ENTREVISTA A LAURA RAIM
01/02/2019
| Julien Salingue
Has escrito, en la Revue du Crieur nº 8 1/, un largo artículo consagrado a la
emergencia en los Estados Unidos durante estos últimos años de numerosas
revistas, en papel y en línea, que se reivindican más o menos explícitamente
del “socialismo”. Y explicas que este fenómeno no puede ser comprendido si no
se le inscribe en un contexto político y social más global.
Se trata de un renacimiento, con una emulación
intelectual que no se había visto, en la izquierda de los Estados Unidos, desde
mediados de los años 1960. Esto corresponde a un ciclo abierto con la crisis de
2008 y los movimientos sociales que le siguieron, desde Occupy a Black Lives
Matter pasando por Fight for 15, por el aumento del salario mínimo, la campaña
BDS en solidaridad con el pueblo palestino, o la lucha de Standing Rock contra
el oleoducto Dakota Access.
Occupy ha sido un momento fundador, el momento de
politización para toda la generación que va a fundar los periódicos y revistas
de las que hablamos, desde Jacobin 2/ a Viewpoint
Magazine 3/ pasando
por The New Inquiry 4/,
pero también un momento fundador para reorientar periódicos que ya existían,
como N+1, una revista literaria que va a comenzar a interesarse por la economía
política o devolver un público a una revista sindical como Labor Notes.
La desilusión ante Obama, que no hizo nada para luchar contra las finanzas, por
regularlas, ha contribuido a favorecer este movimiento, hasta otro momento
esencial: la campaña de Sanders, igualmente un momento de politización
importante. La elección de Trump es la última etapa, a día de hoy, de esta
recuperación del interés por la ideas socialistas. Igual que lo que ocurre en
la DSA [Democratic Socialists of America], en la que las adhesiones afluyen,
los abonos y las visitas de las páginas web de estas revista aumentan con mucha
fuerza: Jacobin reivindica hoy más de 40.000 personas abonadas de pago y
recibe más de un millón de visitantes al mes en su web…
¿La gente que anima estas revistas tiene relación
con los medios militantes? ¿Es ella misma militante o más bien establece un
“diálogo” con las movilizaciones?
Mucha de esta gente ha participado directamente en
Occupy, también hay quien se ha implicado, sobre el terreno, en la campaña de
Sanders. Pero para una parte de ella, participar en estas revistas y periódicos
es ya en si un acto militante. Recuerdo por ejemplo una discusión con Sarah
Leonard, una joven periodista, especialista de feminismo marxista y figura de
esta izquierda intelectual, que me decía que, para ella, estar en una revista
era ya una forma de militar, a falta de un partido o de una organización. Jacobin
toma muy en serio las luchas, desde Black Lives Matter a las luchas ecologistas
pasando por las luchas salariales, pero se sitúa más bien en una relación de
diálogo con esas luchas. Se dicen: hay que meter en ellas la política, se las
va a politizar, vamos a proporcionarles artículos, análisis… En el contexto
actual de la resistencia a Trump, se dicen que existe un riesgo de dilución de
las luchas, de instrumentalización y de recuperación por las y los centristas,
las y los Demócratas. Por parte de Jacobin, se plantean luchar contra
eso, como en la marcha de las mujeres contra Trump: luchar intelectualmente
para evitar que el feminismo liberal sea hegemónico, proponiendo análisis que
integren la dimensión de clase, la perspectiva socialista.
Aquí hay que subrayar el papel que juegan, en este
diálogo, los “grupos de lectura” de esas revistas. Para Jacobin, los
había en 2017 en 80 ciudades. Y me he enterado recientemente de que Julia
Salazar, de DSA, que ganó en septiembre las primarias demócratas para las
senatoriales en Nueva York, explicaba haberse politizado a través de los grupos
de lectura de Jacobin… Bashkar Sunkara, fundador de Jacobin, no
es un militante propiamente hablando, pero ha contribuido enormemente a la
revitalización de DSA: no es un actor de las luchas, pero tiene un pie en la
política “institucional”.
¿Estas diferentes revistas colaboran entre sí,
funcionan en red?
Sí. Y esto es algo muy fresco. Están en expansión
pero siguen siendo muy pequeñas y son conscientes de ello. Así pues, aunque
existan ciertamente conflictos, dialogan y lo reivindican, y por otra parte se
ve regularmente que las mismas firmas aparecen en diferentes revistas y
diferentes periódicos, Viewpoint Magazine, The Nation, Jacobin, N+1,
etc. Hay mucho menos sectarismo, me parece, que aquí, en Francia. Y hay incluso
gentes de diferentes organizaciones políticas que cohabitan: en Jacobin,
encuentras gente de DSA y de ISO, tienen debates, en particular sobre la
oportunidad de participar en las primarias del Partido Demócrata. Pero esto es
dialogar, algo constructivo.
¿Y todo este mundillo se reivindica del
“socialismo”?
Si, en cualquier caso su mayor parte. Saben muy
evidentemente que la palabra “socialismo” puede significar diferentes cosas.
Saben por ejemplo que el “socialismo” de Sanders no tiene mucho que ver con un
socialismo revolucionario, la abolición de la propiedad privada y el fin del
capitalismo, pero se dicen que al menos es útil para contribuir a
desestigmatizar esta palabra, a acelerar este proceso de desestigmatización que
estaba ya en marcha favorecido por la crisis.
Según un sondeo de 2016, realizado por Harvard, el
51% de las y los jóvenes de 18 a 29 años afirmaba rechazar el capitalismo y el
33% de ellos llegaba a apoyar el “socialismo”...Esto muestra claramente que el
término “socialismo” no es ya un estigma para la generación de la postguerra
fría, que no se siente responsable de los crímenes del estalinismo y que asocia
más el socialismo a los Estados-providencia europeos. Ahí también, no es el
socialismo en el sentido en que los marxistas lo entienden, pero esas revistas
y periódicos se apoyan en este fenómeno para atraer público hacia ellos, y
proponen análisis que proporcionan un contenido marxista, de clase, al
“socialismo”. Es por esta razón por la cual han tenido una actitud muy
pragmática en relación a Sanders, aunque su “revolución política” se parece
mucho más al ala izquierda de la socialdemocracia, inspirada en la New Deal de
Roosevelt.
¿Qué relaciones mantienen con los pensamientos
críticos anteriores, marcados por el post-estructuralismo, la micropolítica,
las políticas identitarias… que han dominado mucho tiempo el pensamiento en la
izquierda estadounidense, en particular la universitaria? Lo menos que se puede
decir es que estas teorías no concuerdan mucho con un marxismo lucha de clases.
¿Estamos en una lógica de diálogo crítico, de ruptura, de superación?
Se presentan más bien en ruptura con esas
corrientes de pensamiento. Voy a dar un rodeo antes de responder directamente:
Seth Ackerman, de Jacobin, me explicaba que se politizó, como muchos
jóvenes de su generación, en el marco de Occupy, más que en un planteamiento
horizontalista, anarquista, espontaneísta… que ha fracasado, y en este sentido Jacobin
es un poco la revancha de un planteamiento más marxista, socialista, lucha de
clases, que no tiene miedo a plantearse la cuestión de las instituciones, del
partido político, etc. Y consideran que han ganado este combate, lo que
constituye un punto de apoyo para su otras luchas ideológicas, en particular
contra las políticas identitarias, las políticas que tienen por objetivo
defender los intereses o luchar contra la estigmatización de ciertas categorías
minoritarias de la población, corriendo el riesgo de fragmentación. La crisis
de 2008 ha llevado a un primer plano las cuestiones económicas, materiales,
financieras, y por tanto las cuestiones de economía política y de clase, a
menudo descuidadas en las políticas identitarias, sobre todo cuando son
instrumentalizadas por liberales como Hillary Clinton.
Las revistas y periódicos de los que hablamos están
por tanto en ruptura, pero es una ruptura inteligente: no se trata de negar las
problemáticas de género, raza, etc., sino de integrarlas en una visón marxista,
socialista de las cosas. Una brecha mucho menos simplista y caricaturesca que
en Francia donde hay quien, en la izquierda, continúa por ejemplo negando las problemática
raciales en nombre de un “universalismo” de la izquierda social, que se
opondría al carácter “identitario” de la defensa de las minorías. Hay que decir
que la importancia de la lucha por los derechos cívicos en la historia de los
Estados Unidos impone a todo pensamiento de izquierdas, y toda organización de
izquierdas, mantenerse en contacto con los combates de las minorías, en
particular de la minoría negra…
Adoptan también un estilo mucho más asequible que
una intelligentsia universitaria “de izquierdas”
Si. Desconfían de todo lo que tenga que ver con esa
jerga. Es muy agradable leerles. Recuerdo que Bashkar Sunkara explicaba que hay
que desconfiar de todo lo que puede servir de “muleta” a un pensamiento no aún
completamente realizado y por tanto incapaz de prescindir de la jerga. Sus
textos se pretenden concretos, pragmáticos, accesibles, sin sacrificar,
evidentemente, el análisis. Se trata de atraer no solo a las sensibilidades
anarquistas, radicales, sino también a las “liberales” en el sentido americano
del término, progresistas, lectores y lectoras del New York Times,
votantes de Obama, con ideales de justicia social... Por tanto evitan el
dogmatismo, el esoterismo, el esteticismo. Hablan de “no bullshit marxism”,
refiriéndose al marxismo clásico pero también a autores como Ralph Milliband,
el historiador Robert Brenner o Michael Harrington (uno de quienes fundó DSA).
Hay por tanto un doble objetivo: reafirmar, en dirección a la izquierda radical
americana, a menudo formada en los estudios culturales, el primado de un
análisis materialista, de clase, y hacer entrar las ideas radicales en la
política americana hegemónica.
¿Se trata, más en general, de una toma de distancia
respecto al medio universitario?
Si. Hay algo de eso. Son muy críticos de una cierta
izquierda universitaria, que sigue dominando en los campus, que vive en una
torre de marfil, que está cortada de la sociedad y de las movilizaciones, y se
dedica a hablar en sus ambientes en su propia jerga, lejos de la figura del
intelectual marxista, orgánico… Algunas y algunos universitarios se reclaman
del marxismo, pero sus trabajos son a menudo abstractos, desconectados de las
luchas. No se especializan en las ciencias empíricas sino más bien en
disciplinas como la literatura, el psicoanálisis o la filosofía. En 1987, el
historiador Russell Jacoby publicó Los últimos intelectuales,
describiendo la desaparición progresiva de intelectuales comprometidos,
reemplazados por profesores ultraespecializados que multiplican los escritos en
su jerga en revistas científicas destinadas a sus pares exclusivamente, con la
preocupación principal de su propia carrera universitaria.
Las y los participantes y animadores de las
revistas y periódicos de los que hablamos vienen, por tanto, a llenar un vacío.
Rechazan la postura del intelectual al margen de las movilizaciones, que pasa
más tiempo en aviones entre dos coloquios que en manifestaciones. Son
ciertamente titulados universitarios, a menudo docentes, pero la mayor parte de
las veces en situaciones de precariedad. La universidad no es ya un refugio
profesional, no puede ofrecerles salidas reales, carrera estable, lo que les da
de alguna forma la libertad de ser más francos, más políticos, más radicales.
Sus periódicos y revistas no se pretenden universitarias, sino mucho más
accesibles, y dirigidas a un publico más amplio, incluyendo un público
militante con el que no temen, muy al contrario, relacionarse.
22/10/2018
Traducción: Faustino Eguberri para viento
sur
Notas
2/ Fundada en 2010, Jacobin (www.jacobin.com) se define como “una voz
importante de la izquierda americana, que ofrece perspectivas socialistas sobre
la política, la economía y la cultura”.
3/ Fundada en 2011, Viewpoint Magazine (www.viewpointmag.com) es, por retomar
una presentación propuesta por la web Contretemps, “una revista de teoría
marxista en línea basada en los Estados Unidos, iniciada en el marco de los
debates sobre los movimientos Occupy! Se trata de una publicación
abierta sobre las nuevas formas de radicalidad y basada teóricamente en las
tradiciones revolucionarias extraparlamentarias, de ultraizquierda y
operaistas. Sin sectarismo, ni espíritu de capilla, Viewpoint Mag propone
regularmente entregas temáticas, solicitando contribuciones a personas
contemporáneas pero también traduciendo o republicando análisis más antiguos
del movimiento revolucionario europeo -en particular la secuencia roja de los
años 1960 y 1970 en Italia, Francia y Alemania”.
4/ Fundada en 2009, The New Inquiry (http://thenewinquiry.com) afirma
querer “reagrupar las energías revolucionarias para enfrentarse al discurso de
la clase dominante”.
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