7 mayo
2018
Si la inteligencia artificial
(IA) definirá el dominio geoestratégico en la próxima generación, su ideología
emergente marcará el destino de la humanidad.
Ya el zar Vlady Putin había
alertado de que quien domine la IA controlará al mundo (http://bit.ly/2IjsAdQ).
Detrás de las amenazas de guerra
comercial de Estados Unidos y China se encuentra el “posicionamiento
tecnológico que marcará el siglo XXI sobre la primacía de la IA cuando Beijín
ha proclamado que será el líder indiscutible en 2030 (http://bit.ly/2IgbRbA)”.
Quedó atrás la caduca taxonomía
de derecha e izquierda que floreció durante la Guerra Fría en la etapa bipolar
entre Estados Unidos y la ex URSS, hoy la ideología en el mundo se encuentra
fracturada entre los globalistas –encabezados por el megaespeculador George
Soros y la dupla británica de The Economist/The Financial Times–,
acoplados a los poderosos multimedia israelí-anglosajones de occidente –contra
los nacionalistas donde prevalecen Trump, el zar Vlady Putin y el mandarín Xi
con sus respectivas idiosincrasias– al unísono de sus puntuales resurrecciones
en la Unión Europea.
Yair, hijo del primer ministro
israelí Bibi Netanyahu, sentenció con entonaciones nacionalistas sarcásticas
que Soros “controla al mundo (http://bit.ly/2FMZNsV)”.
A 200 años del aniversario del
nacimiento de Marx, Nathan Gardels (NG), editor en jefe del The World Post
–en colaboración con The Washington Post y el Instituto Berggruen– aduce
que la “IA agudizará la división entre Occidente y Oriente (https://wapo.st/2JXYucX)”.
NG no oculta su proclividad
ideológica y reduce a la IA a su lecho de Procusto cerebral: la conectividad
digital y los algoritmos están mejor en manos de los libertarios (sic) de
Silicon Valley que en las de China con su mentalidad autoritaria que empodera
al Estado.
Arguye que el mundo digital se
encuentra dividido entre el espionaje capitalista de Occidente y el monitoreo
del mandarinato de China. Se olvida que Snowden y Assange son hijos de
Occidente.
Feng Xiang (FX) –profesor de
leyes en la Universidad Tsinghua– argumenta que la “IA marcará el fin del
capitalismo (https://wapo.st/2FN3oXU)”.
Considera que si la IA permanece
bajo control de las fuerzas del mercado desembocará en forma inexorable en un
mega-rico oligopolio de datos de multimillonarios que cosecharán la riqueza
creada por los robots que desplazan la mano de obra, dejando un masivo
desempleo a su alrededor.
Juzga que la economía de mercado
socialista de China puede proveer una solución, si la IA “asigna en forma
racional (sic) recursos mediante los análisis de macrodatos ( big data)
y si las robustas asas de retroalimentación ( feedback loops) pueden
suplir las imperfecciones de la mano invisible, mientras se comparte en forma
equitativa la inmensa riqueza que crea en medio de una funcional economía
planificada.
El peligro de la IA, que avanza
en una tecnología de propósito general, es que permanezca en manos privadas que
sirven los intereses de unos cuantos.
Aduce que la inevitabilidad del
desempleo masivo y la demanda por el bienestar universal conducirán la idea de
socializar (sic) o nacionalizar (sic) la IA.
El capitalismo digital fantaseó
el bienestar social, como sucede con los multimillonarios de Google y Apple que
esconden sus inmensas ganancias en los paraísos fiscales para evadir impuestos,
lo cual choca con su lema hipócrita de responsabilidad social.
El escándalo de la empresa
británica Cambridge Analytica, obligada a cerrar, con Facebook y su modelo de
negocios –que coloca a las ganancias por encima de una ciudadanía responsable–
es la forma en que funciona el capitalismo digital en detrimento de la
sociedad.Alega que en China las empresas privadas de Internet como Alibaba y
Tencent son monitoreadas por el Estado y no se encuentran por encima del
control social.
Juzga que la misma
penetrabilidad de la IA marcará el fin del dominio del mercado cuando sólo
produce desempleo, no se diga con los robots, por lo que no existe una mejor
alternativa que la intervención del Estado.
El capitalismo laissez fairedesembocará
en la dictadura de los oligarcas de la IA que colectan rentas debido a que
tienen reglas de propiedad intelectual sobre los medios de producción.
Así como las armas nucleares y
bioquímicas, la exclusiva tecnología de punta o el núcleo de las plataformas de
IA deben pertenecer a un Estado fuerte y estable que garantice la seguridad de
la sociedad.
FX concluye con la frase: !Uníos
robots del mundo!
El sociólogo Anthony Giddens
(AG) –anterior director de la London School of Economics y exponente de la
fracasada Tercera Vía que fue un engaño del ofertismo fiscal dentro de la
depredación neoliberal– propone en forma antigravitatoria y desfasada una carta
magna para la era digital, en similitud a la que adoptó Inglaterra (sic) en
1215 para frenar a los reyes de abusar de su poder cuando hoy “los nuevos reyes
son las grandes empresas tecnológicas (https://wapo.st/2wk2Nxy)”. Su comparación es desigual e
inarticulada.
AG considera que la revolución
digital es la mayor fuerza dinámica en el mundo y afecta todo desde la
intimidad de la vida cotidiana hasta las luchas geopolíticas cuando al mismo
tiempo fractura y divide.
La evolución de la IA comporta
tres fases distintas: 1. Los trabajos pioneros de Alan Turing durante la
Segunda Guerra Mundial hasta finales de los 80, dominados por los gobiernos y
la Academia 2. La emergencia de Silicon Valley 3. Retorno del Estado (¡súper
sic!) y un dominio público mayor.
Mas allá de sus aspectos
positivos, sus aspectos negativos son profundos (¡mega sic!) con amenazas al
tejido mismo de la democracia cuando los “movimientos on line desafían o
hasta desplazan a los principales partidos políticos”, al unísono de avances
dramáticos en el aprendizaje de las máquinas.
AG participó en un grupo de
trabajo del Comité Selecto (sic) de la Cámara de los Lores sobre IA que publicó
un reporte que propone reformas para encontrar un nuevo equilibrio entre la
innovación y la responsabilidad de las trasnacionales.
Su selecta carta magna esboza
intervenciones prácticas de los gobiernos (¡súper sic!): la IA debe ser
desarrollada para el bien común; operar con los principios de inteligibilidad y
equidad, respetar los derechos de la privacía”, estar basado en cambios de
envergadura en la educación y nunca conceder el poder autónomo para dañar
(sic), destruir o engañar (sic) a los humanos.
Dejando de lado las fake news
israelí-anglosajones, el problema de la carta magna de AG es su implícita
israelización sobre la identidad y operabilidad de su futuro árbitro.
Hoy, con bendición anglosajona,
Israel, potencia digitálica cabal que ostenta 400 bombas atómicas clandestinas,
se da el lujo de manipular los datos de la Organización Internacional de
Energía Atómica para torpedear los acuerdos con Irán cuando ni firma el Tratado
de no Proliferación de Armas Nucleares.
La selecta israelización de la
IA es uno de sus principales escollos.
Quien controle la IA impondrá su
modelo.
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