Cuando los genetistas hablan sin el debido cuidado sobre el concepto de
raza, se arma la grande. Así está ocurriendo por estos días pues el genetista
David Reich escribió en el New York Times un artículo de opinión1 en
el que señala que lo que él llama la “ortodoxia” de la genética hace que los
científicos evadan investigar, incluso discutir, lo que para él es clarísimo:
las variaciones entre las poblaciones humanas existen. “No es posible ignorar
por más tiempo las diferencias genéticas entre las “razas”, escribe.
Y explotó la bomba de lado y lado. Los científicos sociales reaccionaron
condenando lo que para ellos tiene hondas connotaciones y por su lado quienes
aseguran que la discusión sobre las diferencias raciales se ha convertido en
tabú se mostraron complacidos, pues se abre la puerta a otras discusiones
espinosas: las supuestas diferencias en los riesgos de enfermedades entre
diversas poblaciones y las también supuestas en la inteligencia.
En estos tiempos donde los grupos supremacistas blancos están cogiendo
fuerza y, de forma abierta haciendo demostraciones en Estados Unidos, no es de
extrañar que un escrito como el de Reich encienda la polémica, en los círculos
académicos, en las calles. El escritor de ciencia Nicholas Wade, cuyos
artículos sobre la raza han sido duramente criticados por los genetistas, de
forma rápida respondió: “¡Al fin! Un genetista de Harvard, David Reich, admite
que existen diferencias genéticas entre las razas humanas, si bien pone la
palabra raza entre comillas”.
Wade y Charles Murray, coautor del más que polémico libro La curva de
Bell, son defensores declarados de la existencia de las razas y además de la
inferioridad de la negra. Murray también celebró el escrito de Reich aunque,
vaya ironía, cuando su libro se publicó, entre los genetistas que lo condenaron
por instigador de racismo estaba el propio Reich.
Alan R. Templeton, genetista y estadístico de la Universidad de
Washington en St. Louis, escribe una revisión2 que con profundidad
y con base en el análisis de diversos grupos humanos nos da una idea precisa
del significado de raza en términos biológicos, apoyado siempre en las
variantes genéticas que definen la especie y no en características como el
color de la piel, por poner un ejempolo, que son adaptaciones y que varían en
las poblaciones como resultado de cambios en el medio.
Las razas pueden existir en los humanos en un sentido cultural, pero los
conceptos biológicos de raza tienen que ser estrictos al momento de demostrar
si esas construcciones se corresponden con categorías biológicas reales de los
humanos. Los conceptos modernos de la biología pueden poner a prueba la
existencia o no de razas humanas usando las herramientas de la genética y
aplicando con rigor el método científico a través de la formulación y prueba de
hipótesis.
Con el uso de las nuevas tecnologías en el estudio del ADN se pueden
inferir los ancestros geográficos de los individuos, estudiando un amplio
número de genes y las expresiones de ellos, los alelos. Usando una variedad de
marcadores, en “blancos” autoidentificados como tales en los Estados Unidos se
encontró principalmente un ancestro Europeo mientras que los “negros” son
básicamente de origen africano, con poca sobreposición entre los auto
clasificados como “negros” y “blancos”. Todo ello en un análisis inicial.
Siguiendo en la misma línea pero esta vez con una muestra local de
personas que se autoidentificaron como “blancos”, “morenos” y “negros”,
antropólogos brasileños encontraron una extensa sobreposición de ancestro
africano entre todas las “razas”. Más aún, los “blancos” brasileños tuvieron un
mayor ancestro africano que algunos de los “negros” de los Estados Unidos.
Es claro entonces que las categorías raciales de “blanco” y “negro”,
definidas culturalmente, no tienen el mismo significado genético en
Brasil y en los Estados Unidos. Las inconsistencias en el significado de “raza”
a través de las culturas y de los ancestros genéticos proveen una razón
contundente para una definición de raza libre de la biología, y basada tan solo
en la cultura.
Raza y propensión a enfermedades
Poco tiempo después de finalizado el proyecto del genoma humano, su
director Francis Collins, junto con su equipo, lanzó una especie de desafío a
los investigadores para que se dedicaran, con toda la información de nuestra
estructura genética a mano, a resolver todos los problemas aún no resueltos de
la biología, la salud y la sociedad. De especial interés eran los
relacionados con las disparidades en la salud entre blancos y negros. Los
Estados Unidos han estado inyectando más de mil millones de dólares al año en
estudios genéticos para encontrar la raíz biológica de esas diferencias.
“Lo que hemos encontrado en la literatura publicada entre 2007 y 2013 es
en esencia, nada”, dice Jay Kaufman, autor principal del primer estudio3 que examinó
los datos genéticos disponibles que buscaban evidencias que explicaran la
disparidad raza-salud. Durante años se pensó que las disparidades
residían en un componente biológico fuera del alcance, pero cuando las
herramientas de la genética permitieron demostrar que tal componente no
existía, el argumento se volvió tonto y erróneo. Al momento de analizar por qué
los negros se mueren más temprano que los blancos, Kaufman afirma que en lugar
de buscar en la doble hélice donde se debe indagar es en la enorme desigualdad
social y económica.
En Estados Unidos los hombres blancos viven más de cuatro años que los
negros y las mujeres blancas más de 3 años que las negras. La razón principal
para esa brecha es la enfermedad cardíaca. Pero después de revisar seis años de
estudios genéticos sobre el tema y de buscar en todo el genoma posibles
variantes que disparen la enfermedad, encontraron justo lo contrario: eran los
blancos quienes mostraban un riesgo mayor. “Estamos gastando una cantidad
enorme de dinero en estos estudios que no han llevado a nada”, dice Kaufman.
Pero entonces ¿por qué se sigue en el empeño?
Una razón que tiene que ver más con las finanzas y menos con la biología
puede encontrarse en el primer medicamento específico para los negros, el BiDil
una combinación4 de dos medicamentos genéricos usados en
enfermedades cardíacas durante décadas. En el 2005 la FDA aprobó las viejas
drogas con un propósito nuevo: el tratamiento de los problemas cardíacos para
una única raza, los Afro Americanos (según la clasificación
gringa). Jonathan Kanh, autor de Race in a Bottle escribe de manera extensa sobre la historia del BiDil. No hay duda de
que la medicina funciona en negros, aunque el problema serio es que los
procesos para la aprobación del medicamento no tuvieron grupo control5.
Los investigadores estudiaron el BiDil solo en negros. Y si funciona en ellos no
es porque sean negros sino porque son humanos. Aunque los jugosos beneficios se
los llevó NitroMed, la compañía por detrás del BiDil que logró que la patente
que expiraba en 2007 se extendiera a 2020.
Y así sucede con otras enfermedades, como la diabetes asignada a los
mexicanos, que no tiene otra explicación que los problemas de mala
alimentación, y de nuevo la enorme desigualdad social.
Además de la escasa evidencia científica que sustente las disparidades
salud-raza, y más allá de que puedan prestar beneficio, el problema serio está
en la disponibilidad de los medicamentos pues la precariedad del sistema de
salud los vuelve inalcanzables.
No solo existe un tremendo malentendido de la ciencia. Aunque a lo mejor
sí se entiende, pero lo que se hace con los resultados se interpreta según qué
intereses. Una responsabilidad enorme para una sociedad que debería velar por
la salud de sus ciudadanos y no torcer la evidencia de que las disparidades
salud-raza no tienen fundamento en la biología. De ahí a convertirla en
instrumento de dominio racial solo un paso: tienen mala salud porque son negros
o hispanos. Asunto resuelto.
Tal vez sea el momento de recordar un poquito de nuestra historia
evolutiva. El origen del hombre se ha establecido en África desde donde, y a lo
largo de muchos movimientos migratorios se extendió por todo el planeta.
Durante millones de años nuestros ancestros homínidos evolucionaron hasta
llegar a lo que hoy somos, Homo sapiens, subespecie sapiens.
En el proceso ocurrieron muchos intercambios genéticos, entre los
diferentes homínidos que ya se habían instalado en diversas regiones y se
habían constituido en grupos humanos diversos pero miembros todos de la misma
subespecie sapiens. En un momento, alrededor de unos 30.000 años,
desaparecidos ya los neandertales, nos convertimos en el último homínido que
existe en la tierra, el único que queda.
Y de vuelta a la discusión inicial de la existencia de razas con una
base biológica, que no una cultural, quizá la mejor manera de ilustrar la
enorme mezcla ocurrida en nuestro genoma, que acaba siendo un enorme
batiburrillo del legado de todos nuestros ancestros. al punto de que nuestro
genoma no es otra cosa que un mosaico de todas esas mezclas, sea la figura que
sigue:
En la figura se ilustra el flujo de
genes en el tiempo y en las diversas direcciones y con las consecuentes
mezclas. Como se podrá ver, la línea que corresponde a África se ha expandido
en muchas direcciones, dando y recibiendo información genética de todos los
demás grupos: Europeos del Norte y del Sur, Asiáticos del Norte y el Sur,
Habitantes del Pacífico y las Américas. La conclusión más importante del
entramado es que la humanidad corresponde a un único linaje evolutivo. Alan
R. Templeton
Esta figura, en contraste,
ilustra de forma equívoca un árbol donde existe una única dirección, donde no
hay flujo de genes, salvo las de humanos arcaicos. Modificado por
Templeton, de Reich et al. 2010
La anterior ilustración separa grupos humanos, de ahí que de manera
errónea y sin un análisis genético serio induzca a pensar en la idea falsa de
que existen razas humanas.
Pero todos somos la misma subespecie sapiens. “Ni la
genética, ni el comportamiento, ni la altura, ni la forma del cuerpo, la cara o
la cabeza, ni el color de la piel, ni la nariz, ni el tipo de pelo ni ninguna
otra medida biológica divide a los humanos modernos en subespecies”, afirma el
antropólogo de la Universidad de Notre Dame, Agustín Fuentes.
David Reich le puede hacer mucho daño a científicos y académicos que se
han esforzado en dejar clara la idea de que la raza humana no es una categoría
biológica.
Por supuesto que las diferencias genéticas existen y son importantes
para los procesos de selección y adaptación —ni siquiera los gemelos son
iguales— pero eso no quiere decir que esas diferencias se correspondan con
líneas raciales.
La historia nos ha enseñado que los estudios de la variación genética
humana pueden mal entenderse y mal interpretarse si no se consideran asuntos
tan importantes como con qué cuidado se debe hacer la toma de muestras y cuáles
son las condiciones sociales del entorno.
La raza es una idea de agrupamiento social. Desde la biología y la
genética solo existe una única raza, la humana.
1 How Genetics Is
Changing Our Understanding of ‘Race’
By David Reich, New York Times. March
23, 2018
2 Biological Races in
Humans
Alan R. Templeton. Stud Hist Philos
Biol Biomed Sci. 2013
3The Contribution of Genomic Research
to Explaining Racial Disparities in Cardiovascular Disease: A Systematic
Review.
Kaufman J. S. , et al. American
Journal of Epidemiology, 2015
4Hidrazaline and
Isosorbide Dinitrato in Heart Failure
Robert T.C., et al. Circulation 2011
5African-American Heart
Failure Trial (A-HeFT): rationale, design, and methodology.
Franciosa J. A., et al. J Card Fail. 2002
JOSEFINA CANO
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