Escribe: Milcíades Ruiz
EE
UU está llegando a su 242 aniversario de su independencia, con una larga
historia negra de pillaje. Siempre depredando, oprimiendo, dominando, abusando,
atropellando, sometiendo por las buenas o, por las malas a los pueblos del
mundo en nombre de la libertad. Nunca se imaginó que en nombre de su cacareada
libertad caería prisionero de sus propias banderas, viéndose obligado a remar
contra la corriente para salvarse del hundimiento. Por años consecutivos viene
perdiendo patrimonio, lo que significa, perder poder.
En
esta situación lo ha encontrado Trump, que alarmado despotrica desaforadamente
y lanza manotazos al aire. ¡Nos están robando!, ¡Se están aprovechando de
nosotros! ¡No daré plata para este programa internacional ni para otro! ¡Antes
que todos, primero somos nosotros! ¡No a los tratados de libre comercio! ¡Fuera
los inmigrantes! ¡Haré un muro fronterizo que lo pagarán los mejicanos!
¡Comercio justo sin competencia desleal! ¡Aranceles para proteger la industria
nacional! ¡Facilidades para captar inversiones! En ese afán se enreda con su
torpeza dando la impresión de ser un loco irracional.
No
se da cuenta que al desparecer los migrantes la demanda laboral subirá
súbitamente por encima de la oferta, incrementando los costos de los negocios,
haciendo perder competitividad a los inversionistas pues no podrían competir
con los bajos precios del mercado internacional. Asesta golpes diplomáticos
arteros contra Rusia y recibe golpe por golpe. Golpea a China elevando los
aranceles a las importaciones procedentes de este país para no seguir perdiendo
patrimonio y recibe un golpe de respuesta que lo ha revolcado. ¡A mí, con
represalias!
¿Qué
cosa? ¿Al tío Sam? ¿Dónde están, Superman, Rambo y todos los superhéroes que
luchan por la “libertad” contra rusos y chinos? No pues tío, ahora los
abanderados de la libertad que tanto pregonabas son los chinos. La libertad de
comercio los está haciendo ricos y son ellos los que ahora pregonan mercado
libre. Las guerras mundiales empezaron siendo comerciales. ¿Guerra quieres?
¡Estamos listos! Le dicen del otro lado del planeta. ¡Mira lo que has hecho!
dicen los empresarios yanquis afectados, mostrando las rajaduras económicas.
Es
que al elevar los aranceles a la mercadería china los precios se elevan
automáticamente no solo en los insumos y autopartes de los ensamblajes
industriales sino también en los precios que pagarán los consumidores. Las
empresas pierden rentabilidad y competitividad a la par que los ciudadanos
pierden liquidez en momentos en que se necesita estimular las compras. Pero
esto se agrava si los chinos en respuesta elevan aranceles a la importación de
productos norteamericanos. Entonces, todos los negocios levantados a costa del
comercio con China empiezan a perder dinero, lo que desalienta a los
accionistas que optan por retirar su dinero antes de perderlo todo.
En
efecto, esta semana los mercados de valores o de inversión en EE UU cayeron
inusitadamente 480 puntos. Una corrida de inversionistas que no se veía desde
la gran crisis de 1929 al anunciarse los aranceles chinos hasta del 25% a más
de cien productos de los gringos en respuesta a la elevación de aranceles en
contra por US$ 500 millones anuales, decretado por Trump. Ver https://www.bloomberg.com/news/articles/2018-04-02/stocks-second-quarter-start-is-worst-since-great-depression. Entre los productos castigados por China están: soya,
automóviles y químicos.
Ambos
pierden mercado por un mismo valor pero a China le sobra la plata y a EE UU no.
La tercera parte de lo que China le compra a EE UU son productos agropecuarios
y los agricultores estadounidenses pagarán las consecuencias. China podrá
comprarle ahora a Bolivia, Argentina, Perú y otros países ampliando los lazos
comerciales con Latinoamérica, el patio trasero de los yanquis. Pero todo esto
es el comienzo de un conflicto mayor en el que Estados Unidos lleva todas las
de perder. El ocaso de su hegemonía es ostensible. La correlación de fuerzas en
el planeta empieza a cambiar.
Hay
un descuadre en la estructura mundial y el desbarajuste crea necesidades de
reacomodo. Latinoamérica ya no es la misma, aunque el buitre defenestrado diga
que es un “perrito simpático que no da problemas”. En el caso nuestro, existe
el legítimo derecho de velar por los intereses nacionales en el manejo de
comercio exterior. Pero esto es solo un decir, ya que no existe una política
definida y lo que prima son los intereses de importadores como Alicorp que
importa alimentos aunque no se necesiten perjudicando a millones de campesinos.
La corrupción en comercio exterior es tan grande como lo de Odebrecht pero todo
pasa desapercibido.
Tampoco
hay una propuesta definida de parte de la izquierda. Pero en esta
reestructuración mundial, ¿Cuáles son las perspectivas para nosotros? ¿Qué
futuro nos espera? ¿Qué podemos hacer? ¿Solo mover la colita al nuevo amo?
Ustedes que dicen.
Abril
2018
Otra
información en https://republicaequitativa.wordpress.com/
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