La trinchera
22-06-2018
Todos hemos escuchado hablar de la
“pirámide invertida” como uno de los tantos males que supuestamente desvirtúa
nuestro desarrollo como una sociedad justa y socialista. Tanto en discursos
ante la Asamblea Nacional o en una parada de la guagua, muchos son los que se
refieren a la misma como una de los causantes del desincentivo al trabajo, por
tanto de la baja productividad de la economía y de configurar una forma de
redistribución de la riqueza social de forma injusta.
Para
mayor simpleza de lo que aquí hablaré, tomo como punto de partida un ejemplo
abstracto de solo dos trabajos: un maestro y un taxista (botero en la Habana de
los de 10 CUP, por el día). Si bien la realidad es mucho más rica, es mucho más
ilustrativo este ejemplo.
Un
maestro cubano subsiste -decir que vive son palabras mayores- con un salario no
mayor a 800 pesos mensuales (llevando muy bien a algunos). Mientras un taxista
puede obtener en ese mismo mes ingresos hasta 3 veces superiores e incluso más
-por no hablar ya del dueño del carro-.
Desde
la idea de la “pirámide invertida” esto es una distribución injusta, pues esta
idea toma como punto de partida el supuesto de que un maestro debería ser mejor
remunerado que un taxista. Sin hacer juicios de valor sobre el mismo me
gustaría introducir antes otra postura, la del sistema de relaciones económicas
que imperan en la realidad cubana actual.
Este
sistema de relaciones económicas se construyen en la cotidianidad, es un
sistema a veces normado -organizado legalmente- y otras solo reconocido en la
práctica informal de la vida del cubano, como es por ejemplo todo el mercado paralelo.
Él determinará el reconocimiento real que se le dará al trabajo –legal o no-.
Por otro lado, se pude decir que es el que impone la realidad de que un taxista
viva con tres veces el salario de un maestro y -aunque muchos no lo quieran-
son relaciones objetivas, pues cuentan con la validación efectiva de la gran
mayoría.
Recuerdo
hoy las protestas de muchos cuando se intentó normar el precio tope de los
taxistas de La Habana, las que desde los propios taxistas hasta los mismos que
ven caro el pasaje de 10 CUP. Puede verse caro, pero lo reconocen como racional
para unas ciertas condiciones. La sociedad esta reconociendo como válida esas
relaciones, pues se reproducen de forma armónica en el día a día, la práctica
las valida aunque exista más allá de esta un discurso que las condene.
No
digo que no se reconozca la necesidad del aumento de salario de los maestros,
pero ni la práctica lo valida, ni la sociedad ejerce presión real para su
alcance. Por eso afirmo que el estatus actual de las relaciones económicas
determina y acepta dicha desigualdad.
Volvamos
ahora a la “pirámide invertida”, si la realidad y las condiciones están
condicionando este tipo especifico de distribución ¿de dónde sale esta idea?
Existe
un tópico muy viejo -inexacto en gran medida-, pero aplicable aquí, que dice
algo parecido a: “la objetividad (o real), condiciona
la subjetividad (la mente)”. Si seguimos esta idea, de que son las
condiciones la que definen el pensar del hombre, entonces nos queda que nuestro
pensamiento -o en este caso- nuestra moral, difiere de lo que como realidad
objetiva ocurre. Digo nuestra moral porque ya vimos que nuestra práctica si
esta en concordancia con las relaciones económicas existentes. Es decir,
nuestra práctica social mal-reconoce el trabajo del maestro y moralmente lo
condenamos.
Hay
que entender entonces que esa idea-moral- no parte de nuestra propia realidad.
Ni siquiera es una idea construida en los marcos del mal llamado “Construcción
del Socialismo”, pues hasta ahora no existe en los marcos de esta construcción
un esquema para valorar dicha desigualdad.
La
supuesta violación de la ley de distribución socialista: “de cada
cual según su capacidad, a cada cual según su trabajo” es una
postura que en sí no dice nada nuevo, ni está siendo violada en la actualidad
cubana para este ejemplo. No dice nada nuevo porque en el Sistema de relaciones
económicas del capitalismo, el capitalista exige del obrero toda su capacidad
posible y le paga de forma aparente por su trabajo. Y en la actualidad cubana
un taxista trabaja de acuerdo a sus capacidades y es retribuido en consonancia
a su trabajo- a veces de hasta 12 horas- e igual pasa con el maestro con sus
capacidades y trabajo. Solo que ese trabajo es socialmente menos valorado en
nuestro sistema de relaciones económicas que las del botero. Verlo como algo
incorrecto es solo una postura moral. Es una economía moral.
La
idea de que es más justo que un maestro viva mucho mejor que un taxista es ante
todo una construcción social importada. Piénsese un solo minuto que diferencia
esta distinción de como se opera en cualquier lugar del mundo.
Podríamos
decir que ese es el orden natural (maestros por encima de taxistas en la
distribución y reconocimiento social), pero no existe nada más oportunista que
la idea del “orden natural de las cosas” que fuerza a la gente al
inmovilismo y el conformismo. No, esa es una construcción social de una
realidad y relaciones económicas que entiende que un taxista en Brooklyn,
posiblemente de tés oscura o latina no pueda vivir con las mismas condiciones
de vida que un maestro de ese mismo lugar.
Es
una construcción de nuestra moral que traemos de paradigmas extranjeros, de los
paradigmas con que un día decidimos romper. Tratamos de aplicar a una realidad
diferente como la nuestra, los cánones de justicias e igualdad de una sociedad
que nos es ajena, en gran medida es un intento de asemejarnos a aquellos que no
somos y pregonamos que no queremos ser.
Yo
no vengo aquí a defender ni atacar una “pirámide invertida” que no es más que
una construcción en nuestra mente del cómo debería ser una sociedad que nunca
hemos visto y que tristemente parte (la pirámide) de la sociedad que decimos
alejarnos.
La
idea de la pirámide invertida es en sí misma totalmente ajena a lo que debería
ser una construcción socialista. La misma reconoce que nuestra sociedad está
estructurada de forma vertical- piramidal en este caso- con unos arriba y otros
abajo. Socialmente –moralmente- algunos entienden que en la distribución actual
el quién está arriba y quién abajo está mal y hay que cambiarlo. Esta lógica
simplemente olvida que no importa cómo se distribuya una pirámide, siempre hay
algunos que les tocará estar en la base. Es un reconocimiento implícito a una
estructura social desigual, que no importa cómo se organice siempre tendrá
algunos viviendo arriba y otros subsistiendo abajo.
Es
triste ver como esa idea absurda de la “pirámide invertida” es impulsada por
los que sin importar como se organice la pirámide siempre estarán arriba.
Yo
no sé cómo es un sistema socialista, no puedo pues nunca lo he visto, ni cómo
será su organización social y distribución de la riqueza, lo que sí sé es que
nada tendrá que ver con moralismos importados, ni con pirámides sociales.
Seguimos arrastrando la idea de una sociedad vertical que asume el capitalismo.
Nuestro problema no es un reconocimiento de la actividad humana invertido, sino
que se reconoce mal a algunos sectores sociales. ¿No se ve que definir el
problema en términos de pirámide al revés lleva implícito un llamado interno a
la lucha de clases?
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