Si creen
que con su docilidad ante el fujimorismo están resguardando la gobernabilidad,
yerran y abdican de su obligación de representarnos a todos. Así como el
ministro Alfaro dejó en claro que el enfoque de género era indispensable en la
educación, hubiese sido deseable que la ministra Balbuena no actúe de tan
cortesana manera.
Jorge
Bruce
Diario
“La República”, 21 de Mayo de 2018
La
intervención disfrazada del congresista Donayre en el LUM no debería haber
pasado de ser otra manifestación ridícula, propia de un egregio personaje del
disfuerzo público nacional. En suma, un síntoma de esa parte inmune a la verdad
y el raciocinio que recorre nuestra política. Lejos de haber sido así, ha
tenido repercusiones al más alto nivel. La mayoría funestas. Desde la ministra
de cultura que despidió a Gabriela Eguren y se apresuró a aclarar que ella no
contrató al valioso escritor José Carlos Agüero, hasta el mismísimo Presidente
de la República, que la respaldó.
Contra
toda la evidencia exhibida en el LUM, el Gobierno eligió plegarse a las tesis
negacionistas de los sectores decididos a reescribir la historia trágica que
devastó nuestro tejido social. Se trata del enésimo intento por castrar la
capacidad de análisis y crítica de la ciudadanía. Se trata, también, de un
aviso que sería muy peligroso desoír: hemos derrotado a Sendero Luminoso y al
MRTA pero no a las fuerzas más retrógradas de ámbitos tan diversos como la
política o la religión. Por eso medidas disparatadas como la castración química
a los violadores –al tiempo que no se despenaliza el aborto ni en casos de
violación-, engrosan las mismas filas que las pelucas y la homofobia del
General.
Lo más
inquietante es la reacción del Gobierno, sin embargo. Si creen que con su
docilidad ante el fujimorismo están resguardando la gobernabilidad, yerran y
abdican de su obligación de representarnos a todos. Así como el ministro Alfaro
dejó en claro que el enfoque de género era indispensable en la educación,
hubiese sido deseable que la ministra Balbuena no actúe de tan cortesana
manera. Y que Martín Vizcarra la respalde por su respeto de la verdad, no por
su calculada ambigüedad. Los curadores del LUM (Jorge Villacorta, Natalia
Iguíñiz, Víctor Vich, Ponciano del Pino) respondieron: “El Poder
Ejecutivo y la sociedad civil deben rechazar el surgimiento de una cultura de
censura, represión y amedrentamiento que hoy se niega a reconocer la verdad de
lo sucedido y a afrontar, con autocrítica, con coraje y con dignidad, los
hechos más graves de la historia peruana”.
Acaso el
Presidente y sus ministros están pensando que solo importa sentar las bases
para el crecimiento económico, y que París bien vale una misa. Que acomodar un
museo nacional a la voluntad de un grupo político no es gran cosa, siempre y
cuando retornen las inversiones. Entonces comprendemos que la pantomima del
general no es una payasada más de las suyas. Esa farsa, invirtiendo la frase de
Marx, puede repetirse como tragedia. Precisamente aquello que el LUM intenta
que no olvidemos, aceptando la complejidad de nuestra violencia.
Habrá que
repetirlo una y otra vez. La rueda de la cultura –de la memoria y el
pensamiento crítico, pues la memoria por sí sola no basta- es tan necesaria
como la económica. Es un engaño pretender que se puede avanzar con una primero,
dejando la otra para después. Esa carreta, como afirmó Leoluca Orlando, el
alcalde que derrotó a la mafia en Sicilia, estará condenada a girar en
círculos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario