Georges Haupt··
Con la
revolución de febrero de 1917, que tomó por sorpresa a Lenin, llegó el momento
de aplicar la teoría que, junto con la praxis, pasarían a ser la piedra angular
del bolchevismo.
La revolución
rusa
No es una
visión doctrinaria, sino el análisis de las relaciones de fuerza y el afán de
eficacia los que entonces guiaron a Lenin al escoger los modos concretos de
llevar a cabo el proyecto revolucionario. Reingresando a toda prisa [desde
Suiza] a Rusia en el famoso “vagón sellado” que rápidamente fue utilizado para
acusarlo de complicidad con Alemania, encuentra que el estado mayor bolchevique
se enfrenta con tal situación tal que es invadido por la incertidumbre.
Lenin se
enfrenta entonces con sus propios camaradas para hacer adoptar el análisis de
la situación y el programa de acción del bolchevismo que formula en la Tesis
de abril:
Lo que
hay de original en la actual situación de Rusia, es la transición de la primera
etapa de la revolución, que ha dado el poder a la burguesía a causa del
insuficiente grado de conciencia y de organización del proletariado, a su
segunda etapa que debe dar el poder al proletariado y a las capas pobres del
campesinado [...]. Esta situación original exige que sepamos adaptarnos a las
especiales condiciones de trabajo del partido en el seno de la inmensa masa
proletaria que acaba de despertar a la vida política.
En el
torbellino revolucionario, el bolchevismo estuvo lejos de ser homogéneo. Las
profundas divergencias surgidas en sus filas aislaron frecuentemente a Lenin,
incluso en octubre de 1917, cuando juzga llegada la hora de la conquista del
poder.
* En
marzo de 1917, el partido bolchevique, desorganizado por la guerra, contaba
solamente con 5000 militantes. Iako Sverdlov (1885-1919, de apellido
Izrailevitch, había adherido al POSDR en 1903, fue arrestado en numerosas
ocasiones y participa en la revolución de 1905) se revelará como el gran
artesano de su reorganización, y sabrá convertirlo en un instrumento eficaz y
disciplinado, según el modelo definido desde 1902. Al mismo tiempo, la adhesión
de Trotsky y de sus amigos refuerza su Estado mayor
De
temible adversario, Trotsky pasa a ser el brillante segundo de Lenin y el
organizador de las jornadas de Octubre. Aporta también al bolchevismo una
ampliación doctrinaria. En efecto, la concepción a la cual Lenin había adherido
hasta 1917 era la instauración de “la dictadura democrática revolucionaria de
los obreros y los campesinos” en Rusia. Sin embargo, la guerra mundial marcará
una nueva evolución; en efecto, el desarrollo de los acontecimientos, sobre
todo después de la revolución de Octubre, tenderá, muy al contrario las
previsiones y planes de Lenin, a la construcción de un “Estado socialista”. Y,
debido a este hecho, la inicial concepción leninista se transformará y se
aproximará a la visión estratégica general de Trotsky, formulada desde 1905, de
“dictadura del proletariado” e inmediato pasaje a la revolución socialista,
conocida como teoría de la “revolución permanente”.
Pero, en
Rusia, pasar a la revolución socialista sólo podía concebirse en el marco de
una revolución mundial. Y esta empresa, había pasado a colocarse estar el orden
del día debido a la crisis revolucionaria abierta por la guerra y que, según el
análisis leninista, era una crisis del conjunto del sistema imperialista. La
revolución rusa se revela entonces como el punto de partida y base de la
revolución mundial. Esta subordinación era el fundamento doctrinario de la
estrategia interna y externa del bolchevismo en los primeros años de la
conquista del poder.
Lenin
establece entre ellas una relación dialéctica a lo largo de ásperas discusiones
sobre estrategia del bolchevismo tras las negociaciones de Brest-Litovsk: es
preciso salvar a toda costa el poder de los soviets para preservar la base de
la revolución mundial, pero no debía subordinarse el desarrollo de la
revolución a la consolidación de esta base. El rol de los bolcheviques
consistía sobre todo en dar impulso y acelerar el proceso se la revolución en
los países más avanzados en que el capitalismo había creado las bases
económicas y las fuerzas sociales para el socialismo.
El
bolchevismo en el poder
* La
revolución de 1917 marca el gran viraje en la historia del bolchevismo. En
primer lugar, lo hizo conocido, tanto en Rusia como en todo el mundo. Para las
masas populares rusas sublevadas, la palabra bolchevismo “toma el valor
de una bandera, de un emblema [...]. A la palabra “bolchevismo” se asocia
la noción de fuerza, a la palabra “menchevismo” la de debilidad” (Berdiaev).
El
partido fue consciente de esto: abandonando la denominación de
social-demócrata, convertida en sinónimo de “no revolucionaria”, tomó el nombre
de comunista, tal como Marx y Engels en 1848, pero se agregó la palabra bolchevique
como denominación oficial. A nivel internacional, esta palabra desconocida
asumió muy rápidamente el significado de un símbolo.
En una
Europa que trataba de reencontrarse y que estaba, tras cuatro años de guerra,
en plena fermentación, el bolchevismo aparece como fuerza capaz de regenerar la
sociedad enferma: la dureza del lenguaje y el estilo de la acción
revolucionaria de Lenin seducen. Según palabras de Rosa Luxemburgo, crítica sin
embargo de Lenin y su práctica, en 1918, “el bolchevismo se ha convertido en
sinónimo de socialismo revolucionario práctico”.
* Lenin
no reivindicaba una vocación internacional especial para el bolchevismo, y
tampoco el leninismo aparece como una doctrina acabada para la revolución
mundial. Resueltamente internacionalista y profundamente revolucionario, Lenin
se empeña en hacer triunfar lo más rápidamente posible la revolución
proletaria, al menos en algunos de los principales países europeos. Esto les
parece a los bolcheviques una necesidad vital, condición sine qua non
del éxito de la empresa. La Internacional Comunista (la Tercera Internacional)
fue creada en marzo de 1919 teniendo en vista la realización de ese objetivo.
Intenta elaborar un concepto de la revolución con modalidades concretas
que unieses la revolución proletaria y la lucha de liberación de los pueblos
coloniales en un único proyecto que desembocase en una estrategia común. Una
estrategia que nunca dejó de ser ambigua, debido al hecho de ser el resultado
de una teoría y de una praxis que no tenían muy en cuenta las realidades de
Occidente y de Oriente.
* Pero es
con la modificación de la función y la estructura del bolchevismo luego de la
toma del poder que se produce el giro decisivo. No se trataba ya conquistar el
poder, sino de hacer funcionar a la dictadura del proletariado como método de
gobierno de la revolución victoriosa, en condiciones de aislamiento que sin
embargo parecían temporarias.
En agosto
de 1917, Lenin ataca en El Estado y la Revolución un problema al que
concedía una gran importancia tanto “desde el punto de vista teórico como del
punto de vista de la política práctica para la revolución proletaria”. En la
senda de Marx, pone el acento en la necesidad de tirar abajo el aparato
opresivo del Estado burgués. ¿Con que debería ser reemplazado tras la victoria
de la revolución proletaria? Lenin se basa en la experiencia de la Comuna de
París, que estudia con una óptica muy sistemática. En Rusia, esa función
debería ser asumida por los soviets (consejos de diputados de los soldados, de los
obreros y de los campesinos), creación espontánea de las masas, durante la
revolución de 1905, que resurge en 1917 y posee una sólida implantación en el
pueblo. Pero el problema del ejercicio del poder plantea, en vísperas de la
victoria de los bolcheviques, una cuestión cuyas implicaciones a largo plazo
revelaron ser de gran alcance: ¿gobierno de coalición formado por
representantes de todos los partidos socialistas, o gobierno monolítico sólo de
los victoriosos bolcheviques? Este conflicto de dimensión histórica provoca la
renuncia de quienes habían sido los principales colaboradores de Lenin en el
exilio, Kamenev y Zinoviev, y la publicación en el periódico de Gorky de una
advertencia de un viejo bolchevique, Solomon Abramovitch Lozovski: “por fuera de
un gobierno de coalición, no existe más que una sola vía para conservar un
gobierno puramente bolchevique: el terror político”. [Lozovski adopta
después el curso político Stalin, pasa a ser el Secretario de la Internacional
Sindical Roja desde 1921 hasta 1937; a fines de los años 1940 es atacado por la
dirección estalinista en el marco de una campaña antisemita, arrestado,
torturado, y liquidado en agosto de 1952, como muchos intelectuales judíos,
durante la llamada “noche de los poetas asesinados”.]
* Este
debate seguiría abierto incluso después que los representantes de los
socialistas revolucionarios de izquierda hubieran sido asociados al gobierno.
Esta experiencia pluralista fue por otra parte de corta duración; terminó en el
verano de 1918, después de Brest-Litovsk [el acuerdo de paz]: habiendo
denunciado la coalición, su partido, ahora hostil, fue prohibido, luego
aplastado.
La
asimilación de partido único al ejercicio de la dictadura del proletariado pasó
a ser rápidamente un punto doctrinario. Originalmente, los problemas se
plantearon debido a circunstancias excepcionales, pero estas ejercieron una
influencia política y social determinante, al favorecer e incluso en
definitiva, al condicionar la orientación de la praxis. Esta circunstancia fueron
las de la Guerra civil, las severas exigencias del “comunismo de guerra” que
acentuaron las tendencias centralizadoras y condujeron a poner un acento muy
fuerte en la disciplina. La partida de los obreros revolucionarios hacia el
frente priva a los hobbies de sus elementos más conscientes. El partido
sustituye a los hobbies en el ejercicio del poder. Éste será uno de los grandes
temas de las profundas divergencias que surgieron en el seno del bolchevismo en
1920, desde que la cuestión del restablecimiento de un funcionamiento “normal”
pasará al orden del día.
* La
“oposición obrera” en el interior del Partido Comunista ruso, constatando la
degradación de la situación y el peligro de una dictadura burocrática, reclama
la aplicación de los principios de la democracia obrera, tanto en el partido
como la vida económica y social del país. Se trataba de un rechazo a la
identificación partido-proletariado, que lleva a la dictadura de una minoría
manejando los recursos del aparato. Al concepto de hegemonía del partido se
oponía el concepto de hegemonía del proletariado, es decir la afirmación del
rol dirigente de una clase, el proletariado, capaz de comprometer la sociedad
sobre un nuevo camino, hacerla progresar y realizar la democracia integral. De
hecho, lo que reclamaba la “oposición obrera” era la democracia interna en el
marco del partido.
En el X
Congreso del Partido Comunista, esas tesis fueron derrotadas. La plataforma de
Lenin salió victoriosa. La misma preveía una estrecha subordinación de los
sindicatos y del aparato del Estrado al partido. La oposición no fue solamente
“desplazada”; el congreso marca también un viraje decisivo y un desenlace en la
evolución del bolchevismo. Se prohibió la constitución de tendencias basadas en
una determinada plataforma, reforzándose así el poder ya considerable de la
jerarquía del partido. El alcance de esta resolución de Lenin despierta muchas
interpretaciones.
Algunos
analistas la consideran un desenlace lógico, para otros son medidas dictadas
por una coyuntura de extrema gravedad, dado que Lenin, ya enfermo, seguía
siendo realista, y estaba atormentado por los peligros de la burocracia. Pero
su preocupación fundamental era mantener la unidad del partido. En sus
preocupaciones, el reflujo de la revolución mundial y, en consecuencia, el
aislamiento de la Rusia soviética pasan al primer plano. Para paliar los
peligros de este aislamiento y salir del marasmo económico en el que se debatía
el país, Lenin busca una vía de repliegue con la introducción en Rusia de un
nuevo sistema económico conocido con el nombre de Nueva Política Económica
(NEP) que constituía una concesión al campesinado. Pero lo que para Lenin no
era más que un retroceso táctico, pasó a ser una realidad estratégica para sus
sucesores. El “socialismo en un solo país”, proclamado por Stalin, constituye
su más auténtica expresión.
* A
partir de entonces, la palabra bolchevismo se carga entonces un nuevo
sentido, convirtiéndose en la manera de designar la interpretación estalinista
del leninismo. Stalin ya no busca conciliar la vocación nacional y el deber
internacional del bolchevismo. Sistematiza al leninismo de tal manera que
confiera a su interpretación un valor normativo internacional; elabora una
doctrina que permite simultáneamente eliminar a sus adversarios y mantener
firmemente en sus manos al omnipotente aparato del partido. Para él, el partido
no es solamente la suma de las organizaciones de la clase obrera, sino “el
sistema único dirigido por un organismo central”, encargado de mantener y de
extender la dictadura del proletariado, cuyo instrumento constituye.
La
existencia de fracciones evidentemente es incompatible con la disciplina de
acero del partido. Pero, además, Stalin convierte en ley el axioma “el partido
se fortalece depurándose de los elementos oportunistas”. Y en nombre de la
bolchevización y del reforzamiento de la lucha de clases que acompaña la
construcción del socialismo él emprende las purgas que primero golpearon a
adversarios ya vencidos, la vieja guardia bolchevique, y luego desembocaron, en
los años 30, en un terror ejercido indiscriminadamente.
* Fue con
el eslogan de la bolchevización que la Internacional Comunista y sus secciones
nacionales fueron depuradas de todas las fracciones que se oponían a la
metamorfosis del Estado mayor de la revolución mundial y al cambio del
principio leninista de “subordinación de la lucha proletaria nacional a los
intereses de la lucha a escala internacional” en una subordinación del
movimiento revolucionario a los intereses del “país de socialismo victorioso”.
Las
preocupaciones nacidas de la lucha en el seno del partido ruso entre Stalin y
la Oposición de Izquierda animada por Trotsky primero, y después entre Stalin y
el “bloque de derechas” de Bujarin dominaron la política de la Internacional.
Si bien
la revolución y la lucha contra el imperialismo continuaron alimentando el
vocabulario, la revolución mundial fue relegada al rango de un mito, y la
Internacional Comunista fue conducida al fracaso y a la desaparición. Su
disolución en 1943 no hizo más que consagrar un estado de hecho.
* Las
vicisitudes del término “bolchevismo” no están ligadas solamente a las
vicisitudes de la revolución mundial frustrada y las mutaciones sufridas por la
sociedad soviética. La palabra bolchevismo pasó a ser, después de 1920, la
palabra clave de una mistificación; en las cruzadas anticomunistas, en el
sistema doctrinario nazi, en el vocabulario de Hitler, el antibolchevismo
ocupara un lugar central y servirá de pantalla para justificar al fascismo.
* Selección del artículo publicado en dos entregas por Alencontre
los días 10 y 11 de mayo de 2017. Traducción del francés de Aldo Casas.
·· Georges Haupt nació en una familia de la burguesía judía de Europa
central, debido a lo cual participo desde niño en diversas culturas. Toda su
familia desapareció en los campos hitlerianos. Pasó su adolescencia en
Auschwitz. Tras la liberación, de regreso a su Transilvania que había pasado a
ser rumana, comienza los estudios superiores y luego ingresa a la Universidad
de Leningrado, donde defiende una tesis sobre las relaciones entre
revolucionarios rusos y rumanos en la segunda mitad del siglo XIX. Entre 1953 y
1958, al mismo tiempo que daba clases en la Universidad de Bucarest y animaba
la revista Studii, dirige la sección de Historia moderna y contemporánea
en el Instituto de Historia de la Academia de Ciencias. Formado en el marxismo
por algunos maestros soviéticos que admiraba, no dejó de ser muy sensible a las
represiones estalinistas y la amenaza de encierro intelectual del estalinismo.
En estas condiciones, en 1958 se muda de Bucarest a París, con el deseo también
de clarificar el movimiento y las ideologías socialistas con minuciosa
erudición y amplitud de criterios. La confianza de Camille Huysmans le abrió
los archivos del Buró Socialista Internacional (Segunda Internacional), su
conocimiento de los fondos de archivos de toda Europa le permitieron sostener,
a partir de 1962, con la dirección de Ernest Labrousse, una tesis sobre la
Segunda Internacional. Ese mismo año ingresa al comité de redacción de Mouvement
Sociale, el año siguiente al de Cahiers du monde russe et sovietique.
Director de estudios en la EHESS (París) y a partir de 1969, director del
Centro de estudios sobre la URSS y Europa Oriental. A partir de 1976, enseña
episódicamente en Vincennes y, durante varios años, en la Fundación Nacional de
Ciencias Políticas. Había adquirido la nacionalidad francesa, pero sus
investigaciones y la docencia lo llevaron frecuentemente a los Estados Unidos
(especialmente a la Universidad de Madison), a Gran Bretaña, a Italia (donde
condujo un ciclo de estudios en la fundación Lelio y Lisli Basso, a Austria y
Alemania, a Canadá y a Suiza, a Hungría y Bulgaria. Lo golpeó la muerte en el
aeropuerto de Roma, el 14 de marzo de 1978, cuando estaba volviendo a París.
Tenía sólo 50 años. Debemos esta breve biografía a Madeleine Rébérioux
(1920-2005).
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