Dr. Hugo SALINAS
Freddy
Daniel Pariñas Yahuara me decía que una de las tres formas de manifestación de
la corrupción, y la más dañina, es la corrupción política. Y tiene
razón, porque los políticos tienen un manejo directo, y sin control real, sobre
142.5 mil millones de soles que es el monto del presupuesto público de apertura
2017. Y una relación aún más directa con el presupuesto de inversiones
(esencialmente obras) que asciende a nada menos que 30.3 mil millones de soles.
Una mordida del
10% al presupuesto de inversión es nada menos que 3 mil millones de soles por
año. En un ejercicio presidencial de 5 años, existe un potencial a robar de 15
mil millones de soles. Este es el mejor aliciente para quienes comenzaron su
carrera política con una mano adelante y otra atrás. Son los casos de los
presidentes que a lo largo de mi vida he podido presenciar: Ollanta, Toledo,
García, Fujimori… Ninguno ha escapado a esta tentación.
A
ello debemos agregar los miles de millones de dólares de inversión extranjera
así como los miles de millones de dólares de endeudamiento externo, los cuales
sufren una mordida por el Presidente de la República y su grupo asesor en las
coimas. Ahí radica todo el interés de favorecer y alentar la inversión
extranjera y el endeudamiento externo cuando, en realidad, el país cuenta con
ingentes recursos físicos y financieros, como lo he demostrado en mi libro “Teoría
del cambio. Otro mundo es posible”[i].
Es
lógico preguntarse, entonces, ¿de quién es la culpa para que la corrupción se
enquiste en el cuerpo social y económico de nuestro país? ¿Cómo explicar un
fenómeno que no es solamente marca Perú, sino que está generalizado
a nivel mundial? En todo caso, ¿cómo lo resolvemos?
La
solución es bastante simple y está al alcance de nuestras manos. Cuando en las
mañanas, a mi taza de café lo quiero acompañar con un pan, ¿qué hago? Voy a la
panadería, meto la mano a mi bolsillo (y no al de otro), saco un sol y pido el
pan de mi preferencia. Y esto no solamente lo hago yo, porque ahí en la
panadería, me encuentro con casi todos los vecinos que tuvieron necesidad de un
pan para completar su desayuno.
Un
análisis rápido de esta acción “comprar pan”, nos dice que la mejor opción para
comprar el pan es ir directamente a la panadería, en donde pongo en juego mis
preferencias y hago un mejor uso de mi dinero escogiendo el mejor pan, al mejor
precio y calidad. En esta forma de accionar no hay espacio para la corrupción.
Para
poner en práctica esta forma de accionar, es necesario que el dinero esté en mi
bolsillo. ¿Y por qué no hacer lo mismo con los dineros del Presupuesto Público
que, por definición, pertenecen al pueblo? ¿Por qué tengo que pasar por
intermediarios políticos que ya sé de antemano que son corruptos?
Si
tomamos esta decisión de realizar la acción por nosotros mismos, habremos
realizado la separación entre la Política y la Economía. Habremos dicho, los
políticos a la política y la economía a los agentes económicos. Los políticos
no son agentes económicos; en cambio, el consumidor y el productor sí lo son.
Entonces,
decidamos de una vez por todas. Que la totalidad de los dineros del pueblo
vayan directamente a los bolsillos del pueblo. Y que cada uno, en función de
sus necesidades y posibilidades financieras, decida la vivienda que más le conviene, la escuela
de su preferencia, el centro de salud o la carretera que requiera, etc. De esta
forma nos libraremos de los políticos-zánganos y haremos un mejor uso del
dinero del pueblo. Con ello habremos irrigado correctamente a la economía con
142.5 mil millones de soles anuales. Monto suficiente para eliminar el
desempleo y disminuir aceleradamente los índices de pobreza y desnutrición.
Pero
el político no está solo. A su lado se encuentra el empresario-corruptor, el
que financia la campaña del político-corrupto, el que realizará la obra sin
tomar en cuenta lo definido en los estudios de inversión. Es tal el nivel de
corrupción y de inercia de la población, de los órganos de control y de
justicia, que estos empresarios-corruptos cobran el total del presupuesto de la
obra sin siquiera haber realizado la ceremonia de la colocación de la primera
piedra.
Una
solución se impone. Que todas las obras con cargo a los dineros del pueblo sean
ejecutadas por las empresas-país. De esta manera, no solamente se
eliminará la corrupción política sino que, además, la totalidad de las
utilidades generadas por estas empresas se distribuirán, en partes iguales,
entre todos los habitantes del país.
Lima,
sjl, 17 de julio del 2017.
Hugo Salinas González
Facebook: hugosalinasgonzalez.581
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