jueves, 18 de octubre de 2018

LA AUTOCRACIA FUJIMORISTA ES CONFRONTACIONAL IMPEDIRÁ QUE EL PERÚ CAMBIE, SE RETRASE Y NO HAYA REFORMAS EN DEMOCRACIA NI ESTADO DE DERECHO


Se hace difícil en una sociedad donde entre los miembros que  representan a los movimientos políticos, exista un constante enfrentamiento entre los que pertenecen a los poderes públicos, llámese congreso de la república y poder ejecutivo. Ello se deriva a los medios de información, unos se enfrenten a los otros
Hace muchas décadas que hay confrontación que nace en los políticos del congreso y de los mismísimos presidentes de la república, esto se presenta cuando en el congreso domina una mayoría abrumadora; es decir, en este caso el ejecutivo, su grupo parlamentario es una minoría más en el congreso.
Significa que cuando se enfrentan los movimientos políticos toda la sociedad va cayendo en la confrontación, más cuando estas peleas son entre los poderes legislativo y ejecutivo. Se dice también que las mencionadas confrontaciones se pueden evitar, cuando los máximos directivos de los poderes públicos, sus comportamientos se dirigen a buscar armonización y formar alianzas, movidas por personalidades que son líderes, y no son simples caudillos que solamente tratan de sobresalir, cuando uno de ellos tiene facilidad en la discusión y tiene un poco más de argumentos, los que impresionan a los demás ciudadanos.
Empero, en el Perú carecemos de líderes producto de elites y organizaciones democráticas tanto procedentes de la sociedad civil, como de los partidos políticos, como bien sabemos la república por su narrativa histórica no aparecen esas novedades. Insistimos, mucho más han sido los caudillos provenientes de movimientos para las elecciones y después van desapareciendo.
Diremos de que así no logramos académicos y egregios que en alguna oportunidad -como a comienzos del siglo XX el Perú los tuvo-, después en los ámbitos de la academia y de la política no tuvimos personas destacadas ni menos egregios, al no haberse peruanos con formación capaz de sobresalir, en consecuencia en este siglo XXI, sólo existió una que otra personalidad por destacar, estas limitaciones se presentaron desde el siglo pasado.  
En el Perú sigue escaseando los valores, prácticamente en la actualidad no aparecen ni estarían por aparecer equilibrados  presidentes, parlamentarios y otros por destacarse. Entrado el siglo XX, a finales de éste, y en las pocas décadas de siglo XXI se da una correlación inversa: a  mayor subdesarrollo, menos líderes y dirigentes genuinos.
Esta sería una de las razones de mayor peso, para que en estos momentos brille la confrontación, pasando todas las vicisitudes ya señaladas, una república que en doscientos (200) años sigue secuestrada por los grupos de poder político y económico, y que en sus cúspides se mantiene coaligadas y se forman alianzas de intereses, dejando a los políticos sin tener partido organizado, mucha improvisación y agresividad para el debate y treguas.
Al imperar los privilegios y las exclusiones que también distinguen al subdesarrollo, aparecen más movimientos precarios, sin calidad ideológica, ni virtudes cívicas inteligentes; es en esas condiciones que se dan los escenarios para que estos movimientos se hagan más agresivos. Es a partir de la década del 90 a la actualidad, donde poco les importó a los jefes, caudillos y sus ayayeros que en los 80 se buscara volver a la democracia política genuina, después de muchos desaciertos que producieron las desesperanzas de los jefes de los gobiernos revolucionarios -1968/1980- de Velasco y Morales Bermudez, Estos fueron períodos en que se dieron “un paso adelante y dos atrás”, acumulando años de retraso.
Los militares revolucionarios comenzaron negando a los partidos políticos, esta fue una guerra que luego tomó el mismo emplazamiento en los años 90 y continuó en los 2000.  La guerra que no solo fue contra los partidos, sino contra la ciudadanía, la organización de la civilidad, las doctrinas e ideologías y se agregó las formas autoritarias, bajo la intensificación de los desvalores y caímos en la corrupción con organizaciones criminales.
Así el trío gobernante Fujimori/Montesinos/Hermoza en los 90, continuando la corrupción de presidentes, candidatos a los altos puestos públicos y los empresarios de la construcción en el siglo XXI coaligados con las empresas extranjeras dependientes y reguladas que seguían la estrategia del Estado del Brasil y sus políticos. Parece que nunca el Perú se sacudiría de este tipo de gobernantes y los empresarios de privilegios e intocables, hasta ahora los juicios continúan bajo un sistema de justicia que requiere reformas, para que surjan jueces y fiscales, mujeres y hombres que den el alto a las desvergüenzas e impongan el equilibrio justiciero.  
En síntesis, éste es el contexto y sus variopintos ámbitos donde reina la confrontación, en una democracia que se está iniciando, y siendo precaria por falta de partidos y líderes; se instalan los dirigentes del congreso, a fin de disputar ¿quién es el congresista que hace más daño al único rival: el presidente de la república?, este comportamiento se inscribe en que el congreso es el primer poder del Estado. Significando que no podrá haber pesos ni contrapesos de poderes. 
Cuando los dueños del poder de los 90 controlaban al congreso de la república, había autocracia, estaba vedado que hubiera partidos y líderes, y la sociedad civil con empresariado sometidos al régimen, eliminados los sindicatos, los contestatarios actuaban a escondidas y clandestinamente. El fujimorismo autocrático de los 90 ha continuado mostrando que no podrán dejar de serlo.
Entre el 2001 y 2016 el fujimorismo va resucitando, porque la democracia no es completa y se sigue con una sociedad sin dar importancia a las ideologías, y por fin gana el 2016 el congreso con una mayoría abrumadora que sin medida ni arrepentimiento se vuelca a la confrontación y una guerra declarada propia de las autocracias de los revolucionarios militares de 1968/80, y de los autogolpistas del 92. Sólo ellos en el poder y sin ningún partido.  
La mayoría fujimorista se hace dueña del congreso de 2016/2021, arremete y guerrea con un ejecutivo que tiene un PPK debilucho y tembloroso, donde la jefa del FP Keiko Fujimori se siente que hará gobierno, dominará y desalojará finalmente haciéndolo renunciar al presidente mencionado. El congreso censura a ministros, no da lugar ni discuten los proyectos de leyes de fondo que cambien algunas situaciones de mal gobierno.
En estos últimos seis meses se le rebela el nuevo presidente de la república Vizcarra Cornejo, y al ocurrir los acontecimientos de los audios que delatan el comportamiento delincuencial y todo el aparato constituido por jueces, fiscales y miembros del CNM  inapropiados, para el ejercicio de la administración de justicia, el presidente toma la iniciativa y el 28 de julio de este año propone reformas en el poder legislativo y del mencionado sistema judicial; la mayoría del congreso fujimorista reacciona haciendo burla de las reformas por innecesarias y mal formalizadas, se pasan dos meses sin dar respuesta, ni mostrando avances –estudiando las reformas bajo referendo ciudadano-. Esta mayoría de la continuidad fujimorista  obstaculiza impidiendo en lo posible las cuatro reformas.
Reacciona el presidente de la república, y si no es por su llamada al orden y hasta hacer cuestión de Estado, recién reaccionan y se ponen a trabajar en las mencionadas reformas. Si bien cumplen con las fechas de los dos meses para convocar al referendo, propician  discusiones intrascendentales y finalmente introducen trampas, y el presidente comunica que la reforma de la bicameralidad ha sido desnaturalizada. Se supuso que no habría reelección inmediata de los actuales congresistas; empero, ello les duele porque no posibilitara que muchos repitan el plato de ser diputados ni de senadores –aun cuando en el texto de la reforma- dejan al JNE en condiciones de que ellos puedan postular. Además, aprueban limitar la reforma de la cuestión de Estado, facultad del ejecutivo para convocar a la elección de nuevo congreso.
En conclusión, desde el año 1968 y más desde 1990 el Perú padece de los enfrentamientos por gobiernos autocráticos, de los obstáculos para acudir a la democracia política liberal, el mayor subdesarrollo, con una declaración de guerra a los partidos y a las ideologías, y se suma a este enfrentamiento como constante entre los poderes públicos. Empero, es el fujimorismo que ante estos hechos arriba mencionados acarrea la confrontación destinada a elevar y a la vez debilitar a uno y otro poder respectivamente.
El fujimorismo de arriba a bajo, aun cuando disminuya su clientelaje en votos, niega y elimina la manera de que el Perú no llegue a ser república completa en cuanto a construir la democracia y la vigencia del Estado de derecho, porque los fujimorismos no calzan en la democracia -están vinculados al fascismo- son apoyados por el fundamentalismo religioso: del catolicismo y los evangélicos semejante a lo ocurrido con el franquismo español entre 1936 y los finales de los años 70.
Finalmente, el conservadorismo para el fujimorismo es connatural, siendo así que los conservadores han invadido la historia republicana impidiendo o retrasando los cambios tanto a nivel país, como de las reformas organizativas de las instituciones del Estado. El fujimorismo, incluidos sus capitanes en jefes, al estar imbuidos de la negatividad y su práctica antipolítica propia de la autocracia, resulta peligroso su comportamiento confrontacional, no solo con los partidos democráticos; sino también quedan excluidas las ideologías. La república sigue incompleta al no ser democrática.  
Fernando Arce Meza                             Surco, 17 de Octubre del 2018 

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