Con ocasión del Centenario del Socialismo Peruano, es necesario
señalar una de las causas del abandono del proyecto de organización de José
Carlos Mariátegui. Y esta causa es la actitud anarquista de muchos que se
reclaman del socialismo. Sin declararse abiertamente anarquistas piensan y
actúan a favor del anarquismo. Nos parecía que el anarquismo había perdido
influencia en el Perú a partir de 1920. Es natural que en el proceso del
pensamiento revolucionario, haya habido especulaciones teóricas hasta la
creación del socialismo científico.
En el caso del Perú, la línea proletaria de la primera generación del
Socialismo Peruano había deslindado los campos con el anarquismo, anarco
sindicalismo, mutualismo y con el aprismo. Por su inmensa labor de crítica y
preparación, la facción de Mariátegui había logrado la hegemonía ante las otras
fuerzas que contendían en el frente unido. La facción anarcosindicalista no
volvió a aparecer en la actividad política. Pero, es necesario señalar que el
Anarquismo en el Perú tuvo decisiva influencia en el movimiento sindical
peruano a finales del siglo XIX y las primeras dos décadas del siglo XX,
destacando la figura de Manuel González Prada, Nicolás Gutarra, Carlos Barba,
Manuel Caracciolo Lévano, Delfín Lévano y otros.
A nivel internacional fue Mijail Bakunin el principal ideólogo del
anarquismo como acción revolucionaria. El resto de sus predecesores del
pensamiento ácrata (Partidario de la supresión de toda autoridad) además de
Godwin lo fueron Max Steiner (1806-1856) y Pierre-Joseph Proudhon (1809-1865) y
otros grandes pensadores.
En consecuencia, el surgimiento y el desarrollo del comunismo
científico fueron acompañados de una crítica enconada e implacable y del
deslinde con el conjunto de ideas del sistema de concepciones anarquistas. Las
obras de Marx y Engels muestran ese proceso de crítica. Ahora ya no están
físicamente Marx y Engels ni Mariátegui. “Todo tiempo pasado fue mejor”, dice
con sorna este refrán tan popular. Y así es como vamos seleccionando los
mejores momentos para acabar sumidos en una nostalgia que condiciona nuestra
actual percepción.
Es sabido que vivimos en constante cambio, en constante evolución,
pero, sumidos en rutinas estresantes, viendo cómo el tiempo se nos escapa de
las manos sin que seamos plenamente conscientes de ello. Y cómo la vorágine del
día a día nos influye irremediablemente. En esta vorágine del día a día, ante
la ausencia de grandes pensadores, estamos atrapados por la rutina de la
especulación teórica individual, que se expresa en el anarquismo oculto, y
estamos alejados cada vez más de la práctica y en clara oposición al trabajo
orgánico disciplinado.
Domingo Suárez, 17-03-2018
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