Parte V
VILMA AGUILAR FAJARDO
( Huanta 3/6/1930 -Lima 7/5/1992)
Semblanza
(Reimpresión)
Mujer polifacética; profesora de matemáticas,
escritora, cantante de privilegiada voz y de fuerza interpretativa. Pero,
sobre todo, una amiga generosa de rostro sonriente y carismática, irradiaba
simpatía. tenía facilidad para ser aceptada y desenvolverse entre diversos
grupos sociales. todos la recordamos con alegría. En suma, es un personaje inolvidable. El pintor Bruno Portugués elaboró un retrato
de Vilma.
Vilma Aguilar Fajardo nació en Huanta
el 03 de junio de 1930. Fueron sus
padres Elipio Aguilar y Graciela Fajardo. Estudió pedagogía en el internado
de la escuela normal San Pedro en Lima.
En donde mostró su inicial afición al canto, pues sus compañeras de
promoción la recuerdan por su alegría y canciones. Luego estudió canto en el Conservatorio
nacional de música. Fue profesora de educación secundaria en la especialidad de
matemáticas en la gran unidad escolar Francisco Antonio de Zela de Tacna.
En una
visita que hiciera a Tacna, el historiador Jorge Basadre, entonces Ministro de
Educación, observó las aptitudes pedagógicas de Vilma y la gratificó mediante
su traslado al colegio nacional Rosa de Santa María de Lima.
Vilma
tuvo dos hijos y estuvo casada con el escritor Miguel Gutiérrez, autor de La violencia del tiempo; entre
otras novelas.
Ya casada, fue impulsora del grupo literario que estuvo
reunido en torno a la revista “Narración”. En su casa se gestó la revista y se preparaba
su edición. Diagramó la revista y colaboró en la distribución con su auto
Volkswagen variant. Es autora
del relato Señora rapacha; publicado en
la revista “Tierradentro” (1).
A Vilma la conocí cuando se casó con el
ahora renombrado novelista Miguel Gutiérrez. Con Miguel habíamos estudiado
preletras en la universidad de San Marcos y un año de sociología. El estudiaba simultánemente Literatura y
yo, Psicología. Egresamos el año 1964. Ese año
me invitó por primera vez a su casa en el Jr. Manuel Cuadros, en el cercado de
Lima; cuando utilicé el baño de la casa,
lo noté pulcro y ordenado. ¡Ah!
Exclamé. Me dije asimismo, esto es obra de una mujer. Al poco rato ingresó Vilma a su casa. ¡Qué tal sorpresa que me había reservado
Miguel!
Un día del año1 969, los amigos de la pareja estuvimos reunidos
y muy contentos en el célebre bar Palermo
de La Colmena en Lima cuando Miguel presentó su primera novela: El viejo saurio se retira; que debió llamarse Ejercicios espirituales, tal como su autor la había titulado. En aquella ocasión, a parte de la alegría del
acontecimiento, pensé: qué tal ojo de Vilma para intuir la proyección literaria
de Miguel.
Vilma, por sus múltiples actividades y
por brindarse con generosidad, descuidaba muchas veces de su salud. Miguel
decía que Vilma era como el Ave fénix:
renacía de sus cenizas para retomar con bríos sus múltiples tareas.
Una actividad generosa que tuvo conmigo
fue repasarle las clases de matemáticas de secundaria a mi hijo David que era
refractario a las matemáticas. Para Vilma no había misiones
imposibles. Por un corto tiempo lidió complacidamente con David.
En
Huamanga ejerció la dirección de la escuela de aplicación Felipe Huamán
Poma de Ayala. En dicha escuela hacían
sus prácticas los estudiantes de pedagogía de la universidad nacional de
Ayacucho. En la década del 70,
correctora de la revista “Pekín informa” en China. Allí trabajaron de correctores de la revista “China reconstruye”. Después de dos años y medio, regresaron. No estuvieron conformes con los cambios de la
política socialista en China. El
contrato de trabajo era por cuatro años; pero, a petición de ellos, lograron
que les rescindieran la relación laboral.
Luego de
su regreso nos reunimos en la casa de Cecilia.
Nos deslumbró con lo que contaba
de su estadía en China. Estuvo muy
gracioso cuando parodió a la ópera china.
De Vilma contó que ella, sin ningún reparo, había incursionado en
gimnasia y danzas chinas.
Ya en
Lima, Vilma, fiel a su afición, se integró el conjunto musical “Evocación
Huanta”. Conjunto integrado por
profesores huantinos, bajo la batuta de César Meneses, violinista,
compositor y arreglista. “Evocación
Huanta” tuvo como vocalistas a Iraida Palomino y Vilma Aguilar.
Grabaron dos álbumes en los que han compilado ritmos de la tradición musical de
la zona de Huanta, Ayacucho y de la sierra centro-sur del Perú como arascascas,
huaynos, marineras, santiagos, etc. En el álbum titulado Asi es mi Huanta, editado
en
1981 por la disquera Phillips. El dúo Vilma Aguilar e Iraida Palomino
cantan:
-Asi es mi Huanta
– Arascasca, tradicional huantino.
Letra, estribillo y arreglo musical de César Meneses (CM).
-Lirio Marchito -
Huayno tradicional ayacuchano. Recopilación de CM
-Jatun Huarpa
Mayu - Huayno tradicional ayacuchano. Arreglo de CM.
-Parajillo Cauativo
- Yaraví tradicional arequipeño. Arr. de CM.
-Mi
Huantinita - Marinera serrana, Huanta. Letra y música de CM.
-Pucahualicha
- Qachua. Huanta. Letra y música de CM.
Entre sus
interpretaciones: pajarillo cautivo es la canción que
estremece mayormente la sensibilidad de la audiencia. http://pacoweb.net/cgi-bin/CDdetail.pl?m=8574
A Vilma
le agradaba participar en las reuniones festivas en los clubs campestres de sus
paisanos huantinos en donde bailaba con un entusiasmo desbordante y degustaba
de los platos típicos. También le agradaba escuchar a las cantantes populares
en los diversos escenarios limeños.
Una vez
me invitó al teatro; no recuerdo si fue al Segura o Municipal, para escuchar a
una cantante de música ayacuchana.
El propósito de la invitación fue
para saber mi opinión. Pues, creía que a
nuestro país le había nacido una gran cantante.
Realmente, Martina Portocarrero conmovió al auditorio hasta el delirio
cuando interpretó Flor de retama,
huayno ayacuchano, composición del profesor Ricardo Dolorier. La letra hace
referencia al asesinato de alrededor de 20 estudiantes, en la llamada Rebelión de Huanta el 21 y 22 de junio de 1969, quienes
reclamaban por la continuidad de la gratuidad de la educación básica. (Los
sucesos de Huanta y Ayacucho
fueron una de las crónicas que apareció como suplemento de la revista Narración en 1971).
La
cultura raigal de Vilma se ha expresado de diversas maneras, como ya he expuesto. A parte de saber quechua, sabía preparar
chicha de jora en su casa. Después de su fallecimiento y cuando Miguel se
mudaba de casa, me obsequió la chomba
(vasija) en donde ella preparaba la chicha..
Varios años después, para que Miguel tuviera la tranquilidad
de escribir sin interrupciones, le consiguió hospedaje en Huachipa, cerca de
Lima, en un local para profesores de Asociación
Nacional de Cesantes y Jubilados de Educación ANCIJE. Vilma estuvo radiante de felicidad cuando le hizo
el anuncio a Miguel. El alborozo de
Miguel fue tal, que su conciencia se alteró:
la vio en estado de levitación como si fuese una libélula que, batiendo
sus alas, se mantuvo suspendida en el aire.
En
ese local se materializó la colosal novela La violencia del tiempo. Miguel se desapareció y casi
nadie sabía en donde estaba.
Con el viejo guardián de la casa de hospedaje
Miguel se había averiguado el origen y finalidad del local. En el primer piso y en la parte central había
un bar y una pista de baile; en el segundo piso, dormitorios con baños
incorporados. Además, una extensa área
verde bordeaba la casa para aislarla de miradas extrañas. Había sido el lugar de recreación y de orgías
de los homosexuales de la oligarquía limeña.
También Miguel se averiguó la historia personal de un sacerdote y un
viejo director de teatro. Ambos estaban
hospedados, como Miguel, en referido local.
A pesar de esas distracciones, y para satisfacción de sus amigos,
terminó su obra magna. He dicho para
satisfacción de sus amigos, lo cual es completamente cierto, porque Miguel ha
manifestado que una de sus motivaciones para escribir es que lo quieran sus amigos.
Entre las actividades desempeñadas por Vilma figuraba acudir
al muelle de guerra del Callao para abordar la lancha que conducía a los
familiares de los presos a la isla penal de El Frontón, pues, ahí estaba su
hijo mayor, Carlos Eduardo, como todos
lo prisioneros de la república por el delito de “terrorismo”. Carlos Eduardo sobrevivió, en un primer
momento, a la masacre ocurrida en la isla prisión de El Frontón durante el
primer gobierno de Alan García. Sin
embargo, fue torturado, fusilado extrajudicialmente y luego desaparecido. Es uno de los tantos crímenes que permanecen
aún impunes.
Poco tiempo después a Vilma la detuvieron y fue recluida en
la prisión Castro Castro (Canto Grande), penal para delincuentes de alta
peligrosidad. Debo expresar mi
admiración por esos delincuentes que supieron respetar, en todo momento, la
condición femenina de las reclusas.
La celda de Vilma estaba en el tercer
piso, la compartía con Sybila Arredondo.
Ambas eran las prisioneras de mayor edad. Mantenían la celda pulcra,
ordenada y decorada con obras de artesanía peruana.
En
Prisión, Vilma
formó y dirigió un coro integrado por sus compañeras de reclusión. Ahí acudió a visitarla su suegra, la señora Luz Benigna Correa (1912-1999) y Dimitri, su hijo
menor. Ese
día le tocó actuar a Vilma con el coro que había formado y dirigía. De esta manera, y sin pensarlo, su suegra
tuvo la oportunidad de apreciar una de sus actuaciones. , Visitar
a un preso en esa época no era poca cosa.
No solo por la lejanía y la pista solamente afirmada y polvorienta; sino
por la permanencia en las colas tanto de ingreso como las revisiones y
controles. Sin embargo, su anciana
suegra sorteó esas dificultades por el cariño que Vilma supo granjearse.
La prisión no menoscabó su espíritu
generoso, alegre y optimista. Por eso
siempre será recordada con simpatía por los que la conocieron y supieron
compartir su amistad. Amistad, que
trasciende cualquier diferencia. Vilma
supo cultivar la amistad, a diferencia de los sectarios, quienes no tienen
amigos[1].Vilma era valiosa como
tal; en cualquier lugar que estuviera y en cualquier posición que asumiera.
Murió
asesinada en la masacre perpetrada por el gobierno de Alberto Fujimori en la
prisión de Canto Grande, Lima, el 7 de mayo de 1992. Sus cenizas reposan
en el cementerio británico de Bellavista, Callao. (Hornacina
E-6)
Miguel
adornó amorosamente la lápida de Vilma con dos floreros de cerámica que habían
traído de China. Pero, ocurrió que en una de las visitas al cementerio, notamos
que habían sustraído uno de los floreros.
Por tal motivo le dije a Miguel que me obsequiara el florero que aún
quedaba; porque en la próxima visita ya no lo encontraríamos. Miguel accedió. Ese florero es mi preciada reliquia.
Un año
antes del fallecimiento de Vilma, Miguel tuvo una premonición, propia de un
artista de fina sensibilidad, para estampar en su colosal novela, La violencia del tiempo, la siguiente
dedicatoria:
A la memoria de las mujeres del Perú que a través de la
historia lucharon por sus ideales de justicia.
Las
circunstancias de su muerte.
Lo que van a leer es la
trascripción del relato que grabó mi hijo Claudio en el presidio de Huacariz,
Cajamarca el 5 de diciembre de 1997.
Este registro se hubiera perdido si no fuera por tres hechos
prodigiosos. Primero, que Claudio
sobreviviera a la masacre que ocurrió en el penal de Castro Castro en
Lima. Segundo, que el cassette escondido en la barriga de un
osito de felpa que me entregó Claudio en el penal de Cajamarca, se tornara
impalpable. Pues, el policía revisor apretó la barriga del osito y me lo
devolvió. Y, tercero, que el cassette apareciera, recientemente,
entre el revoltijo de mi biblioteca cuando lo había dado por definitivamente
perdido. (Las copias que saqué para
Miguel y Oswaldo Reynoso, según me dijeron, las habían extraviado).
Bien, ahora, quince de julio del 2007
he entregado a Claudio un cassette
con el registro de su testimonio, un disquete con las trascripción y el texto
impreso. (A.R.B.) Dicho texto de Claudio
es el siguiente:
Quiero dejar testimonio y hablar de algo que tengo muy
adentro. Nunca he tenido la oportunidad
de poder decirlo; justamente con la lectura de La Celebración de la novela es
que comprendí esta necesidad de comunicar a otras personas nuestras
experiencias con relación, sobre todo, en relación a Vilma que si bien no es
una persona que haya estado muy, muy cercana, siempre he tenido fuertes lazos
de afecto hacia ella.
Yo la conocí a través de mi padre en un viaje que realizamos
a Puno con motivo de un encuentro, según recuerdo, de folkloristas, sociólogos
y músicos cuando se declaraba a Puno La capital del folklore peruano (2). Y ella nos acompañaba en el viaje. Lamentablemente no pudo quedarse mucho tiempo
en Puno porque le afectó el soroche. Durante ese viaje tuve mis primeras impresiones
de ella que no fueron muy amistosas porque mi padre le prodigaba tantas
atenciones que, yo, como hijo me sentía celoso; en mi monólogo interior me
preguntaba, qué pensaría mi madre por las atenciones que le prodigaba mi padre
a Vilma (3). Pero en el
mismo trato comprendí que era una persona muy sencilla en la forma de llegar al
corazón de cada quién. Los que nos
llenamos de complejidades muchas veces no sabemos comunicarnos bien con las
personas, con el resto de nuestros congéneres.
Pero ella si tenía esa facultad de llegar al corazón de todos con
sencillez y alegría. Por eso es que hago este testimonio referido a los sucesos
que han marcado su muerte ocurrida en mayo de 1992 en el penal de Castro Castro
a la par que esto también sirve para poder dejar constancia de los hechos que
ahí han sucedido.
Bien, como les digo, nosotros, los de
ese pabellón de presos acusados por “terrorismo”, pabellón que agrupaba a
personas que había sido vinculadas al partido comunista del Perú, sabíamos -desde
que Fujimori dio el golpe de estado el 5 de abril y disolvió el Congreso-, a lo
que teníamos que atenernos; puesto que necesariamente tenía que significar una
intervención en los penales. Las cosas
eran claras, entonces, se dijo a las personas que no querían estar en el
pabellón que tenían la entera libertad para hacer sus trámites y los mismos
delegados podían apoyarlos; pero los que se quedaban, se quedaban sabiendo a lo
que se tenían que atener.
Bueno, en la madrugada del día 6 de
mayo ya estábamos avisados que habían venido carros portatropas trayendo fuertes
contingentes de policías. Ya nadie pudo
dormir, se les despertó a todos y se tomaron las medidas preventivas del caso;
como es, guardar los objetos inflamables, cerrar las ventanas con bloques de
cemento, con costales de arena. Esto ha sido, relativamente a las tres de la
madrugada. Pero no hubo ningún ataque
inmediato por que el primer hecho que detonó todo este enfrentamiento que duró
tres días fue cuando la policía dinamitó la parte posterior del pabellón de
mujeres, pabellón 1a. Eso debe haber sido
a las cuatro, cuatro y media de la madrugada.
Esto para desmentir que ellos han venido a decir que querían hacer un
traslado y que nosotros nos hemos opuesto.
Por eso es que han tenido que recurrir a una intervención violenta. Ellos ya sabían desde un comienzo a lo que
venían. Venían a matar.
Lo primero que hicieron fue dinamitar una pared sin hablar
nada. Inclusive, el nuevo comandante del penal, Gabino Cajahuanca, cuando
realizó una inspección acompañado con La Cruz roja dijo claramente que la única
forma de ingresar a este pabellón, el pabellón de hombres, era volando las
paredes. Pero fue muy cordial con todos
nosotros. Y nos aseguró unas buenas
relaciones entre la dirección del penal y los internos acusados por
terrorismo. Inclusive, compró objetos de
artesanía que nosotros hacíamos. Pero,
sabemos ahora que fue para verificar in situ como era el
penal; porque él mismo estaba en el operativo que terminó con la destrucción de
los pabellones 1a y 4b y la muerte como de 50 internos e internas.
Pues bien, como les digo aproximadamente a las 4.15 de la
madrugada dinamitaron la pared posterior y entraron los policías con fusiles
automáticos y escopetas en sus primeras intervenciones. Lo que ellos pensaban era dinamitar la pared
y entrar corriendo para sorprender, pero ya estábamos en sobre aviso. Dinamitan la pared pero no pueden pasar
corriendo porque el patio de acceso a los corredores interiores del primer piso
estaban cerrados, desde ahí comienza el
enfrentamiento.
Inicialmente dispararon bombas lacrimógenas y
perdigones. Los internos contestaban con
piedras. Ante la imposibilidad de poder entrar en un ataque que habrá durado
hasta las seis de la mañana, recién los policías deciden hacer uso de sus
megáfonos y conminar a los internos a rendirse y que primero salgan las
mujeres. Conminar a los internos a que
depongan su actitud.
Posteriormente a esto, y ante la imposibilidad de poder
seguir avanzando, comienzan a hacer uso de sus fusiles automáticos y granadas
de guerra, también instalazas, eso les sirve de escudo para que dinamiten la
puerta de acceso a los corredores interiores.
Las personas que estaban ahí defendiéndose, suben al segundo piso y
trancan las escaleras. Paralelamente a
ello, ese pabellón recibía disparos de los pabellones contiguos que ya habían
tomado posición la policía y en el techo se había situado un fuerte contingente
de policías que empezaron a picar el techo para poder ingresar por arriba. Se recibe un ataque simultáneo por varios
lados al mismo tiempo.
De esto, cabe señalar que durante casi todos estos días que
han pasado siempre se ha sentido esos golpes de la comba en el techo que
retumbaban en todo el pabellón como si fuera un péndulo, péndulo que va
contando los minutos de tu hora fatal.
Psicológicamente era como los sonidos de la muerte que se acercaba poco
a poco, se iba sintiendo que los cinceles horadaban el techo; en cambio las
balas y las bombas tienen un efecto distinto, crean un fragor, crean un ardor
de combate, no da miedo. En cambio, el
lento y constante combiar y picar el techo era una
angustia pausada.
Siguiendo con la historia... cuando
ellos han tomado el primer piso; a la vez, intentan entrar por los ductos del
penal para ingresar a los pabellones. Pero como lo internos ya estaban prevenidos,
sorprenden a los guardias. Tengo entendido que murieron guardias allí.
Como les digo, los internos estaban
distribuidos por todo el pabellón. Inclusive, posteriormente a ello, empuñan
las armas que habían quitado a los guardias que habían intentado entrar por el
ducto se intenta retomar el primer piso; se levanta el atrincheramiento de las
escaleras y bajan los internos disparando con las armas que tenían. Los policías de las DOES salen huyendo,
dejando sus armas y megáfonos. Pero, los
internos no pueden salir a corretearlos porque del techo son contenidos.
Allí mueren internos al tratar de
salir, no contaban que del techo les iban a disparar. Durante todo este transcurso ya el pabellón está
lleno de gases lacrimógenos porque cuando los policías intentaron entrar por el
ducto se abrieron paso primero con gases lacrimógenos; al ver que no podían
ingresar, usaron gases paralizantes; eso sí causó un grave daño ente todos los
internos. Entonces, que hicieron? prendieron fuego a todas las cabinas que
tenían acceso a los pasadizos del ducto para que no pudieran ingresar los
policías. Se incendiaron todas las cabinas con todo el material que hubiera
como ropa, colchones, todo lo que estaba adentro.
Si usted ha estado en el penal Castro
Castro sabe lo que son las cabinas. Las
cabinas son los ambientes que miran hacia el centro del penal, hacia la
rotonda. Son habitaciones con grandes
ventanales que para esas circunstancias estaban todos tapados con bloques de
cemento. Todos pusimos los colchones, la
ropa, los víveres y los quemamos para que no pudieran ingresar. Los policías trajeron una manguera de bombero
para apagar el fuego y siguieron metiendo más gases paralizantes. Ahí es cuando son sorprendidos por la
retaguardia por otros internos, logrando desalojarlos
Cuando los policías ya tienen
conocimiento de la pérdida de sus armas y de sus bajas, hicieron un ataque
redoblado con artillería pesada. Se
situaron preferentemente en los exteriores y empezaron a bombardear el penal
inmisericordemente. Inclusive dispararon desde un helicóptero.
El pabellón estaba lleno de humo y como
todas las ventanas estaban cerradas, el aire se filtraba por los agujeros de
las balas. Muchas de las ventanas tenían
planchas de cama, nada más; que son de metal; pero la traspasaban las
balas. Por los huecos de las balas
entraba el sol, único rayo de sol que se dibujaba perfectamente en los
pasadizos llenos de internos que estaban negros por el humo, las explosiones. El ambiente era gris, puedo hablar
físicamente que el color era gris, pero había mucha alegría en ese momento,
mucha alegría en esas circunstancias inclusive.
No podría explicar de donde sale esa alegría, pero esa alegría, ese
fragor te lleva más allá del temor de ti mismo.
Para todo esto les puedo decir que en
estas circunstancias Vilma se encontraba en el tercer piso que es en donde
estaba su celda. Yo supongo que
estuviera haciendo el papel que hacíamos todos, tratar de tapar los huecos con
lo que pudiéramos, ayudar a las personas heridas, de ordenar las cosas, ubicar
el vinagre, el agua y las antorchas que teníamos para apagar las bombas
lacrimógenas que pudieran ingresar. Cuando el pabellón es bombardeado
inmisericordemente y constantemente y como les he dicho que todo el pabellón
estaba prácticamente tapiado, no podíamos ofrecer resistencia, los policías
empiezan a demoler nuestros pabellones; empiezan por el de mujeres: ya habían abierto un forado por el techo del
4to. piso. Habían capturado a algunas
internas que no pudieron escapar. porque las perforaciones en el techo del
pabellón no fueron hechas en un solo sitio, sino en ambos extremos. Bueno al tornarse la situación insostenible
en ese pabellón, el 1a, se decide que las mujeres vayan a los ductos para que
se trasladen al pabellón de los hombres (4 b) en el cual aún no se centraban
los ataques.
Los ataque al pabellón 4b eran ataques
distractivos. El ataque central estaba
dirigido al pabellón de mujeres.
Entonces, viendo que los policías
habían tomado el cuarto piso y el primer piso, empezaron a picar el techo del
tercer piso para ingresar por ahí. Las
mujeres buscan refugio en el pabellón 4 b.
En esas circunstancias, primero pasa un grupo mixto de reconocimiento
para limpiar el camino que iba a seguir el resto; posteriormente, pasa otro
grupo de hombres y mujeres de unas 15 ó 20 personas. Ahí se plantea que van a pasar todas las
mujeres y posteriormente, los heridos y el resto de las personas.
En mi caso, yo iba a llevar a algunos
heridos que estaba atendiendo. Vi que
Vilma había bajado al segundo piso donde yo me encontraba. Estaba tranquila, muy seria, no con esa
alegría habitual. Pero cuando le pasé la
voz ella sonrió como si el sol hubiera salido detrás de la neblina. Su cara, como se dice comúnmente, se iluminó
con su sonrisa y también iluminó mi corazón al verla sonreír. Porque su seriedad tal vez se debía a que su
pensamiento estaba en las compañeras que habían sido capturadas por la
policía.
Cuando abandonamos ese pabellón ya
había varios muertos entre los internos.
Aunque lo peor todavía no había pasado; porque las bajas mayores han
sido en el paso de un pabellón a otro.
Sin embargo, por todos los forados que habían en las defensas en los
bloques de cemento, en las planchas de los catres, en los costales de arena; en
todos los resquicios y agujeros que habían provocado las balas, los
francotiradores que estaban apostados en otros pabellones introducían sus
balas.
Cuando había pasado el primer grupo,
del cual ya he hablado, como todas las cabinas que habían sido objeto de
enfrentamientos estaban revuelto todo; además, como ya lo he dicho antes,
habían sido incendiadas para evitar el ingreso, las cabinas del segundo piso
estaban hechas un desastre. Uno tenía
que pasar rampando porque algunos bloques de cemento y costales de arena
estaban caídos y dificultaban el paso.
Tenían que pasar rampando para que los francotiradores no se percaten
del movimiento de lo que estábamos haciendo.
El primer grupo y el segundo grupo pasaron sin problemas. Cuando pasa el grupo numeroso de mujeres y ya
había pasado la mitad no hubo ningún problema; todavía no se habían percatado.
Pero, como el camino estaba muy obstruido hasta con cadáveres o no tenían
práctica de rampar algunas se levantaron y quisieron correr agachadas para
ganar rápidamente las escaleras que bajaban por el ducto al pabellón. De eso
los francotiradores se han percatado y empezaron disparar a las mujeres por los
agujeros con granadas e instalazas.
En esos momentos es que Vilma ha
recibido una bala. Porque ella también
quiso levantarse y correr. Yo estaba más
atrás, en medio del pasadizo, con los internos que estaban heridos y que tenía
que trasladarlos. Vilma había ganado,
rampando, atravesar la cabina.
Justamente, en la puerta, entre la cabina y la entrada al ducto, había
varios cadáveres. Quizá eso hace que
psicológicamente una persona que ve a los muertos quisiera ganar las
escaleras. Las escaleras descendían y
una vez que uno está abajo, ya estaba a salvo.
Ese trecho era peligroso. Una
bala es más rápida que cualquier movimiento.
Quiso incorporarse como otras se incorporaron, algunas de las que
hicieron eso murieron, aunque otras no.
Ella se incorporó pero la bala la alcanzo. Percibí que su cuerpo recibió un impacto
lateral, el disparo venía por la izquierda, pero por la misma inercia de su
movimiento, siguió andando varios pasos y desapareció de mi vista. Yo pensé que tal vez había caído o habría
seguido caminando. En ese momento no lo
sabía, la vi y sentí una angustia… Ella pasó entre las últimas de las mujeres.
Empezamos a pasar con los heridos. Ahí fue peor porque ya se habían percatado y
empezaron a arrojar granadas. Ya no se
podía pasar por un buen tiempo. Ahí hubo
muchas bajas. La gente quería pasar
rápido y otros se detenían; no se podían pasar porque estaban cayendo las
granadas. Hubo un atolladero. Alguna gente pasó corriendo y dejaron a los
heridos regados en la cabina y los que teníamos menos edad también tuvimos que
cargar con ellos. Cuando yo pasé ya no
estaba Vilma. Eso quiere decir que ha
estado consiente y las chicas que iban con ella, la han llevado hasta nuestro
pabellón el 4b. En el pabellón tenía más
cosas que hacer, ir recogiendo más personas; ya no vi por que los que estaban
heridos eran llevados al segundo piso donde era la sala de zapatería que tenía
el nombre de atreverse. También los heridos eran llevados al tercer
piso al fondo donde era la sala de la biblioteca. No se a cual de los dos ambientes la habrían
llevado a Vilma. Yo me había quedado
junto con otras personas a recoger y trasladar a los últimos heridos. Cuando terminaron de pasar todas las
personas, ya había oscurecido, serían las seis de la tarde. Habíamos comenzado
a pasar a eso de las tres de la tarde.
Bien entrada la noche, serían las doce,
el pabellón 4b estaba totalmente repleto de internos e internas y de objetos
regados por acá y por allá y por el humo negro de la pólvora y los gases
lacrimógenos. He pasado todo el día
cargando costales, armando defensas, cargando bloque de piedras, de concreto;
ya estaba bastante agotado cuando me dicen que tengo que ir al tercer piso a
bajar a los cadáveres de los compañeros que habían muerto para ponerlos en el primer
piso y para posteriormente ser enterrados en lo que llamábamos tierra conquistada. Era un terreno baldío que quedaba entre el 4b
y el 3b.
Cuando subo a bajar los cadáveres, el
tercero que bajé fue el de Vilma. Lo que
sentí en ese momento fue, más que todo, una profunda rabia. El sentimiento que más tengo es rabia y
dolor. La reconocí. Tenía un reloj puesto. Me dije mejor
me llevo su reloj como un recuerdo para siempre de ella. pero, dudé. Me dije: como
voy a despojar a un cadáver, más aún de una persona que yo conozco, que la
estimo tanto. En ese momento
contradictorio decidí dejarlo. No se porque
circunstancia tenía una sola sandalia.
Esa sandalia era del tipo que hacíamos en el penal. Parecía.....algo mío. Por su expresión se nota que no ha sufrido
para morir. Su expresión era como si
estuviera dormida, profundamente dormida.
Estaban sus manos, sus brazos a los lados de su cuerpo, extendidos. Así la subimos. Pusimos una frazada y la
llevamos. Como serían las circunstancias
que este cadáver era como si me pesaran toneladas mucho más que los demás. Se me escapaba la frazada de las manos. Las personas que estaban en los pasadizos no
me daban campo para avanzar porque el espacio estaba repleto. Yo maldiciendo, maldiciendo para que abran
paso. Como no abren paso si está pasando
un cadáver muy importante. ¡Está pasando Vilma! ¡Yo la quiero tanto!
La he dejado en el primer piso. Posteriormente he sabido que todos han sido enterrado en ese sector que se llama Tierra conquistada (4). Es todo lo que puedo decir de ella. Ahí la dejé. Después, los acontecimientos siguieron, como todos saben, dos días más. Y ahora estoy acá para contarle esta historia. Eso es todo. (Claudio)
Identificación y entierro de Vilma
Recibí en mi casa una llamada
telefónica anónima. me comunicaron que la prisión en donde estaba
confinado mi hijo Claudio estaba siendo atacada militarmente. Partí
inmediatamente. En la Plaza de Acho tomé
“el loro”, llamado así por los colores; único bus que conducía a Canto
Grande. Y como siempre, atestado de
gente.
Las inmediaciones del penal estaba
acordonado por soldados que impedían el paso.
No solo a los familiares, sino a cualquiera que no fuera militar;
fueron impedidos de ingresar miembros de La Cruz roja, representantes de
organizaciones de derechos humanos, quienes eran reclamados por los
prisioneros, sitiados.
Me aposté en un promontorio para
observar desde lejos. Ahí estaban
periodistas con teleobjetivos y familiares de los presos tanto de los “comunes”
como de los acusados por “terrorismo”.
La resistencia del pabellón 4b, de
varones, duró varios días. Para doblegarlos las fuerzas armadas apelaron a
especialistas en demolición y a vehículos artillados. Amén de todo tipo de
gases. El combate fue tremendamente
desigual, pero la resistencia fue heroica, un oficial con altavoz los instaba a
rendirse. Incluso, habló también en
quechua; mientras los presos clamaban por la intervención de La Cruz roja.
Los familiares acampamos en el
lugar. Se improvisó un recinto con
esteras para pernoctar y reunirse. Se
organizó una olla común. Los rumores
iban y venían. A mí, la impotencia me
consumía.
En una de las reuniones improvisadas de
los familiares, un abogado –creo que se apellidaba Terrones- que tenía a su
hijo preso, dirigió la palabra al grupo de familiares para conmemorar una de
las efemérides de Sendero luminoso. Luego supe, que por esa intervención, se dio a
conocer y ya no volvió más; hasta ahora figura como desaparecido.
En la noche fui a la casa de mi amigo,
el novelista Miguel Gutiérrez.
Convenimos en encontrarnos para ir temprano a Canto Grande. Ya en Canto Grande y en el promontorio que
estuve el día anterior, observé que por la ventana de una de las celdas del
cuarto piso salió volando al vacío el cuerpo de un policía, luego de una
explosión. En un momento parece que se
cruzaron los proyectiles de la policía con los de las FF.AA.
Todo era traqueteo de Fals y estallido de bombas. Gases y humo por todas partes. Yo creía que nadie saldría vivo. El arriamiento de las banderas rojas de los
pisos superiores a los inferiores indicaba que poco a poco las FF.AA. iban
posesionándose del pabellón 4b.
Al día siguiente de la toma del
derruido pabellón 4b fuimos a la morgue del Jr. Huanta, al costado de la
facultad de medicina de la universidad de San Marcos. Percibimos, varias cuadras antes de llegar a
la morgue, el olor pútrido de los cadáveres en descomposición. Encontramos en la calle una cola de
familiares que esperaban su turno para ingresar e identificar el cadáver de
algún familiar. Nos acoplamos a la
cola. Entre los miembros de la cola
estaba circulando de mano en mano una nómina de los muertos; escrita a mano y
sin fuente conocida. Ahí figuraba el
nombre de Vilma Aguilar Fajardo. También
figuraba un Rengifo, pero no con el nombre de mi hijo. Era de un infante de marina.
Cuando nos tocó el turno de entrar a la
morgue yo me hice el vano propósito de retener la respiración. el hedor era
insoportable. Los cadáveres de varios
días y el calor de la primera semana de mayo atizaban la putrefacción. Algunas
cámaras de refrigeración de la morgue estaban malogradas y las que aún estaban
operativas no eran suficientes para la cantidad de cadáveres; y ni siquiera en
las salas había el suficiente espacio.
La mayoría de cadáveres yacían desnudos apilados en el suelo con los
rostros hollinientos, terrosos y los cuerpo hinchados. Algunos de ellos fueron desenterrados por la
policía. Estaban irreconocibles.
En un recodo de la sala de la morgue
reconocí fácilmente el cadáver de la joven abogada Elvia Sanabria tirada como
una res en el piso, pero, sin perder su frágil y agraciada figura. Estaba cubierta únicamente por su breve
trusa. Parecería que con el chorro de una manguera le habían limpiado la
suciedad de su cuerpo desenterrado. La
conocí circunstancialmente en alguna de las visitas que le hiciera a Claudio en
el penal Castro Castro.
Ni Miguel ni yo pudimos reconocer el
cadáver de Vilma. Sin embargo, un
cadáver femenino cuya vellosidad púbica anunciaba senectud me hizo deducir que
podría ser el de Vilma, pues, era ella la prisionera de mayor edad. Aunque volvimos a reingresar a la morgue,
tampoco la identificamos. Con nuestra
frustración a cuestas fuimos a un local de la policía nacional de
investigaciones en la Av. Aramburu para saber si habían identificado a los
cadáveres, pero fue en vano; no tenían su odontograma. Regresamos a la casa de Miguel para localizar
a Dimitri y nos ayudara en la tarea de identificación de su mamá. Dimitri la identificó rápidamente por el
reloj que portaba y que él se lo había regalado.
En la morgue los médicos y sus auxiliares
no se daban abasto para practicar las autopsias. Contrataron a unos borrachines de los
alrededores de la morgue para que los ayudaran.
Por la emergencia, entregaban los cadáveres sin mucha formalidad a los
familiares que lograban la identificación.
Su objetivo era deshacerse de los cadáveres cuanto antes.
El cadáver de Vilma me dio la impresión
de haber recobrado vida cuando la vi vestida, luego del tratamiento del
personal de la agencia funeraria. El
ataúd fue trasladado al cementerio británico de Bellavista, un cementerio
acogedor, en donde se le incineró y quedaron depositadas sus cenizas. Me siento gratificado espiritualmente por
haberme despedido de Vilma, pues, fui quien estuvo con ella en la antecámara
del horno crematorio.
Concurrieron los amigos íntimos y familiares. Al momento de
depositar las cenizas en la hornacina, Miguel leyó un discurso que lo había
redactado poco antes de salir de su casa.
(Por su alta calidad literaria merece trascender el ámbito de la
intimidad). Al finalizar, Cecilia, en ese entonces mi pareja, activó
furtivamente, su tocadiscos portátil. Escuchamos
la voz de Vilma y, por un instante, creímos que no había muerto. Luego, vueltos
a la realidad, la oímos cantar el huayno ayacuchano huérfano
pajarillo (5). Una vez más
nos conmovió. Y, ahora, de manera indescriptible. Era un acto de connotación mística.
Pasado el tiempo, la recuerdo como una
mujer generosa y entusiasta. En mi memoria tengo grabado su gesto y el tono de
su voz cuando, en una conversación en la prisión, se refería con ternura al que
fuera su esposo como Miguelito.
NOTAS.-
(1) Año V n° 4 ediciones
La fragua. Lima julio 1985, pp. 105/17.
(2) Fue el IV Congreso
nacional de folklore en la primera semana de febrero de 1981.
(3) En ese entonces,
Claudio tenía once años de edad.
(4) Sector de terreno
baldío y con inmundicias; que fue convertido en una limpia y ordenada granja de
cuyes y aves.
(5) Vilma grabó dos Lps con
el conjunto musical Evocación Huanta.
Cementerio Británico de Ballavista
[1] Entrevista
de Abimael Guzmán al periódico "El Diario"; Lima 1989, p 59) https://creandopueblo.files.wordpress.com/2011/09/8686654-pcp-entrevista-con-el-presidente-gonzalo.pdf
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