Economía, Mundo 8 noviembre, 2018 Michael Roberts
El equipo de investigación de Trump en la Casa
Blanca ha publicado un informe muy extraño. Se llama “Los costes de oportunidad del
socialismo”. Pretende demostrar que el ‘socialismo’ y las políticas
‘socialistas’ serían perjudicial para los estadounidenses, porque los ‘costes
de oportunidad’ del socialismo en comparación con el capitalismo son mucho más
altos.
Lo que es
extraño y bastante divertido es que los asesores de la Casa Blanca de Trump
consideren necesario explicar a los estadounidenses los fracasos del
‘socialismo’ en 2018. Pero cuando se ahonda en el informe, se hace evidente que
lo que preocupa a los Trumpistas no es ” socialismo’, sino las políticas del
demócrata de izquierdas Bernie Sanders de mayores impuestos a los ricos del 1%
y el aumento de la popularidad de un ”servicio nacional de salud” de pago único
para todos. La popularidad de estas políticas amenaza a la mayoría republicana
en el Congreso y también a los beneficios de las grandes empresas farmacéuticas
y a los seguidores multimillonarios de Trump.
Lo que la
Casa Blanca entiende por socialismo es aparentemente una economía nacional
dominada y controlada por el Estado y no por el mercado. “Si un país o
industria es socialista es una cuestión del grado en el que (a) los medios de
producción, distribución e intercambio son propiedad o están regulados por el
estado; y (b) como el estado usa su control para distribuir la producción
económica sin tener en cuenta la disposición de los consumidores finales a
pagar o intercambiar (es decir, distribuyendo los recursos ‘gratis’) “.
Así que el
informe tiene una definición amplia y genérica de ‘socialismo’ que incluye a la
China maoísta (pero no a la China moderna, al parecer), la Unión Soviética,
Cuba y Venezuela y los estados ”sociales demócratas” nórdicos. Todos en el
mismo paquete porque Sanders elogia a los últimos y no al resto. Naturalmente,
esto plantea la cuestión de todos estos países pueden llamarse ‘socialistas’.
Es decir, si Unión Soviética predominantemente campesina de 1920 o la China de
1950; o las economías dominadas por corporaciones de propiedad familiar de
Suecia, Dinamarca y Noruega.
La
definición de la Casa Blanca no es el socialismo o el comunismo, proclamado por
Marx y Engels en el Manifiesto Comunista. Para ellos, el comunismo es una
sociedad súper abundante, sin ningún papel del estado, sino la libre asociación
de individuos en la acción común y la propiedad de los productos del trabajo.
Por supuesto, este sistema mundo no existe y por lo tanto no puede ser
comparado con el capitalismo. En su lugar, lo que la Casa Blanca trata en
realidad de comparar es una economía nacional planificada con una economía
nacional de mercado dominada por el capitalismo. Pero no hay que ser demasiado
duro con los investigadores de la Casa Blanca: no tienen cómo saber lo que es
el socialismo; y su definición (la que consiguieron del diccionario, al parecer)
es probablemente la opinión de la mayoría de la gente.
Dejando esto
de lado, ¿qué funciona mal en todos estos estados ‘socialistas’? Bueno, “que
proporcionan pocos incentivos materiales para la producción y la innovación y,
al distribuir bienes y servicios de forma gratuita, impiden que los precios
revelen información de importancia económica sobre los costes y las necesidades
y los deseos del consumidor”. En la China de Mao y la Rusia estalinista
“sus gobiernos no democráticos tomaron el control de la agricultura, con la
promesa de hacer la comida más abundante. El resultado fue sustancialmente una
menor producción de alimentos y decenas de millones de muertes por
hambre”. Por lo tanto el socialismo fue un desastre.
A partir de
su definición, el informe de la Casa Blanca llega a la conclusión: “La
evidencia histórica sugiere que un programa socialista aplicado a los EE.UU.
provocaría la escasez, o de otro modo degradaría la calidad, de cualquier
producto o servicio sometido a un monopolio público. El ritmo de innovación
sería lento, y el nivel de vida, en general, sería menor. Estos son los costes
de oportunidad del socialismo desde una perspectiva moderna estadounidense”.
El informe
de la Casa Blanca también afirma que “la sustitución de las políticas de
Estados Unidos con políticas altamente socialistas, como las de Venezuela,
reducirían el PIB real al menos un 40 por ciento a largo plazo, o alrededor de
24.000 dólares anuales per capita”. Y sustituir el actual régimen fiscal
de EE.UU. por el de los países nórdicos aumentaría la carga fiscal de los
estadounidenses de $ 2.000 a $ 5.000 más por año en transferencias netas.
“Estimamos que si Estados Unidos adoptase estas políticas, su PIB real se
reduciría al menos un 19 por ciento a largo plazo, o alrededor de $ 11.000
anuales per capita”.
El primer
argumento del informe de la Casa Blanca es que los niveles de vida son más
altos en los EE.UU. que en los países nórdicos ‘socialistas’. Esta afirmación
increíble se basa en un estudio comparativo hilarante: el coste de la compra de
una camioneta pick-up en Texas en comparación con su coste en Escandinavia.
Es verdad
que una camioneta pick-up puede ser mucho más útil en Texas que en Estocolmo y,
dado que los impuestos sobre los vehículos son más bajos en los EE.UU. y los
impuestos de combustible son sustancialmente más bajos, el argumento de que una
camioneta cuesta mucho menos que en los países nórdicos países ¡es irrefutable!
Pero ¿demuestra el mayor precio de una camioneta en Noruega en comparación con
Texas que existe un ‘coste de oportunidad’ más alto en la Noruega ‘socialista’?
¿Qué pasa con el transporte público, los servicios públicos, la salud y la
educación, el las prestaciones sociales y de desempleo- cosas que la parte más
rica de cualquier país capitalista no necesita o usa como un ‘salario social’?
El informe de la Casa Blanca no compara esas cosas.
El informe
señala que el PIB real per capita es mayor en los EE.UU. que en las economías
escandinavas y en el sector no petrolero de Noruega. Los datos muestran que
esto es cierto. Pero todo esto muestra es que el norte de Europa comenzó en un
nivel inferior cuando Marx escribió el Manifiesto Comunista. En realidad, si
nos fijamos en el crecimiento real del PIB per capita desde 1960 (cuando a los
estadounidenses se les dice que viven en el mejor lugar del mundo), el
crecimiento de Estados Unidos ha caído por detrás de las economías nórdicas y,
para el caso, de la mayoría de las economías europeas. De hecho, desde principios
de 1990, el crecimiento del PIB real per capita ha sido más rápido en Suecia
que en los EE.UU..
Y en cuanto
a China, la tasa de crecimiento ha superado a la de los EE.UU. muchas veces
desde la década de 1990, sacando a 800m de personas de lo que el Banco Mundial
define como pobreza. Sin duda, los investigadores de la Casa Blanca podrían
argumentar (aunque no lo hacen) que China se volvió ‘capitalista’ en la década
de 1980 y por eso la economía se ha disparado. Pero no sería coherente con su
opinión de que un estado ‘socialista’ es aquel en el que el Estado domina y
controla la economía de libre mercado. Porque China debe ser la mayor y mas
importante economía dirigida por el Estado del mundo, mucho más que las
llamadas economías mixtas de los países nórdicos.
El ingreso
total es una cosa, pero la distribución de ese ingreso es otra. Aquí la Casa
Blanca tiene que admitir que “a pesar de que las economías nórdicas presentan
una menor producción y consumo per capita, también exhiben menores niveles
relativos de desigualdad de ingresos según los índices convencionales”. Lo
interesante es que si bien los EE.UU. tienen una mucha mayor desigualdad de
riqueza e ingreso, la desigualdad nórdica también ha aumentado mucho en los
últimos 30 años en la medida en que los gobiernos han adoptado políticas
favorables a las empresas, con reducción de los impuestos de sociedades y
personales (es decir, políticas pro-mercado).
De hecho,
como el informe de la Casa Blanca dice, en algunos casos, el sistema fiscal
nórdica es más complaciente con el 10% superior que el sistema estadounidense –
al menos en los impuestos personales: “La baja progresividad del IRPF en los
países nórdicos, en combinación con una menor imposición sobre el capital y
tasas de impuestos sobre la renta personal sólo modestamente mayores
marginalmente de media en el extremo superior de la distribución de ingresos,
implica que una característica central del modelo fiscal nórdico son cargas
fiscales medias más altas y cerca de la media sobre los ingresos dxi los
trabajadores y sus familias. Es decir, al contrario de las percepciones
erróneas de los defensores estadounidenses del socialismo democrático a la
nórdica, el modelo fiscal nórdico depende en gran medida no en la imposición de
tipo fiscales punitivos a los hogares de altos ingresos, sino más bien a los
hogares situados en la media de la distribución del ingreso”.
Esto puede
ser un ataque a los elogios de Sanders de las economías nórdicas, pero me
parece que demuestra lo lejos que están los países nórdicos actualmente de la
‘social democracia’, por no hablar del ‘socialismo’. Por un lado, el informe de
la Casa Blanca afirma que los estados ‘socialistas’ quieren imponer una mayor
carga fiscal a los ricos (como Sanders), pero en realidad esa carga fiscal es
menor que ¡en los EE.UU.!
Por
supuesto, todo esto es pura charlatanería. Todos los datos sobre la desigualdad
de la riqueza y los ingresos en las principales economías avanzadas muestran
que los EE.UU. es la economía más desigual, tanto antes como después de
impuestos; y que los ingresos reales disponibles para la familia estadounidense
media apenas han aumentado en 30 años, mientras que el 1% superior ha tenido
aumentos sustanciales.
La parte de
la riqueza en poder del 1% superior de los perceptores de ingresos en los
EE.UU. se duplicó del 10% al 20% entre 1980 y 2016, mientras que la del 50%
inferior se redujo del 20% al 13% en el mismo período.
Pero la
parte principal del informe de la Casa Blanca esta dedicada a argumentar que la
educación y la atención sanitaria privadas son más rentables que las escuelas
estatales financiados con fondos públicos o un servicio nacional de salud. El
informe sostiene que pagar por una educación universitaria de Estados Unidos
produce un rendimiento mucho mayor de ingresos futuros que en Noruega, donde la
universidad es gratuita. Lo que esto implica, sin embargo, es que en EE.UU. las
personas sin títulos de educación superior no tienen ninguna oportunidad de
ganar unos ingresos dignos, mientras que aquellos sin títulos en Noruega no
ganan mucho menos que los que los tienen. Así que, en realidad, el coste de
oportunidad de no tener una educación universitaria en Noruega es mucho menor.
Luego está
la sanidad. Según la Casa Blanca, los sistemas sanitarios de un ‘solo pagador’,
tal como existe en casi todas las economías avanzadas, no son tan eficientes y
beneficiosos para la salud como los planes de las compañías de seguros del
mercado libre de los Estados Unidos, sobre todo si se excluye el programa
Obamacare. ¿La prueba? Las personas mayores en los EE.UU. tienen que esperar
menos tiempo para ser atendidas por un especialista que en los sistemas de un
solo pagador, según el informe.
En realidad,
“los mayores estadounidenses en su mayoría están protegidos por Medicare, por
lo que están en un sistema de pagador único cuando llegan a ver a un
especialista.
Todos los
sistemas sanitarios están bajo presión en la medida que las personas viven más
tiempo y desarrollan más enfermedades en la edad adulta. Y esa presión es
debida a que la asistencia sanitaria no está suficientemente financiada en
comparación con la defensa, las ayudas a las empresas y los recortes de
impuestos. Lo mismo ocurre en Estados Unidos.
Y si hacemos
una comparación general de la eficacia de los sistemas de salud, las
puntuaciones de los Estados Unidos son malas. El sistema de salud de Estados
Unidos es uno de los menos eficientes del mundo. EE.UU. estaba en el
puesto 34 de 50 países en el año 2017, de acuerdo con un índice de Bloomberg
que evalúa la esperanza de vida, el gasto sanitario per capita y el gasto
relativo como proporción del producto interno bruto. La Suecia “socialista”
esta en octava posición y la “socialista” Noruega en la 11ª.
La esperanza
de vida es una forma de medir, en general, el funcionamiento del sistema médico
de un país, por lo que se utiliza como índice. En los EE.UU., el gasto
sanitario promedio es de $ 9,403 per capita, o sea la friolera del 17,1% del
PIB y, sin embargo la esperanza de vida es solamente de 78.9 años. Cuba y la
República Checa – con una esperanza media de vida cercana a los EE.UU. con 79,4
y 78,3 años respectivamente- gastan mucho menos en sanidad: $ 817 y $ 1.379 per
capita. Suiza y Noruega, los únicos países con mayor gasto per capita que los
EE.UU. – $ 9.674 y $ 9,522 – tienen una esperanza de vida mayor, con una media
de 82,3 años. ¿Por qué? Pues bien, el sistema de Estados Unidos “tiende a ser más
fragmentado, menos organizado y coordinado, y es probable que ello implique
ineficiencia”, según Paul Ginsburg, profesor de la Universidad del Sur de
California y director del Centro de Políticas de Salud de la Brookings
Institution en Washington.
Así que los
costes de oportunidad para el estadounidense medio parecen ser más alto, al
menos, para los servicios públicos básicos como la salud y la educación que
para el promedio de los países nórdicos ‘socialistas’.
Publicado
originalmente en el blog de Michael Roberts. Traducción
de G. Buster en Sin Permiso.
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