Jonathan-cook.net
09-07-2018
Traducido del inglés para Rebelión
por J. M.
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Los
informes sugieren que Trump está a punto de revelar un programa de ayuda
masiva, pero con la condición de que los palestinos trabajen en Egipto bajo un
plan israelí de la "Gran Gaza"
Israel
y EE.UU. están en una carrera contra reloj con Gaza. El enigma es absoluto:
cómo seguir aislando el pequeño enclave costero del mundo exterior y de
Cisjordania para sabotear el peligro de un emergente Estado palestino sin
avivar una revuelta masiva de los dos millones de palestinos de Gaza.
Con
la Franja de Gaza, Israel no tiene el lujo del tiempo que disfruta en
Cisjordania y Jerusalén Este, los dos territorios palestinos adicionales que
ocupa. En esas áreas, puede seguir erosionando la presencia palestina,
utilizando el ejército israelí, los colonos judíos y las estrictas
restricciones al movimiento palestino para apoderarse de recursos claves como
la tierra y el agua.
Gaza:
un campo de exterminio
Mientras
que Israel está involucrado en una guerra de desgaste con la población de
Cisjordania, un enfoque gradual similar en Gaza se está volviendo rápidamente
insostenible. Las Naciones Unidas han advertido de
que el enclave puede estar a solo dos años de convertirse en
"inhabitable", con su economía en ruinas y los suministros de agua no
aptos para el consumo.
Más
de una década de un severo bloqueo israelí, así como una serie de ataques
militares, han sumergido gran parte de Gaza en la edad oscura. Israel necesita
desesperadamente una solución antes de que la prisión de Gaza se convierta en
un campo de exterminio. Y ahora, al amparo del "último plan de paz"
de Donald Trump, Israel parece estar al borde de una respuesta.
Las
últimas semanas han estado llenas de informes en los medios israelíes y árabes
de movimientos de Washington e Israel para presionar a Egipto para que entregue
una franja de territorio en el norte de Sinaí, junto a Gaza, para proyectos de
infraestructura diseñados para aliviar la "crisis humanitaria" del
enclave.
A
fines del mes pasado, Hamás, que gobierna Gaza, envió una
delegación a El Cairo para discutir las medidas. Esto siguió
inmediatamente después de una visita a Egipto de Jared Kushner, el yerno de
Donald Trump, quien está supervisando el plan de paz de Medio Oriente.
Explotando
los temores egipcios
Según
los informes, Trump espera revelar pronto un paquete, asociado con su plan de “acuerdo
pacificación del siglo", que se comprometerá con la
construcción de una red de energía solar, una planta de desalinización, un
puerto marítimo y un aeropuerto en el Sinaí, así como una zona de libre
comercio con cinco áreas industriales. La mayor parte del financiamiento provendrá
de los estados del Golfo, ricos en petróleo.
Las
fuentes diplomáticas egipcias parecen haber confirmado los
informes. El programa tiene el potencial de ayudar a aliviar el inmenso
sufrimiento en Gaza, donde escasean la electricidad, el agua limpia y la
libertad de movimiento. Palestinos y egipcios trabajarían conjuntamente en
estos proyectos, proporcionando trabajos desesperadamente necesarios. En Gaza,
el desempleo juvenil supera el 60 %.
No
se ha aclarado si se alentará a los palestinos de Gaza a vivir en el Sinaí en
las proyectadas ciudades de trabajadores migrantes. Sin dudas, Israel esperará
que gradualmente los trabajadores palestinos hagan del Sinaí su hogar
permanente.
Mientras
tanto, Egipto se beneficiará tanto de la enorme inyección de capital en una
economía actualmente en crisis como
de la nueva infraestructura que se puede utilizar para su propia población en
la agitada península del Sinaí.
Vale
la pena señalar que durante dos años un ministro del gabinete israelí ha
estado proponiendo proyectos
de infraestructura similares para Gaza ubicados en una isla artificial que se
establecerá en aguas territoriales palestinas. El primer ministro israelí
Benjamin Netanyahu ha rechazado repetidamente la propuesta.
En
cambio localizar el proyecto en Egipto, bajo el control de El Cairo, unirá las
preocupaciones de seguridad egipcias sobre Gaza con las de Israel y servirá
para matar el proyecto de Estado para la causa nacional palestina.
Una
década de forcejeo
Es
importante entender que el plan de Sinaí no es simplemente evidencia de una
ilusión por parte de una Administración de Trump inexperta o engañada. Todo
indica que el proyecto ha gozado de un apoyo prolongado y vigoroso de
establecimiento de políticas de Washington durante más de una década.
De
hecho hace cuatro años, cuando Barack Obama estaba firmemente instalado en la
Casa Blanca, Middle East Eye puso en
evidencia el rumbo de los intentos de Israel y Estados Unidos
de manipular una sucesión de líderes egipcios para abrir el Sinaí a los
palestinos de Gaza.
Esta
ha sido una ambición determinante de Israel desde que sacó a varios miles de
colonos de Gaza en la llamada desconexión de 2005 y luego afirmó, falsamente,
que la ocupación del enclave había terminado.
Según
los informes, Washington ha estado participando desde 2007, cuando la facción
islamista Hamás tomó el control de Gaza, derrocando al movimiento Fatah del
presidente palestino Mahmoud Abbas. Fue entonces cuando Israel, respaldado por
los EE.UU., intensificó su severo bloqueo que destruyó la economía de Gaza e
impidió la entrada de productos clave.
Un
pequeño Estado palestino
Las
ventajas del plan Sinai son evidentes para Israel y Estados Unidos. Las
consecuencias serían:
- Hacer permanente la división territorial
entre Gaza y Cisjordania y la división ideológica entre las facciones
rivales de Fatah y Hamás.
- Rebajar la calificación de Gaza de una
cuestión diplomática a una humanitaria.
- Conducir gradualmente al establecimiento
de un Estado palestino de facto en el Sinaí y Gaza,
mayormente fuera de las fronteras de la Palestina histórica.
- Alentar el asentamiento eventual de
potencialmente millones de refugiados palestinos en territorio egipcio,
despojándolos de su derecho marcado por el derecho internacional a
regresar a sus hogares, ahora en Israel.
- Debilitar los reclamos de Abbas y su
Autoridad Palestina, ubicada en Cisjordania, para representar la causa
palestina y socavar sus movimientos para lograr el reconocimiento de la
condición de Estado en las Naciones Unidas.
- Y levantar el oprobio de Israel al cambiar la responsabilidad de reprimir a los palestinos de Gaza a Egipto y al mundo árabe en general.
Plan
"Gran Gaza"
En
el verano de 2014 los medios de comunicación de Israel informaron de que, con
la bendición de Washington, los funcionarios israelíes habían estado trabajando
en un plan denominado "Gran Gaza" que uniría el enclave a una gran
porción del norte del Sinaí. Los informes sugirieron que Israel había avanzado
con El Cairo en la idea.
Funcionarios
egipcios y palestinos respondieron públicamente
a las filtraciones denunciando el plan como "fabricado". Pero,
independientemente de si El Cairo fue receptivo o no, proporcionó aún más
confirmación de una estrategia israelí desde una década atrás
para Gaza.
Aproximadamente
al mismo tiempo un periódico árabe entrevistó a
un exfuncionario anónimo cercano a Hosni Mubarak, el presidente egipcio
derrocado en 2011. Dijo que Egipto había estado bajo presión concertada desde
2007 para anexarse Gaza al norte del Sinaí, después de que Hamás tomara el control del enclave tras las elecciones
palestinas.
Cinco
años después, según la misma fuente, Mohamed Morsi, que dirigió un efímero
Gobierno de la Hermandad Musulmana, envió una delegación a Washington, donde
los estadounidenses propusieron que "Egipto cediera un tercio del Sinaí a
Gaza en un proceso de dos etapas que abarcaría de cuatro a cinco años”.
Y
parece que desde 2014, el sucesor de Morsi, el general Abdelfattah al-Sisi, se
ha enfrentado a un lobby similar.
Zanahorias
y palos
Las
sospechas de que Sisi podría haber estado a punto de capitular hace cuatro
años fueron impulsadas en ese momento por el mismo Abbas. En una
entrevista en la televisión egipcia dijo que el plan
israelí de Sinaí había sido "desafortunadamente aceptado por algunos aquí
[en Egipto]". No me pregunten más sobre eso. Lo eliminamos".
Los
animadores neoconservadoras de Israel en Washington que presuntamente se
apoyaron en Mubarak en 2007 durante la presidencia de George W. Bush, ahora
están influyendo de nuevo en la administración de Trump en la política de Medio
Oriente.
Y
aunque Sisi parece haber mantenido su posición en 2014, es probable que los
drásticos cambios posteriores en la región hayan debilitado su posición.
Tanto
Abbas como Hamás están más aislados que nunca y la situación en Gaza es más
desesperada. Mientras tanto, Israel ha cultivado lazos mucho más estrechos con
los estados del Golfo ya que forman una oposición conjunta a Irán. Y la
Administración de Trump ha abandonado incluso la pretensión de neutralidad para
resolver el conflicto palestino israelí.
De
hecho, el equipo de Trump para Oriente Medio liderado por Kushner adoptó desde
el principio el llamado paradigma "desde afuera hacia adentro" de
Israel para llegar a un acuerdo de paz.
La
idea es utilizar un enfoque de zanahoria y palo (una mezcla de incentivos
financieros y sanciones punitivas) para intimidar a Abbas y Hamás para que
hagan aún más concesiones importantes a Israel que anularían cualquier idea
significativa para la condición de un Estado palestino. La clave de esta idea
es que Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos pueden ser reclutados para
ayudar a Israel en sus esfuerzos de forzar a los líderes palestinos.
Egipto,
según indican los informes actuales, ha recibido presiones similares del Golfo
para conceder territorio en el Sinaí para ayudar a Trump con su largamente
postergado "acuerdo del siglo".
Amenaza
de la Hermandad Musulmana
Sisi
y sus generales tienen buenas razones para ser reacios en ayudar. Después de
tomar el poder del Gobierno de la Hermandad Musulmana de Morsi, han hecho todo
lo posible para aplastar a los movimientos islamistas locales, pero se han
enfrentado a una reacción violenta en el Sinaí.
Hamás,
que gobierna Gaza, es la organización hermana de la Hermandad Musulmana. Los
generales de Egipto se han preocupado de que la apertura del cruce fronterizo
de Rafah entre Sinaí y Gaza pueda reforzar los ataques islamistas que Egipto ha
luchado por contener. También hay temores en El Cairo de que la opción del Sinaí
trasladaría la carga de Gaza sobre los hombros de Egipto.
Aquí
es donde Trump y Kushner pueden esperar que sus habilidades para hacer
funcionar la rueda puedan lograr un gran avance.
La
susceptibilidad de Egipto a los incentivos financieros del Golfo se puso de
manifiesto el año pasado cuando el gobierno de Sisi acordó vender efectivamente
a Arabia Saudí dos islas estratégicas del Mar Rojo, Tiran y Sanafir que
protegen la entrada al golfo de Aqaba y al canal de Suez.
A
cambio Egipto recibió del reino miles de millones de dólares en préstamos e
inversiones, incluidos proyectos de infraestructura a gran escala en el Sinaí.
Según informes, Israel aprobó el trato.
Los
analistas han sugerido que la entrega de las islas a Arabia Saudí tenía como
objetivo fortalecer la cooperación de seguridad e inteligencia entre Israel,
Egipto y Arabia Saudí en el trato con los militantes islámicos en el Sinaí.
Esto
se parece ahora sospechosamente al preludio del plan Sinaí informado por Trump.
Sobre
las cabezas de los palestinos
En
marzo la Casa Blanca recibió a 19 países en una conferencia para considerar
nuevas ideas para enfrentar la creciente crisis de Gaza. Además de Israel, los
participantes incluyeron representantes de Egipto, Jordania, Arabia Saudí,
Catar, Bahrein, Omán y los Emiratos Árabes Unidos. Los palestinos boicotearon la
reunión.
Un documento muy
favorecido por el equipo Trump fue entregado por
Yoav Mordechai, un general israelí y funcionario clave que supervisa la
estrategia de Israel en los territorios ocupados. Muchas de sus propuestas,
para una zona de libre comercio y proyectos de infraestructura en el Sinaí, se
están adelantando.
El
mes pasado Kushner visitó Arabia Saudí, Catar, Egipto y Jordania para obtener
apoyo. Según las entrevistas en
el diario israelí Hayom, los cuatro estados árabes están de acuerdo
con el plan de paz, incluso si eso significa pasar por alto a Abbas.
Jackie
Khoury, analista palestina del periódico israelí Haaretz, resumió los
ingredientes para el plan de Gaza: "Egipto, que tiene un interés vital en
calmar a Gaza debido al impacto del territorio en el Sinaí, interpretará al
policía que reprime a Hamás. Arabia Saudí, Catar y quizás los Emiratos Árabes
Unidos pagarán por los proyectos, que estarán bajo los auspicios de las
Naciones Unidas”.
Los
esfuerzos de Israel para asegurar la obediencia de Hamás pueden estar indicados
por las recientes amenazas de invadir Gaza y diseccionarla en dos, según
informó el veterano periodista israelí Ron Ben-Yishai. Estados Unidos también
ha avanzado para profundizar la crisis en Gaza reteniendo los pagos al UNRWA,
la agencia de las Naciones Unidas para los refugiados palestinos.
La mayoría de la población de Gaza son refugiados que dependen de donaciones de
la ONU.
Una
ventaja para Hamás al aceptar el plan del Sinaí es que finalmente sería
liberado de los controles israelíes y de la Autoridad Palestina sobre Gaza.
Sería más capaz de mantener su dominio, siempre que no provocara la ira
egipcia.
Modelo
de pacificación de Oslo
Los
planes de Israel y Washington para Gaza tienen fuertes ecos del modelo de
"pacificación económica" que fue el marco para el proceso de paz de
Oslo de finales de los años noventa.
Para
Israel, Oslo representó una oportunidad cínica para destruir la economía
mayoritariamente rural de Cisjordania de la que los palestinos han dependido
durante siglos. Israel siempre codició el territorio tanto por su potencial
económico como por sus asociaciones bíblicas.
Cientos
de comunidades palestinas en Cisjordania dependen de estas tierras para la
agricultura, enraizándolas a lugares históricos a través de las necesidades
económicas y la tradición. Pero desarraigar a los aldeanos, forzarlos a pasar a
un puñado de ciudades palestinas y limpiar la tierra para los colonos judíos,
requería de un modelo económico alternativo.
Como
parte del proceso de Oslo, Israel comenzó a establecer una serie de áreas
industriales, pagadas por donantes internacionales, en la llamada "zona de
separación" entre Israel y Cisjordania.
Compañías
israelíes e internacionales debían abrir fábricas allí, empleando mano de obra
barata palestina con mínimas protecciones. Los palestinos serían transformados
de agricultores con un fuerte apego a sus tierras en una fuerza laboral
informal concentrada en las ciudades.
Una
ventaja adicional para Israel es que convertiría a los palestinos en el último
"precariado". Si comenzaran a exigir un Estado o incluso a protestar
por sus derechos, Israel podría simplemente bloquear la entrada a las áreas
industriales, permitiendo que el hambre pacificase a la población.
Nuevos
guardias para la prisión
Hay
muchas razones para creer que el objetivo de una iniciativa de Trump e Israel
para reubicar gradualmente a los palestinos en el Sinaí mediante la inversión
en proyectos de infraestructura es ahora.
Con
los intereses de seguridad de los dos países perfectamente alineados, Israel
puede entonces confiar en que Egipto pacifique a los palestinos de Gaza en su
nombre. Bajo tal esquema, El Cairo tendrá muchas maneras de dar una lección a
su nueva fuerza laboral de trabajadores migrantes.
Puede
cerrar temporalmente los proyectos de infraestructura, despidiendo a la fuerza
de trabajo, hasta que haya silencio. Puede cerrar el único cruce fronterizo de
Rafah entre Gaza y Sinaí. Puede cerrar las plantas de electricidad y
desalinización, privando a Gaza de energía y agua limpia.
De
esta forma, Gaza puede mantenerse bajo control de Israel sin que éste tuviera
ninguna culpa. Egipto se convertiría en el guardián visible de la prisión
Gaza, al igual que Abbas y su Autoridad Palestina han asumido la carga de
servir como carceleros en gran parte de Cisjordania.
Este
es el modelo de Israel para Gaza. Pronto podremos averiguar si es compartida
por Egipto y los estados del Golfo.
Fuente: https://www.jonathan-cook.net/2018-07-05/sisi-key-to-trumps-sinai-plan-to-kill-palestinian-state/
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