Dr. Hugo SALINAS
Visto de lejos, podríamos decir que la Historia se está
repitiendo. Porque, así como ayer el Capitalismo dio fin al Feudalismo; ahora,
la Economía Inmaterial está dando fin al Capitalismo.
Pero, visto de cerca, lo que sucedió ayer fue que el Proceso
Artificial de Producción (economía industrial) se convirtió en la forma de
trabajar hegemónica en remplazo de los Dos Procesos Naturales de Producción
(economía agrícola y ganadera primaria). Una evolución de los procesos de
trabajo que se desenvuelve con el mismo tipo de repartición del resultado de la
actividad económica: la Repartición Individualista; motivo por el cual la
pobreza del trabajador campesino-siervo-esclavo se convierte en la pobreza del
trabajador obrero-asalariado.
En cambio, ahora, la transformación de la actividad
socio-económica se produce en sus dos elementos. Por un lado, el Proceso de
Trabajo de Concepción (economía inmaterial) está substituyendo al Proceso
Artificial de Producción (economía industrial). Por otro lado, la Repartición
Igualitaria del resultado de la actividad económica remplazará a la Repartición
Individualista. Y con ello, pronto el desempleo y la pobreza serán recuerdos
del pasado. La Igualdad de Oportunidades será una norma de vida.
El señor burgués se encargó de enterrar al señor feudal
La economía de mercado industrial se impuso a la economía de
autoconsumo agrícola y ganadera. Y con ello, las instituciones del viejo orden
dieron paso a las instituciones de la República y de la Democracia
Representativa. El señor burgués se impuso al Rey y su séquito. El
obrero-asalariado produce lo esencial de la actividad económica, desplazando al
campesino-siervo-esclavo encargado de labrar la tierra con técnicas de
producción que son superadas por la maquinaria agrícola.
Lo que sucedió fue que, en la evolución de los procesos de
trabajo, la economía ganadera y de agricultura primaria fue superada largamente
por la economía industrial. La base socio-económica sufrió una mutación en la
evolución de los procesos de trabajo y, por consiguiente, nuevas instituciones
aparecieron, y las que no estuvieron en contradicción con la nueva base
socio-económica, ellas tuvieron que adaptarse al nuevo orden.
Sin embargo, y esto es importante precisar, esta transformación de
un proceso de trabajo por otro, deja indemne la Repartición Individualista del
resultado de la actividad económica. Y es por ello que, en lugar del señor
feudal, que se apropiaba el 100% del resultado del trabajo del
campesino-siervo-esclavo, nace el señor burgués quien, en adelante, será el que
se apropie del 100% del resultado de la actividad económica generada por el
obrero-asalariado.
En estas condiciones de superioridad económica del señor burgués
con relación a la realeza, la toma de La Bastilla en Paris fue solamente un
acto simbólico. La suerte del Rey y del Feudalismo ya estaba echada. Comenzaba
la era del Capitalismo. Pero, insisto, los horrores del Capitalismo no se deben
al proceso de trabajo ni a su evolución, sino a los efectos perversos de la
Repartición Individualista en una economía de mercado que, en adelante, genera
un solo espacio económico a nivel mundial. Y la extorsión de la plusvalía se
realiza a nivel mundial.
Pero, ¿cómo es que el señor burgués se impone ante un señor
feudal, todo poderoso, que cuenta con cientos de miles de siervos dispuestos a
entregar su vida por su señor y que, además, tiene una armada invencible? Y es
a partir de este hecho, aparentemente insólito, que debemos aprender la lección
de la Historia que, con toda certitud, se está volviendo a repetir.
Vayamos por partes. El Rey, representante supremo del Feudalismo,
logra tomar el control, directo e indirecto, de inmensas extensiones de
terrenos agrícolas, elemento fundamental de la actividad económica en ese
momento. Su poder económico, social y político es absoluto, ante una masa
inmensa de siervos que trabaja sin descanso, el día entero, todos los días de
la semana y todas las semanas del año.
Sobre esta base de extorsión y sumisión, todos los príncipes y,
sobre todo el Rey, construyen castillos, al cual mejor; para él, para su
esposa, la amante y queridas, en los lugares que más preferían. Y este acto de
ostentación, de acumulación y concentración de riqueza, es que los llevará a la
ruina y a convertirse en parte del pasado. ¿Cómo así?
Los castillos no son construidos por sus siervos que, a lo sumo,
saben labrar la tierra. El boato de su vestimenta así como de la arquitectura y
diseño interior y exterior de sus castillos no es elaborado ni fabricado por
sus siervos. Las carrozas y aperos de su cuadrilla no son confeccionados por
sus siervos que no saben ni leer ni escribir… ¿Quiénes se encargan de
suministrar ese confort material sin par, nunca antes existente? Y sin contar
que los príncipes y sus reyes estaban en plena competencia entre ellos, para
dejar sentado quién ostenta mejor.
Sucede que una nueva forma de trabajar nace al interior de la
ganadería y agricultura primaria. Se trata del Proceso Artificial de Producción
que es capaz de generar “n” bienes económicos nunca antes existentes, solamente
con el límite de los recursos naturales para su producción en serie y masiva. Y
a partir de un nuevo bien nace una fábrica, la misma que puede ser replicada
“m” veces.
De esta forma, aparecen nuevos bienes económicos encargados de dar
confort material al Rey, los príncipes y la población en general. Y son los
mismos príncipes y reyes que, en primer lugar, lo demandan. Es así como
aparecen los industriales de la construcción, del textil, del transporte, de
las finanzas…; y con ellos, una cantidad cada vez más creciente de trabajadores
obreros-asalariados en cada una de estas nuevas ramas de la actividad
económica.
Es una nueva economía que florece en base a transacciones,
realizadas en precios y expresados en unidades monetarias. Y, por lo tanto,
aparece de una manera natural los que financian el confort y los excesos de los
príncipes y reyes. Las finanzas y los bancos de ahorro y crédito se difunden,
teniendo como principales clientes a los príncipes y reyes. Toda la plusvalía
que los reyes extraen a los siervos-esclavos va a engrosar las cajas de
dinero-capital de la nueva sociedad burguesa.
De esta forma, el Feudalismo, y su representante, el Rey,
facilitaron la expansión y consolidación de quien será su sepulturero, el señor
burgués, con todo su séquito de trabajadores obreros-asalariados.
Es la manifestación concreta de una evolución de procesos de
trabajo en Repartición Individualista. Y la Historia nos informa del paso de la
sociedad feudal a la sociedad capitalista.
La economía inmaterial sienta las bases materiales para el fin del
Capitalismo
La gran Revolución que se avecina será el resultado de dos
fenómenos que se autoalimentan.
El Proceso de Trabajo de Concepción (la economía inmaterial) está
ocupando una posición hegemónica en la actividad económica, en remplazo del
Proceso Artificial de Producción (economía industrial). Y la economía
inmaterial tiene una característica que facilitará la substitución de la
Repartición Individualista por la Repartición Igualitaria del resultado de la
actividad económica. Un fenómeno económico-social hasta hace poco, imposible de
prever. Y con ello, el Capitalismo, sinónimo de Repartición Individualista,
está llegando a su fin.
La instalación, progresiva y constante, de la economía inmaterial
es ya evidente. Todos lo confirman. Sus productos faros son utilizados por
miles de millones de personas, a nivel mundial, tal como Windows, Excel,
YouTube, Google, Facebook, iPhone… Tan notoria es su instalación que sus
productos han constituido su propia Bolsa de Valores, el famoso Nasdaq.
Y los capitalistas, en sus ansias de hacer dinero y más dinero,
incentivados por ese motor de angurria llamado Repartición Individualista del
resultado de la actividad económica, apuestan por estos nuevos productos faros.
Y su dinámica por poseer más y más dinero, los lleva a financiar sin medida
centros de investigación y desarrollo de los bienes inmateriales.
Y quién creyera. Con este comportamiento egoísta están actuando
tal como actuaron el Rey y los príncipes, al financiar el desarrollo de la
economía industrial; cuyos patrones, los señores burgueses, serían, a la larga,
sus sepultureros. Ahora, los capitalistas, animados por la Repartición
Individualista, son quienes financian el desarrollo de la economía inmaterial
que, a mediano plazo, será quien siente las bases económicas de quien será su
sepulturero. Veamos esto.
Las habilidades y competencia del conceptor, en el origen de la
muerte del Capitalismo
Casi todos los elementos del Proceso de Trabajo de Concepción, son
inmateriales, a excepción de su soporte que es material, pero que representa un
mínimo porcentaje del costo total del bien económico.
Así tenemos que, las habilidades y competencia del
trabajador-conceptor, que son el elemento fundamental de este proceso de
trabajo, y sus medios y herramientas de trabajo, son totalmente inmateriales.
Es decir, el trabajador-conceptor, con sus habilidades y competencia, se apoya
en los conocimientos de la Humanidad para crear, inventar, innovar o descubrir
nuevos bienes económicos que son todos inmateriales.
Pero detengamos un segundo en las características de las
habilidades y competencia del conceptor. Este elemento fundamental del Proceso
de Trabajo de Concepción, así como la mano desnuda del primer proceso de
trabajo de la Humanidad, se encuentra al interior del propio trabajador. Y es
esta condición del elemento esencial del proceso de trabajo que impide todo
intento de establecer una relación de dominación o sojuzgamiento entre el
trabajador y cualquier persona.
Para que alguien pueda apropiarse de los descubrimientos,
inventos, innovaciones o creaciones del trabajador-conceptor, sería necesario,
por un lado, vigilarlo las 24 horas del día y los 7 días de la semana y,
por otro lado, extraer de su cerebro cada nueva invención, descubrimiento,
innovación o creación. Lo cual es imposible, tal como sucedió con el trabajador
a mano desnuda
Dicho trabajador, en aquella época de la historia de la Humanidad,
realizaba el acto económico de recolección, caza y pesca, utilizando únicamente
sus manos. Y para poder apropiarse del resultado de su trabajo era necesario,
por un lado, tenerlo sujetado por los pies y, por otro, vigilarlo las 24 horas
del día; lo cual era imposible. Lo mismo sucedió cuando el trabajador comenzó a
utilizar herramientas para incrementar su productividad. En este caso, la
herramienta, como la flecha, fue simplemente un extensor del brazo del
trabajador. Bastaba un descuido, y dicho trabajador se perdía en una naturaleza
pródiga en recursos alimenticios.
Si aceptamos que esta particularidad de las habilidades y
competencia del trabajador-conceptor, elemento fundamental del Proceso de
Trabajo de Concepción, impide toda relación de dominación, estaríamos aceptando
que dicha forma de trabajar facilita la instalación de la Repartición
Igualitaria del resultado de la actividad económica. Y con ello,
estaríamos ad-portas de una nueva economía y una nueva
sociedad, que se fundaría en la Igualdad de Oportunidades y en la cooperación y
solidaridad humana.
Además, esta particularidad del elemento fundamental del Proceso
de Trabajo de Concepción está configurando algo inusitado: la naturaleza
moderna de la propiedad colectiva (comunitaria). Tema que lo desarrollaremos en
otro artículo.
Paris, 30 de diciembre del 2018
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