Entrevista a Éric
Sadin
El diario
09-10-2018
"Está corriendo por todo el
planeta y gusta a todo el espectro político, pero esconde una lógica de
automatización de la sociedad bajo intereses privados", denuncia el
filósofo francés Éric Sadin
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El
filósofo y escritor francés Éric Sadin. DIEGO SPIVACOW
Éric
Sadin (París, 1972) cree, como muchos, que una parte importante de los
problemas de la sociedad radica en la aceptación acrítica de que cualquier
avance tecnológico traerá mayor bienestar social. En lo que es peculiar este
filósofo francés es en su desdén con los métodos más habituales de acercarse al
problema.
Prolífico
escritor (publica cada dos años desde 2007), Sadin ha estado esta semana en
España presentando la traducción de La silicolonización del mundo: la irresistible expansión del liberalismo
digital(Caja Negra). "Muy poca gente está hablando de
esto" es una coletilla que repite a menudo tanto en sus actos como en su
entrevista con eldiario.es. A veces intentando plantear retos, otras
simplemente cansado de que el discurso sobre tecnología y sociedad pivote
siempre sobre los mismos ejes.
Uno
de esos puntos de encuentro es la pérdida de control sobre los datos
personales. "Me molesta un poco que para ser prudentes para con lo digital
siempre volvamos al problema de los datos personales y de la vida privada.
Escribí un libro hace diez años sobre la vigilancia global, no digo que no sea
importante. Pero centrar el problema en los datos personales es un principio
liberal, que consiste en priorizar la libertad individual y privada de cada
individuo".
"Es
hora de ampliar el espectro", pide. ¿A dónde? A "las libertades
colectivas". Las ideas de lo común, lo colectivo, y cómo cada persona
puede aportar su grano de arena a esos conceptos aparecen constantemente en su
discurso. Siempre tras la denuncia de cómo la silicolonización del mundo
desmantela los comportamientos colectivos en busca del control algorítmico del
individuo.
"Desde
hace años todo se centra en la defensa de la libertad personal pero jamás se va
más allá, nunca se denuncian los abusos de la libertad colectiva y cómo el
nuevo orden técnico-económico está instaurando modos de organización que nos
privan también de nuestra calidad de vida en común, de la capacidad de debatir,
encontrar puntos en común y nuevas formas de organización colectiva",
lamenta.
La
pinza de estados y multinacionales tecnológicas
Para
Sadin, esa silicolonización esconde varios procesos nocivos. Uno es la
inundación de "sensores" dedicados a recolectar datos sobre el
comportamiento de las personas con el objetivo de que la inteligencia
artificial pueda "orientar su existencia". Otro, "la relación
cada vez más estrecha entre los estados y las grandes corporaciones
tecnológicas para crear una relación de total asimetría con el poder del
trabajo".
El
filósofo defiende a ultranza el trabajo como mecanismo de empoderación. Por
ello, considera que la idea de la renta básica universal, que se empieza a
tratar como respuesta a la progresiva robotización del empleo, es una excelente
forma de "organizar una infame sociedad de personas dedicadas a sus hobbies.
Es una idea de Silicon Valley para anular la creatividad de la gente, que está
corriendo por todo el planeta sin ninguna perspectiva crítica".
"Tenemos
que repensar la condición del trabajo y la producción, fomentar la creatividad,
el desarrollo colectivo e individual... ¡no aceptar una propina como se les da
a los niños de ocho años para que duerman la siesta!"
"Hablando
de ello hay desde partidos de ultraizquierda a ultraliberales. Un espectro muy
amplio. Pero es curioso cómo se olvida que esa idea viene de los grandes
ideólogos de Silicon Valley y que esconde la voluntad de organizar la
automatización de la sociedad considerando solo intereses privados",
denuncia Sadin, cuya visita a España ha estado organizada por ForoCultura .
Tampoco
le sorprende que los estados coqueteen con la idea. "Ya no es extraño ver
a un candidato proponer tasas a las tecnológicas para dar una propina a la
gente, para que dedique a pintar cuadros los domingos o ir a pescar al
río", ironiza: "Tenemos que repensar la condición del trabajo y la
producción, fomentar la creatividad, el desarrollo colectivo e individual...
¡no aceptar una propina como se les da a los niños de ocho años para que
duerman la siesta!"
La
mercantilización de la vida
Sadin
opina que cada nuevo dispositivo inteligente no llega con el objetivo de hacer
la vida más sencilla, sino para "crear una relación publicidad-cliente
ininterrumpida. Ya se cuantifica incluso el sueño. Muchos aspectos que hasta
ahora quedaban fuera del liberalismo ahora también pueden ser objeto de
operaciones mercantiles. ¿Es es ese modelo de sociedad envidiable? No lo
creo".
Sadin
reconoce que no es sencillo "mantener la mirada crítica y lúcida"
cuando el discurso mayoritario es el de aceptar la vida conectada. Pese a ello,
defiende que "no nos podemos alegrar con cada novedad. Hay que señalar que
las grandes tecnológicas tienen el reto económico de la conquista de nuestro
comportamiento", denuncia el filósofo, que volverá a España en noviembre
para participar en el Foro de la Cultura de Burgos.
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