|
Escribe: Milcíades Ruiz
Los últimos acontecimientos políticos de septiembre
nos permiten observar una serie de males que afectan la vida nacional. Entre
ellos, el enfrentamiento político de poderes que culminó momentáneamente con la
capitulación del gabinete Zavala y que ha sido analizado hasta el hartazgo,
aunque mayormente con un enfoque doméstico y coyuntural. Se fijan más en las
personas protagonistas que en el fenómeno político. Visto así los hechos, los
problemas aparecen como obra de maquinaciones de las personas y no, como
defectos inmanentes al sistema.
Nadie puede arar en el mar porque allí no hay
condiciones. Pero sí, lo pueden hacer en tierra firme porque las condiciones lo
permiten. Por analogía podríamos decir que el enfrentamiento de poderes
públicos se presenta reiteradamente porque las condiciones del sistema
imperante lo permiten en mayor o menor medida. Este fenómeno político se veía
venir desde que se supo los resultados electorales del 2016.
El fenómeno político de provocar caos de gobierno
por enfrentamiento del poder legislativo con el Ejecutivo no es un hecho nuevo.
Ocurrió en 1948 y en 1968 culminando ambos casos con un golpe militar (Gral.
Manuel A. Odría y Gral. Juan Velasco Alvarado respectivamente). Lo curioso es
que en ambos casos estuvo involucrado el Partido Aprista (PAP) conformando
mayoría opositora a la gestión de Bustamante y a la de Belaunde, como ahora lo
está en oposición a Kuczynski.
La modalidad es casi la misma, traerse abajo a
ministros y gabinetes completos teniendo mayoría en el Parlamento. Lo común en estas
coyunturas es que prima la rivalidad de poderes dejando de lado las demandas
nacionales, necesidades de empleo, inmoralidades de gobierno con el creciente
desprestigio de esos poderes. Los conflictos sociales se agudizan como en la
última huelga magisterial y se acusa de debilidad al mandatario de turno.
Dichos golpes militares ocurrieron en el mes de octubre de esos años y en este
mismo mes del próximo año, se conmemora el 50 aniversario de la Revolución
Peruana que encabezó el Gral. Juan Velasco Alvarado.
Pueden ser coincidencias fortuitas pero no se
descarta que las condiciones están dadas para un nuevo golpe militar teniendo
en cuenta el nivel de desaprobación que arrojan las encuestas para toda la
institucionalidad política. En cambio la aureola de Velasco está presente en la
oficialidad joven del ejército cuya promoción lleva su nombre. La expulsión del
poder, a los actuales gobernantes podría ser bien recibido por la población
toda vez que dichos gobiernos militares dejaron reformas favorables a los
trabajadores y población en general.
De Odría se recuerda las unidades vecinales de
vivienda colectiva, las grandes unidades escolares, grandes obras como el
Estadio Nacional, hospitales generales, el derecho de las mujeres al sufragio,
el seguro social obligatorio, salario dominical, pago de beneficios sociales,
participación en las utilidades de las empresas, creación del Ministerio de
Trabajo, edificios ministeriales con esculturas alusivas al trabajo y todo un
cúmulo de normas laborales a favor de los obreros.
De Velasco se recuerda la nacionalización del
petróleo y la expulsión de las empresas extranjeras que explotaban nuestros
recursos naturales, la reforma agraria que eliminó el gamonalismo y la
oligarquía terrateniente, la Comunidad Industrial, la expropiación de la
prensa, la reforma educativa, la potenciación de las Fuerzas Armadas, la
nacionalización de la pesca, de las minas, empoderamiento del Estado, etc.
Todas estas medidas populares añoradas hoy, no
hubieran sido posibles con los gobiernos “democráticos” de los partidos
políticos, siempre manejables por los grupos de poder económico. Por eso,
tampoco abolieron la esclavitud y tuvo que ser un militar golpista el que lo
hizo. Hay que comparar la eficiencia de ambas opciones. Basta ver nada más, el
sufrimiento que sigue causando la vieja democracia representativa en diversos
países latinoamericanos con oligarquías que siguen mandando.
No es que esté promoviendo un golpe militar
ocultando el lado malo que se atribuye a ambos gobernantes militares acusados
de dictadores. Simplemente pongo sobre el tapete lo que ha ocurrido
históricamente y lo que podría ocurrir si se mantienen las fallas estructurales
del sistema electoral y el anacrónico sistema político imperante. La vieja
estructura política se arrastra desde la fundación de la república con la
separación de poderes en una democracia de varias cabezas.
El electorado repudia la suplantación de
representatividad política de congresistas que solo representan a los
financistas electorales de lavado de activos y narcotráfico más no, al pueblo.
La democracia representativa fraudulenta de partidos políticos que usurpan
representación popular ya no es aceptable. Se necesita abrir otros canales
democráticos que permitan el acceso directo de los sectores sociales al poder y
no a través de los partidos políticos corruptos. Si no hay cambios sustanciales
en el sistema político imperante, el colapso será inevitable.
Concordante con esta situación arrastramos también
esquemas mentales coloniales. Nos parece una barbarie que habitantes de algunos
países del otro lado del planeta tengan patrones de conducta primitiva con las
mujeres, pero no vemos nuestra barbarie política. Llevamos ya cerca de 200 años
con una estructura heredada del virreinato. Aunque veamos que la persona más
importante de Alemania es la Canciller Merkel nosotros vemos al presidente de
la república como una divinidad a la que hay que rendirle pleitesía ceremonial
aunque sea un corrupto.
El presidente es solo un administrador del Estado
pero la gente lo ve como un emperador que tiene la máxima autoridad, lo que no
es verdad. Lo viene demostrando el fujimorismo que actualmente maneja el
Parlamento. Sin embargo, seguimos diciendo “el gobierno de Kuczynski” y hay
quienes asumen su defensa porque conceptúan que son poderes de igual categoría.
Los medios de prensa azuzan el enfrentamiento como si fuesen dos fuerzas
similares y así lo entiende la gente.
Pero el hecho de que el Parlamento destituya un
ministro o a todo el gabinete demuestra que el Ejecutivo está sujeto al mandato
del Legislativo y si el presidente tiene que viajar al extranjero tendrá que
pedirle permiso. La Caja Fiscal la maneja el Ejecutivo pero no puede salirse de
las partidas presupuestales aprobadas por el Parlamento y así podríamos señalar
muchas sujeciones. Así también, esa distorsión de confundir los roles políticos
nos hace pensar y actuar equivocadamente.
En esta perspectiva apuntamos fuera del blanco y en
vez de enfilar contra el Parlamento que es el que gobierna, lo hacemos culpando
al Ejecutivo por problemas que son de responsabilidad legislativa. Si el Perú
está en situación lastimosa es porque el Congreso de la República no ha dado
las leyes para el cambio estructural que el país necesita. El colmo, es ya
decir que el fujimorismo está en la oposición al gobierno.
Esta figura no aparece clara cuando el partido
político del Presidente tiene mayoría en el Parlamento y como suele suceder, el
líder dispone de manera personal sin que nadie se atreva a contradecirlo. En
este caso no hay enfrentamiento de poderes pero entonces tras la hegemonía
política aparecen los grandes negociados, el entreguismo, la corruptela y los
amarres con intereses extraños que disfrazan como necesidad nacional o regional
lo que no es y se deja de lado lo que sí lo es.
En estas condiciones, tenemos una gestión
gubernamental (Legislativa y Ejecutiva) ineficiente e ineficaz por la baja
calidad política de los gobernantes. El rendimiento de ambos poderes es
deplorable. No solo porque carecen de horizonte sino también por ineptitud. Si
los gobernantes del legislativo y ejecutivo son improvisados y de baja cultura
política, las medidas de gobierno también lo son. Con esa producción y
productividad tan baja, no podemos esperar cambios significativos en el
desarrollo nacional.
Se hace necesario entonces luchar por un nuevo
sistema político, eliminando los vicios que limitan el accionar gubernamental y
el acceso directo al poder político a los delegados representativos de los
sectores sociales. En suma una nueva democracia, acorde con los nuevos tiempos.
La mediocridad gubernamental es producto del sistema. De nada sirve parcharlo
con reformas electorales de maquillaje. Se necesita uno nuevo enteramente.
Salvo mejor parecer.
Septiembre 2017
Otra
información en https://republicaequitativa.wordpress.com/
No hay comentarios:
Publicar un comentario