14/03/2018
Democracia y libertad, son dos categorías muy
manipuladas por la élite que gobierna Estados Unidos, hasta el punto que las ha
instalado en la mente de la mayor parte de sus ciudadanos de la nación como
calificativos del modelo de sistema capitalista que rige en esa nación
norteamericana, al que le asignan como destino manifiesto extenderse por todo
el mundo.
El “mérito” de sus ideólogos por haber logrado controlar las psiquis de sus habitantes es mayor aún si se advierte que se trata de dos categorías -democracia y libertad- que en la sociedad actual de Estados Unidos han adquirido características diametralmente opuestas a las que semánticamente les correspondería.
Hay otros conceptos comúnmente manipulados por la élite que gobierna en la superpotencia mundial, como derechos humanos y gobernabilidad, de los que se valen sistemáticamente, apoyándose en sus inmensos recursos y las posibilidades que les están dadas por el control de los medios de comunicación que ejercen a escala global.
Es, por ejemplo, insultantemente irónico y engañoso el hecho de que Estados Unidos utilice el bloqueo económico como medida coercitiva contra muchas naciones que, como es el caso de Cuba, ha visto vulnerados todos los derechos de su pueblo durante más de medio siglo y, no obstante, presumen ante la opinión pública mundial como principales defensores de la vigencia de los derechos humanos de los pueblos. Pretender actuar al mismo tiempo como fiscal acusador y juez en los casos de violaciones que solo detecta en los gobiernos que no subordinan sus soberanías a la voluntad y conveniencia de Washington, es el colmo del cinismo.
La práctica de presentarse como modelo del mundo responde a la intención de cuestionar y controlar el manejo de los asuntos internos de los países que se les están sometidos. Siempre vinculan las características de tal sumisión a sus respuestas a pedidos de asistencia financiera, transferencia de tecnología o apoyo en conflictos políticos con terceros país.
Debe saberse que, cuando la revolución cubana llegó al poder en 1959, la lucha que unificaba al pueblo cubano en aras de su autodeterminación era, en primer lugar, y por sobre todas las cosas, la lucha por los derechos humanos y la justicia, aspiraciones que tenían como principal oponente a las autoridades de Washington. Cuba es probablemente el único país en el mundo donde nunca, desde 1959, ha sido torturado un solo prisionero, donde nunca en este período ha tenido lugar ejecución extrajudicial alguna y donde jamás las fuerzas policiales han usado chorros de agua, golpes de toletes u otras formas humillantes de represión contra manifestantes. Cuba es en la actualidad el único país en América Latina donde, en los últimos 58 años, no han existido fuerzas paramilitares ni escuadrones de la muerte, ni asesinatos, ni desapariciones o tortura de prisioneros, ni se ha utilizado violencia alguna contra el pueblo.
En Cuba, desde 1959, (si se exceptúa la Base Naval de los Estados Unidos en Guantánamo), ningún prisionero ha sido jamás asesinado, torturado, violado sexualmente, llevado al exterior para ser torturado a distancia, encerrado sin juicio o “desaparecido” simplemente, al estilo de las brutales dictaduras latinoamericanas patrocinadas Washington durante el vergonzoso Plan Cóndor.
En Cuba, desde 1959, solo en la base naval que Washington mantiene ilegalmente junto a la bahía de Guantánamo, pudiera uno encontrar dirigentes civiles y militares que promuevan o permitan la tortura física u otras formas equivalentes de humillación contra detenidos. Tales vergonzosas prácticas fueron introducidas en Latinoamérica por la Escuela de las Américas del Departamento de Defensa de Estados Unidos, donde se forman oficiales para las fuerzas armadas de los países que controla la superpotencia.
Métodos para quebrar prisioneros mediante técnicas de depresión sensorial, aislamiento, negación de sueño, nudismo forzoso, miedo inspirado por animales entrenados para ello, actos de humillación sexual o cultural, ejecución simulada y amenazas de violencia o muerte contra detenidos o sus seres queridos, entre otras prácticas inhumanas, se extendieron por los cuarteles y estaciones militares y policiales del continente a partir de la asesoría de consejeros e instructores venidos de Estados Unidos. En Cuba no hay presos políticos, si por tal se entiende gente encarcelada por propagar o profesar ideas políticas contrarias al gobierno.
Quien tenga dudas acerca de dónde la democracia funciona y dónde es pura ficción puede comparar, con objetividad y amplitud, el sistema electoral de Cuba -donde el pueblo es quien postula, elige y controla a sus líderes sin intermediarios- con el que llevó a la presidencia de Estados Unidos al señor Donald Trump. O, sin ir más lejos, con las recientes elecciones en Colombia que aplaude Washington.
Marzo 13 de 2018.
Manuel E. Yepe
Publicado originalmente en el diario POR ESTO! de Mérida, México.
Blog del autor: http://manuelyepe.wordpress.com/
El “mérito” de sus ideólogos por haber logrado controlar las psiquis de sus habitantes es mayor aún si se advierte que se trata de dos categorías -democracia y libertad- que en la sociedad actual de Estados Unidos han adquirido características diametralmente opuestas a las que semánticamente les correspondería.
Hay otros conceptos comúnmente manipulados por la élite que gobierna en la superpotencia mundial, como derechos humanos y gobernabilidad, de los que se valen sistemáticamente, apoyándose en sus inmensos recursos y las posibilidades que les están dadas por el control de los medios de comunicación que ejercen a escala global.
Es, por ejemplo, insultantemente irónico y engañoso el hecho de que Estados Unidos utilice el bloqueo económico como medida coercitiva contra muchas naciones que, como es el caso de Cuba, ha visto vulnerados todos los derechos de su pueblo durante más de medio siglo y, no obstante, presumen ante la opinión pública mundial como principales defensores de la vigencia de los derechos humanos de los pueblos. Pretender actuar al mismo tiempo como fiscal acusador y juez en los casos de violaciones que solo detecta en los gobiernos que no subordinan sus soberanías a la voluntad y conveniencia de Washington, es el colmo del cinismo.
La práctica de presentarse como modelo del mundo responde a la intención de cuestionar y controlar el manejo de los asuntos internos de los países que se les están sometidos. Siempre vinculan las características de tal sumisión a sus respuestas a pedidos de asistencia financiera, transferencia de tecnología o apoyo en conflictos políticos con terceros país.
Debe saberse que, cuando la revolución cubana llegó al poder en 1959, la lucha que unificaba al pueblo cubano en aras de su autodeterminación era, en primer lugar, y por sobre todas las cosas, la lucha por los derechos humanos y la justicia, aspiraciones que tenían como principal oponente a las autoridades de Washington. Cuba es probablemente el único país en el mundo donde nunca, desde 1959, ha sido torturado un solo prisionero, donde nunca en este período ha tenido lugar ejecución extrajudicial alguna y donde jamás las fuerzas policiales han usado chorros de agua, golpes de toletes u otras formas humillantes de represión contra manifestantes. Cuba es en la actualidad el único país en América Latina donde, en los últimos 58 años, no han existido fuerzas paramilitares ni escuadrones de la muerte, ni asesinatos, ni desapariciones o tortura de prisioneros, ni se ha utilizado violencia alguna contra el pueblo.
En Cuba, desde 1959, (si se exceptúa la Base Naval de los Estados Unidos en Guantánamo), ningún prisionero ha sido jamás asesinado, torturado, violado sexualmente, llevado al exterior para ser torturado a distancia, encerrado sin juicio o “desaparecido” simplemente, al estilo de las brutales dictaduras latinoamericanas patrocinadas Washington durante el vergonzoso Plan Cóndor.
En Cuba, desde 1959, solo en la base naval que Washington mantiene ilegalmente junto a la bahía de Guantánamo, pudiera uno encontrar dirigentes civiles y militares que promuevan o permitan la tortura física u otras formas equivalentes de humillación contra detenidos. Tales vergonzosas prácticas fueron introducidas en Latinoamérica por la Escuela de las Américas del Departamento de Defensa de Estados Unidos, donde se forman oficiales para las fuerzas armadas de los países que controla la superpotencia.
Métodos para quebrar prisioneros mediante técnicas de depresión sensorial, aislamiento, negación de sueño, nudismo forzoso, miedo inspirado por animales entrenados para ello, actos de humillación sexual o cultural, ejecución simulada y amenazas de violencia o muerte contra detenidos o sus seres queridos, entre otras prácticas inhumanas, se extendieron por los cuarteles y estaciones militares y policiales del continente a partir de la asesoría de consejeros e instructores venidos de Estados Unidos. En Cuba no hay presos políticos, si por tal se entiende gente encarcelada por propagar o profesar ideas políticas contrarias al gobierno.
Quien tenga dudas acerca de dónde la democracia funciona y dónde es pura ficción puede comparar, con objetividad y amplitud, el sistema electoral de Cuba -donde el pueblo es quien postula, elige y controla a sus líderes sin intermediarios- con el que llevó a la presidencia de Estados Unidos al señor Donald Trump. O, sin ir más lejos, con las recientes elecciones en Colombia que aplaude Washington.
Marzo 13 de 2018.
Manuel E. Yepe
Publicado originalmente en el diario POR ESTO! de Mérida, México.
Blog del autor: http://manuelyepe.wordpress.com/
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