28-05-2018
1.
Introducción: una propuesta teórica para actualizar el marxismo.
En esta reflexión propongo comprender la dinámica
social impulsada por el desarrollo moderno de las fuerzas productivas, a partir
de la clasificación de la actividad económica en tres sectores: primario
–agrícola y extractivo-, secundario –industrial en sus diversos aspectos- y
terciario –abarcando los servicios-. A partir de esa clasificación ensayo una
explicación de las transformaciones en la formación social del modo de
producción capitalista y las perspectivas de avance humano hacia el socialismo
como nuevo modo de producción. [1]
Para esta investigación, voy a establecer el
concepto de un desarrollo capitalista de las fuerzas productivas,
caracterizado por dos factores: la explotación de una clase obrera
proletarizada y la aplicación de los conocimientos científicos a la producción
económica. Ese desarrollo es compatible con diferentes formaciones sociales:
(neo)-liberalismo, economía mixta bajo un Estado burocrático (Estado del
Bienestar, Capitalismo de Estado, etc.), alguna de las cuales podrían
constituirse en estructuras políticas que hicieran posible la transición hacia
el socialismo bajo determinadas condiciones.
La necesidad del socialismo viene dada por la
destrucción de la biosfera, originada por el desarrollo industrial en las
últimas décadas, de modo que podríamos definir el socialismo como el
modo de producción que hará compatible el desarrollo sostenible de las fuerzas
productivas con la conservación de la biosfera terrestre. El capitalismo
tendrá que ser superado para garantizar la sobrevivencia de la humanidad y de
la vida en los próximos tiempos. Un corolario de esa categorización es
considerar que el socialismo no puede consistir en imitar el desarrollo
capitalista de las fuerzas productivas, intentando mejorar su eficacia y su
productividad, como a veces se ha entendido desde el punto de vista de las
instituciones del movimiento obrero, sino en la creación de un desarrollo
económico y social completamente diferente.
En tercer lugar, voy a utilizar la categoría capitalismo
de Estado, tomada de la formulación de Lenin para denominar la NEP (Nueva
Política Económica), caracterizándola por la nacionalización de los sectores
productivos fundamentales, (finanzas, industria pesada, infraestructuras,
educación, sanidad, comercio exterior, etc.), además de otros sectores en
distintos grados según los países (agricultura, comercio interno, etc.),
permitiendo en alguna medida la pervivencia de propiedad privada y el
funcionamiento del mercado. [2] La NEP volvió a establecer las clases sociales
en la estructura social soviética, pero estas no desaparecieron cuando el
partido bolchevique decidió terminar con ella. Al liquidar la NEP el
capitalismo de Estado soviético se convirtió en una dictadura burocrática,
establecida por Stalin con las siguientes características:
a) la burocracia sustituye a la burguesía como
clase dominante en sus funciones de dirección, extrae plusvalía del trabajador,
acumulando capital para el desarrollo planificado de las fuerzas productivas.
b) el marxismo se convierte en una ideología
justificadora, que deja de realizar su función de ciencia social crítica para
la emancipación.
c) el comunismo se interpreta como el problema
subjetivo del desarrollo de la conciencia, para estimular el trabajo
sustituyendo los incentivos materiales (consumo) por morales (solidaridad)
(Guevara 2010: 99-100).
El desarrollo económico en la URSS imitó las
técnicas capitalistas de producción (taylorismo y fordismo), pero resultó
incapaz de introducir la computación en la industria ni en la administración,
lastrado por el autoritarismo y el dogmatismo; su hundimiento en la década de
los 90 del siglo XX corroboró su carácter subalterno respecto del capitalismo
imperialista. Por tanto, resultó errónea la hipótesis del ‘socialismo en un
solo país’ que utilizó Stalin para justificar el desarrollo de la URSS –al
menos en la variante histórica de ‘socialismo en un solo país en contexto
histórico imperialista’, denominación que debería sustituir a la
formulación tradicional-.
Como la hipótesis de la II Internacional, de una evolución
paulatina hacia el socialismo a partir del capitalismo avanzado, fue
destruida por el fascismo en la primera mitad del siglo XX, considero necesario
establecer una tercera hipótesis de transición al socialismo para el siglo
XXI. Teniendo en cuenta el actual desarrollo de la economía mixta en la
República Popular China, capitalismo más Estado, podría considerarse la
forma adecuada para la estructura social de un capitalismo pos-liberal. Ante la
crisis actual del imperialismo neoliberal, el actual desarrollo del capitalismo
de Estado en la República Popular China podría constituirse como primera
fase de transición hacia el socialismo, cuya misión consistiría en liquidar la
hegemonía liberal, superar el desarrollo capitalista de las fuerzas
productivas y establecer un sistema mundial pacífico fundado en la forma
republicana del Estado.
Como segunda fase de la transición, se tendría que proponer
el concepto de dictadura del proletariado como República Democrática –un
sistema político de democracia participativa, sin prejuzgar la estructura
económica alcanzada según las relaciones de propiedad de los medios de
producción, en parte estatalizados, en parte cooperativistas, o incluso
privados en algunos casos-; teniendo en cuenta que el desarrollo socialista
solo será posible a través de la lucha de la clase obrera por alcanzar la
emancipación, y no por las buenas intenciones ideológicamente teorizadas de la
burocracia estatal. [3] Podría considerarse que la República de Cuba constituyó
la estructura social que más se ha acercado al modelo de República Democrática,
sin llegar a establecer un auténtica democracia participativa.
2. Consideraciones previas: las transformaciones de
la fuerza de trabajo en el desarrollo capitalista de las fuerzas productivas
Expongo en este punto una sucinta explicación de
algunas categorías esenciales para la explicación de la economía capitalista
según la teoría marxista, que considero necesario actualizar para ser aplicadas
a los desarrollos históricos recientes. La dinámica capitalista está impulsada
por los beneficios que obtienen los inversores de capital, y éstos vienen determinados
por la ley de la baja tendencial de la tasa de ganancia, definida por
Marx y Engels en el volumen 3 de El capital. Esa tendencia a la baja de
los beneficios se origina en la estructura misma de la sociedad mercantil
basada en la competencia, y es causa de crisis periódicas en la economía e
ineficiencias sistémicas del orden social –sobreproducción, estancamiento,
recesión, etc., con las consecuencias políticas subsiguientes de guerras
civiles e internacionales, fascismos, golpes de Estado, etc.-. Los problemas
económicos agudizan los conflictos internos de la sociedad, principalmente la
lucha de clases por el excedente y su uso social, entre la burguesía cuyo
objetivo es restablecer las ganancias del capital invertido y el proletariado
que aspira a terminar con la explotación. Estamos atravesando uno de esos
momentos críticos de la dinámica capitalista, como se muestra por la depresión
económica del centro imperialista, los movimientos fascistas y xenófobos en
todo el mundo y el aumento de la tensión bélica internacional con peligro de
guerra atómica.
Marx y Engels explican el beneficio capitalista a
partir de la explotación de los trabajadores, mediante el concepto de plusvalía
en dos aspectos principales: plusvalía absoluta, el tiempo extra de trabajo
que el empleador exige a sus obreros contratados, y se convierte en excedente
de producción que una vez vendido se transforma en beneficio; y plusvalía relativa,
generada por el aumento de productividad cuando se introduce una innovación
tecnológica, lo que da origen a ventajas comparativas y la creación de
ganancias extraordinarias que compensan la tendencia descendente de la tasa de
ganancia. [4] La plusvalía absoluta garantiza la pervivencia del sistema,
basado en el lucro del empresario –el beneficio empresarial es la expresión
monetaria de la plusvalía absoluta cuando ésta es vendida en el mercado-. La
plusvalía relativa determina la dinámica del sistema por la innovación
tecnológica y el aumento de la productividad, que permite crear ganancias extraordinarias.
La plusvalía absoluta está garantizada por la
existencia del ejército de reserva, la bolsa de trabajadores parados que
venden su fuerza de trabajo en el mercado a cambio de un salario; el exceso de
oferta de fuerza de trabajo presiona los salarios a la baja, y hace posible el
sometimiento de los trabajadores y la producción de excedente del que se
apropia el empresario. El ejército de reserva se crea por la emigración de
campesinos desde el campo a la ciudad, lo que en determinados momentos históricos
se realiza mediante procedimientos coactivos del Imperio burgués. Este proceso
voy a denominarlo proletarización, coincide primero con los procesos de
acumulación primitiva de capital y posteriormente con la industrialización, y
todavía continúa con fuerza en la sociedad contemporánea; la forma en que se
produce varía según la historia política de los diferentes Estados y regiones
geográficas.
A finales del siglo XX y comienzo del XXI existen
todavía enormes corrientes migratorias desde las zonas rurales hacia las
metrópolis industriales en todos los continentes. Sin embargo, un aspecto
característico del desarrollo capitalista en el último medio siglo ha sido el
enorme crecimiento del sector servicios a costa de los demás sectores
productivos, con importantes repercusiones en la composición de la clase obrera
y su conciencia colectiva. Ese proceso se denomina terciarización, y se
distingue netamente del proceso de proletarización. El desarrollo de los
servicios o terciarización de la economía se ha hecho posible por la revolución
informática, que ha incrementado fabulosamente la productividad del trabajo,
automatizando y robotizando la producción industrial. Esto significa que la
dinámica de crecimiento capitalista tras las crisis de la primera mitad del
siglo XX se ha mantenido fundamentalmente gracias a la plusvalía relativa,
generada en el sistema por las innovaciones tecnológicas recientes fundadas en
la computación y la inteligencia artificial. Puede observarse también que una
vez completada esa revolución tecnológica el sistema ha vuelto a entrar en
crisis.
Esa evolución de los sectores productivos imprime
características especiales a las relaciones sociales, de modo que nos exige
interpretar la estructura social desde esa perspectiva. Las transformaciones
acaecidas en la infraestructura productiva durante las últimas décadas en los
países imperialistas no han modificado las relaciones de producción entre
los trabajadores y la clase dominante, basadas en la propiedad privada de los
medios de producción; pero han transformado la estructura productiva –los modos
de la apropiación de la plusvalía por la clase capitalista- y hasta la propia
naturaleza del trabajo –la relación de la clase obrera con los otros factores
productivos, tierra y capital-, originando así la aparición de una nueva formación
social capitalista, y condicionando las luchas de clases y la dinámica
política resultante.
Por tanto, los cambios que han modificado la
composición de la clase trabajadora en el capitalismo han seguido una pauta
universal, aun con peculiaridades propias en los diferentes Estados y regiones
globales. Esa evolución puede describirse en dos fases, una primera de proletarización,
y la segunda de terciarización. Entiendo por ‘proletarización’ el
trasvase de fuerza de trabajo desde el sector primario –agrícola, minero,
pesca- al sector secundario o industrial –incluyendo el transporte además de la
producción de bienes de consumo y bienes de producción, energía y tecnología-.
La fase de terciarización consiste en el trasvase de fuerza de trabajo desde el
sector industrial o secundario al terciario de los servicios –educación,
sanidad, administración, finanzas y comercio, funcionarios públicos, etc.-.
Este proceso se caracteriza al mismo tiempo por la educación básica universal y
el acceso masivo de la población a los estudios superiores, por lo que también
puede entenderse como la cualificación de la fuerza de trabajo. [5]
La vinculación entre terciarización de la economía
y cualificación de los trabajadores no parece necesaria, pero en la práctica se
produce una cierta correlación entre ambas, por cuanto los trabajos del sector
servicios están dirigidos a mejorar las relaciones sociales y aumentar la
calidad de vida, y requieren por eso mejores aptitudes intelectuales. Esa
evolución consiste la sustitución del trabajador de mono azul por el empleado
de bata blanca –por emplear una imagen descriptiva-. La cualificación del
trabajo puede entenderse como desarrollo humano, y habría de medirse por los
años de estudio de los trabajadores y la aplicación de sus conocimientos en la
producción. Del mismo modo en la ciencia social y económica habría de
sustituirse el PIB (Producto Interior Bruto) como indicador del crecimiento
económico en función de la producción medida en términos monetarios, por el IDH
(Índice de Desarrollo Humano) como indicador de las mejoras educativas y la
salud de la población.
La automatización ha creado un excedente de fuerza
de trabajo en la industria, que se ha derivado hacia el sector servicios, de
modo que desde la Segunda Guerra Mundial hasta nuestros días el desarrollo
económico ha consistido en la sustitución de los trabajadores industriales, y
la cualificación de la fuerza de trabajo para desempeñar tareas en el sector
servicios. De ese modo, actividades que permanecían fuera de la organización
capitalista de la producción han pasado a realizarse cada vez más como tareas
laborales –trabajo doméstico, cuidado de personas dependientes, enfermos,
ancianos y niños, salud, educación, etc.-, tareas definidas en la estructura
económica regulada por la normativa social. Esto es, el trabajo de servicios,
realizado de forma equivalente a la producción artesanal en el pasado, ha
pasado a realizarse bajo criterios establecidos científicamente como producción
social organizada sistemáticamente. Terciarización y cualificación de la fuerza
de trabajo son procesos paralelos y complementarios. Añadir finalmente que la
terciarización de la economía ha creado un ejército de reserva completamente
nuevo de trabajadores con alta cualificación que no obtienen empleo, y que
presionan a la baja el valor de la fuerza de trabajo expresado en el salario, a
través de la competencia en el mercado de trabajo.
3. De la crisis económica a la crisis política del
imperialismo
En un principio, el desarrollo del sector servicios
vino acompañado de un fortalecimiento del sector público, que llegó a
representar el 40% del PIB en el centro imperialista, siendo el 100% en algunos
Estados de transición al socialismo. Pero desde la década de 1980, bajo la
inspiración del neoliberalismo, comenzó un proceso de privatización que se
dirigió primero contra las empresas públicas, y desde principios del siglo XXI
contra los servicios públicos. Al mismo tiempo, se produjo una ofensiva económica
y política fundada en el liberalismo y la globalización, que eliminó los
controles políticos y la planificación estatal dentro de la economía mixta,
devolviendo el poder político a la oligarquía financiera internacional. De ese
modo, el centro hegemónico del imperialismo agrupado en la OTAN pudo sostenerse
frente a las potencias emergentes hasta el estallido de la crisis económica en
el año 2008. Entonces se hizo patente lo que ya se podía intuir desde finales
del siglo XX: el ascenso imparable de la República Popular China hacia la
hegemonía mundial, y el establecimiento en Asia del centro económico mundial.
En España, por poner un ejemplo, la crisis
económica y política se manifiesta con especial intensidad, a pesar de que el
proceso de terciarización se ha producido desde los años 80 del siglo XX con
los gobiernos del PSOE bajo la monarquía parlamentaria. [6] La terciarización
de la estructura económica se ha completado en todas los sociedades más
desarrolladas, pero ese proceso no ha impedido que intervengan los factores
estructurales de la economía capitalista, que conducen a la depresión cíclica
del sistema y los conflictos sociales y políticos derivados de las dificultades
económicas.
Las políticas adoptadas para superar la crisis han
supuesto un duro ataque contra las clases trabajadoras; la depresión económica
en los Estados imperialistas está afectando al bienestar de las capas sociales
más pobres. Pero la ola de protestas que apareció en la década pasada parece
apagada, y las dificultades económicas, lejos de despertar críticas contra la
gestión capitalista neoliberal de la economía, han generado movilizaciones de
derecha y extrema derecha en la mayor parte de los países de la OTAN y sus
satélites. Por lo tanto, la política económica a nivel mundial está
desarrollando medidas liberales de modo cada vez más intenso, incluso en países
sin estructura económica liberal, y organizados como capitalismos de Estado
–China, Vietnam, Bielorrusia, Cuba,…
La crisis económica ha demostrado que la
cualificación del trabajo no es una garantía frente a los problemas del
desarrollo en el modo de producción capitalista; el optimismo liberal de
finales del siglo XX –el llamado fin de la historia por Fukuyama- se ha
visto completamente defraudado. Más bien al contrario, en los Estados
imperialistas la clase obrera fuertemente vinculada al sector terciario de los
servicios está sufriendo gravemente la crisis económica y adopta ideologías
contra la razón que ya demostraron su absurdo en el siglo pasado. Esa vía
evolutiva propiciada por la derecha radical, que demostró su inviabilidad en el
siglo XX con las guerras mundiales, parece destinada al fracaso a tenor de los
siguientes acontecimientos históricos:
- la superioridad militar de la OTAN no ha sido capaz
de imponerse en Oriente Medio, al haberse enredado en sus propias
contradicciones –apoyar y combatir el Estado islámico al mismo tiempo-.
- el rearme fascista de las sociedades
imperialistas es profundamente contradictorio con la racionalidad científica
necesaria para el desarrollo humano.
- se puede destacar la incongruencia de privatizar
los servicios públicos esenciales como educación, sanidad, infraestructuras,
transporte, etc., que resultan mucho menos eficientes en manos privadas que
organizados por las instituciones públicas.
- el desarrollo capitalista de las últimas décadas
es inviable a largo plazo por su consumo desmedido y despilfarrador de la
riqueza terrestre, que lleva al desastre ambiental y el agotamiento de los
recursos.
Los instrumentos ideológicos de la dominación
capitalista han sufrido modificaciones importantes a través de la cultura de
masas posmoderna y la disolución de la subjetividad mediante los espectáculos y
el consumo. Se ha hecho necesario bloquear el desarrollo de la conciencia de
los trabajadores cualificados mediante la disolución de los lazos afectivos en
la dinámica emocional de masas, para lo que se utiliza eficazmente la
tecnología comunicacional moderna –tv, radio, prensa, internet, etc.-.
La
realidad deviene representación, lo que no está en los medios no existe, y
viceversa, es real lo que aparece en el medio de comunicación; como diría
Nietzsche, la verdad se convierte en una fábula. Ese proceso consiste en la
creación de una sociedad líquida, según una expresión reciente, es
decir, una sociedad de masas manipulable a través de la propaganda y la
publicidad.
4. Perspectivas de futuro
Parece difícil que el fascismo, esa representación
distorsionada de la realidad, pueda afrontar con éxito los graves problemas que
se presentan a la humanidad en el siglo XXI. Por tanto, es cuestión de tiempo
que se manifieste con plenitud la hegemonía política y cultural del bloque
asiático, ya efectiva en el plano económico. En el movimiento global del
desarrollo capitalista comprobamos que la periferia se ha convertido en centro;
la larga depresión económica de los países que componen el bloque imperialista,
agrupado en la OTAN, contrasta con el gigantesco desarrollo de la economía
asiática, que se presenta como centro mundial en el próximo futuro. La crisis
actual anuncia el abrupto final de la hegemonía imperialista y la posible
emergencia de un mundo multipolar, con cierto predominio de la República
Popular China, la fábrica del mundo con el sector industrial más importante de
la economía internacional. El crecimiento exponencial de la economía china en
las últimas décadas plantea la superioridad de la economía planificada por el
Estado sobre la economía de libre mercado, y llama la atención sobre la
necesidad de establecer una economía capaz de combinar la planificación pública
con la iniciativa privada. Por el contrario, la evolución europea a través del
neoliberalismo en las últimas décadas ha supuesto un auténtico retroceso en el
desarrollo de la humanidad, lo que ha quedado patente por la depresión
económica y el ascenso del fascismo que afecta a los países imperialistas.
China se nos presenta como una República dirigida
por las instituciones tradicionales del proletariado industrial –partido
comunista, sindicatos, diversas organizaciones de solidaridad social-, si bien
esas estructuras se encuentran intensamente burocratizadas, generando una capa
social de funcionarios privilegiados. A pesar de que la existencia de un
importante sector de economía privada ha desarrollado una burguesía enriquecida
con los excedentes de la enorme producción industrial, la dirección política de
la sociedad continúa en manos del Estado, especialmente porque no hay un sector
financiero privado que domine la vida social con sus intereses particulares. En
consecuencia la ley de la baja tendencial de la tasa de ganancias no condiciona
el desarrollo de la economía china, que sigue creciendo a ritmos sorprendentes.
La República Popular China es un capitalismo de
Estado, por la forma en que se produce el desarrollo de las fuerzas
productivas: bajo este régimen se ha producido la proletarización de la fuerza
de trabajo china, con millones de campesinos arrancados a la tierra para vivir
en las ciudades y trabajar en el desarrollo industrial bajo condiciones de
explotación. Y una vez completado con éxito el proceso de proletarización de la
fuerza de trabajo, la cuestión principal es que China tiene que dar paso a la terciarización
y cualificación de su clase obrera: ¿cómo se va a desarrollar ese
proceso? Al mismo tiempo que se incrementa el consumo interno y el nivel de
vida de los trabajadores, en detrimento de la exportación y la inversión, la
estructura sectorial de la economía china debe dirigirse hacia el desarrollo
del sector servicios, especialmente en los aspectos sanitario y educativo.
La Federación Rusa se convirtió en un Estado
liberal tras el hundimiento de la URSS, lo que significó el saqueo de su
economía por la antigua oligarquía soviética convertida en burguesía
capitalista. [7] Tras esa transición al capitalismo liberal, el desarrollo de
la economía rusa ha consistido en el proceso de terciarización de la clase
obrera, y una vez realizado ese proceso en estos momentos la evolución de Rusia
parece mostrar una tendencia a la nacionalización de los sectores básicos de la
economía y el predominio estatal de los mecanismos económicos y sociales. Si
consideramos que China y otros capitalismos de Estado (India, Corea) deben
transitar hacia la terciarización económica, la cuestión es si lo harán tras
una liberalización económica como en Rusia, o si existe una vía alternativa
hacia el desarrollo de los servicios y la cualificación de la clase
trabajadora. La existencia de una vía no capitalista hacia la terciarización es
patente en el desarrollo de la República de Cuba desde la revolución hasta
nuestros días, si bien todavía permanece la incógnita de su evolución futura.
Para pensar esta situación desde categorías
políticas que orienten el proceso histórico hacia socialismo, propongo
considerar la República Popular como el inicio de la transición hacia el
socialismo, dentro de una etapa histórica que consistirá en construir un orden
mundial pacífico y multipolar. Pues solo el final del imperialismo liberal, con
sus tendencias inherentes hacia el fascismo, pondrá las condiciones históricas
para realizar esa transición al socialismo. En una siguiente fase, la República
Popular tiene que dar lugar a una República Democrática donde el proletariado
pueda ejercer efectivamente el poder político a través de instituciones de
participación y realice la transformación hacia el desarrollo sostenible de las
fuerzas productivas.
Ese proceso debe producirse al hilo de la
terciarización y cualificación de la fuerza de trabajo en el bloque asiático.
Resulta interesante ahora una comparación con el caso cubano desde estos
parámetros; para ello, podríamos incluir la esclavitud como una forma
especialmente compulsiva de proletarización, de modo que ese proceso se habría
dado durante los siglos de la colonia con el desarrollo de la industria del
azúcar, mientras que la terciarización y cualificación de los trabajadores con
el acceso universal a la educación se ha producido durante el periodo
revolucionario desde 1959; en dos fases, caracterizada la primera por su
pertenencia al área económica del COMECON, y la segunda por el periodo
especial y el aislamiento económico. La crisis provocada por el hundimiento
del Bloque del Este y el llamado periodo especial ha profundizado la
transformación de la estructura económica cubana en una economía de servicios.
Hoy en día, la distribución por sectores de la
economía cubana es similar a la vigente en el Estado español: 4,6% en el sector
primario; 26,1% en el secundario; 69,3 en el terciario; el trasvase hacia el
sector servicios se ha producido bajo un capitalismo de Estado durante el
periodo revolucionario con un éxito reconocido mundialmente en el avance de
desarrollo humano, gracias a la educación y la medicina. En este aspecto se
muestra la superioridad de la planificación pública, y el modelo social cubano
habría de convertirse en referente para la previsible evolución de la República
Popular China hacia la República Democrática. Habría que determinar en qué
grado la planificación pública debe ser completada con la iniciativa privada
para alcanzar la eficiencia, y en qué sectores económicos y productivos; pero
como ha subrayado la revolución cubana, el desarrollo de la conciencia
colectiva y personal es una condición para conseguir una planificación pública
consistente.
El capitalismo es inviable por su consumo
despilfarrador de recursos escasos del planeta Tierra y su destrucción del
medio ambiente y los ecosistemas vivos de la biosfera. En cambio, la República
de Cuba ha conseguido un desarrollo humano similar a los países imperialistas
con gastos de consumo bastante menores. Es decir, mientras la racionalidad
capitalista se basa en la eficacia, medida por el incremento del PIB, la
racionalidad socialista se basa en la eficiencia, medida en ahorro de recursos.
El factor decisivo es la actitud hacia lo público, si entendemos que la riqueza
terrestre es un bien público de toda la humanidad, incluida la futura. El
enlace entre lo público y lo privado se encuentra en la actitud personal hacia
la justicia. [8] Debemos entender esto como la versión moderna de la filosofía
práctica clásica, que consideraba la complementariedad de la ética y la
política, y que en la tradición filosófica cubana aparece compendiada en el
apogtema de Luz y Caballero recogido por Cintio Vitier: ese sol del mundo moral,
la justicia.
Como el español, el caso cubano muestra que los
progresos en la cualificación de los trabajadores no son garantía para alcanzar
mayores niveles de consumo y riqueza material; sin embargo, más allá de las
insatisfacciones que puedan ser resentidas por la falta de consumo, el acceso a
la cultura parece proporcionar a los cubanos un alto nivel de satisfacción en
el plano del desarrollo personal y las relaciones sociales. En mi opinión, con
las críticas que quieran y puedan hacerse a los errores que se hayan podido
cometer, Cuba ha mostrado el camino del futuro, pues su hazaña histórica de
resistencia antimperialista ha sido coronada con la superación del periodo
especial. Ante la crisis ambiental que se avecina en el siglo XXI, es posible que
el futuro de la humanidad sea una especie de periodo especial generalizado con
el agotamiento de la riqueza terrestre, y la gesta cubana nos brinda la
esperanza de que ese difícil momento previsible pueda ser superado con éxito.
La condición para ello reside probablemente en una estructura equilibrada y
justa de relaciones sociales, que venga acompañada por un alto grado de
conciencia política. Debemos pensar la República Democrática a partir de la
experiencia cubana, intentando mejorar el modelo histórico que nos ofrece.
La República de Cuba puede proponerse como modelo
de desarrollo para los procesos de cualificación que deben producirse en Asia a
lo largo del siglo XXI. La clave del asunto consiste en que el conocimiento
deja de ser valor de cambio en una sociedad justa y orientada hacia el
socialismo, para ser considerado como una cualificación para servicio público.
Eso significa que el conocimiento debe considerarse un valor en sí mismo, como
una vocación humana que nos permite el desarrollo personal, deseado por sí
mismo independiente del mercado y de las remuneraciones. El reconocimiento
social y la satisfacción personal tienen más valor que los incentivos
materiales, de modo que se desarrolla el lado espiritual de la personalidad
humana. Por otro lado, se produce una desvalorización económica del trabajo
intelectual, que recibe remuneraciones inferiores a los trabajadores por cuenta
propia en otros empleos que envuelven esfuerzo físico.
5. Conclusiones
La actual coyuntura histórica se caracteriza por la
confrontación entre el centro imperialista y las potencias emergentes de Asia,
con la previsible victoria de éstas y la constitución de un orden mundial
multipolar. Sin embargo, la República Popular China, después de haber afrontado
con éxito la industrialización económica y la proletarización de la población,
tiene por delante el proceso de terciarización de su economía, desarrollando la
educación y la sanidad, además de otros servicios públicos. La República de
Cuba puede mostrarse como un ejemplo no capitalista de terciarización y
cualificación de la fuerza de trabajo, que podría ser desarrollado en China, y
esa parece ser la intención de las nuevas medidas políticas del PCCh. Existe,
no obstante, el peligro de una burocratización autoritaria, que también se
manifiesta en la República de Cuba, como problema importante del desarrollo
social y fuente de desequilibrios sociales.
Bibliografía
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http://www.cis.es/cis/opencm/ES/11_barometros/index.jsp
CC.OO. (2017). Gabinete Económico Confederal de
Comisiones Obreras, Informe de coyuntura laboral diciembre 2017. http://www.ccoo.es/4784babb2979d847d5e55c8b7e6b410c000001.pdf
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GUEVARA, Ernesto Che (2010), Mis sueños no
tendrán fronteras. La Habana: Casa Editora Abril, 2010.
INE (2017), Instituto Nacional de Estadística, http://www.ine.es/dyngs/INEbase/es/operacion.htm?c=Estadistica_C&cid=1254736176918&menu=ultiDatos&idp=1254735976595
MANDEL 1979, Ernest. El capitalismo tardío,
México, Era, 1979.
REPULLO, José Ramón (2013). La mala senda de la
sanidad pública, en El País, Opinión, 18.1.2013 https://elpais.com/elpais/2013/01/10/opinion/1357821159_682859.html
Notas
[1] Entiendo ‘formación social’ en el
sentido de Mandel 1979, como la concreción histórica del modo de producción en
una determinada estructura de clases, que varía para adaptarse al crecimiento
de las fuerzas productivas.
[2] Che Guevara consideraba esa fase de la URSS
como capitalismo premonopolista en cuanto al ordenamiento de las relaciones
económicas (Guevara 2010, 95), y no consideraba adecuada la expresión de
Lenin. Sin embargo, la posición de Guevara puede considerarse voluntarista, al
defender una planificación económica centralizada sin elementos de
participación política.
[3] En efecto, la evolución china bajo el actual
presidente Xi puede conducir hacia un autoritarismo rígido, que podría indicar
un proceso de degeneración burocrática de la República Popular. Las
consecuencias culturales de ese desarrollo conducen a un dogmatismo
incompatible con el desarrollo tecno-científico de la sociedad industrial, como
mostraron los acontecimientos históricos de la URSS.
[4] Esta explicación del desarrollo capitalista que
puede estudiarse con detalle en la sección IV de El capital. Marx y
Engels, El capital, vol.I, sección IV, Plusvalía absoluta y plusvalía
relativa.
[5] Puede considerarse la reflexión de la Escuela
de Frankfurt como resultado de la percepción de este fenómeno histórico y su
explicación desde conceptos del materialismo histórico, enriquecidos por la
teoría del psicoanálisis, la sociología académica y el existencialismo.
[6] En el año 2016 el reparto de los trabajadores
en los diferentes sectores productivos en el Estado español era como sigue:
agricultura y pesca 4,4%; industria y energía 13,9%; construcción 5,8%;
servicios 75,8% (INE 2017). Por otro lado, los datos de la crisis económica son
impresionantes: los trabajadores autónomos han visto disminuir sus ingresos en
más del 57%, mientras que las rentas de los trabajadores asalariados en el
sector privado han disminuido un 9%, al mismo tiempo que crecían los beneficios
empresariales de modo que la tasa de explotación del trabajo ha crecido en un
21,2%. Varios millones de trabajadores pobres reciben un salario insuficiente
para cubrir sus necesidades básicas. Además un importante sector de la fuerza
laboral trabaja en la economía sumergida de forma ilegal, y como es notorio
estos trabajadores carecen de todo tipo de derechos (CC.OO. 2017).
[7] La estructura del PIB por sectores de la
economía soviética en 1984 era: agricultura 20%; industria 47%; servicios 33%
-distribución previa a los procesos de terciarización realizada en las últimas
décadas. La estructura sectorial de la economía china en 2008 -36,7%
agricultura; 28,7% industria; 34,6% servicios- mostraba una distribución previa
al proceso de terciarización.
[8] La planificación pública es superior para organizar
la economía, pero se deben reconocer sus problemas: … resulta que el sector
público acaba no siendo de nadie, y todos lo utilizan como yacimiento
extractivo. Los políticos extraen votos; los empleados extraen tiempo y
esfuerzo; los gerentes extraen reputación... Repullo 2013. Mientras que en
el capitalismo esa dinámica es inevitable por pertenecer a la personalidad
egoísta del individuo, como muestra el caso cubano la solución de ese problema
es la construcción de una cultura fundada en la conciencia colectiva y la ética
personal; si bien aparece el problema de la estimulación moral para la
productividad del trabajo, el sistema republicano resulta más eficiente
permitiendo ahorrar recursos frente al despilfarro característico del
crecimiento capitalista.
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