martes, 8 de agosto de 2017

PERSONALIDAD DEL LÍDER POLÍTICO




Publicado por Daniel Eskibel en Aug 8, 2017

El elector sabe que está eligiendo a una persona para solucionar sus problemas. Y que más allá de los temas y de la política hay un ser humano implicado en la toma de decisiones trascendentes.

No elige un número ni una idea abstracta. Elige una persona.

Elige una psicología, una forma de ser, una modalidad individual de pensar, sentir y actuar. Elige, dato no menor, un determinado tipo de personalidad. Por eso es tan relevante analizar cómo visualiza la personalidad del líder político.

Ese perfil psicológico del candidato es otro cartel luminoso que la campaña electoral debe instalar y encender en el cerebro del votante.

El Big Five y la simplificación de la realidad

El ser humano es muy complejo desde el punto de vista psicológico. Cada persona es única e irrepetible, y cuenta con un conjunto muy amplio de rasgos en su personalidad.

La psicología ha intentado simplificar toda esa gran diversidad de variables y construir modelos con menos cantidad de factores pero que sean representativos del conjunto.

Uno de ellos es el modelo conocido como el Big Five.

Se trata de un modelo que señala que toda la complejidad psicológica humana puede ser reducida a cinco factores básicos, los cuales capturan las líneas esenciales de la personalidad.

Con estos cinco factores, entonces, se puede describir y comprender lo esencial de la personalidad de cualquier ser humano.

Los cinco factores de la personalidad

Según el Big Five, la personalidad está integrada por 5 factores esenciales. Los mismos son los siguientes:

1.     Energía
2.     Afabilidad
3.     Tesón
4.     Estabilidad emocional
5.     Apertura mental

Cada persona se individualiza y se diferencia de las demás por la acción combinada de tres elementos:
  • Las características cualitativas de cada uno de los 5 factores, tal como cada uno se presenta en su personalidad.
  • El peso y la relevancia de cada factor en relación a los demás.
  • La peculiar interrelación entre cada uno de los factores al interior de la personalidad.
Antes de llegar a cómo ve el votante la personalidad del líder político, es imprescindible profundizar un poco más en el Big Five.

Profundizando el Big Five

Vamos a ampliar los conceptos para que sea más claro cada uno de los factores que componen el modelo.

1.     Energía:
Es un factor vinculado a la extraversión, a la fuerza del individuo que se vuelca hacia afuera: entusiasmo, determinación, confianza en el desarrollo de la vida, dinámica, carácter emprendedor, fuerza…
Su contracara sería la introversión, el individuo volcado hacia su propio interior.
2.     Afabilidad:
Este factor hace referencia a lo amistoso y agradable que puede ser un individuo: cordialidad, simpatía, autenticidad, lealtad, generosidad, altruismo, sinceridad, apoyo a los demás…
La hostilidad sería el reverso de la medalla.
3.     Tesón:
Es un factor relacionado con las aptitudes cognitivas y de conciencia: constancia, perseverancia, eficiencia, credibilidad, minuciosidad, responsabilidad…
Su reverso sería el actuar solo en base a deseos y voluntad.
4.     Estabilidad emocional:
Es un factor referido a la salud mental y el equilibrio: optimismo, serenidad, solidez, sensatez, confianza en sí mismo, capacidad para afrontar los efectos negativos de la ansiedad, la irritabilidad, la depresión y la frustración…
Los rasgos neuróticos o psicóticos serían su lado oscuro.
5.     Apertura mental:
Por último, este factor alude a las modalidades de contacto con la realidad: creatividad, agudeza, ingenio, astucia, claridad, actualización, originalidad, apertura a las nuevas ideas…

La contracara de este factor sería el cerrarse a lo nuevo y al cambio.

Si en cada individuo humano estudiamos estos cinco vectores, estamos en condiciones de trazar un retrato psicológico de su personalidad. El retrato no será completo ni exhaustivo, pero comprenderá las grandes líneas de esa personalidad.

El Big Five y los políticos

Vamos a apelar ahora a una investigación que estudia este modelo del Big Five en su aplicación al ámbito político.

Los investigadores son Gian Vittorio Caprara y Claudio Barbaranelli (de la Universidad de Roma “La Sapienza”) y Philip Zimbardo (de la Stanford University).

De acuerdo a sus estudios, los votantes describen su propia personalidad en base a los cinco factores clásicos del Big Five.

También hacen lo mismo cuando describen la personalidad de diversas celebridades (personas de distintos ámbitos, reconocidas por el público masivo).

Sin embargo, esos mismos votantes describen la personalidad de los líderes políticos reduciendo la cantidad de factores que consideran. De tal manera que ya no opera el Big Five sino lo que podríamos llamar el Big Two, un modelo mucho más simplificado y reducido para evaluar a los políticos.

La personalidad del político vista por el votante

La investigación de Caprara, Barbaranelli y Zimbardo se ha desarrollado básicamente en los Estados Unidos y en Italia.

Se trata de dos países muy diferentes culturalmente: por un lado la cultura política anglosajona y por otro lado la cultura política latina. Sin embargo las conclusiones son las mismas en uno y en otro lugar, lo que sugiere que son conclusiones razonablemente generalizables. Por otra parte las muestras de población estudiadas abarcaron a varios miles de individuos y se realizó un seguimiento de los resultados durante varios años.

Los ciudadanos investigados eran votantes de Clinton o de Dole (en Estados Unidos) y de Berlusconi, Prodi, D’Alema o Fini (en Italia).

Los descubrimientos resultantes de estos trabajos son claros, relevantes y contundentes:

1.     El votante utiliza los cinco factores del Big Five cuando va a describir su propia personalidad.
2.     El votante utiliza los mismos cinco factores cuando describe la personalidad de las celebridades artísticas, sociales o deportivas.
3.     Cuando el votante describe la personalidad del líder político utiliza solo dos factores principales: Energía y Afabilidad.
4.     La percepción que el votante se forma acerca de la personalidad del político, basada en estos dos factores, presenta una gran estabilidad a lo largo de los años.
5.     Hay una correlación muy alta entre las características de Energía y Afabilidad que el votante se atribuye a sí mismo y las que le atribuye a su candidato preferido.

El político, entonces, para poder ser exitoso necesita puntuar alto en las siguientes características de personalidad:

energía, entusiasmo, determinación, dinámica, carácter emprendedor, fuerza, confianza en el desarrollo de la vida, afabilidad, simpatía, carácter amistoso y agradable, cordialidad, autenticidad, lealtad, generosidad, altruismo, apoyo a los demás y sinceridad.

Estos rasgos de personalidad hacen de filtro para determinar qué información es relevante para el votante, qué aspectos van a ser atendidos y cuales no.

Esto es imprescindible debido a la sobresaturación informativa que reciben los ciudadanos. Es tanta la información que fluye en todas las direcciones que la persona necesita simplificar, reducir, esquematizar y traer todo eso a un modelo más fácil de aplicar.

Parece razonable, en este contexto, que el votante reduzca la cantidad de variables que tiene que atender para evaluar la personalidad del político.

También parece razonable que seleccione los rasgos antes citados, porque los mismos parecen ser buenos predictores del posible desempeño del candidato en caso de ser electo.

Es como si el elector privilegiara, de un modo no consciente, la inteligencia emocional de los líderes políticos por encima de otras consideraciones.

Finalmente, también parece razonable que el votante se oriente hacia candidatos donde percibe algunos de sus propios rasgos de personalidad. Se trata de una identificación inconsciente que le da mayores garantías de que su elección es la correcta.

PD: este texto de mi autoría fue publicado en el libro Consultoría Política. El libro fue publicado en 2016 por Editorial Amarante, coordinado por Jorge Santiago Barnés, María Gabriela Ortega Jarrín y José Ángel Carpio García, auspiciado por la Universidad Camilo José Cela de Madrid y el Centro Internacional de Gobierno y Marketing Político, y con la intervención de 154 expertos de 16 países entre los cuales me encontraba.


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