estrategias se pueden predecir conociendo
las fuentes de financiación de la campaña, ya sea si provienen de corporaciones
o financiación privada, como ha mostrado una extensa investigación. Sanders era
escasamente conocido, no tenía financiación privada o corporativa, fue
descartado por los medios de comunicación e incluso usó una palabra que para
algunos produce miedo: “socialismo”.
¿Entonces Sanders tenía opciones de ganar la
presidencia?
Es muy probable que hubiera ganado la nominación
del Partido Demócrata si no hubiera sido por la maniobra de los dirigentes del
partido, Obama-Clinton, para impedir una elección democrática. Y bien podría
haber sido elegido presidente. En este momento es la figura política más
popular del país por un amplio margen. El éxito de un multimillonario con
amplios medios de comunicación y apoyo privado es mucho menos sorprendente.
¿Qué significa, entonces, el éxito de estos dos
candidatos tan disímiles?
El éxito de Sanders y Trump refleja la fuerte
oposición a las principales instituciones políticas que se han desarrollado en
los Estados Unidos y Europa, y también en otros lugares, como reacción al
asalto neoliberal contra la población en general, que tuvo consecuencias
políticas y económicas directas. No es sorprendente que haya una reacción
popular, a veces tomando formas desagradables, sobre todo cuando están
respaldadas por los elementos más reaccionarios del poder privado, como en el
caso Trump. En Europa hay acontecimientos similares, a menudo más ominosos.
¿Cree usted que las corporaciones transnacionales y
los emporios económicos, los “amos del mundo”, como usted los llama, ganarán
mayor poder global durante el gobierno de Trump en los Estados Unidos?
Ellos ya tienen un poder extraordinario. No es bien
conocido, pero las investigaciones han demostrado que las empresas con sede en
EE.UU. poseen un fenomenal 50 % de la economía mundial y predominan en casi
todos los sectores. Trump y su gurú Steve Bannon buscan dominar la cobertura de
noticias y desviar la atención del público con una reclamación extravagante o
una acción tras otra, mientras que detrás del escenario, el ala Paul Ryan del
Partido Republicano, el componente más malicioso y salvaje, está desmantelando
sistemáticamente aquellas partes del gobierno que son funcionales a los
intereses populares, al mismo tiempo que se reforma la política, aún más que en
el pasado, para servir al poder privado y a la riqueza.
Los intelectuales han señalado que al generarse una
crisis política y social en el gobierno de Trump, al siguiente período podría
llegar la izquierda al poder. ¿Usted qué opina?
En las próximas elecciones tal vez podría tener
opción un Partido Democrático reformado que invierta el curso de los últimos 40
años, en los que abandonó en gran medida a la clase obrera y adopte programas
como los que propuso Sanders. Como he mencionado, es con mucho la figura
política más popular en Estados Unidos, sobre todo entre los jóvenes, el
electorado del futuro. Y sus políticas básicamente socialdemócratas tienen un
fuerte apoyo público.
¿Es Sanders una radical oportunidad de cambio?
Los programas que Sanders ha defendido no habrían
sorprendido al presidente Eisenhower en los años cincuenta. Las élites se han
desplazado muy a la derecha durante el período neoliberal, los demócratas de
hoy son similares a lo que solía llamarse “republicanos moderados” y los
republicanos han cambiado en su mayor parte en el espectro tradicional. Pero la
población general difiere en muchos aspectos.
En este escenario mundial, ¿qué lugar tendrá
América Latina con los gobiernos populares en crisis contra Trump?
Podemos esperar que el gobierno de Trump persista
en la postura tradicional de hostilidad de Estados Unidos hacia los gobiernos
independientes de base popular en América Latina, como sucedió bajo el mandato
de Obama –Honduras es un ejemplo dramático–, quizás con mayor intensidad. Hasta
ahora, poco se ha hablado sobre América Latina, aparte de agitar los puños en
México. Pero esto es lo que sugeriría la orientación general de la política.
¿Cuáles son las ideas y los programas que más le
inquietan de Trump y el Partido Republicano?
De todos los programas de la administración Trump
–y el liderazgo republicano en general–, los más peligrosos, de lejos, están
relacionados con la gran amenaza del cambio climático. Mientras el mundo está
tomando pasos vacilantes, pero no insignificantes para abordar este crítico
problema de supervivencia, los Estados Unidos, bajo el liderazgo republicano,
en un espléndido aislamiento, no se están retirando simplemente de este
esfuerzo necesario, sino que de hecho compiten con dedicación hacia el
precipicio. Estos son algunos de los sorprendentes acontecimientos de la
historia moderna y no prestarles la debida atención resultará en un fracaso de
proporciones monumentales.
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